Por Mario Wainfeld
45,50 por ciento de los votos válidos emitidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acompañaron a Horacio Rodríguez Larreta. Es un muy buen resultado que lo coloca como gran favorito para el ballottage. Sin embargo, no terminó de saciar a la dirigencia de PRO que coqueteaba con la idea de llegar a la Jefatura de Gobierno porteña en la primera vuelta. La perspectiva de dos semanitas de campaña tensa contra un aliado en la competencia nacional agrega un motivo de malestar acaso mayor que la incertidumbre por el resultado final.
20 puntos atrás quedó Martín Lousteau, candidato de ECO. Salió segundo, en desmedro del Frente para la Victoria representado por Mariano Recalde. Es una muy buena performance que celebró con euforia. De todas maneras los antecedentes locales y comparados comprueban que es sumamente difícil revertir una diferencia tal sobre todo si el primero está tan cerca de la mitad más uno.
Pero la voluntad y hasta el voluntarismo son insumos esenciales de campaña. Lousteau anunció anteayer una campaña pletórica de debates desafiando a Rodríguez Larreta. Y deslizó una frase que repicó fuerte: quiere discutir sobre propuestas y sobre “los principios éticos para administrar”. Una sugerencia sobre las calidades éticas que endilga a su adversario. El que avisa no es traidor pero sí un rival que incordia y puede causar daño.
Lousteau precisa tensar la cuerda para marcar diferencias políticas y así achicar las numéricas. Su táctica encrespa al macrismo y a otros integrantes de Cambiemos, la coalición opositora. Sacarse los trapitos al sol entre amigos es un escenario incómodo o hasta disfuncional.
Muchas no es un número, pero expresa una cantidad. Muchas presiones recibe Lousteau, quien las comentó ayer en conferencia de prensa (ver página 5).
La diputada Elisa Carrió, siempre ducha para instalar movidas en los medios, emitió ayer una temprana señal de alerta. Columnistas del diario La Nación ya habían puesto el grito en el cielo con una suerte de advertencia para Lousteau. “No nos conviene, no nos dividamos”, dicen ciertos políticos y (con ligeros eufemismos) los tribunos de doctrina.
El presidente de la Unión Cívica Radical UCR), Ernesto Sanz, incitó al challenger a seguir dando pelea. Corre de atrás contra el PRO en la carrera para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) nacionales. Mover las aguas siempre conviene a quien va perdiendo… no así al que puntea: el PRO masca bronca contra los correligionarios compañeros de ruta.
Enrique Nosiglia y Chrystian Colombo, los dos managers radicales de Lousteau, callaron en público pero estarán discurriendo en privado. Son gestores del desafío porteño y al mismo tiempo protagonistas atentos y muy cercanos al Círculo Rojo que tal vez integran (se desconoce la nómina de afiliados a ese selecto club, aunque se intuye). Coti Nosiglia es, tal vez, el radical más afín a Macri. Sus caminos se bifurcaron en Capital, adrede. La cuestión es que ahora podrían chocar.
Al ex ministro de la 125 le vendrían bomba dos semanas de alta exposición pública y de controversias con Rodríguez Larreta a quien supera en simpatía, elocuencia y desenvoltura (no es tan difícil). Ganar es otro precio, claro.
Mantenerse es pura ventaja pensando en acrecentar su capital propio. Bajarse sería una concesión a la “paz interior”. El candidato deberá sopesar el contrato con los votantes, la imagen pública con que quedará según opte por una u otra alternativa.
Objetivamente, si resigna la candidatura habrá corroborado de algún modo la acusación del kirchnerismo. Sería funcional al macrismo, habría funcionado como una colectora sui generis y maquillada de PRO.
819.964 votos válidos sumó Rodríguez Larreta sobre 1.799.668 que se escrutaron provisoriamente (no es el cien por ciento sino un cachito menos). Eso equivale al porcentaje mencionado al comienzo de esta nota.
Un nivel alto de abstenciones o votos en blanco lo favorecería para el 19 de julio, porque no se cuentan para calcular porcentajes. Demos un ejemplo extremo, simplote. Redondeemos para simplificar en 820.000 votos el activo de “Horacio”. Eso le alcanzaría para llegar a la mitad más uno si hubiera 1.639.998 votos válidos.
Myriam Bregman, candidata del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) ya convocó a votar en blanco.
