EL MUNDO › ALBERT ROYO, ENCARGADO DE LA DIPLOMACIA PUBLICA DE CATALUÑA
El politólogo Albert Royo afirma que los comicios de septiembre serán “un plebiscito de facto” sobre la autodeterminación. Los partidos independentistas necesitan lograr una sólida mayoría absoluta para contrarrestar la voluntad del gobierno español.
Por Mercedes López San Miguel
Las fuerzas independentistas de Cataluña apuestan a una fecha clave, el 27 de septiembre, cuando se celebrarán las elecciones para elegir gobierno en esa región de España. Si los partidos catalanistas, desde el centroderecha de Convergencia i Unió (CIU), el centroizquierda de Esquerra Republicana, hasta otras formaciones de izquierda, suman una sólida mayoría absoluta, podrá abrirse paso un proceso de autodeterminación que chocaría de lleno contra la voluntad del gobernante conservador Mariano Rajoy y el resto de la dirigencia españolista, como la del PSOE. Albert Royo, secretario general del Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña, dijo en diálogo con Página/12 que los comicios de septiembre serán “un plebiscito de facto” sobre la autodeterminación. Vino a Buenos Aires a dar una charla en la Facultad de Derecho de la UBA y partió luego a Montevideo, donde también dará cuenta de la coyuntura política de Cataluña. El joven politólogo siente una ligazón con las dos orillas. Su abuelo materno luchó en el bando republicano y después de la guerra se exilió primero en Argentina y luego en Uruguay, donde tuvo una hija. Años atrás, Royo se desempeñó como secretario de Cooperación Exterior en el gobierno de centroizquierda que encabezó Pascual Maragall (2004-2007), un dirigente del PSOE que apoyaba la autodeterminación. Hoy dice no militar en ningún partido, aunque trabaja junto al gobierno del conservador Artur Mas (CIU).
–El 9 de noviembre se realizó una consulta soberanista de carácter simbólico. ¿Generó desánimo en la sociedad catalana el impedimento legal de llevar adelante el plebiscito y la no muy alta participación?
–Llevamos tres años queriendo negociar con el gobierno español la celebración de un referéndum de autodeterminación como el que tuvo lugar en Escocia el año pasado, pero la respuesta legalista del PP ha sido de que es inconstitucional. Rajoy nos cerró todas las puertas para celebrar el referéndum que queríamos. Realizamos una consulta informal, pero seguimos buscando el voto reconocido por el Estado. Hay cierto cansancio, un poco a raíz de que el 9N no pasó nada, otro poco por la expectativa que generó Podemos y luego se diluyó.
–En España ha surgido una fuerza renovadora de la izquierda como Podemos, ¿cuál es su papel en Cataluña?
–Podemos, junto con Izquierda Unida, han sido los únicos partidos en el ámbito español que estaban dispuestos a realizar un referéndum en Cataluña. El problema es que cuando hemos pedido un poco de detalle de cómo plantearían la realización del referéndum, la respuesta de los dirigentes de Podemos fue más pragmática, y esto sería reformando la Constitución, que prevea la celebración de referendos de autodeterminación. Para reformar la Constitución son necesarios dos tercios del Parlamento español, más elecciones anticipadas y una confirmación de dos tercios del nuevo Parlamento. Así funciona el sistema garantista español. Tal como están las cosas, es impensable, ya que el PP y el PSOE se oponen. Tampoco se puede imaginar que Podemos consiga ese apoyo. Se ha vivido cierta desilusión con Podemos. La manera que tenemos ahora es usar las elecciones regionales como un referéndum de facto. Si entre los partidos Convergencia i Unió, Esquerra Republicana y Candidatura d`Unitat conseguimos una mayoría de votos –68 escaños– a favor de la soberanía, tendremos un mandato democrático por la independencia. Esperamos que el gobierno de Madrid acepte el resultado y podamos negociar. Nos daremos un año y medio. Al cabo de ese plazo, la república catalana va a nacer.
–¿Y cómo interpreta el crecimiento del partido Ciudadanos, que nació en Cataluña con fuerza y está en línea con el PP y el PSOE, antiindependentista?
