Si el Gobierno no apoya las demandas de transparencia en la petrolera estatal brasileña que reclama la auditora PwC, la empresa podría caer en default técnico
En el grupo petrolero, que supo ser el orgullo de Brasil, reina el caos al momento de enfrentar una investigación de corrupción y la caída del valor de sus acciones
No hay muchos ejecutivos que hayan sobrevivido tras preguntar tres veces a su jefe si deberían ser despedidos. Maria das Graças Foster, directora ejecutiva de Petrobras, la petrolera estatal de Brasil afectada por una crisis, dice que ella es una.
Ofreció su renuncia a Dilma Rousseff, la presidente de Brasil, en diversas ocasiones durante las últimas semanas, pero su amiga cercana desde hace más de diez años la ha apoyado… hasta ahora.
«La presidenta consideró que debía quedarme», Graças Foster anunció a los periodistas días después.
Petrobras, el orgullo de Brasil en 2007 luego de que anunciase los descubrimientos offshore de petróleo más grandes del mundo en décadas, en la actualidad corre el riesgo de convertirse en un paria entre los inversores y una vergüenza nacional para los brasileños.
La empresa quedó sumida en el caos luego de una investigación llevada a cabo por la policía brasileña y fiscales que alegaban que exejecutivos senior, empresas de construcción y políticos de la coalición gobernante encabezada por el Partido de los Trabajdores (PT) se quedaron con miles de millones de dólares de contratos de Petrobras.
Esto supuestamente ocurrió en las narices de Rousseff, quien era la presidente de la empresa hasta que asumió como presidente del país en 2010, y de Graças Foster, que ha estado al frente de Petrobras desde 2012.
Si bien no se acusa a ninguna de ellas de estar implicadas, el escándalo suscitó una investigación por parte de la Comisión de Valores (SEC) de los Estados Unidos y llevó a la empresa de auditoría de doble cotización, PwC, a negarse a firmar sus estados contables hasta tanto Petrobras llevase a cabo su propia investigación.
Si Petrobras no satisface las inquietudes de PwC y emite resultados financieros auditados para el 30 de abril, la empresa, uno de los prestatarios más grandes de Brasil, con una deuda estimada por la calificadora Moody’s en u$s 170.000 millones, podría caer en un default técnico.
Esto es parte de una tormenta perfecta que enfrenta la empresa luego de lo que los críticos señalan como años de un uso incorrecto de Petrobras por parte del gobierno como un instrumento de política industrial y monetaria a costas de accionistas minoritarios.
«Al fin de cuentas, todo esto sucede porque el PT ha fomentado la creación de monopolios y, hasta cierto punto, carteles que generan ineficacias y una atmósfera que favorece la corrupción», afirma Adriano Pires, fundador de Centro Brasileño para la Infraestructura y asesor en materia de energía al partido PSDB opositor.
Con ingresos superiores a los u$s 140.000 millones durante el período de 12 meses finalizado el 30 de junio de este año y 86.000 empleados, Petrobras produjo 2,3 millones de barriles equivalentes de petróleo por día el año pasado.
Asimismo, la empresa está implementando el programa de gastos de capital más grande del mundo, valuado en u$s 221.000 millones en cinco años, para explotar sus descubrimientos «presalinos», llamados así porque yacen 2000 metros debajo del compuesto hasta siete kilómetros bajo las aguas de la costa sudeste de Brasil.
Pero desde el descubrimiento de los yacimientos presalinos, todo le salió mal a Petrobras, afirman los críticos. Para pagar a Brasilia los derechos sobre los descubrimientos, realizó la oferta de acciones más grande del mundo en 2010 en medio de la controversia en torno a su valuación.
El gobierno también la transformó en la única operadora de los yacimientos presalinos, sobrecargando su balance y reduciendo la competencia. También se la obligó a implementar un costoso programa de contenidos locales y a subvencionar los precios internos del combustible para ayudar al gobierno a controlar la inflación.
La empresa no cumplió sistemáticamente con los pronósticos y la producción ha caído desde 2011 debido a demoras en la entrega de equipos y otros problemas. «Petrobras ha roto muchas promesas en el pasado. No cumplió ninguno de los objetivos de producción», manifestó Credit Suisse en un informe.
Como consecuencia de esto y las acusaciones de corrupción, Petrobras perdió 73% para los inversores en los últimos cuatro años, en virtud de lo cual las acciones de esta importante petrolera tuvieron el peor desempeño, según Bloomberg.
Se espera que este año la producción interna de un vuelco. Según las proyecciones, aumentará a 2,5 millones de bep por día, el primer paso para llegar a duplicarse hacia 2020. Pero ahora Petrobras debe enfrentar el doble reto de la investigación de corrupción, que está impidiendo su acceso a los mercados de capitales, y el precio en baja del petróleo, que amenaza la viabilidad de los yacimientos presalinos.
Para evitar la violación de contratos relacionados con sus u$s 57.000 millones de deuda de mercados de capital, Petrobras debe publicar sus resultados financieros auditados en forma independiente dentro de los 120 días siguientes a la finalización de este año. Si no lo hace, tiene otros 60 días -hasta el 30 de junio- para «remediar» el default.
