¿Qué habrá sentido el célebre escritor británico Salman Rushdie cuando el ayatolá iraní Ruhollah Jomeiní lo acusó de blasfemia en 1988 por su libro «Los versos satánicos» y emitió en contra de él una «fatwa» (condena a muerte) por su obra? Pues la misma sensación de impotencia y amargura que deben estar sintiendo (salvando las distancias) los cinco ex empleados del Crédit Suisse a quienes se les acaba de prohibir ejercer su profesión en todo el mundo, mandato emitido esta vez por la Reserva Federal de EEUU.
El organismo decidió arrogarse el poder de policía financiera mundial, aprovechándose de su derecho de señoreaje y del hecho de que el dólar sigue siendo la moneda de referencia planetaria. Esta «fatwa» financiera es directamente una «condena a muerte profesional» contra los cinco ejecutivos, acusados de lavado de dinero y de evasión fiscal en contra del gobierno estadounidense.
Los damnificados por el comunicado publicado la semana pasada por la Fed son los ex banqueros Marcus Walder (antiguo jefe del área de banca offshore de Crédit Suisse Norteamérica), Marco Parenti Adami, Susanne Ruegg Meier y Michele Bergantino (todos miembros del área de banca privada basados en Ginebra y Zurich), así como Roger Schaerer, ex jefe de la oficina de Nueva York de la entidad helvética. De acuerdo con la información publicada por el organismo, cualquier banco que los contrate «atentará contra la confianza pública» de la Fed hacia dicha entidad, así que a buen entendedor…
¿Qué pudo haber sucedido de tan terrible para que estos cinco especialistas fueran expulsados del paraíso financiero por la máxima autoridad financiera mundial? ¿Qué manzana se atrevieron a morder? Pues todos están acusados de haber ayudado a contribuyentes ricos de EEUU a transferir de manera clandestina parte de sus fortunas fuera del territorio estadounidense, evadiendo en el camino sus obligaciones impositivas con el fisco nacional.
La fatwa-prohibición llega luego de que el mismo Crédit Suisse se declarara hace un año (tras el despido de los «apestados») culpable del delito de haber creado un esquema de evasión impositiva para beneficiar a sus clientes de EEUU, acusación contra la que estará dispuesto a pagar a las autoridades estadounidenses una multa de u$s 2.500 millones a cambio de suspender el proceso.
Los cinco ejecutivos ya fueron condenados por un jurado estadounidense en 2011, acusados de fraude contra el gobierno de EEUU, pero permanecen en Suiza, aprovechándose que el tratado de extradición entre ambos países tiene varios claroscuros.
La maniobra de la que se los acusa consistió en haber ayudado a ciudadanos estadounidenses a evadir impuestos federales mediante la creación y mantenimiento de cuentas bancarias que no habían sido declaradas a los organismos fiscales.
Esta misma operatoria obligó previamente a su competidor UBS a pagar una multa gigantesca (u$s 780 millones), por la que en 2007 fue finalmente encarcelado Bradley Birkenfeld, ex empleado que confesó y ayudó a develar toda la trama financiera (gracias a su confesión, el IRS -Internal Revenue Service-, la oficina de recaudación de impuestos, recuperó unos u$s 20.000 millones evadidos y Birkenfeld recibió un premio de u$s 104 millones por su ayuda).
En el caso del Crédit Suisse, «Los cinco ejecutivos fueron condenados por asistir a clientes a evadir impuestos de EEUU a través del uso de cuentas suizas no declaradas», afirmó el reciente comunicado de la Fed, aprobado por los miembros del organismo de manera unánime.
Como castigo, se les prohíbe operar en cualquier entidad financiera cuyos depósitos estén cubiertos por la protección brindada por el gobierno de EEUU, así como las demás entidades que operen en dólares.
La fatwa financiera llega porque ninguno de estos ejecutivos aceptó presentarse ante la Justicia estadounidense para defenderse de las acusaciones vertidas. Y la Fed la justifica en el hecho de que cualquiera de ellos podría atentar contra la confianza del público en el banco donde trabajara.
De hecho, la prohibición emitida por el organismo para que los cinco vuelvan a trabajar se mantiene en pie mientras permanezcan las denuncias y la Justicia los siga buscando. De todas formas, el Consejo de Gobernadores de la Fed, como todo buen clérigo musulmán, se reserva la potestad de levantar la fatwa que acaban de emitir en cualquier momento.
Por fin los banqueros son considerados como responsables de sus actos al ayudar a los clientes a evadir impuestos y a evitar pagar lo que les corresponde. Si bien aplaudimos a la Fed por dar este paso, también esperamos que sea sólo el principio de más prohibiciones por su parte y más acusaciones por parte del Departamento de Justicia.
Durante demasiado tiempo, los bancos sólo obtuvieron por sus acciones el equivalente a un tirón de orejas. Si los banqueros comienzan a ir a la cárcel, finalmente podremos ver algunos cambios, afirmó Rebecca Wilkins, Directora Ejecutiva de FACT, Financial Accountability and Corporate Transparency.
Sin embargo, a la luz de lo que ha sucedido con las estafas que se generaron en el mismo territorio estadounidense en relación con las hipotecas subprime y la enorme gama de productos securitizados, la prohibición parece un poco exagerada.