–Como partido antinacionalista catalán y nacionalista español; es un partido anticatalanista. No se sabe bien desde el punto de vista económico qué postulan, ya que se alimentan de tránsfugas que vienen del PSOE o el PP, como la candidata a la intendencia de Barcelona, Carina Mejías, una señora que ha dicho que hay que prohibir la manifestación prevista para el 11 de septiembre en Barcelona. Hacen el salto a la política española promovidos por el establishment de Madrid. Hay quien dice que se quería ofrecer un voto alternativo al votante de centroderecha que no vota al PP. Ahora ese pequeño proyecto es una amenaza real. Ciudadanos se está convirtiendo en Cataluña en el principal partido del polo antisoberanista, ganando apoyos de ex votantes del PP y del Partido Socialista. Pero a diferencia de Ciudadanos, Podemos es un movimiento con una base real, resultado del 15-M y los procesos asamblearios.
–Existen casos de corrupción que salpican al partido gobernante Convergencia e Unió de Artur Mas, como el de Jordi Pujol y su hijo, y al propio Mas. No se diferencian mucho de los partidos tradicionales de España.
–Es verdad que ha habido casos de corrupción que afectan al partido de gobierno, y creo que si vamos a construir una Cataluña independiente debemos rechazar cualquier acto de corrupción y perseguir a los culpables. Ha afectado a la figura de Jordi Pujol y eso supuso una decepción para muchos votantes de CiU. Hay elementos para pensar que hubo comportamientos ilícitos que se tienen que juzgar. Tenemos que esperar que la Justicia actúe. El problema es que existe también una guerra sucia. Hubo acusaciones contra el presidente regional Artur Mas sobre una supuesta cuenta en Suiza a una semana de las elecciones del 2012, y los medios lo dieron por hecho y no presentaron pruebas. Lo que quieren es desmovilizar a la ciudadanía catalana.
–El reclamo vasco parece haber quedado eclipsado con el impulso catalán.
–Sucede que el conflicto armado dejó un millar de víctimas, y una sociedad fracturada. Euskadi está haciendo algo que ya hizo Cataluña, que es recomponer su sociedad, reunificarla. Euskadi está partida por culpa del conflicto armado. Además, el gobierno español no ha hecho ningún gesto con los presos etarras para avanzar en un proceso de pacificación. Rajoy no hace ningún gesto, no negocia nunca.
mercelopez@pagina12.com.ar
El politólogo Albert Royo afirma que los comicios de septiembre serán “un plebiscito de facto” sobre la autodeterminación. Los partidos independentistas necesitan lograr una sólida mayoría absoluta para contrarrestar la voluntad del gobierno español.
Por Mercedes López San Miguel
Las fuerzas independentistas de Cataluña apuestan a una fecha clave, el 27 de septiembre, cuando se celebrarán las elecciones para elegir gobierno en esa región de España. Si los partidos catalanistas, desde el centroderecha de Convergencia i Unió (CIU), el centroizquierda de Esquerra Republicana, hasta otras formaciones de izquierda, suman una sólida mayoría absoluta, podrá abrirse paso un proceso de autodeterminación que chocaría de lleno contra la voluntad del gobernante conservador Mariano Rajoy y el resto de la dirigencia españolista, como la del PSOE. Albert Royo, secretario general del Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña, dijo en diálogo con Página/12 que los comicios de septiembre serán “un plebiscito de facto” sobre la autodeterminación. Vino a Buenos Aires a dar una charla en la Facultad de Derecho de la UBA y partió luego a Montevideo, donde también dará cuenta de la coyuntura política de Cataluña. El joven politólogo siente una ligazón con las dos orillas. Su abuelo materno luchó en el bando republicano y después de la guerra se exilió primero en Argentina y luego en Uruguay, donde tuvo una hija. Años atrás, Royo se desempeñó como secretario de Cooperación Exterior en el gobierno de centroizquierda que encabezó Pascual Maragall (2004-2007), un dirigente del PSOE que apoyaba la autodeterminación. Hoy dice no militar en ningún partido, aunque trabaja junto al gobierno del conservador Artur Mas (CIU).
–El 9 de noviembre se realizó una consulta soberanista de carácter simbólico. ¿Generó desánimo en la sociedad catalana el impedimento legal de llevar adelante el plebiscito y la no muy alta participación?