Los analistas sostienen que la compañía, que ha iniciado una investigación interna, no tiene que esperar a que concluyan los procedimientos penales para presentar sus estados auditados. En su lugar, podría efectuar provisiones por posibles pérdidas mediante una amortización de su capital. Dicho monto fue estimado por Morgan Stanley en hasta R$ 21.000 millones (u$s 8.000 millones), suponiendo que los proyectos hayan sido sobrevaluados en un 5%.
«Esto no va a ser una partida monetaria», sostuvo Nymia Thamara Cortes de Almeida, analista de crédito de Moody’s. Eso es importante porque Petrobras, con su enorme programa de gastos de capital, ha perdido el acceso directo a los mercados de capital mientras espera que se den a conocer sus resultados auditados, lo que la deja vulnerable a una crisis de liquidez.
Petróleo: la gran caída
La mayoría de los analistas sostiene que la empresa tiene suficiente dinero en efectivo y otros recursos para sostenerse hasta mediados del próximo año, pero no puede darse el lujo de retrasar los gastos de capital, ya que esto retrasará el crecimiento de la producción y socavará su capacidad para pagar su enorme carga de deuda.
«Un retraso promedio de 12 meses o más en traer nuevas unidades de producción en línea podría debilitar significativamente la calidad crediticia de Petrobras y dar lugar a calificaciones negativas», afirmó el analista de Fitch Ratings Lucas Aristizabal.
La otra preocupación de Petrobras es la caída del 45% del precio del petróleo a u$s 60 dólares el barril en los últimos meses. Aunque Brasil es un importador neto de petróleo, si el precio cae por debajo de u$s 50-55 por barril, todo el proyecto del presal se vuelve inviable, según los analistas.
«El problema es cuando se invierte con el precio del petróleo en un nivel y hay que vender con el precio en otro nivel», sostiene un analista de un banco extranjero de San Pablo que, como muchos de sus colegas, ahora se niega a ser citado en la empresa.
Estos desafíos están alimentando las expectativas de que el gobierno va a necesitar traer sangre fresca a la gestión de Petrobras y sustituir a Graça Foster.
Pires afirma que los candidatos favorables al mercado incluirían a Murilo Ferreira, presidente ejecutivo de Vale, la minera de mineral de hierro, y Henrique Meirelles, ex presidente del Banco Central.
«Tienen que traer a profesionales del mercado, no a personas que ya estén en Petrobras, para ocupar los cargos de presidente ejecutivo y director financiero», declara.
En el grupo petrolero, que supo ser el orgullo de Brasil, reina el caos al momento de enfrentar una investigación de corrupción y la caída del valor de sus acciones
No hay muchos ejecutivos que hayan sobrevivido tras preguntar tres veces a su jefe si deberían ser despedidos. Maria das Graças Foster, directora ejecutiva de Petrobras, la petrolera estatal de Brasil afectada por una crisis, dice que ella es una.
Ofreció su renuncia a Dilma Rousseff, la presidente de Brasil, en diversas ocasiones durante las últimas semanas, pero su amiga cercana desde hace más de diez años la ha apoyado… hasta ahora.
«La presidenta consideró que debía quedarme», Graças Foster anunció a los periodistas días después.
Petrobras, el orgullo de Brasil en 2007 luego de que anunciase los descubrimientos offshore de petróleo más grandes del mundo en décadas, en la actualidad corre el riesgo de convertirse en un paria entre los inversores y una vergüenza nacional para los brasileños.
La empresa quedó sumida en el caos luego de una investigación llevada a cabo por la policía brasileña y fiscales que alegaban que exejecutivos senior, empresas de construcción y políticos de la coalición gobernante encabezada por el Partido de los Trabajdores (PT) se quedaron con miles de millones de dólares de contratos de Petrobras.
Esto supuestamente ocurrió en las narices de Rousseff, quien era la presidente de la empresa hasta que asumió como presidente del país en 2010, y de Graças Foster, que ha estado al frente de Petrobras desde 2012.
Si bien no se acusa a ninguna de ellas de estar implicadas, el escándalo suscitó una investigación por parte de la Comisión de Valores (SEC) de los Estados Unidos y llevó a la empresa de auditoría de doble cotización, PwC, a negarse a firmar sus estados contables hasta tanto Petrobras llevase a cabo su propia investigación.
Si Petrobras no satisface las inquietudes de PwC y emite resultados financieros auditados para el 30 de abril, la empresa, uno de los prestatarios más grandes de Brasil, con una deuda estimada por la calificadora Moody’s en u$s 170.000 millones, podría caer en un default técnico.
Esto es parte de una tormenta perfecta que enfrenta la empresa luego de lo que los críticos señalan como años de un uso incorrecto de Petrobras por parte del gobierno como un instrumento de política industrial y monetaria a costas de accionistas minoritarios.
