Dicen que Macri volvió a ser el caprichoso nene de papá. Que por la tensión de tres campañas presidenciales –primarias, primera vuelta y segunda–, más dos elecciones desdobladas en la Ciudad (los desafíos de Michetti y Lousteau), sufriría una regresión a su etapa previa a la meditación, las técnicas de respiración y otros aportes del orientalismo a su vida, incluyendo el medioorientalismo de Juliana Awada.
Salir a recorrer el conurbano bonaerense de la mano de Niembro tras las ilevantables acusaciones que se le hicieron muestra a un Macri más parecido al presidente de Boca que interrumpía una conferencia de prensa de Bianchi para hacerle reproches o confrontaba públicamente a Maradona (aunque en ambos casos tuviera razón) que al hombre zen y sonriente que venía exhibiendo últimamente.
Con $ 21 millones se comprarían 552 mil choripanes completos. Más de 400 mil votos precisa un diputado
El haber permitido que Niembro tuviera contratos con distintas reparticiones del gobierno porteño por 21 millones de pesos también es responsabilidad de Macri, porque por su monto y diversidad no pudo ser una equivocación de un solo ministro sin su conocimiento. Siempre luce mejor reconocer los errores, cuando son evidentes, que negarlos.
El desacierto nace en la burda apelación del PRO a figuras populares para que sean candidatos y ahorrarse el tiempo que requiere que los políticos se hagan conocidos en el curso de su carrera. La fama pública se adquiere en cuatro fuentes: la política, los medios, el espectáculo y el deporte. Siendo político, periodista, actor/presentador/músico o deportista. Pero es bien diferente, como hizo Menem, convocar a Palito Ortega, Reutemann y Scioli, cuyas famas venían acompañadas de experiencia empresarial comparable con la del propio Macri, que a Miguel Del Sel o Niembro, más allá del pasado peronista de éste.
El grotesco de Del Sel le hizo terminar perdiendo votos al PRO. Y en el caso de Niembro, el haber hecho una empresa con un solo cliente y sin empleados demostró su impericia empresarial hasta para aprovecharse del Estado. De la misma forma en que la Justicia laboral entiende que un monotributista que brinda servicios a una sola empresa no es un proveedor sino un empleado de esa empresa, Niembro no le vendía servicios al Estado porteño, era un empleado del PRO al que se le pagaba por factura.
Es interesante la metáfora presidencial sobre que Niembro era “un choripán de oro”. Porque su sola comparación reconoce asimismo que los choripanes de carne no son gratis sino que hay detrás una forma de compraventa. En el caso del PJ, de voto; y en el caso del PRO, de candidatos; pero ambos usando el dinero como atajo político. Macri habrá calculado la tasa de retorno de choripanes de carne para comprar votos uno a uno versus “choripanes de oro” para candidatos que trajeran votos. Y probablemente observó que eran mejor inversión los “de oro” porque 21 millones de pesos equivalen al costo de 552 mil choripanes completos en la Costanera Sur. Para ser diputado por la Provincia son necesarios más de 400 mil votos, pero para conseguir fidelizar las preferencias de alguien deben hacer falta varios choripanes por voto.
Comprar candidatos es una práctica que tiene una larga historia en la Argentina. Para las elecciones presidenciales de 2007 se rumoreaba que el ex gobernador de Neuquén Jorge Sobisch le habría pagado a Jorge Asís una cantidad significativa para que aceptara ser su vicepresidente y dedicara varios meses a la campaña. Sobisch fue aliado de Macri antes de su multicausal caída en desgracia. En esas elecciones sacó sólo 300 mil votos, pero el ex gobernador de Neuquén era prácticamente desconocido a nivel nacional y la visibilidad que le aportó Jorge Asís, aun en la hipótesis de que le hubiera llegado a costar un millón de dólares de la época, habría sido mejor que comprar 245 mil choripanes de carne completos en la Costanera.