Pero hay que reconocer la perseverancia de la Justicia de EEUU: cuando quiere sentar a alguien en el banquillo de los acusados, echa mano a todos los recursos a su disposición para complicarle la vida o para ir a buscarlo en cualquier lugar del mundo. Y si no, que lo confirme Osama Bin Laden, quien hasta su captura también se dedicaba a emitir fatwas contra los intereses de EEUU en el mundo.
El organismo decidió arrogarse el poder de policía financiera mundial, aprovechándose de su derecho de señoreaje y del hecho de que el dólar sigue siendo la moneda de referencia planetaria. Esta «fatwa» financiera es directamente una «condena a muerte profesional» contra los cinco ejecutivos, acusados de lavado de dinero y de evasión fiscal en contra del gobierno estadounidense.
Los damnificados por el comunicado publicado la semana pasada por la Fed son los ex banqueros Marcus Walder (antiguo jefe del área de banca offshore de Crédit Suisse Norteamérica), Marco Parenti Adami, Susanne Ruegg Meier y Michele Bergantino (todos miembros del área de banca privada basados en Ginebra y Zurich), así como Roger Schaerer, ex jefe de la oficina de Nueva York de la entidad helvética. De acuerdo con la información publicada por el organismo, cualquier banco que los contrate «atentará contra la confianza pública» de la Fed hacia dicha entidad, así que a buen entendedor…
¿Qué pudo haber sucedido de tan terrible para que estos cinco especialistas fueran expulsados del paraíso financiero por la máxima autoridad financiera mundial? ¿Qué manzana se atrevieron a morder? Pues todos están acusados de haber ayudado a contribuyentes ricos de EEUU a transferir de manera clandestina parte de sus fortunas fuera del territorio estadounidense, evadiendo en el camino sus obligaciones impositivas con el fisco nacional.
La fatwa-prohibición llega luego de que el mismo Crédit Suisse se declarara hace un año (tras el despido de los «apestados») culpable del delito de haber creado un esquema de evasión impositiva para beneficiar a sus clientes de EEUU, acusación contra la que estará dispuesto a pagar a las autoridades estadounidenses una multa de u$s 2.500 millones a cambio de suspender el proceso.
Los cinco ejecutivos ya fueron condenados por un jurado estadounidense en 2011, acusados de fraude contra el gobierno de EEUU, pero permanecen en Suiza, aprovechándose que el tratado de extradición entre ambos países tiene varios claroscuros.
La maniobra de la que se los acusa consistió en haber ayudado a ciudadanos estadounidenses a evadir impuestos federales mediante la creación y mantenimiento de cuentas bancarias que no habían sido declaradas a los organismos fiscales.
Esta misma operatoria obligó previamente a su competidor UBS a pagar una multa gigantesca (u$s 780 millones), por la que en 2007 fue finalmente encarcelado Bradley Birkenfeld, ex empleado que confesó y ayudó a develar toda la trama financiera (gracias a su confesión, el IRS -Internal Revenue Service-, la oficina de recaudación de impuestos, recuperó unos u$s 20.000 millones evadidos y Birkenfeld recibió un premio de u$s 104 millones por su ayuda).
En el caso del Crédit Suisse, «Los cinco ejecutivos fueron condenados por asistir a clientes a evadir impuestos de EEUU a través del uso de cuentas suizas no declaradas», afirmó el reciente comunicado de la Fed, aprobado por los miembros del organismo de manera unánime.
Como castigo, se les prohíbe operar en cualquier entidad financiera cuyos depósitos estén cubiertos por la protección brindada por el gobierno de EEUU, así como las demás entidades que operen en dólares.
La fatwa financiera llega porque ninguno de estos ejecutivos aceptó presentarse ante la Justicia estadounidense para defenderse de las acusaciones vertidas. Y la Fed la justifica en el hecho de que cualquiera de ellos podría atentar contra la confianza del público en el banco donde trabajara.
De hecho, la prohibición emitida por el organismo para que los cinco vuelvan a trabajar se mantiene en pie mientras permanezcan las denuncias y la Justicia los siga buscando. De todas formas, el Consejo de Gobernadores de la Fed, como todo buen clérigo musulmán, se reserva la potestad de levantar la fatwa que acaban de emitir en cualquier momento.
Por fin los banqueros son considerados como responsables de sus actos al ayudar a los clientes a evadir impuestos y a evitar pagar lo que les corresponde. Si bien aplaudimos a la Fed por dar este paso, también esperamos que sea sólo el principio de más prohibiciones por su parte y más acusaciones por parte del Departamento de Justicia.
Durante demasiado tiempo, los bancos sólo obtuvieron por sus acciones el equivalente a un tirón de orejas. Si los banqueros comienzan a ir a la cárcel, finalmente podremos ver algunos cambios, afirmó Rebecca Wilkins, Directora Ejecutiva de FACT, Financial Accountability and Corporate Transparency.
Sin embargo, a la luz de lo que ha sucedido con las estafas que se generaron en el mismo territorio estadounidense en relación con las hipotecas subprime y la enorme gama de productos securitizados, la prohibición parece un poco exagerada.
Pero hay que reconocer la perseverancia de la Justicia de EEUU: cuando quiere sentar a alguien en el banquillo de los acusados, echa mano a todos los recursos a su disposición para complicarle la vida o para ir a buscarlo en cualquier lugar del mundo. Y si no, que lo confirme Osama Bin Laden, quien hasta su captura también se dedicaba a emitir fatwas contra los intereses de EEUU en el mundo.