Otra clave en grandes números serán los adherentes al Frente para la Victoria (FpV). Sus preferencias podrían dividirse entre Lousteau o el ausentismo y el voto en blanco (que objetivamente favorecen al PRO). Habrá que ver. Ya hay blogs nac & pop en que militantes o comentaristas polemizan con fervor sobre el punto. Seguramente expresan a un sector acotado pero una cantidad importante de votantes afrontará es cavilación pronto.
21,92 por ciento de los porteños avaló a Recalde. El FpV mejoró el total obtenido en las PASO por una bocha de listas internas, criterio inconveniente desde el vamos. Quedó debajo del segundo puesto conseguido por Daniel Filmus frente a Macri ocho y cuatro años atrás, también de sus porcentajes.
El lanzamiento del titular de Aerolíneas Argentinas apunta a un objetivo general y de mediano plazo: foguear a los dirigentes de La Cámpora en la ardua arena electoral. La idea es valiosa aunque seguramente tiene costos frente a electorados refractarios al kirchnerismo.
Seguramente el FpV deba rever sus tácticas en un distrito donde gobierna “otro” que se adjudica el rol de hacedor y sabedor que usualmente enarbola el kirchnerismo. Larreta parecía kirchnerista, en ese solo aspecto, cuando debatió con Lousteau y Recalde.
El intríngulis, opina este cronista, no finca en el candidato que bancó bien una parada difícil mostrando convicciones durante la campaña. Y sabiendo ser sobrio, tolerante y no depresivo en la derrota.
Quizá sea hora de pensar otro modo de construcción de referentes más activos en el día a día. Pensar la CABA como un territorio, que también lo es aunque no parezca. “Caminarlo”, estar activo y presente en el distrito. Son puntos de vista, se acepta, pero se asientan en sabidurías tradicionales de la política.
59,06 por ciento de la Comuna 2 (Recoleta) apoyó al PRO. Es un montón más que su promedio. El FpV sólo obtuvo un 12,48 en ese reducto VIP, trascendiendo apenas la mitad de su porcentaje general.
En la Comuna 9 (Villa Soldati. Villa Riachuelo y Lugano) el PRO sostuvo su media aproximada pero el FpV trepó a más de 31 puntos.
Conviene no exagerar porque el partido amarillo prevaleció en las quince circunscripciones, como suele pasar. O sea, tiene su arraigo en sectores populares jugando en su terruño. Es una cuestión que el kirchnerismo deberá pensar sin caer en estereotipos o denigraciones al votante. Así y todo, el clivaje de clases se nota, si se observa con minucia.
Desde luego, su incidencia y magnitud será (está siendo) mucho más grande allende la General Paz. Seguramente el diferente sesgo clasista del voto será una clave de la elección nacional en Buenos Aires, Conurbanos, NOA, NEA, barrios populares y villas.
1999 fue el año en que el gobernador José Manuel de la Sota quebró la hegemonía absoluta radical en Córdoba. Juan Schiaretti lo sucederá y entrambos enhebrarán cinco mandatos consecutivos, veinte años consagrados por el voto. La celebración fue proporcional al logro porque era peliagudo el reto de la alianza entre radicales, PRO y el partido del senador Luis Juez. Hace seis meses se descontaba que (valga la paradoja retórica) todos unidos triunfarían contra el PJ.
Rencillas internas, falta de armonía se sintieron durante la campaña. Que su jefe fuera Juez, tan mordaz cuan inorgánico, pudo ser un error.
El intendente de la capital provincial Ramón Mestre pintaba para ser el aspirante a la gobernación. Fue relegado por el diputado Oscar Aguad. Mestre rumió despecho del que se desquitó el domingo porque la Capital fue el punto fuerte de la alianza de centro derecha cordobesa y le deja el campo orégano para ser reelecto alcalde. Entre tanto Aguad rumia la segunda derrota, repitiendo un flojo desempeño en 2011, cuando quedó tercero.
A Aguad lo apodan “el milico”. Hizo fórmula con el ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi, de PRO. Quizá no sea ideal para congregar apoyos masivos juntar a un “milico” (así sea con comillas) con un referí.
31,21 por ciento de los votos consiguieron Aguad-Baldassi contra 37,80 de Schiaretti. No es tamaño margen, como ya se detallará, pero es dura derrota en una (otra) de la provincias que los radicales imaginaron recobrar.
En 2011 Juez y Aguad se postularon a gobernador divididos, con fórmulas diferentes. Si se las sumara, acumularían más de la mitad del padrón. Si a eso se añadía algún arrastre de PRO era verosímil imaginar la victoria. Pero la sumatoria no fue predictiva porque la matemática política se rige según reglas propias.