Napoleón decía que cuando enfrentaba a un ejército superior, concentraba todas sus fuerzas en un solo punto porque la presión es inversamente proporcional al espacio. Siguiendo el ejemplo, si no hay para comprar millones de choripanes de carne sostenidamente durante muchos años, mejor es concentrarse en pocos choripanes de oro.
También fue bochornoso el espacio mediático sin verdaderas repreguntas del que gozó Niembro en distintos programas de TN. No sé por qué periodistas de trayectoria de ese canal y que hacen buenas coberturas la mayor parte del tiempo tiran su honra profesional por tan poco. Ninguno le preguntó a Niembro lo esencial, que no era si había habido compulsa de precios en los servicios contratados o si su empresa presentaba o no los balances. Lo obvio era que tenía un solo cliente: el Estado porteño, y es muy básico que una empresa de un solo cliente no es una empresa.
Muy diferente fue el profesionalismo periodístico en radio Mitre, donde tanto Longobardi como Lanata sí repreguntaron a Niembro como corresponde, además de luego criticarlo en el tramo de opinión de sus programas. TN y Clarín cometen el mismo error con Nisman: asumen posiciones tan sesgadas que terminan neutralizando el efecto que persiguen y dañando su propia credibilidad.
Menem convocó a Palito Ortega, Scioli y Reutemann. Del Sel y Niembro no están al mismo nivel
Nisman nunca fue un fiscal modelo como aquel legendario fiscal Strassera, ni tampoco el carpetazo contra Niembro es sólo una campaña sucia como la que se le hizo a Francisco de Narváez con la efedrina o a Enrique Olivera con una cuenta en el exterior, porque en esos casos las acusaciones fueron falsas y en el de Niembro no se precisan más pruebas que sus propias declaraciones.
Ya que el PRO lo contrató como candidato porque sabe de comunicación, Niembro podría ser un poco más pudoroso y no defenderse diciendo que es un “militante” (sic) de la política y que reivindica su origen peronista, porque eso remite a que fue secretario de Medios de Menem, que hizo con la televisión oficial lo mismo que el kirchnerismo, y tuvo que tener la cara de piedra para ser el vocero del anuncio de los indultos a Videla, Massera, Camps y Suárez Mason, entre otros.
El PRO debe mejorar su casting si quiere conducir el país.
Salir a recorrer el conurbano bonaerense de la mano de Niembro tras las ilevantables acusaciones que se le hicieron muestra a un Macri más parecido al presidente de Boca que interrumpía una conferencia de prensa de Bianchi para hacerle reproches o confrontaba públicamente a Maradona (aunque en ambos casos tuviera razón) que al hombre zen y sonriente que venía exhibiendo últimamente.
Con $ 21 millones se comprarían 552 mil choripanes completos. Más de 400 mil votos precisa un diputado
El haber permitido que Niembro tuviera contratos con distintas reparticiones del gobierno porteño por 21 millones de pesos también es responsabilidad de Macri, porque por su monto y diversidad no pudo ser una equivocación de un solo ministro sin su conocimiento. Siempre luce mejor reconocer los errores, cuando son evidentes, que negarlos.
El desacierto nace en la burda apelación del PRO a figuras populares para que sean candidatos y ahorrarse el tiempo que requiere que los políticos se hagan conocidos en el curso de su carrera. La fama pública se adquiere en cuatro fuentes: la política, los medios, el espectáculo y el deporte. Siendo político, periodista, actor/presentador/músico o deportista. Pero es bien diferente, como hizo Menem, convocar a Palito Ortega, Reutemann y Scioli, cuyas famas venían acompañadas de experiencia empresarial comparable con la del propio Macri, que a Miguel Del Sel o Niembro, más allá del pasado peronista de éste.
El grotesco de Del Sel le hizo terminar perdiendo votos al PRO. Y en el caso de Niembro, el haber hecho una empresa con un solo cliente y sin empleados demostró su impericia empresarial hasta para aprovecharse del Estado. De la misma forma en que la Justicia laboral entiende que un monotributista que brinda servicios a una sola empresa no es un proveedor sino un empleado de esa empresa, Niembro no le vendía servicios al Estado porteño, era un empleado del PRO al que se le pagaba por factura.
