EL MUNDO › CUAUHTEMOC CARDENAS RENUNCIO AL PARTIDO DE IZQUIERDA MEXICANO
Cárdenas reprobó la falta de credibilidad del PRD, su alejamiento de movimientos sociales (como el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa) y las alianzas electorales con el derechista Partido Acción Nacional (PAN).
Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
El desmantelamiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD) continuó en la noche del martes con la renuncia de su fundador y reconocido líder moral Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien tomó la misma decisión que Andrés Manuel López Obrador hace dos años, ante diferencias irreconciliables en la conducción de ese partido.
Tanto Cárdenas como López Obrador han sido los únicos candidatos a la Presidencia de la República del PRD (tres el primero, dos el segundo) y ambos han gobernado la Ciudad de México, el principal bastión electoral perredista en el país. Entre los dos construyeron una opción de gobierno de izquierda que, pese a sus profundas diferencias, llevaron al PRD a ser la segunda fuerza política del país.
Ahora, Cárdenas reprobó la falta de credibilidad del PRD, su alejamiento de movimientos sociales (como el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa) y las alianzas electorales con el derechista Partido Acción Nacional (PAN).
Si bien la renuncia fue a título individual, el coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa, anticipó la desbandada de militantes tras la salida de Cárdenas, con la cual “el partido pierde su identidad, su último baluarte”. En eso coincidió el senador Alejandro Encinas: “Es una estocada para el partido”, dijo, y calificó la reunión entre Cárdenas y Navarrete como un “encuentro de desencuentros”.
La nueva fractura en el PRD era evidente desde cuatro meses antes de la crisis de Ayotzinapa. El 5 de mayo, Cárdenas vapuleó al partido dirigido hasta ese día por el ex guerrillero Jesús Zambrano y arrinconó a la dirigencia que habría de ser elegida ese mismo día, con la que ahora ya no encontró respuesta alguna a sus condicionamientos.
Cárdenas lo advirtió desde entonces: “Solamente al régimen entreguista y neoliberal le sirve ese discurso que dice que hay que ser una izquierda moderna o alejada de radicalismos”, dijo el líder moral del PRD en franca alusión a la justificación de la dirigencia que salía y de la que entraba, que se define a sí misma como una izquierda moderna, abierta, tolerante, “con propuesta y no sólo con crítica”. Navarrete presume que es una izquierda “del siglo XXI”. Cárdenas responde: “Los principios no son una moda”.
El encuentro del martes por la tarde entre Cárdenas y Navarrete fue de mero trámite. La ruptura estaba anticipada desde las páginas de un diario oficialista matutino, en un texto del ex presidente perredista Jesús Zambrano, que calificaba de “chatas” y “limitadas” las propuestas del fundador de su partido, que “sólo atizan las campañas de odio en la izquierda, y apuntan y ayudan al mantenimiento del statu quo”.
Sin dejar de reconocer la necesidad de transformar el PRD, Zambrano advirtió que no basta con la reforma partidista. Si no va a acompañada de la atención a los problemas sociales y políticos nacionales, “el país nos estallará en las manos, y sólo lo celebrarán los defensores del caos, los que rezan: ‘Al diablo las instituciones’”, dijo en una clara alusión a López Obrador, quien abandonó las filas del PRD en septiembre de 2012, justo cuando Zambrano era su dirigente nacional.
Mientras estuvieron en el PRD, Cárdenas y López Obrador cuestionaron las disputas entre casi una veintena de corrientes ideológicas que han marcado la vida interna de ese partido, conocidas en México como “las tribus” perredistas y que se han repartido puestos mediante cuotas. Las dos principales actualmente las integran Izquierda Democrática Nacional y Nueva Izquierda, que dirige el PRD desde la llamada también Los Chuchos, por los apodos de sus líderes Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano Grijalva.
En la carta difundida en la noche del martes, Cárdenas anuncia su renuncia como un ejercicio de congruencia, antes que “correr el riesgo de compartir responsabilidades de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia, en las que no haya tenido cabida la autocrítica”.
Ante el hecho consumado, Navarrete resumió la debacle: “Muy lamentable la renuncia de Cárdenas. Se cierra una etapa en la vida del PRD”. Para muchos, es el principio del fin de ese partido.