De cualquier manera, la competencia pareja dejó preocupaciones para el delasotismo y consuelos para sus principales contendores. La Capital, como ya se dijo. La integración del Legislativo local, unicameral, en el que por primera vez el partido de gobierno no contará con mayoría propia. Y varias intendencias “del palo” que pasaron a manos adversarias.
Quedará para adelante ver cómo procesan los radicales, macristas y afines sus querellas internas que fueron plaga. Desde lejos, con el manual de política práctica, cabe intuir más factible que Mestre, si revalida en su pago, desplazará a Aguad como referente hacia el futuro.
16,68 por ciento fue el porcentaje de Eduardo Accastello, candidato del FpV cordobés. Se esperaba más, incluso así lo auguraban varias encuestas. Las esperanzas de los sondeos son virtuales. Todo modo, es una cifra baja. El FpV no consigue hacer pie en las competencias provinciales. En 2007 y 2011 ni presentó aspirantes a la gobernación: articuló acuerdos con el delasotismo con el que sostiene una relación plena de variantes tácticas que van desde el antagonismo a la cooperación.
Para comparar números hay que apelar a los desempeños K en anteriores votaciones legislativas nacionales: estuvieron aun por debajo de lo obtenido ayer. Casi todos fueron deprimentes. El menos malo ocurrió en 2013 donde Carolina Scotto consiguió una banca de diputada con el 15,25 por ciento del total. La diferencia con el domingo es mínima, expresiva de un estancamiento con techo muy bajo.
Los kirchneristas cordobeses se entusiasmaban fantaseando que Accastello replicaría el caso del santafesino Omar Perotti quien horadó el techo histórico del FpV y peleó palmo a palmo con las dos principales fuerzas provinciales. No fue así.
12 días quedan hasta la segunda vuelta porteña. Serán fogosos y extraños si Lousteau sostiene su palabra. Da la impresión de ser un lapso corto pero puede meter mucho ruido si hay campaña a cara de perro entre Lousteau y Rodríguez Larreta.
Para las PASO nacionales resta apenas más de un mes. Cada cual ponderará si es o parece un lapso corto o largo.
mwainfeld@pagina12.com.ar
45,50 por ciento de los votos válidos emitidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acompañaron a Horacio Rodríguez Larreta. Es un muy buen resultado que lo coloca como gran favorito para el ballottage. Sin embargo, no terminó de saciar a la dirigencia de PRO que coqueteaba con la idea de llegar a la Jefatura de Gobierno porteña en la primera vuelta. La perspectiva de dos semanitas de campaña tensa contra un aliado en la competencia nacional agrega un motivo de malestar acaso mayor que la incertidumbre por el resultado final.
20 puntos atrás quedó Martín Lousteau, candidato de ECO. Salió segundo, en desmedro del Frente para la Victoria representado por Mariano Recalde. Es una muy buena performance que celebró con euforia. De todas maneras los antecedentes locales y comparados comprueban que es sumamente difícil revertir una diferencia tal sobre todo si el primero está tan cerca de la mitad más uno.
Pero la voluntad y hasta el voluntarismo son insumos esenciales de campaña. Lousteau anunció anteayer una campaña pletórica de debates desafiando a Rodríguez Larreta. Y deslizó una frase que repicó fuerte: quiere discutir sobre propuestas y sobre “los principios éticos para administrar”. Una sugerencia sobre las calidades éticas que endilga a su adversario. El que avisa no es traidor pero sí un rival que incordia y puede causar daño.
Lousteau precisa tensar la cuerda para marcar diferencias políticas y así achicar las numéricas. Su táctica encrespa al macrismo y a otros integrantes de Cambiemos, la coalición opositora. Sacarse los trapitos al sol entre amigos es un escenario incómodo o hasta disfuncional.
Muchas no es un número, pero expresa una cantidad. Muchas presiones recibe Lousteau, quien las comentó ayer en conferencia de prensa (ver página 5).
La diputada Elisa Carrió, siempre ducha para instalar movidas en los medios, emitió ayer una temprana señal de alerta. Columnistas del diario La Nación ya habían puesto el grito en el cielo con una suerte de advertencia para Lousteau. “No nos conviene, no nos dividamos”, dicen ciertos políticos y (con ligeros eufemismos) los tribunos de doctrina.
