Lo dice, con el ojo científico de quien ha pasado aquí decenas de veranos, el mozo de un restaurante: “Hay mucha más gente que otros años”. Lo sostienen los habitués y los gerentes de los hoteles, y puesto a delinear un perfil de esta nueva porción de visitantes, el Secretario de Turismo no duda: “Este año Pinamar se quedó con mucho público que antes pasaba los veranos en el exterior”. Son entonces, turistas que solían veranear afuera y que ahora –para bajar los costos en moneda extranjera y para no blanquear un viaje entero en la tarjeta– decidieron hacer vacaciones de cabotaje sí, pero sin resignar un gramo de lujo.
“El público ABC1 que tiene dentro de sus opciones Pinamar, Cariló y Punta del Este se volcó este año a la Argentina”, dice Gustavo Sosa, secretario de Turismo de la ciudad. Hace unos meses, cuando estudiaron el mercado y vieron que eso estaba por suceder, comprendieron que Pinamar necesitaba dos anzuelos para terminar de pescarlos: los convenios con algunos bancos para que les hagan descuentos en restaurantes y presencia policial masiva que irradiara sensación de seguridad permanente.
Y entonces, vinieron. “Nuestras suites más caras son unas cuádruples que cuestan 16.000 pesos la noche en promedio (en la segunda quincena de enero suben a 17.000). Y se pelearon por esas suites, nos las sacaban de las manos. Están todas alquiladas para toda la temporada”, dice Alberto Ortelli, gerente del Terrazas al mar, el hotel más caro de Pinamar. La Suite View, entonces, tiene 110 m2, hidromasaje, acceso directo y privado al spa y vista a la psicina y al mar a la vez. En el Hotel Marcin, en Cariló, la respuesta es similar: “Tenemos todo lleno”. “Todo” incluye sus dos suites “Presidenciales” de 140 m2 que cuestan hasta el 15 de febrero, 9.780 pesos la noche.
Héctor Vega, gerente del tradicional Hotel Playas –fundado en 1942, remodelado y con un nuevo spa– agrega: “Estos nuevos turistas resignaron irse al exterior pero acá buscan las habitaciones de mayor confort y lujo, con más servicios. Usaron los fines de semana largos de octubre y noviembre para hacer reconocimiento de campo, se anticiparon y se aseguraron de que les congeláramos los precios y que no los sorprendiera la inflación”. En el Playas hay 20 habitaciones con hidromasaje, aire y acceso al spa a 2.400 pesos la noche. Ya no hay ninguna disponible. “Nos íbamos a Playa del Carmen, y unos meses antes del verano hicimos cuentas y desistimos: nos costaba 80.000 y quedaban todos los movimientos en la tarjeta. Acá traje efectivo y tarjeta y gasté menos”, dice Federico Sanz, cordobés de 39 años, que llegó con su esposa y sus dos hijos.
En el Hotel del Bosque, sobre Bunge, el panorama es similar: “El hotel es muy tradicional, por lo general siempre viene la misma gente, pero este año hay un 50% de los clientes que nunca había venido antes”, dice Eber Vera, su gerente. Allí tienen entrada exclusiva al casino, un lujoso restaurante Akira, dos canchas de tennis, una de paddle, huerta orgánica, spa con piscina climatizada, sauna húmedo y seco, sala de relax y cochera. “Los dúplex más caros cuestan 4.555 pesos la noche. Sólo queda alguno disponible para algún día suelto de enero”. Es cierto que a estos turistas ABC1 se los escucha quejarse seguido: Pinamar no tiene la infraestructura a la que están acostumbrados. Se quejan de las veredas escuetas, de la suciedad, de los adolescentes en llamas y de los celulares que no andan. Se quejan pero hacen negocio: por lo mismo que vale una noche de lujo en la cuádruple del Hotel del Bosque, en Punta del Este consiguen sólo una habitación doble de un tres estrellas.
Hay nubarrones macizos en Pinamar, el día de sol pleno no llega y el viento, democráticamente, hace que todos comamos arena. A la orilla del mar, con buzo y capucha, están remando un día de playa quienes vinieron con lo justo. A los nuevos turistas ABC1 no se los ve: están, claro, con los ojos entornados en alguna piscina climatizada dejando que el chorro de agua caliente le acaricia los hombros.
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Y entonces, vinieron. “Nuestras suites más caras son unas cuádruples que cuestan 16.000 pesos la noche en promedio (en la segunda quincena de enero suben a 17.000). Y se pelearon por esas suites, nos las sacaban de las manos. Están todas alquiladas para toda la temporada”, dice Alberto Ortelli, gerente del Terrazas al mar, el hotel más caro de Pinamar. La Suite View, entonces, tiene 110 m2, hidromasaje, acceso directo y privado al spa y vista a la psicina y al mar a la vez. En el Hotel Marcin, en Cariló, la respuesta es similar: “Tenemos todo lleno”. “Todo” incluye sus dos suites “Presidenciales” de 140 m2 que cuestan hasta el 15 de febrero, 9.780 pesos la noche.
Héctor Vega, gerente del tradicional Hotel Playas –fundado en 1942, remodelado y con un nuevo spa– agrega: “Estos nuevos turistas resignaron irse al exterior pero acá buscan las habitaciones de mayor confort y lujo, con más servicios. Usaron los fines de semana largos de octubre y noviembre para hacer reconocimiento de campo, se anticiparon y se aseguraron de que les congeláramos los precios y que no los sorprendiera la inflación”. En el Playas hay 20 habitaciones con hidromasaje, aire y acceso al spa a 2.400 pesos la noche. Ya no hay ninguna disponible. “Nos íbamos a Playa del Carmen, y unos meses antes del verano hicimos cuentas y desistimos: nos costaba 80.000 y quedaban todos los movimientos en la tarjeta. Acá traje efectivo y tarjeta y gasté menos”, dice Federico Sanz, cordobés de 39 años, que llegó con su esposa y sus dos hijos.
En el Hotel del Bosque, sobre Bunge, el panorama es similar: “El hotel es muy tradicional, por lo general siempre viene la misma gente, pero este año hay un 50% de los clientes que nunca había venido antes”, dice Eber Vera, su gerente. Allí tienen entrada exclusiva al casino, un lujoso restaurante Akira, dos canchas de tennis, una de paddle, huerta orgánica, spa con piscina climatizada, sauna húmedo y seco, sala de relax y cochera. “Los dúplex más caros cuestan 4.555 pesos la noche. Sólo queda alguno disponible para algún día suelto de enero”. Es cierto que a estos turistas ABC1 se los escucha quejarse seguido: Pinamar no tiene la infraestructura a la que están acostumbrados. Se quejan de las veredas escuetas, de la suciedad, de los adolescentes en llamas y de los celulares que no andan. Se quejan pero hacen negocio: por lo mismo que vale una noche de lujo en la cuádruple del Hotel del Bosque, en Punta del Este consiguen sólo una habitación doble de un tres estrellas.
Hay nubarrones macizos en Pinamar, el día de sol pleno no llega y el viento, democráticamente, hace que todos comamos arena. A la orilla del mar, con buzo y capucha, están remando un día de playa quienes vinieron con lo justo. A los nuevos turistas ABC1 no se los ve: están, claro, con los ojos entornados en alguna piscina climatizada dejando que el chorro de agua caliente le acaricia los hombros.
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