FINANZAS › EL BANCO CENTRAL CUESTIONA LA TEORIA MONETARISTA DEL AUMENTO DE PRECIOS
Emisión e inflación
Un estudio del Banco Central analizando la expansión de base monetaria y la tasa de inflación acumulada en veinte países y en la Eurozona desde 2008 desmiente la idea de que la emisión se traduce mecánicamente en alza de precios.
Por Cristian Carrillo
La explicación de los aumentos de precios como resultante de la expansión de la base monetaria es utilizada por un sector del establishment para presionar por un ajuste en el gasto y para justificar el alza en el precio del dólar paralelo. Esa interpretación de la inflación proviene de la escuela monetarista y sostiene que la emisión de pesos que no acompañe el nivel de actividad se traducirá en subas de precios. La experiencia en distintos países demuestra que no existe tal relación. El Banco Central realizó un relevamiento de las principales variables monetarias en veinte países o regiones –como la Eurozona– desde diciembre de 2008 hasta hoy al que pudo acceder este suplemento que descarta esa hipótesis ya que la emisión de base monetaria e incremento del dinero transaccional no evidencia una correlación directa con los precios.
La teoría cuantitativa del dinero es rechazada por otras escuelas que también explican la inflación como un fenómeno de demanda, como el keynesianismo, y reemplaza por explicaciones que toman en cuenta otras variables. “Un aumento de la oferta monetaria no siempre se traduce en una igual suba de precios. Hay muchas cosas de las que depende. En primer lugar, para que el aumento de la oferta monetaria resulte expansivo debe superar al de la demanda”, señala una fuente del organismo monetario. Una política expansiva podría generar aumentos de precios pero sólo en proporción de la situación del ciclo económico (brecha del producto, niveles de desempleo, grado de utilización de la capacidad instalada) y de las expectativas de los agentes. “En definitiva de cómo estén operando los distintos canales de transmisión de la política monetaria”, agregan desde el Banco Central.
Durante una nueva edición de las Jornadas Monetarias y Bancarias que se realizó esta semana, el presidente del Central, Alejandro Vanoli, y el ministro de Economía, Axel Kicillof, realizaron una defensa de la política monetaria como medida de estímulo para la actividad económica. No obstante, aclararon que esa medida debe ser acompañada por un esfuerzo fiscal también expansivo. Esta fue la discusión que todavía se mantiene –según relató Kicillof– en el seno del G-20. Los funcionarios apuntaron a la expansión monetaria que realizaron no sólo las principales economías del mundo –como Estados Unidos, la Eurozona o Japón– donde sus respectivas monedas son demandadas en otros países, sino también a la de los mercados emergentes.
Según el relevamiento del BCRA, desde la debacle financiera global hasta junio de este año, el mayor aumento de la base monetaria fue para Suiza, con un incremento de 369,8 por ciento, aunque su inflación acumulada en el último lustro ascendió a 0,2 por ciento. Le sigue Reino Unido, con un 282,5 por ciento de aumento de la base monetaria y una inflación de 9,6 por ciento, y Turquía con 220,2 y 50,9 por ciento, respectivamente. La enumeración contempla aumentos de base monetaria y precios desde 2008 en Brasil, con 178,9 por ciento y 36,8 por ciento, Chile (85,3 y 13,3 por ciento), Colombia (72,1 y 16,9 por ciento), Perú (109,7 y 15,7), Corea del Sur (66,6 y 14,4 por ciento), Indonesia (102,8 y 30,7 por ciento), Sudáfrica (52,7 y 35,3 por ciento) e India (93,7 y 47,0 por ciento.
Entre los desarrollados, Estados Unidos incrementó en 134,6 por ciento la base monetaria –un 73,4 por ciento el dinero transaccional– mientras que la inflación fue en dicho período de 12,7 por ciento, en tanto para Japón los guarismos fueron 140,4 y 1,7 por ciento. También hay casos inversos. La emisión de la Eurozona avanzó 1,8 por ciento y su inflación fue de 9,6 por ciento. “Los espectaculares incrementos de la base monetaria en Estados Unidos e Inglaterra no se tradujeron ni siquiera parcialmente en el volumen del crédito que impulse el gasto, ni en un debilitamiento del dólar que pudiera favorecer las exportaciones o aumento en los precios. Pero, de no haber habido expansión, presumiblemente una mayor demanda de dinero no convalidada hubiera resultado sumamente contractiva”, estimaron desde el Central.