«Al fin de cuentas, todo esto sucede porque el PT ha fomentado la creación de monopolios y, hasta cierto punto, carteles que generan ineficacias y una atmósfera que favorece la corrupción», afirma Adriano Pires, fundador de Centro Brasileño para la Infraestructura y asesor en materia de energía al partido PSDB opositor.
Con ingresos superiores a los u$s 140.000 millones durante el período de 12 meses finalizado el 30 de junio de este año y 86.000 empleados, Petrobras produjo 2,3 millones de barriles equivalentes de petróleo por día el año pasado.
Asimismo, la empresa está implementando el programa de gastos de capital más grande del mundo, valuado en u$s 221.000 millones en cinco años, para explotar sus descubrimientos «presalinos», llamados así porque yacen 2000 metros debajo del compuesto hasta siete kilómetros bajo las aguas de la costa sudeste de Brasil.
Pero desde el descubrimiento de los yacimientos presalinos, todo le salió mal a Petrobras, afirman los críticos. Para pagar a Brasilia los derechos sobre los descubrimientos, realizó la oferta de acciones más grande del mundo en 2010 en medio de la controversia en torno a su valuación.
El gobierno también la transformó en la única operadora de los yacimientos presalinos, sobrecargando su balance y reduciendo la competencia. También se la obligó a implementar un costoso programa de contenidos locales y a subvencionar los precios internos del combustible para ayudar al gobierno a controlar la inflación.
La empresa no cumplió sistemáticamente con los pronósticos y la producción ha caído desde 2011 debido a demoras en la entrega de equipos y otros problemas. «Petrobras ha roto muchas promesas en el pasado. No cumplió ninguno de los objetivos de producción», manifestó Credit Suisse en un informe.
Como consecuencia de esto y las acusaciones de corrupción, Petrobras perdió 73% para los inversores en los últimos cuatro años, en virtud de lo cual las acciones de esta importante petrolera tuvieron el peor desempeño, según Bloomberg.
Se espera que este año la producción interna de un vuelco. Según las proyecciones, aumentará a 2,5 millones de bep por día, el primer paso para llegar a duplicarse hacia 2020. Pero ahora Petrobras debe enfrentar el doble reto de la investigación de corrupción, que está impidiendo su acceso a los mercados de capitales, y el precio en baja del petróleo, que amenaza la viabilidad de los yacimientos presalinos.
Para evitar la violación de contratos relacionados con sus u$s 57.000 millones de deuda de mercados de capital, Petrobras debe publicar sus resultados financieros auditados en forma independiente dentro de los 120 días siguientes a la finalización de este año. Si no lo hace, tiene otros 60 días -hasta el 30 de junio- para «remediar» el default.
Los analistas sostienen que la compañía, que ha iniciado una investigación interna, no tiene que esperar a que concluyan los procedimientos penales para presentar sus estados auditados. En su lugar, podría efectuar provisiones por posibles pérdidas mediante una amortización de su capital. Dicho monto fue estimado por Morgan Stanley en hasta R$ 21.000 millones (u$s 8.000 millones), suponiendo que los proyectos hayan sido sobrevaluados en un 5%.
«Esto no va a ser una partida monetaria», sostuvo Nymia Thamara Cortes de Almeida, analista de crédito de Moody’s. Eso es importante porque Petrobras, con su enorme programa de gastos de capital, ha perdido el acceso directo a los mercados de capital mientras espera que se den a conocer sus resultados auditados, lo que la deja vulnerable a una crisis de liquidez.
Petróleo: la gran caída
La mayoría de los analistas sostiene que la empresa tiene suficiente dinero en efectivo y otros recursos para sostenerse hasta mediados del próximo año, pero no puede darse el lujo de retrasar los gastos de capital, ya que esto retrasará el crecimiento de la producción y socavará su capacidad para pagar su enorme carga de deuda.
«Un retraso promedio de 12 meses o más en traer nuevas unidades de producción en línea podría debilitar significativamente la calidad crediticia de Petrobras y dar lugar a calificaciones negativas», afirmó el analista de Fitch Ratings Lucas Aristizabal.
La otra preocupación de Petrobras es la caída del 45% del precio del petróleo a u$s 60 dólares el barril en los últimos meses. Aunque Brasil es un importador neto de petróleo, si el precio cae por debajo de u$s 50-55 por barril, todo el proyecto del presal se vuelve inviable, según los analistas.
«El problema es cuando se invierte con el precio del petróleo en un nivel y hay que vender con el precio en otro nivel», sostiene un analista de un banco extranjero de San Pablo que, como muchos de sus colegas, ahora se niega a ser citado en la empresa.
Estos desafíos están alimentando las expectativas de que el gobierno va a necesitar traer sangre fresca a la gestión de Petrobras y sustituir a Graça Foster.
Pires afirma que los candidatos favorables al mercado incluirían a Murilo Ferreira, presidente ejecutivo de Vale, la minera de mineral de hierro, y Henrique Meirelles, ex presidente del Banco Central.
«Tienen que traer a profesionales del mercado, no a personas que ya estén en Petrobras, para ocupar los cargos de presidente ejecutivo y director financiero», declara.