La sucesión de Cristina Fernández de Kirchner se define esta semana. Y solo por un puñado de votos. Por eso es clave cómo se moverán los candidatos desde ahora hasta el momento de la veda. Es la ventana de tiempo que se tomaron para decidir el 25% de los argentinos menos pendientes de la política y más desideologizados. Daniel Scioli y Mauricio Macri están empatados, en términos políticos, porque todavía ninguno sacó la ventaja suficiente como para transformarse en un neto ganador.
El gobernador de la provincia tiene un promedio de entre 35 y 38% de los votos, si se les presta atención a las cuatro más grandes encuestadoras de la Argentina. Y el jefe de gobierno, junto con Elisa Carrió y Ernesto Sanz, los otros precandidatos a presidente de Cambiemos, alcanzaría entre un 30 y un 34% de los votos, si se toma la misma técnica para promediarlos. Hay una opinión generalizada de que si el Frente para la Victoria de Scioli alcanza o supera el 40% de los votos y obtiene una diferencia de más de 10 puntos sobre Cambiemos estaría más cerca de ganar en la primera vuelta de octubre que de ir a ballottage en noviembre. Y también se acepta que si la diferencia entre el Frente para la Victoria y Cambiamos se consolida en un rango de cinco puntos las posibilidades del expresidente de Boca de transformarse en el próximo presidente aumentarán de manera significativa, porque «hay más gente que pide un cambio que la que aspira a la continuidad». A la fuerza UNA, con Sergio Massa y José Manuel de la Sota como precandidatos, se la ubica en un rango que va desde 15 al 20% de los votos. Por eso, tanto hombres de Scioli como de Macri dejaron abiertos los canales de negociación para intentar un «acuerdo político» después de estas PASO.
Al primero le va a resultar más difícil que al segundo lograr que Massa lo vaya a apoyar después del próximo domingo. Su esposa, Malena Galmarini, lo trató de «forro» horas después del sospechoso asalto del que fue víctima la familia, dentro de su propia casa. Ella y su marido sospechan que el gobernador sabía lo que iba a pasar. Y le reprochan que no se haya movido más para averiguar quién mandó al agente de inteligencia a meterse con sus hijos. Además, el exintendente de Tigre todavía tiene atragantada la decisión del gobernador de no hacer una alianza con él, cuando tenían casi todo preacordado. «Algo muy delicado se quebró con Daniel, y no creo que se pueda reconstruir de la noche a la mañana», dijeron muy cerca de Massa. Distinto es el vínculo con Macri. El líder del Frente Renovador piensa que el jefe de gobierno es «soberbio y mezquino» pero no descartaría un eventual acuerdo capaz de fortalecer «a toda la oposición». Los estrategas del equipo del ingeniero analizan las cosas desde otra perspectiva. Suponen que, después de la polarización de estas PASO, se consumará una «hiperpolarización natural» que terminaría favoreciendo a Macri, más allá de los que puedan negociar con Massa o con De la Sota. El gobernador de Córdoba es otra de las grandes incógnitas. Es uno de los dirigentes cuya intención de voto más creció en los últimos días. De un 3 o un 4 a un 6 o un 7% de los votos, según qué consultora lo mida.
«La mayoría de esos votos son peronistas. La mayoría de esos votos son de Daniel», me aseguró uno de los asesores del candidato naranja. Se trataría nada más y nada menos que de la masa crítica de voluntades que Scioli necesitaría para ganar en primera vuelta y no correr el riesgo de perder en la segunda. «Yo no comparto ese tipo de análisis superficiales. Nuestras encuestas cualitativas demuestran que los argentinos no van a votar a uno o a otro porque mañana se los vaya a pedir Massa, De la Sota, Carrió o Margarita Stolbizer», diagnosticó un consultor que trabaja para PRO. Es más: él es de los que cree que entre un 25 y un 30% de los anotados en el padrón va a terminar de decidir en las últimas 48 horas, entre lo que va de la veda electoral y el domingo de la elección. Ya todo el «círculo rojo» sabe que los primeros resultados llegarán desde las ciudades y las provincias donde el escrutinio será más rápido y que coinciden con la mejor perfomance de Macri. Que entre las 21:30 y las 22:00 comenzarán a aparecer los resultados de las zonas donde al Frente para la Victoria le tendría que ir mejor, como el conurbano de la provincia de Buenos Aires y el norte del país y la Mesopotamia. También sabe que la diferencia que puede determinar que uno o el otro se termine quedando con la presidencia es tan exigua, que hasta el clima o una palabra de más puede derrumbar el trabajo de años.
Todavía no hay ningún trabajo de campo que haya medido el impacto del supuesto cambio de discurso de Macri o las declaraciones «espantaclasemedia» del ministro de Economía Axel Kicillof. Si se sabe que, hasta ayer, Macri se mostraba con cierta felicidad contenida y Scioli con alguna preocupación. «Si logramos evitar que nos roben los votos en la provincia de Buenos Aires estaremos a un paso de la gran final» se entusiasmó uno de los «armadores políticos» del espacio amarillo. El gobernador de la provincia, por su parte, le envió un mensaje a la Presidenta: que lo dejen transformarse en protagonista exclusivo de la campaña y que se eviten las declaraciones «inconvenientes», como las de Kicillof y el primer vicepresidente procesado de la historia, Amado Boudou.
