La tapa del diario del Grupo aflojó sus ataques contra el gobierno nacional desde hace una semana.
Se nota en el principal titular (el arma más potente del diario para instalar temas o continuar campañas de desgaste contra la administración K).
Se nota en los temas que han tomado protagonismo en ese espacio habitualmente reservado para denuncias, deslegitimizaciones, respuestas al discurso K, mayormente a través de verbos como embestir, atacar, o directamente con ponerle K a cualquier objeto (proceso del cual hasta ahora sólo se han salvado las cuestiones climáticas, aunque en alguna inundación de Buenos Aires estuvo al borde de culpar a Cristina por las desventuras de su protegido Mauricio Macri).
Entre estos temas que ha redescubierto Clarín en los últimos días descollan el embarazo adolescente y la decisión de la oposición de animársele a Cristina (¿?).
Si uno observa el recorrido, estas tapas light contra el gobierno (o bien el achicamiento de algún titular que en otros momentos habría sido título catástrofe) comienzan luego de la fallida investigación de Daniel Santoro contra Máximo K.
Operación que se la ve como un manotazo hasta desesperado luego de la decisión de la Cámara Federal de desestimar definitivamente la denuncia de Nisman, la gran apuesta del Grupo durante lo que va de este año.
La pregunta del título del post tiene como complemento un enorme por qué.
¿Por qué Clarín decidió dejar de atacar al gobierno desde su principal título luego de esa nueva denuncia fallida?
¿Es realmente porque -como dice el ultrakirchnerismo- ese error de Santoro y sus jefes provocó la instalación de la figura del líder de La Cámpora como potable candidato para las próximas elecciones?
Suena a poco ante semejante renuncia clarinista.
¿Están tomando envión para un asalto final?
¿Qué pasó con las investigaciones de Wiñazki Jr, mientras Lanata se recupera y se prepara para el combate del resto del año? ¿Por qué no darle continuidad a la denuncia de La Hormiguita sobre las joyas de la Reina?
Claro que quedan los kamikazes como Leuco Metralleta y los clásicos insultos de Lanata contra el hijo presidencial («lumpen del interior», llegó a escupirle). O Joaco quejándose por el supuesto pacto ante el cual se habrían rendido los impolutos jueces independientes de hace apenas un mes atrás (¿por dónde andarán Los Fiscales?). O las diatribas mañaneras de Carnota en TN, luego repetidas casi en un consumo irónico de las promos de la cadena.
El propio Santoro, el domingo, le aseguró a Mirtha Legrand que había obtenido una tercera fuente que le confirmaba la información que él se había animado a poner en condicional sobre las desmentidas cuentas de MK.
Estamos en miércoles y nada ha aparecido en Clarín sobre esa información.
¿Algo ha sucedido que ha hecho que Clarín haya decidido no publicársela a Santoro?
Este letargo clarinista convive con diferentes columnas de sus medios y cómplices sobre una rápida recuperación de la imagen de CFK en las encuestas y una fortaleza que puede proyectar sobre su candidato en las próximas elecciones.
En este panorama tiene que ver el descalabro opositor, en el que sólo Macri sobrevive a fuerza de una sobreactuación de un promocionado crecimiento en las encuestas, similar al que apuntaba más de una encuestadora en 2011, antes de que el porteño no se animara a enfrentar a Cristina, que terminó logrando el 50% de los votos en las PASO de ese año, antes de ganar en las generales alcanzando el histórico 54%, y sacándole casi 40 puntos de distancia al segundo (que ya se bajó de las futuras presidenciales).
Sería poco serio creer que el Grupo Clarín se haya quedado sin cartuchos.
Pero sí es llamativo esta serie de tapas concesivas, que poco se explica por el error de Santoro (¿qué le hace al tigre una mancha más?).
La respuesta sólo la tendrá el tiempo, ese que otra vez parece jugar electoralmente a favor del kirchnerismo (con una Cristina que intensificará inauguraciones y anuncios, y dudosos que se encolumnarán al oler continuidad y voto útil).
Sólo que el tiempo no puede sofocar esta enorme duda, puesta en letras de moldes, como si ellas no hablaran más de ti, Cristina.
