28 de Diciembre de 2014
Nuevos aires
En alguna madrugada ventosa de verano, cerca del 100% de lo que se consuma puede ser cubierto por energía eólica”, se permitió soñar el Director Nacional de Energía, Ramón Méndez, uno de los protagonistas del cambio de la matriz energética. En una instancia así, “estaríamos reservando toda el agua de las represas y manteniendo todas las máquinas térmicas apagadas, porque no las precisaríamos”. Veamos. Uruguay consume, en promedio, 1.100 MW, y las proyecciones indican que ese promedio se ubicará en 1.200 MW para 2016. Entonces se puede afirmar que si en algún momento estuvieran todos los parques funcionando, se podría cubrir la demanda total del país con energía proveniente del viento.
Culminados los procesos electorales en la mayoría de los países de la región, una mirada serena permitiría observar el sustento de las políticas progresistas en gestiones con claroscuros, marchas y contramarchas, pero con direcciones bien definidas.
“Hubo tiempos, dijimos en una nota anterior, en que hombres idealistas luchaban contra los molinos de viento. En las tierras manchegas un Quijote afiebrado cargaba contra gigantes. El Uruguay del Pepe, del Frente Amplio, sembró de molinos gigantes que generosos ya están brindando la energía que necesita la sociedad para sus emprendimientos, para vivir mejor”.
“En 2015, el 30 por ciento de la energía que consumirá el país provendrá de fuentes renovables: represas hidroeléctricas, parques eólicos, biomasa, paneles solares. Dato insólito: el país no tiene una gota de petróleo, siguen buscando, pero hasta la fecha no se encontró nada. Sin embargo, aun con crecimiento económico, el balance energético es sumamente favorable y provee de energía eléctrica a los países vecinos (Argentina y Brasil)”.
En todo este cambio sustancial, para el presente y para el futuro, el rol del Estado es fundamental. Las empresas UTE y Ancap, que los militares, primero, y luego Luis Alberto Lacalle quisieron descuartizar y privatizar, ahora tienen gestión y en asociación con emprendimientos privados, que aportan capitales y tecnología y llevan adelante la tarea.
Algunos de los cambios realizados por las administraciones progresistas (inclusión social, por ejemplo) no fueron, ni son, cuestionados ni siquiera por la derecha. Lacalle Pou usó como estandarte de campaña imágenes de las “ceibalitas” y los parques eólicos. Fueron parte de una campaña por “la positiva”, existieron hechos, hechos concretos, no dibujados, que no podían negarse.
En una apuesta con el presente y a futuro, en 2015, Uruguay tendrá una matriz del 30% de energía renovable. ¿Cómo aprovechó la crisis europea para atraer capitales en estos sectores? Además de carne y productos primarios, el país exporta energía. El cambio de la matriz energética es una decisión política.
“El modelo energético de nuestro país –expresó a Miradas al sur la diputada electa Lilian Galán– se estructuró luego de la Segunda Guerra Mundial; ahí se puede ubicar la consolidación de la transición energética, pasar de uso de energía tradicional a moderna. Esto implicó principalmente el pasaje desde las fuentes autóctonas orgánicas hacia el petróleo, una fuente de energía fósil y extranjera; el petróleo pasa del 4% al 70% del consumo de energía primaria entre la segunda y la sexta década del siglo XX”.
Ese panorama se mantuvo hasta hace 10 años. Uruguay importaba petróleo en su totalidad y lo quemaba en las usinas termoeléctricas y en el parque automotor.
En los años ’30 y ’40 comenzó a levantar usinas hidráulicas en territorio propio y luego una (Salto Grande) binacional. Desde el punto de vista de la oferta, esto ayudó, pero no alcanzó. Del otro lado del mostrador, si se mira la demanda, el retroceso mayor ocurrió en los años ’90, cuando se terminó de destruir lo que quedaba de industria nacional. La demanda de energía paso a ser de carácter terciario, es decir, para consumo no productivo”.
La administración progresista del primer gobierno del Frente Amplio se encontró con el dilema de una demanda que evaporaba los recursos y una oferta insolvente y errática. Un ejemplo: todo del sector generador hidráulico depende de la buena provisión de lluvias. En tiempo de sequía pasan a primer plano las usinas térmicas. Y la dependencia es doble: de la disponibilidad del producto en los mercados internacionales y el drenaje de divisas, que afectan la balanza comercial.
Enfrentada a esta alternativa de hierro, la gestión Tabaré I resolvió cambiar la matriz energética. Se propusieron leyes, se las aprobaron, se fijaron metas, objetivos.
Todas las barajas, menos una. Los técnicos dieron su veredicto. Una fuente energética intermedia es la provisión de gas licuado a través de una planta regasificadora. Por los avances tecnológicos hoy en día se puede comprar gas en el mercado internacional, se lo comprime a determinadas temperaturas, se lo transporta en barco y luego se lo vuelve a gasificar. Esto ya está en marcha.