El gobernador de la provincia tiene un promedio de entre 35 y 38% de los votos, si se les presta atención a las cuatro más grandes encuestadoras de la Argentina. Y el jefe de gobierno, junto con Elisa Carrió y Ernesto Sanz, los otros precandidatos a presidente de Cambiemos, alcanzaría entre un 30 y un 34% de los votos, si se toma la misma técnica para promediarlos. Hay una opinión generalizada de que si el Frente para la Victoria de Scioli alcanza o supera el 40% de los votos y obtiene una diferencia de más de 10 puntos sobre Cambiemos estaría más cerca de ganar en la primera vuelta de octubre que de ir a ballottage en noviembre. Y también se acepta que si la diferencia entre el Frente para la Victoria y Cambiamos se consolida en un rango de cinco puntos las posibilidades del expresidente de Boca de transformarse en el próximo presidente aumentarán de manera significativa, porque «hay más gente que pide un cambio que la que aspira a la continuidad». A la fuerza UNA, con Sergio Massa y José Manuel de la Sota como precandidatos, se la ubica en un rango que va desde 15 al 20% de los votos. Por eso, tanto hombres de Scioli como de Macri dejaron abiertos los canales de negociación para intentar un «acuerdo político» después de estas PASO.
Al primero le va a resultar más difícil que al segundo lograr que Massa lo vaya a apoyar después del próximo domingo. Su esposa, Malena Galmarini, lo trató de «forro» horas después del sospechoso asalto del que fue víctima la familia, dentro de su propia casa. Ella y su marido sospechan que el gobernador sabía lo que iba a pasar. Y le reprochan que no se haya movido más para averiguar quién mandó al agente de inteligencia a meterse con sus hijos. Además, el exintendente de Tigre todavía tiene atragantada la decisión del gobernador de no hacer una alianza con él, cuando tenían casi todo preacordado. «Algo muy delicado se quebró con Daniel, y no creo que se pueda reconstruir de la noche a la mañana», dijeron muy cerca de Massa. Distinto es el vínculo con Macri. El líder del Frente Renovador piensa que el jefe de gobierno es «soberbio y mezquino» pero no descartaría un eventual acuerdo capaz de fortalecer «a toda la oposición». Los estrategas del equipo del ingeniero analizan las cosas desde otra perspectiva. Suponen que, después de la polarización de estas PASO, se consumará una «hiperpolarización natural» que terminaría favoreciendo a Macri, más allá de los que puedan negociar con Massa o con De la Sota. El gobernador de Córdoba es otra de las grandes incógnitas. Es uno de los dirigentes cuya intención de voto más creció en los últimos días. De un 3 o un 4 a un 6 o un 7% de los votos, según qué consultora lo mida.
«La mayoría de esos votos son peronistas. La mayoría de esos votos son de Daniel», me aseguró uno de los asesores del candidato naranja. Se trataría nada más y nada menos que de la masa crítica de voluntades que Scioli necesitaría para ganar en primera vuelta y no correr el riesgo de perder en la segunda. «Yo no comparto ese tipo de análisis superficiales. Nuestras encuestas cualitativas demuestran que los argentinos no van a votar a uno o a otro porque mañana se los vaya a pedir Massa, De la Sota, Carrió o Margarita Stolbizer», diagnosticó un consultor que trabaja para PRO. Es más: él es de los que cree que entre un 25 y un 30% de los anotados en el padrón va a terminar de decidir en las últimas 48 horas, entre lo que va de la veda electoral y el domingo de la elección. Ya todo el «círculo rojo» sabe que los primeros resultados llegarán desde las ciudades y las provincias donde el escrutinio será más rápido y que coinciden con la mejor perfomance de Macri. Que entre las 21:30 y las 22:00 comenzarán a aparecer los resultados de las zonas donde al Frente para la Victoria le tendría que ir mejor, como el conurbano de la provincia de Buenos Aires y el norte del país y la Mesopotamia. También sabe que la diferencia que puede determinar que uno o el otro se termine quedando con la presidencia es tan exigua, que hasta el clima o una palabra de más puede derrumbar el trabajo de años.
Todavía no hay ningún trabajo de campo que haya medido el impacto del supuesto cambio de discurso de Macri o las declaraciones «espantaclasemedia» del ministro de Economía Axel Kicillof. Si se sabe que, hasta ayer, Macri se mostraba con cierta felicidad contenida y Scioli con alguna preocupación. «Si logramos evitar que nos roben los votos en la provincia de Buenos Aires estaremos a un paso de la gran final» se entusiasmó uno de los «armadores políticos» del espacio amarillo. El gobernador de la provincia, por su parte, le envió un mensaje a la Presidenta: que lo dejen transformarse en protagonista exclusivo de la campaña y que se eviten las declaraciones «inconvenientes», como las de Kicillof y el primer vicepresidente procesado de la historia, Amado Boudou.