Un debate sobre cómo ajustar la economía incomodó a empresarios

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Almuerzo
Broda, Espert y Melconian trazaron escenarios críticos y propusieron varias salidas para los desequilibrios; la mayoría coincidió, pero algunos juzgaron duros los conceptos
Mendiguren, Chediack, Estrany Gendre, Etchevehere y Eurnekian. Foto: Fernando Massobrio
El diagnóstico más crudo posible sobre la situación argentina, a cargo de un trío de economistas sentados desde hace rato en las antípodas del pensamiento del Gobierno, desencadenó ayer miradas incómodas, respaldos culposos y críticas por lo bajo durante un almuerzo que reunió a empresarios en el hotel Alvear.
No es que la mayor parte del auditorio, convocado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), que conduce Eduardo Eurnekian, no aprobara el escenario que trazaban los tres invitados, Miguel Ángel Broda, José Luis Espert y Carlos Melconian, sino que algunos juzgaron duros los términos para plantearlo y otros no coincidían con las soluciones propuestas. «¿No estamos exagerando?», le preguntó en la antesala del baño uno de los asistentes a Eurnekian, que se apuraba a volver a las mesas. «Puede ser, pero es bueno plantear el debate», contestó el anfitrión.
Espert había empezado cuestionando el gasto público y el déficit fiscal, que, dijo, la Argentina tiene desde hace varias décadas y que atribuyó al «populismo industrial». «La mesa está puesta esencialmente para la sustitución de importaciones, con altos aranceles y, entonces, sectores que tienen ventajas competitivas, como el agro, sufren derechos de exportación», empezó. El concepto valió dos horas después, cuando todo hubo terminado, una broma de Cristiano Rattazzi a José Ignacio de Mendiguren. «Uh, Mendiguren debe tener la cabeza que le explota con lo del populismo», dijo el líder de Fiat Auto mirando a su colega, que sonreía. «¿Ésta es la comida del Partido Obrero?», contestó éste, y agregó: «No, no coincido. Hablan de déficit, pero lo importante es volver a crecer». Rattazzi dobló la apuesta: «Lo que se dijo es lo que digo desde hace 10 años».
Espert había avanzado algo más. «Como con cerrar la economía no alcanza, para crecer le dan gas a la demanda. Y ahí viene el gasto público: a la larga, los déficits fiscales generan situaciones de quiebre. Si no lo corregimos, vamos a volver a épocas aciagas», dijo, y agregó que la Argentina debía «dedicarse a vivir del libre comercio, sin aranceles ni retenciones», con el Estado devolviendo los impuestos en servicios eficientes. «El Estado que nos deja el kirchnerismo es 50 puntos de gasto».
Los panelistas coincidían en la necesidad de ajustar desequilibrios que llevan varios años. «Yo coincido con todo lo que dijeron, pero me parece que plantearlo de este modo no sirve», se sinceró ante LA NACION el presidente de una cámara. Temor por la semántica: he ahí un logro del kirchnerismo. Broda lo expuso desde el atril: «Como lo que viene para el próximo gobierno son decisiones políticamente incorrectas, tenemos que tener muy poco miedo a lo que queda del Frente para la Victoria y su camada de militantes. Señores, lo que hay que hacer es lo políticamente incorrecto».
Había definido como «analgésico y antiinflamatorio» el plan de Axel Kicillof, al que le atribuyó relativo éxito. «El PBI dejó de caer, se desaceleró la inflación, se achicó la brecha y las reservas dejaron de bajar», empezó, y juzgó el programa como «astuto y perverso» porque, explicó, «compró beneficios de corto plazo que sin duda van a afectar el proceso electoral a favor del oficialismo y generar desequilibrios de mediano plazo». Habló de los problemas energéticos, del desequilibrio en los precios relativos, de un alza del 10,6% anual en el gasto público en los últimos 12 años, de un déficit cuasi fiscal de 10 puntos del PBI y de reservas del Banco Central que, sin considerar préstamos y swaps, ubicó en 12.000 millones de dólares. «Debería empezar hablando de 2017, porque este plan ha hipotecado 2016: ahí va a ser difícil que baje la inflación y que el crecimiento sea superior al de este año», dijo, y remató a lo Broda: «Esta orientación marxista de la política es un programa que dificulta el triunfo de la oposición».
Melconian aclaró que su condición de asesor de Macri lo obligaba a ser más cuidadoso en el análisis: la vieja diferencia entre el posible funcionario y el librepensador. Contó, por ejemplo, que había estado comprando ropa en el Patio Bullrich, donde el vendedor le transmitió urgencia porque se terminara el kirchnerismo pero, al mismo tiempo, que si ganaba Macri mantuviera el plan Ahora 12. «Acá el crecimiento es vital», dijo. Agregó que el país llevaba cuatro años de recesión; planteó la necesidad de eliminar el impuesto inflacionario; consideró que el próximo gobierno tendría un contexto menos favorable que el que éste «ha desaprovechado», y confió en que el Pro ganaría las elecciones. «Acá no hay ideología: hay capitalismo, reglas de juego, sentido común y el resto lo va a tener que hacer el sector privado». Agregó que todo el macrismo tenía la orden de eliminar el cepo y propuso revisar el manejo de la Anses. «Tenemos que terminar con la fantasía del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que es como en el circo de Marrone: Pepitito le debía un peso a Scazziota, Scazziota a Firulete, y Firulete a Scazziota, con excepción del 11% de acciones privadas».
Entre las inquietudes surgió el modo de abordar los problemas. «La verdadera solución pasa por el shock, pero va a haber gradualismo -dijo Broda-. Ya estoy más allá de todo, lo voy a decir: necesitamos un equipo como el de Cavallo, de 200 profesionales. Yo disentí mucho de él. Pero no veo a los equipos capacitados para salir del cepo el primer día. Y tenemos a los militantes del antiajuste oponiéndose a todo lo que sea racionalidad. Necesitamos sabiduría, paciencia y consensos: la agonía de un ACV es peor que si uno se hubiera muerto».
La metáfora fue elogiada después por Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa. Pero aquella suerte de legado cultural expuesto por Broda parecía también perturbar a Espert: «El kirchnerismo le ha hecho mucho daño a la cabeza de los argentinos. Me da pena el disco rayado en que se ha transformado la Argentina: cada diez años discute lo mismo. La solución tiene que venir dentro de un plan económico serio con congelamiento del gasto público y, como mínimo, echar a toda La Cámpora». Espert volvió a sacudir cuando, consultado sobre las paritarias, afirmó: «Yo creo que no tendría que haber paritarias, eso es fascista. El Estado no tiene por qué meterse en eso».
Terminado el panel, sobrevino la polémica. Por ejemplo, cuando Antonio Estrany Gendre, de Pan American Energy, celebró las exposiciones y convocó a «brindar por el capitalismo». Un concepto que empresarios de buen trato con el Gobierno objetaron con lógica kirchnerista. «Están pidiendo que vuelva Cavallo. No voy a brindar por el capitalismo: en la mesa brindé por mis amigos», cuestionó uno, en contraste con Luis Etchevehere, líder de la Rural, que redondeó: «Me pareció muy bueno, es el debate que hay que plantear».
Diagnósticos similares, distintos tratamientos
MIGUEL A. BRODA
Economista
«Necesitamos un equipo como el de Cavallo, de 200 profesionales. No veo a los equipos capacitados»
carlos melconian
Economista
«El crecimiento va a ser vital. Reglas, sentido común, capitalismo: el resto lo hará el sector privado»
josé luis espert
Economista
«Hay que tener un plan serio, congelar el gasto público y, como mínimo, echar a toda La Cámpora».

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