¿Resignadas?
¿O en ebullición?
Se nota en el principal titular (el arma más potente del diario para instalar temas o continuar campañas de desgaste contra la administración K).
Se nota en los temas que han tomado protagonismo en ese espacio habitualmente reservado para denuncias, deslegitimizaciones, respuestas al discurso K, mayormente a través de verbos como embestir, atacar, o directamente con ponerle K a cualquier objeto (proceso del cual hasta ahora sólo se han salvado las cuestiones climáticas, aunque en alguna inundación de Buenos Aires estuvo al borde de culpar a Cristina por las desventuras de su protegido Mauricio Macri).
Entre estos temas que ha redescubierto Clarín en los últimos días descollan el embarazo adolescente y la decisión de la oposición de animársele a Cristina (¿?).
Si uno observa el recorrido, estas tapas light contra el gobierno (o bien el achicamiento de algún titular que en otros momentos habría sido título catástrofe) comienzan luego de la fallida investigación de Daniel Santoro contra Máximo K.
Operación que se la ve como un manotazo hasta desesperado luego de la decisión de la Cámara Federal de desestimar definitivamente la denuncia de Nisman, la gran apuesta del Grupo durante lo que va de este año.
La pregunta del título del post tiene como complemento un enorme por qué.
¿Por qué Clarín decidió dejar de atacar al gobierno desde su principal título luego de esa nueva denuncia fallida?
¿Es realmente porque -como dice el ultrakirchnerismo- ese error de Santoro y sus jefes provocó la instalación de la figura del líder de La Cámpora como potable candidato para las próximas elecciones?
Suena a poco ante semejante renuncia clarinista.
¿Están tomando envión para un asalto final?
¿Qué pasó con las investigaciones de Wiñazki Jr, mientras Lanata se recupera y se prepara para el combate del resto del año? ¿Por qué no darle continuidad a la denuncia de La Hormiguita sobre las joyas de la Reina?
Claro que quedan los kamikazes como Leuco Metralleta y los clásicos insultos de Lanata contra el hijo presidencial («lumpen del interior», llegó a escupirle). O Joaco quejándose por el supuesto pacto ante el cual se habrían rendido los impolutos jueces independientes de hace apenas un mes atrás (¿por dónde andarán Los Fiscales?). O las diatribas mañaneras de Carnota en TN, luego repetidas casi en un consumo irónico de las promos de la cadena.
El propio Santoro, el domingo, le aseguró a Mirtha Legrand que había obtenido una tercera fuente que le confirmaba la información que él se había animado a poner en condicional sobre las desmentidas cuentas de MK.
Estamos en miércoles y nada ha aparecido en Clarín sobre esa información.
¿Algo ha sucedido que ha hecho que Clarín haya decidido no publicársela a Santoro?
Este letargo clarinista convive con diferentes columnas de sus medios y cómplices sobre una rápida recuperación de la imagen de CFK en las encuestas y una fortaleza que puede proyectar sobre su candidato en las próximas elecciones.
En este panorama tiene que ver el descalabro opositor, en el que sólo Macri sobrevive a fuerza de una sobreactuación de un promocionado crecimiento en las encuestas, similar al que apuntaba más de una encuestadora en 2011, antes de que el porteño no se animara a enfrentar a Cristina, que terminó logrando el 50% de los votos en las PASO de ese año, antes de ganar en las generales alcanzando el histórico 54%, y sacándole casi 40 puntos de distancia al segundo (que ya se bajó de las futuras presidenciales).
Sería poco serio creer que el Grupo Clarín se haya quedado sin cartuchos.
Pero sí es llamativo esta serie de tapas concesivas, que poco se explica por el error de Santoro (¿qué le hace al tigre una mancha más?).
La respuesta sólo la tendrá el tiempo, ese que otra vez parece jugar electoralmente a favor del kirchnerismo (con una Cristina que intensificará inauguraciones y anuncios, y dudosos que se encolumnarán al oler continuidad y voto útil).
Sólo que el tiempo no puede sofocar esta enorme duda, puesta en letras de moldes, como si ellas no hablaran más de ti, Cristina.
¿Resignadas?
¿O en ebullición?