El presidente de la Unión Cívica Radical UCR), Ernesto Sanz, incitó al challenger a seguir dando pelea. Corre de atrás contra el PRO en la carrera para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) nacionales. Mover las aguas siempre conviene a quien va perdiendo… no así al que puntea: el PRO masca bronca contra los correligionarios compañeros de ruta.
Enrique Nosiglia y Chrystian Colombo, los dos managers radicales de Lousteau, callaron en público pero estarán discurriendo en privado. Son gestores del desafío porteño y al mismo tiempo protagonistas atentos y muy cercanos al Círculo Rojo que tal vez integran (se desconoce la nómina de afiliados a ese selecto club, aunque se intuye). Coti Nosiglia es, tal vez, el radical más afín a Macri. Sus caminos se bifurcaron en Capital, adrede. La cuestión es que ahora podrían chocar.
Al ex ministro de la 125 le vendrían bomba dos semanas de alta exposición pública y de controversias con Rodríguez Larreta a quien supera en simpatía, elocuencia y desenvoltura (no es tan difícil). Ganar es otro precio, claro.
Mantenerse es pura ventaja pensando en acrecentar su capital propio. Bajarse sería una concesión a la “paz interior”. El candidato deberá sopesar el contrato con los votantes, la imagen pública con que quedará según opte por una u otra alternativa.
Objetivamente, si resigna la candidatura habrá corroborado de algún modo la acusación del kirchnerismo. Sería funcional al macrismo, habría funcionado como una colectora sui generis y maquillada de PRO.
819.964 votos válidos sumó Rodríguez Larreta sobre 1.799.668 que se escrutaron provisoriamente (no es el cien por ciento sino un cachito menos). Eso equivale al porcentaje mencionado al comienzo de esta nota.
Un nivel alto de abstenciones o votos en blanco lo favorecería para el 19 de julio, porque no se cuentan para calcular porcentajes. Demos un ejemplo extremo, simplote. Redondeemos para simplificar en 820.000 votos el activo de “Horacio”. Eso le alcanzaría para llegar a la mitad más uno si hubiera 1.639.998 votos válidos.
Myriam Bregman, candidata del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) ya convocó a votar en blanco.
Otra clave en grandes números serán los adherentes al Frente para la Victoria (FpV). Sus preferencias podrían dividirse entre Lousteau o el ausentismo y el voto en blanco (que objetivamente favorecen al PRO). Habrá que ver. Ya hay blogs nac & pop en que militantes o comentaristas polemizan con fervor sobre el punto. Seguramente expresan a un sector acotado pero una cantidad importante de votantes afrontará es cavilación pronto.
21,92 por ciento de los porteños avaló a Recalde. El FpV mejoró el total obtenido en las PASO por una bocha de listas internas, criterio inconveniente desde el vamos. Quedó debajo del segundo puesto conseguido por Daniel Filmus frente a Macri ocho y cuatro años atrás, también de sus porcentajes.
El lanzamiento del titular de Aerolíneas Argentinas apunta a un objetivo general y de mediano plazo: foguear a los dirigentes de La Cámpora en la ardua arena electoral. La idea es valiosa aunque seguramente tiene costos frente a electorados refractarios al kirchnerismo.
Seguramente el FpV deba rever sus tácticas en un distrito donde gobierna “otro” que se adjudica el rol de hacedor y sabedor que usualmente enarbola el kirchnerismo. Larreta parecía kirchnerista, en ese solo aspecto, cuando debatió con Lousteau y Recalde.
El intríngulis, opina este cronista, no finca en el candidato que bancó bien una parada difícil mostrando convicciones durante la campaña. Y sabiendo ser sobrio, tolerante y no depresivo en la derrota.
Quizá sea hora de pensar otro modo de construcción de referentes más activos en el día a día. Pensar la CABA como un territorio, que también lo es aunque no parezca. “Caminarlo”, estar activo y presente en el distrito. Son puntos de vista, se acepta, pero se asientan en sabidurías tradicionales de la política.
59,06 por ciento de la Comuna 2 (Recoleta) apoyó al PRO. Es un montón más que su promedio. El FpV sólo obtuvo un 12,48 en ese reducto VIP, trascendiendo apenas la mitad de su porcentaje general.
En la Comuna 9 (Villa Soldati. Villa Riachuelo y Lugano) el PRO sostuvo su media aproximada pero el FpV trepó a más de 31 puntos.