Las fuentes renovables tienen origen hidráulico, solar, eólico, biomasa. Todas ellas abundan en Uruguay, pero la apuesta mayor se depositó en la fuerza del viento. Al principio se recurrió a la tecnología europea (Finlandia, Alemania y España). Había que comprar los parques llave en mano. Ahora, la cosa comenzó a cambiar. Se promovieron premios y castigos. Por la incorporación de mano de obra y tecnologías locales se eximió de cargas sociales. Las primeras torres fueron de acero. Se traían por partes en barcos lo cual también fue un desafío tecnológico para el puerto. Ahora, 50 torres de hormigón, de 100 metros de altura, comenzaron a ser fabricadas para la instalación de equipos eólicos en Paso de los Toros, cuenta el Director Ramón Méndez.
El costo de las mismas es de alrededor de US$ 500.000 cada una, y abarcan a dos de los 22 parques de energía eólica existentes. Méndez señaló que se empieza a desarrollar una industria uruguaya alrededor de los aerogeneradores (como la construcción de las torres) y que existen posibilidades de que se construyan enteramente nacionales.
Una de las exigencias es que, al menos, el 20% de la inversión tenga un componente nacional. “Algunos de los emprendimientos llegan al 35%, mientras que todos pasan el citado 20%, ya que en el primer caso se otorgaban incentivos, y en el segundo se aplicaban fuertes penalidades”, indicó.
“Además de dichas torres se están fabricando transformadores, realizando trabajos concretos en la industria de la construcción, al tiempo que se están capacitando personas en el exterior sobre el tema. Lo que se derramará, de forma directa, en la economía local serán, al menos, unos US$ 500 millones”, sostuvo el director nacional de Energía.
Según se estima a nivel oficial, en 2016 Uruguay será el país del mundo con mayor porcentaje de energía eólica con, por lo menos, 22 nuevos proyectos. Estos involucrarán 500 molinos de este tipo. Gran parte de los mismos estará instalada en el sur, ya que es la zona con condiciones más favorables para el desarrollo, si bien la gran mayoría del territorio oriental cuenta con las características necesarias.
El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, sostuvo recientemente que el cambio de matriz energética, que tiene a la eólica como uno de los pilares, es clave para el futuro del país. “Cambiar el tipo de energía utilizada en Uruguay, que en la actualidad se basa en petróleo en más de la mitad de los casos, es fundamental. Ello nos permitirá no sólo menores costos, sino también una mayor soberanía al no depender de los precios internacionales y de si llueve o no”, indicó.
Se trata de inversiones que en total sobrepasan los US$ 2.000 millones, es decir, más de lo que representó económicamente la construcción de la planta papelera en Fray Bentos.
Lo dice el BID. No es un aviso promocional. Está escrito en la web oficial del organismo internacional. Dice: “Uruguay cuenta en la actualidad con un 43% de la energía proveniente de fuentes hidroeléctricas, un 36% geotérmica, mientras que el 21% restante proviene de fuentes de energías renovables varias y se encuentra en rápida expansión. Con 340MW instalados, la capacidad eólica está creciendo a gran velocidad: si bien hace pocos años era de tan sólo 40MW, en sólo dos años más podría superar los 1.000MW”.
Esta transformación responde al conocimiento y a las obras de infraestructura que el país ha venido desarrollando, entre otros, con apoyo financiero del BID. También se ha incentivado una serie de estudios, incluidos algunos relacionados con el potencial de las minicentrales hidroeléctricas, consultorías sobre eficiencia energética, potencial de co-generación, así como también estudios para la modernización de la enorme planta hidroeléctrica binacional de Salto Grande.
Además de apoyar en forma integral esta revolución del sector energético del país, el BID también está financiando con operaciones sin garantía soberana varios parques eólicos, que suman una capacidad combinada de más de 200MW y considerando el apoyo financiero para varios proyectos fotovoltaicos y para una importante planta de regasificación de GNL.
En tres años se espera que dos tercios de la capacidad instalada de generación eléctrica del Uruguay provengan de fuentes renovables y más de la mitad de ésta sean de fuentes renovables no convencionales. Esto no sólo beneficiará al usuario con precios más bajos, sino que también tendrá un impacto positivo sobre el medio ambiente”.
En Europa y Argentina se consigue. Cuando los equipos técnicos del Frente Amplio miraron el panorama observaron que España, Finlandia y Alemania concentraban la mayor tecnología en materia de fuentes eólicas. Allí estaba el conocimiento y las empresas. Pero además estaban los problemas. En España, las empresas generadoras de tecnologías vieron recortados sus contratos por la administración conservadora de Rajoy. Advirtieron que no se cumplirían las metas de generación de energías limpias.
No a nivel local (España) y continental (Europa). De nada valieron los reclamos de las cámaras empresarias. Entonces empezaron a mirar hacia el sur. Por ello, cuando se abren licitaciones para parques eólicos siempre hay candidatos, se superan las expectativas. Siguen creciendo. Pero también llegan los capitales argentinos, alguno de los cuales ya están instalados: se destacan los grupos Bulgheroni y Eurnekian. El primero comparte con una empresa china el poder del emprendimiento petrolero Bridas y el segundo ganó en licitación abierta e internacional, el manejo del aeropuerto internacional de Carrasco.
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