Es interesante la metáfora presidencial sobre que Niembro era “un choripán de oro”. Porque su sola comparación reconoce asimismo que los choripanes de carne no son gratis sino que hay detrás una forma de compraventa. En el caso del PJ, de voto; y en el caso del PRO, de candidatos; pero ambos usando el dinero como atajo político. Macri habrá calculado la tasa de retorno de choripanes de carne para comprar votos uno a uno versus “choripanes de oro” para candidatos que trajeran votos. Y probablemente observó que eran mejor inversión los “de oro” porque 21 millones de pesos equivalen al costo de 552 mil choripanes completos en la Costanera Sur. Para ser diputado por la Provincia son necesarios más de 400 mil votos, pero para conseguir fidelizar las preferencias de alguien deben hacer falta varios choripanes por voto.
Comprar candidatos es una práctica que tiene una larga historia en la Argentina. Para las elecciones presidenciales de 2007 se rumoreaba que el ex gobernador de Neuquén Jorge Sobisch le habría pagado a Jorge Asís una cantidad significativa para que aceptara ser su vicepresidente y dedicara varios meses a la campaña. Sobisch fue aliado de Macri antes de su multicausal caída en desgracia. En esas elecciones sacó sólo 300 mil votos, pero el ex gobernador de Neuquén era prácticamente desconocido a nivel nacional y la visibilidad que le aportó Jorge Asís, aun en la hipótesis de que le hubiera llegado a costar un millón de dólares de la época, habría sido mejor que comprar 245 mil choripanes de carne completos en la Costanera.
Napoleón decía que cuando enfrentaba a un ejército superior, concentraba todas sus fuerzas en un solo punto porque la presión es inversamente proporcional al espacio. Siguiendo el ejemplo, si no hay para comprar millones de choripanes de carne sostenidamente durante muchos años, mejor es concentrarse en pocos choripanes de oro.
También fue bochornoso el espacio mediático sin verdaderas repreguntas del que gozó Niembro en distintos programas de TN. No sé por qué periodistas de trayectoria de ese canal y que hacen buenas coberturas la mayor parte del tiempo tiran su honra profesional por tan poco. Ninguno le preguntó a Niembro lo esencial, que no era si había habido compulsa de precios en los servicios contratados o si su empresa presentaba o no los balances. Lo obvio era que tenía un solo cliente: el Estado porteño, y es muy básico que una empresa de un solo cliente no es una empresa.
Muy diferente fue el profesionalismo periodístico en radio Mitre, donde tanto Longobardi como Lanata sí repreguntaron a Niembro como corresponde, además de luego criticarlo en el tramo de opinión de sus programas. TN y Clarín cometen el mismo error con Nisman: asumen posiciones tan sesgadas que terminan neutralizando el efecto que persiguen y dañando su propia credibilidad.
Menem convocó a Palito Ortega, Scioli y Reutemann. Del Sel y Niembro no están al mismo nivel
Nisman nunca fue un fiscal modelo como aquel legendario fiscal Strassera, ni tampoco el carpetazo contra Niembro es sólo una campaña sucia como la que se le hizo a Francisco de Narváez con la efedrina o a Enrique Olivera con una cuenta en el exterior, porque en esos casos las acusaciones fueron falsas y en el de Niembro no se precisan más pruebas que sus propias declaraciones.
Ya que el PRO lo contrató como candidato porque sabe de comunicación, Niembro podría ser un poco más pudoroso y no defenderse diciendo que es un “militante” (sic) de la política y que reivindica su origen peronista, porque eso remite a que fue secretario de Medios de Menem, que hizo con la televisión oficial lo mismo que el kirchnerismo, y tuvo que tener la cara de piedra para ser el vocero del anuncio de los indultos a Videla, Massera, Camps y Suárez Mason, entre otros.
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