Conviene no exagerar porque el partido amarillo prevaleció en las quince circunscripciones, como suele pasar. O sea, tiene su arraigo en sectores populares jugando en su terruño. Es una cuestión que el kirchnerismo deberá pensar sin caer en estereotipos o denigraciones al votante. Así y todo, el clivaje de clases se nota, si se observa con minucia.
Desde luego, su incidencia y magnitud será (está siendo) mucho más grande allende la General Paz. Seguramente el diferente sesgo clasista del voto será una clave de la elección nacional en Buenos Aires, Conurbanos, NOA, NEA, barrios populares y villas.
1999 fue el año en que el gobernador José Manuel de la Sota quebró la hegemonía absoluta radical en Córdoba. Juan Schiaretti lo sucederá y entrambos enhebrarán cinco mandatos consecutivos, veinte años consagrados por el voto. La celebración fue proporcional al logro porque era peliagudo el reto de la alianza entre radicales, PRO y el partido del senador Luis Juez. Hace seis meses se descontaba que (valga la paradoja retórica) todos unidos triunfarían contra el PJ.
Rencillas internas, falta de armonía se sintieron durante la campaña. Que su jefe fuera Juez, tan mordaz cuan inorgánico, pudo ser un error.
El intendente de la capital provincial Ramón Mestre pintaba para ser el aspirante a la gobernación. Fue relegado por el diputado Oscar Aguad. Mestre rumió despecho del que se desquitó el domingo porque la Capital fue el punto fuerte de la alianza de centro derecha cordobesa y le deja el campo orégano para ser reelecto alcalde. Entre tanto Aguad rumia la segunda derrota, repitiendo un flojo desempeño en 2011, cuando quedó tercero.
A Aguad lo apodan “el milico”. Hizo fórmula con el ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi, de PRO. Quizá no sea ideal para congregar apoyos masivos juntar a un “milico” (así sea con comillas) con un referí.
31,21 por ciento de los votos consiguieron Aguad-Baldassi contra 37,80 de Schiaretti. No es tamaño margen, como ya se detallará, pero es dura derrota en una (otra) de la provincias que los radicales imaginaron recobrar.
En 2011 Juez y Aguad se postularon a gobernador divididos, con fórmulas diferentes. Si se las sumara, acumularían más de la mitad del padrón. Si a eso se añadía algún arrastre de PRO era verosímil imaginar la victoria. Pero la sumatoria no fue predictiva porque la matemática política se rige según reglas propias.
De cualquier manera, la competencia pareja dejó preocupaciones para el delasotismo y consuelos para sus principales contendores. La Capital, como ya se dijo. La integración del Legislativo local, unicameral, en el que por primera vez el partido de gobierno no contará con mayoría propia. Y varias intendencias “del palo” que pasaron a manos adversarias.
Quedará para adelante ver cómo procesan los radicales, macristas y afines sus querellas internas que fueron plaga. Desde lejos, con el manual de política práctica, cabe intuir más factible que Mestre, si revalida en su pago, desplazará a Aguad como referente hacia el futuro.
16,68 por ciento fue el porcentaje de Eduardo Accastello, candidato del FpV cordobés. Se esperaba más, incluso así lo auguraban varias encuestas. Las esperanzas de los sondeos son virtuales. Todo modo, es una cifra baja. El FpV no consigue hacer pie en las competencias provinciales. En 2007 y 2011 ni presentó aspirantes a la gobernación: articuló acuerdos con el delasotismo con el que sostiene una relación plena de variantes tácticas que van desde el antagonismo a la cooperación.
Para comparar números hay que apelar a los desempeños K en anteriores votaciones legislativas nacionales: estuvieron aun por debajo de lo obtenido ayer. Casi todos fueron deprimentes. El menos malo ocurrió en 2013 donde Carolina Scotto consiguió una banca de diputada con el 15,25 por ciento del total. La diferencia con el domingo es mínima, expresiva de un estancamiento con techo muy bajo.
Los kirchneristas cordobeses se entusiasmaban fantaseando que Accastello replicaría el caso del santafesino Omar Perotti quien horadó el techo histórico del FpV y peleó palmo a palmo con las dos principales fuerzas provinciales. No fue así.
12 días quedan hasta la segunda vuelta porteña. Serán fogosos y extraños si Lousteau sostiene su palabra. Da la impresión de ser un lapso corto pero puede meter mucho ruido si hay campaña a cara de perro entre Lousteau y Rodríguez Larreta.
Para las PASO nacionales resta apenas más de un mes. Cada cual ponderará si es o parece un lapso corto o largo.
mwainfeld@pagina12.com.ar