Cárdenas reprobó la falta de credibilidad del PRD, su alejamiento de movimientos sociales (como el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa) y las alianzas electorales con el derechista Partido Acción Nacional (PAN).
Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
El desmantelamiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD) continuó en la noche del martes con la renuncia de su fundador y reconocido líder moral Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien tomó la misma decisión que Andrés Manuel López Obrador hace dos años, ante diferencias irreconciliables en la conducción de ese partido.
Tanto Cárdenas como López Obrador han sido los únicos candidatos a la Presidencia de la República del PRD (tres el primero, dos el segundo) y ambos han gobernado la Ciudad de México, el principal bastión electoral perredista en el país. Entre los dos construyeron una opción de gobierno de izquierda que, pese a sus profundas diferencias, llevaron al PRD a ser la segunda fuerza política del país.
Ahora, Cárdenas reprobó la falta de credibilidad del PRD, su alejamiento de movimientos sociales (como el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa) y las alianzas electorales con el derechista Partido Acción Nacional (PAN).
Si bien la renuncia fue a título individual, el coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa, anticipó la desbandada de militantes tras la salida de Cárdenas, con la cual “el partido pierde su identidad, su último baluarte”. En eso coincidió el senador Alejandro Encinas: “Es una estocada para el partido”, dijo, y calificó la reunión entre Cárdenas y Navarrete como un “encuentro de desencuentros”.
La nueva fractura en el PRD era evidente desde cuatro meses antes de la crisis de Ayotzinapa. El 5 de mayo, Cárdenas vapuleó al partido dirigido hasta ese día por el ex guerrillero Jesús Zambrano y arrinconó a la dirigencia que habría de ser elegida ese mismo día, con la que ahora ya no encontró respuesta alguna a sus condicionamientos.
Cárdenas lo advirtió desde entonces: “Solamente al régimen entreguista y neoliberal le sirve ese discurso que dice que hay que ser una izquierda moderna o alejada de radicalismos”, dijo el líder moral del PRD en franca alusión a la justificación de la dirigencia que salía y de la que entraba, que se define a sí misma como una izquierda moderna, abierta, tolerante, “con propuesta y no sólo con crítica”. Navarrete presume que es una izquierda “del siglo XXI”. Cárdenas responde: “Los principios no son una moda”.
El encuentro del martes por la tarde entre Cárdenas y Navarrete fue de mero trámite. La ruptura estaba anticipada desde las páginas de un diario oficialista matutino, en un texto del ex presidente perredista Jesús Zambrano, que calificaba de “chatas” y “limitadas” las propuestas del fundador de su partido, que “sólo atizan las campañas de odio en la izquierda, y apuntan y ayudan al mantenimiento del statu quo”.
Sin dejar de reconocer la necesidad de transformar el PRD, Zambrano advirtió que no basta con la reforma partidista. Si no va a acompañada de la atención a los problemas sociales y políticos nacionales, “el país nos estallará en las manos, y sólo lo celebrarán los defensores del caos, los que rezan: ‘Al diablo las instituciones’”, dijo en una clara alusión a López Obrador, quien abandonó las filas del PRD en septiembre de 2012, justo cuando Zambrano era su dirigente nacional.
Mientras estuvieron en el PRD, Cárdenas y López Obrador cuestionaron las disputas entre casi una veintena de corrientes ideológicas que han marcado la vida interna de ese partido, conocidas en México como “las tribus” perredistas y que se han repartido puestos mediante cuotas. Las dos principales actualmente las integran Izquierda Democrática Nacional y Nueva Izquierda, que dirige el PRD desde la llamada también Los Chuchos, por los apodos de sus líderes Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano Grijalva.
En la carta difundida en la noche del martes, Cárdenas anuncia su renuncia como un ejercicio de congruencia, antes que “correr el riesgo de compartir responsabilidades de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia, en las que no haya tenido cabida la autocrítica”.
Ante el hecho consumado, Navarrete resumió la debacle: “Muy lamentable la renuncia de Cárdenas. Se cierra una etapa en la vida del PRD”. Para muchos, es el principio del fin de ese partido.
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