Hace 70 años, la justicia y los partidos políticos se juntaron para realizar la marcha de la Constitución y la Libertad para derrocar a Perón. Los puntos en común con la marcha convocada por los fiscales y la oposición.
Por Alfredo Silletta
@alfredosilletta
Un grupo de fiscales convocó a una Marcha de Silencio para el 18 de febrero al cumplirse un mes de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Saldrá desde la Plaza de los dos Congresos hasta Plaza de Mayo donde está ubicada la fiscalía de la causa AMIA. Participarán jueces, fiscales y la dirigencia de los partidos de la oposición, más el secretario de los judiciales, Julio Piumato. Toda la oposición marchará, desde el PRO, Sergio Massa, Ernesto Sanz, Elisa Carrió, Laura Alonso, Patricia Bullrich y José Pampuro e intelectuales como Juan José Sebreli, Daniel Sabsay, Santiago Kovadloff y Beatriz Sarlo, entre otros.
Desde el gobierno nacional, Justicia Legítima y Carta Abierta han cuestionado la marcha que es una nueva ofensiva contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la legitimidad de su gobierno, que concluye el 10 de diciembre de 2015.
Lo interesante de la marcha del 18F es que es muy similar a la marcha organizada por la oposición el 19 de septiembre de 1945 para derrocar al gobierno que integraba Perón y que lo llevó a la prisión pocos días después. Recordemos aquella marcha y observemos las similitudes con la que convocan los fiscales.
Había finalizado la segunda guerra mundial y el presidente Edelmiro Farrell levantó el estado de sitio y restituyó la autonomía a las universidades. Toda la oposición comenzó a trabajar para derrocar al régimen y especialmente a ese coronel que ayudaba a los trabajadores. En septiembre decidieron que era el momento de una gran marcha multitudinaria. La fecha: el 19 de septiembre y la denominaron Marcha de la Constitución y la Democracia. No habría oradores y se iniciaría en Plaza de los dos Congresos, luego se marcharía por la avenida Callao para finalizar en Plaza Francia.
Ese día miles de manifestantes comenzaron en horas de la tarde una multitudinaria marcha por avenida Callao hacia Plaza Francia. Varios camiones con altoparlantes citaban frases de la Constitución Nacional y decenas de pancartas con las imágenes de Sarmiento, Mitre, Rivadavia, San Martín, Belgrano y Urquiza encabezaron la marcha. Al frente se podía observar a todo el establishment de Buenos Aires: Joaquín de Anchorena, Rodolfo Ghioldi, Nicolás Repetto, Alfredo Palacios, José Tamborini, Ernesto Sanmartino, Carlos Saavedra Lamas, Mariano Castex y José María Cantilo, entre otros.
La avenida Callao fue una fiesta, especialmente a partir de su cruce con Santa Fe. Cientos de familias se asomaron a los balcones a vitorear y aplaudir la marcha y hacia el final, a pocas cuadras de Plaza Francia, se sumó el embajador norteamericano Spruille Braden. Los cantitos más recurrentes, además de las estrofas de La Marsellesa, fueron los siguientes: “Votos sí, botas no”, “Desde el cabo al coronel, que se vayan al cuartel”, “Con tranvía o sin tranvía se quedaron en la vía” y “A Farrell y Perón hoy le hicimos el cajón”.
Hacia la tarde los manifestantes se disolvieron con la sensación de que habían dado un paso definitivo contra el régimen del coronel Perón. La prensa nacional y extranjera aplaudió la manifestación con enormes titulares: “Medio millón de personas en la marcha” (Crítica), “Nunca hubo en Buenos Aires un acto cívico más numeroso y expresivo que la marcha de la Constitución y la Libertad” (La Prensa) y el New York Times dijo que “250.000 personas se congregaron a favor de la libertad; multitud récord gritó: Muera Perón”.
No había pasado un mes cuando la oposición, los jueces de la Corte y un sector del ejército decidieron detener al coronel Perón. Fue el 12 de octubre y Buenos Aires se transfiguró. La alegría se desbordó en Barrio Norte, los autos colocaban banderitas y los corresponsales extranjeros titulaban que “había caído el Hitler sudamericano”.
Lo que no sabían las clases parasitarias de este país es que cinco días después, cientos de miles de trabajadores, lo que Scalabrini Ortiz llamó el “subsuelo de la Patria sublevada”, llegarían hasta la plaza de Mayo para rescatar al coronel de la cárcel.
La oposición, los fiscales, los medios concentrados de comunicación y las corporaciones económicas deberían conocer la historia y saber que, como dijo la presidenta el pasado 13 de diciembre en la plaza de Mayo, el problema no es ella sino los “millones de trabajadores que consiguieron trabajo, los millones de jóvenes que por primera vez tienen un empleo, una computadora o una universidad cerca para ir a estudiar” porque, advirtió, «son los trabajadores y los jóvenes los que defenderán este modelo de inclusión frente a los que pretendan cambiar el rumbo».
Cristina pidió tener perspectiva histórica al afirmar que por más que la castiguen nada cambiará. “No conocen la historia de quienes fueron proscriptos hasta por el nombre, de los que fueron acusados de delitos imposibles. El otro día leía en un diario cuando hasta a Perón lo acusaron de estupro. Sí, hasta eso hicieron con el peronismo, prohibirlo, denigrarlo. Y, sin embargo, pudo estar vivo y sigue estando vivo en miles y miles de jóvenes, inclusive, en aquellos que sin ser peronistas, reconocen el movimiento social fundado por Perón y por Evita”.
Solo falta que a la marcha del 18 de febrero asista el actual embajador norteamericano Noah Mamet para que aquella frase de Carlos Marx en El 18 Brumario sea una realidad: “La historia se repite una vez como tragedia y luego como farsa”.
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