–Llevamos tres años queriendo negociar con el gobierno español la celebración de un referéndum de autodeterminación como el que tuvo lugar en Escocia el año pasado, pero la respuesta legalista del PP ha sido de que es inconstitucional. Rajoy nos cerró todas las puertas para celebrar el referéndum que queríamos. Realizamos una consulta informal, pero seguimos buscando el voto reconocido por el Estado. Hay cierto cansancio, un poco a raíz de que el 9N no pasó nada, otro poco por la expectativa que generó Podemos y luego se diluyó.
–En España ha surgido una fuerza renovadora de la izquierda como Podemos, ¿cuál es su papel en Cataluña?
–Podemos, junto con Izquierda Unida, han sido los únicos partidos en el ámbito español que estaban dispuestos a realizar un referéndum en Cataluña. El problema es que cuando hemos pedido un poco de detalle de cómo plantearían la realización del referéndum, la respuesta de los dirigentes de Podemos fue más pragmática, y esto sería reformando la Constitución, que prevea la celebración de referendos de autodeterminación. Para reformar la Constitución son necesarios dos tercios del Parlamento español, más elecciones anticipadas y una confirmación de dos tercios del nuevo Parlamento. Así funciona el sistema garantista español. Tal como están las cosas, es impensable, ya que el PP y el PSOE se oponen. Tampoco se puede imaginar que Podemos consiga ese apoyo. Se ha vivido cierta desilusión con Podemos. La manera que tenemos ahora es usar las elecciones regionales como un referéndum de facto. Si entre los partidos Convergencia i Unió, Esquerra Republicana y Candidatura d`Unitat conseguimos una mayoría de votos –68 escaños– a favor de la soberanía, tendremos un mandato democrático por la independencia. Esperamos que el gobierno de Madrid acepte el resultado y podamos negociar. Nos daremos un año y medio. Al cabo de ese plazo, la república catalana va a nacer.
–¿Y cómo interpreta el crecimiento del partido Ciudadanos, que nació en Cataluña con fuerza y está en línea con el PP y el PSOE, antiindependentista?
–Como partido antinacionalista catalán y nacionalista español; es un partido anticatalanista. No se sabe bien desde el punto de vista económico qué postulan, ya que se alimentan de tránsfugas que vienen del PSOE o el PP, como la candidata a la intendencia de Barcelona, Carina Mejías, una señora que ha dicho que hay que prohibir la manifestación prevista para el 11 de septiembre en Barcelona. Hacen el salto a la política española promovidos por el establishment de Madrid. Hay quien dice que se quería ofrecer un voto alternativo al votante de centroderecha que no vota al PP. Ahora ese pequeño proyecto es una amenaza real. Ciudadanos se está convirtiendo en Cataluña en el principal partido del polo antisoberanista, ganando apoyos de ex votantes del PP y del Partido Socialista. Pero a diferencia de Ciudadanos, Podemos es un movimiento con una base real, resultado del 15-M y los procesos asamblearios.
–Existen casos de corrupción que salpican al partido gobernante Convergencia e Unió de Artur Mas, como el de Jordi Pujol y su hijo, y al propio Mas. No se diferencian mucho de los partidos tradicionales de España.
–Es verdad que ha habido casos de corrupción que afectan al partido de gobierno, y creo que si vamos a construir una Cataluña independiente debemos rechazar cualquier acto de corrupción y perseguir a los culpables. Ha afectado a la figura de Jordi Pujol y eso supuso una decepción para muchos votantes de CiU. Hay elementos para pensar que hubo comportamientos ilícitos que se tienen que juzgar. Tenemos que esperar que la Justicia actúe. El problema es que existe también una guerra sucia. Hubo acusaciones contra el presidente regional Artur Mas sobre una supuesta cuenta en Suiza a una semana de las elecciones del 2012, y los medios lo dieron por hecho y no presentaron pruebas. Lo que quieren es desmovilizar a la ciudadanía catalana.
–El reclamo vasco parece haber quedado eclipsado con el impulso catalán.
–Sucede que el conflicto armado dejó un millar de víctimas, y una sociedad fracturada. Euskadi está haciendo algo que ya hizo Cataluña, que es recomponer su sociedad, reunificarla. Euskadi está partida por culpa del conflicto armado. Además, el gobierno español no ha hecho ningún gesto con los presos etarras para avanzar en un proceso de pacificación. Rajoy no hace ningún gesto, no negocia nunca.
mercelopez@pagina12.com.ar