¿Una empresa sin empleados y sin experiencia en las actividades por la que cobra de un gobierno? Sí: The Old Fund, el mamarracho dibujado por Amado Boudou para sacarle millones a Formosa con la excusa de asesorarla ante la Nación. Y quedarse con Ciccone.
No. No es sólo The Old Fund. También está La Usina, la empresa de Fernando Niembro que tampoco tenía empleados y experiencia y cobró o cobra del gobierno porteño por tareas que no hace: las subcontrata.
Las dos empresas intermediarias han sido beneficiadas mediante asignaciones directas apenas fueron conformadas. Y sin antecendentes de ningún tipo recibieron contratos millonarios. La primera factura que emitió The Old Fund fue para Formosa. La primera factura de La Usina fue para la Ciudad, su único cliente. Todo más oscuro que un tunel.
Eso tan viejo de que le hace una mancha más al tigre funciona: si hubiera sido con el kirchnerismo, los negocios de Niembro nunca habrían llamado demasiado la atención. Pero fueron y son con Cambiemos de Macri, que no cambió la forma de proceder del kirchnerismo y dejó pasar la chance de marcar un cambio.
El affaire Niembro iguala todo para abajo. Lo pone en un mismo plano con cualquier escándalo kirchnerista. Desde el lavado de la familia presidencial en Hotesur hasta lo que ahora se sabe de las contrataciones del gobernador Urribarri con el hijo del ministro de Vido y con un responsable de Fútbol para Todos. No importa que las cifras sean diferentes o muy diferentes.
El trabajo de inteligencia oficial ha buscado y busca ese efecto: un empate técnico que inhabilitaría a unos para denunciar las tramas de corrupción del otro. El Gobierno metió en el caso a la procuradora Gils Carbó, con una velocidad que no le es propia al kirchnerismo para lo propio, y a su fiscal preferido Gonella, su fiscal para los mandados.
Macri se kirchnerizó: siguió el protocolo k frente a las denuncias de corrupción:
1) Negar el hecho y atribuirlo a una campaña de desprestigio.
2) Respaldar al funcionario o a los funcionarios denunciados.
3) Declarar que hay que dejar que actúe la Justicia y anunciar que van a colaborar para que actúe la Justicia.
Aunque no tenga responsabilidad directa, Macri tiene una responsabilidad política que no debiera rehuir. El caso de La Usina es un ejemplo de lo que se puede o de lo que no se puede hacer. Renovar la política o dejarla hundida.
Un país cambia con pequeños gestos que cuando se suman son grandes gestos. Acá no hubo suma. Sino resta.
No. No es sólo The Old Fund. También está La Usina, la empresa de Fernando Niembro que tampoco tenía empleados y experiencia y cobró o cobra del gobierno porteño por tareas que no hace: las subcontrata.
Las dos empresas intermediarias han sido beneficiadas mediante asignaciones directas apenas fueron conformadas. Y sin antecendentes de ningún tipo recibieron contratos millonarios. La primera factura que emitió The Old Fund fue para Formosa. La primera factura de La Usina fue para la Ciudad, su único cliente. Todo más oscuro que un tunel.
Eso tan viejo de que le hace una mancha más al tigre funciona: si hubiera sido con el kirchnerismo, los negocios de Niembro nunca habrían llamado demasiado la atención. Pero fueron y son con Cambiemos de Macri, que no cambió la forma de proceder del kirchnerismo y dejó pasar la chance de marcar un cambio.
El affaire Niembro iguala todo para abajo. Lo pone en un mismo plano con cualquier escándalo kirchnerista. Desde el lavado de la familia presidencial en Hotesur hasta lo que ahora se sabe de las contrataciones del gobernador Urribarri con el hijo del ministro de Vido y con un responsable de Fútbol para Todos. No importa que las cifras sean diferentes o muy diferentes.
El trabajo de inteligencia oficial ha buscado y busca ese efecto: un empate técnico que inhabilitaría a unos para denunciar las tramas de corrupción del otro. El Gobierno metió en el caso a la procuradora Gils Carbó, con una velocidad que no le es propia al kirchnerismo para lo propio, y a su fiscal preferido Gonella, su fiscal para los mandados.
Macri se kirchnerizó: siguió el protocolo k frente a las denuncias de corrupción:
1) Negar el hecho y atribuirlo a una campaña de desprestigio.
2) Respaldar al funcionario o a los funcionarios denunciados.
3) Declarar que hay que dejar que actúe la Justicia y anunciar que van a colaborar para que actúe la Justicia.
Aunque no tenga responsabilidad directa, Macri tiene una responsabilidad política que no debiera rehuir. El caso de La Usina es un ejemplo de lo que se puede o de lo que no se puede hacer. Renovar la política o dejarla hundida.
Un país cambia con pequeños gestos que cuando se suman son grandes gestos. Acá no hubo suma. Sino resta.