Seis potencias mundiales consiguieron ayer cerrar finalmente el pacto nuclear con Irán, en un hecho histórico que abre una nueva era en Oriente Medio. El acuerdo limita el programa iraní y le cierra a la República Islámica la posibilidad de que pueda crear una bomba atómica, a cambio de levantarle las duras sanciones internacionales que tanto dañaron su economía.
El positivo desenlace de las negociaciones, que se iniciaron en septiembre de 2013 y sufrieron numerosas idas y vueltas, pone fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán, y frena la proliferación nuclear en una de las zonas más inestables del planeta. Pero, además, reconfigura los equilibrios geopolíticos. Con este acuerdo, Irán adquiere nuevamente preponderancia en Oriente Medio, donde tiene como rivales a Israel, Turquía y Arabia Saudita.
El acuerdo entre Teherán y el Grupo 5 –Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido, más Alemania– ratifica los grandes principios acordados en Lausana en abril pasado.
Teherán se compromete a reducir en unos dos tercios sus centrifugadoras, utilizadas para enriquecer uranio. De las actuales 19.000 pasará a tener poco más de 5.000, y sólo de modelos más antiguos. De esta manera, las centrifugadoras sólo podrán enriquecer el uranio al 4 %, suficiente para servir como combustible de uso civil. Para fabricar cabezas nucleares se necesita que alcance el 90 %. También reducirá de 12.000 a 300 kilos las reservas que ya tiene de uranio enriquecido. El resto lo exportará a Rusia.
Por otro lado, el reactor de agua pesada de Arak será convertido en un reactor de investigación para que no produzca plutonio, que puede ser utilizado para la fabricación de armas nucleares. Además, la planta de enriquecimiento de Fordo, construida en secreto, se convertirá en un centro de investigación. La única planta en la que Irán podrá en enriquecer uranio es Natanz. A esto hay que sumarle que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) tendrá vía libre para controlar todo el proceso y sus inspectores podrán acceder a las instalaciones, inclusive las militares. No existen limitaciones en lo que concierne a las tareas de investigación y desarrollo para una industria nuclear civil, pero no podrán dar lugar a la acumulación de uranio enriquecido.
A cambio, las sanciones financieras y el embargo petrolero adoptado desde 2006 por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente. En caso de violación del acuerdo, podrán ser establecidas. El embargo de armas continuará durante los próximos cinco años.
El presidente estadounidense, Barack Obama, se congratuló por el acuerdo. “Nos da la posibilidad de ir en una nueva dirección. Debemos aprovecharla”, declaró. Y agregó: “Este acuerdo no está basado en la confianza, está basado en verificaciones”.
Su par iraní, Hassan Rohani, le respondió de la misma manera. “La realización del acuerdo es un camino de doble sentido, si ellos respetan los términos lo haremos también nosotros”, dijo. E inclusive, parafraseando a Obama, afirmó: “El acuerdo no está basado en la confianza, sino en un test de sinceridad”.
La mayoría de los países europeos celebraron el pacto nuclear como una instancia que permitirá avanzar hacia la paz. El que se opuso tajantemente fue Israel, un viejo enemigo del régimen teocrático iraní. El premier israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que era un “error histórico” y que le permitirá a la República Islámica financiar “su máquina de terror”.
Rusia, uno de los integrantes de este pacto, fue el que anticipó lo que se vendrá en el futuro. “Permite solucionar varios problemas y conflictos en la región. Levanta los obstáculos para la constitución de una amplia coalición para combatir al Estado Islámico (ISIS) y a otros grupos terroristas”, sostuvo el canciller ruso Serguei Lavrov
El positivo desenlace de las negociaciones, que se iniciaron en septiembre de 2013 y sufrieron numerosas idas y vueltas, pone fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán, y frena la proliferación nuclear en una de las zonas más inestables del planeta. Pero, además, reconfigura los equilibrios geopolíticos. Con este acuerdo, Irán adquiere nuevamente preponderancia en Oriente Medio, donde tiene como rivales a Israel, Turquía y Arabia Saudita.
El acuerdo entre Teherán y el Grupo 5 –Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido, más Alemania– ratifica los grandes principios acordados en Lausana en abril pasado.
Teherán se compromete a reducir en unos dos tercios sus centrifugadoras, utilizadas para enriquecer uranio. De las actuales 19.000 pasará a tener poco más de 5.000, y sólo de modelos más antiguos. De esta manera, las centrifugadoras sólo podrán enriquecer el uranio al 4 %, suficiente para servir como combustible de uso civil. Para fabricar cabezas nucleares se necesita que alcance el 90 %. También reducirá de 12.000 a 300 kilos las reservas que ya tiene de uranio enriquecido. El resto lo exportará a Rusia.
Por otro lado, el reactor de agua pesada de Arak será convertido en un reactor de investigación para que no produzca plutonio, que puede ser utilizado para la fabricación de armas nucleares. Además, la planta de enriquecimiento de Fordo, construida en secreto, se convertirá en un centro de investigación. La única planta en la que Irán podrá en enriquecer uranio es Natanz. A esto hay que sumarle que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) tendrá vía libre para controlar todo el proceso y sus inspectores podrán acceder a las instalaciones, inclusive las militares. No existen limitaciones en lo que concierne a las tareas de investigación y desarrollo para una industria nuclear civil, pero no podrán dar lugar a la acumulación de uranio enriquecido.
A cambio, las sanciones financieras y el embargo petrolero adoptado desde 2006 por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente. En caso de violación del acuerdo, podrán ser establecidas. El embargo de armas continuará durante los próximos cinco años.
El presidente estadounidense, Barack Obama, se congratuló por el acuerdo. “Nos da la posibilidad de ir en una nueva dirección. Debemos aprovecharla”, declaró. Y agregó: “Este acuerdo no está basado en la confianza, está basado en verificaciones”.
Su par iraní, Hassan Rohani, le respondió de la misma manera. “La realización del acuerdo es un camino de doble sentido, si ellos respetan los términos lo haremos también nosotros”, dijo. E inclusive, parafraseando a Obama, afirmó: “El acuerdo no está basado en la confianza, sino en un test de sinceridad”.
La mayoría de los países europeos celebraron el pacto nuclear como una instancia que permitirá avanzar hacia la paz. El que se opuso tajantemente fue Israel, un viejo enemigo del régimen teocrático iraní. El premier israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que era un “error histórico” y que le permitirá a la República Islámica financiar “su máquina de terror”.
Rusia, uno de los integrantes de este pacto, fue el que anticipó lo que se vendrá en el futuro. “Permite solucionar varios problemas y conflictos en la región. Levanta los obstáculos para la constitución de una amplia coalición para combatir al Estado Islámico (ISIS) y a otros grupos terroristas”, sostuvo el canciller ruso Serguei Lavrov