ECONOMIA › ENTREVISTA A JOSE LUIS ANTUNEZ, TITULAR DE NUCLEOELECTRICA ARGENTINA
Antúnez relata cómo fue la recuperación del sector nuclear en la Argentina y enumera cuáles son los nuevos objetivos luego de la terminación de Atucha II. Sobresalen la extensión de vida de Embalse y la construcción de nuevas plantas.
Por Claudio Scaletta
Desde Viena
La empresa Nucleoeléctrica Argentina SA fue creada en 1994 con el propósito de mantener y operar las dos plantas nucleares existentes por entonces. Pero el objetivo verdadero era privatizar. A partir de 2003 las decisiones estratégicas cambiaron y la señal política fue la recuperación del área nuclear. El primer paso fue terminar Atucha II, hoy Néstor Kirchner, la tercera central nucleoeléctrica. El punto de partida fue la recuperación de las capacidades perdidas en la larga noche neoliberal. En Viena, en el marco de la 59 Asamblea anual de la OIEA, Página/12 dialogó con José Luis Antúnez, presidente de NASA, sobre la nueva etapa.
–¿Qué rol jugó la geopolítica en el abandono del Plan Nuclear en los 90?
–Participé del montaje de Embalse y también de Atucha II entre 1982 y 1987, cuando ya se veía venir la noche que finalmente llegó a partir de 1994. Los intereses de terceros países estuvieron siempre y, a pesar de ello se construyó Atucha I y Embalse. Las decisiones de frenar el desarrollo nuclear fueron internas. Ayudaron varios factores, hubo una pavorosa crisis económica, pero también un cambio de la matriz energética. Loma de la Lata nos hizo creer que éramos la nueva Arabia Saudita del gas. También estuvo el contexto de la época. Se decía que el programa nuclear no servía, que era dispendioso y hasta nos mandaron a lavar los platos.
–Las capacidades tecnológicas presuponen la construcción de know how, un camino desandado en esa década. ¿Cómo se afrontó este problema?
–El punto clave, el pivote, fue terminar Atucha II sin el diseñador original. El sector nuclear argentino no hubiese sido creíble si se declaraba incapaz de terminar una central nuclear. Recordemos que a partir de los 2000 Siemmens desaparece del sector y le vende su área de uranio enriquecido a los franceses. Para eso convocamos a todos los técnicos del país, incluidos aquellos que habían abandonado el sector y nos pusimos a trabajar en un ambicioso plan de recuperación. Podríamos haber llamado a un gran operador internacional y conseguido financiamiento externo, pero decidimos hacer todo nosotros. Un parte del plan fue la recuperación de las capacidades nacionales, sobre todo con el sector tecnológico. Durante la ejecución de la obra hicimos una experiencia interesante. Buscamos jóvenes profesionales, recién graduados o con pocos años de profesión, y los mezclamos con los veteranos. Una transferencia de know how en la que, con una pizca de humor, decíamos que era una extensión de vida para los viejos, y una aceleración del envejecimiento para los jóvenes. Ello nos permitió dos cosas. Entre 2006 y el 3 de junio de 2014, cuando se puso en marcha, terminamos Atucha II sin el diseñador original, un caso único, y conseguimos una transferencia intergeneracional de conocimiento y una recuperación de las capacidades nacionales.
–¿En qué estado se encuentra el proyecto del reactor Carem?
–Hoy NASA está construyendo para la CNEA la parte civil de la parte nuclear. Se trata del primer reactor de diseño íntegramente nacional. Es de uranio enriquecido y agua liviana y es un reactor modular muy interesante para quienes necesitan potencias medianas. Es un producto ideal para su exportación. Y además es estratégico, porque recuerde que la tecnología nuclear vincula a comprador y proveedor por un período muy largo de tiempo.
–¿Cómo imagina la continuidad nuclear con quien gobierne a partir del 11 de diciembre?
–Se hizo algo muy ordenado. En 2006 se propuso un plan de recuperación que se cumplió. Ya en 2009 el segundo plan se presentó en el Congreso y fue votado por abrumadora mayoría. Creo que estamos frente a una política de Estado que cuenta con el apoyo de todos los sectores, imagino que debería continuar.
–¿Qué plan queda para el futuro?
–Ahora ya está casi cerrada toda la financiación para la cuarta central, un proceso que demandó no menos de dos años. Vamos a seguir con la tecnología canadiense y que ya es nuestra. La misma que usamos en Embalse al que ahora le vamos a extender la vida útil por treinta años con menos de la mitad de lo que cuesta una central y donde todas la partes que reemplazamos son nacionales. Tenemos la quinta central que se le comprará a China y se está conversando por una sexta con Rusia.
Antúnez relata cómo fue la recuperación del sector nuclear en la Argentina y enumera cuáles son los nuevos objetivos luego de la terminación de Atucha II. Sobresalen la extensión de vida de Embalse y la construcción de nuevas plantas.
Por Claudio Scaletta
Desde Viena
La empresa Nucleoeléctrica Argentina SA fue creada en 1994 con el propósito de mantener y operar las dos plantas nucleares existentes por entonces. Pero el objetivo verdadero era privatizar. A partir de 2003 las decisiones estratégicas cambiaron y la señal política fue la recuperación del área nuclear. El primer paso fue terminar Atucha II, hoy Néstor Kirchner, la tercera central nucleoeléctrica. El punto de partida fue la recuperación de las capacidades perdidas en la larga noche neoliberal. En Viena, en el marco de la 59 Asamblea anual de la OIEA, Página/12 dialogó con José Luis Antúnez, presidente de NASA, sobre la nueva etapa.
–¿Qué rol jugó la geopolítica en el abandono del Plan Nuclear en los 90?
–Participé del montaje de Embalse y también de Atucha II entre 1982 y 1987, cuando ya se veía venir la noche que finalmente llegó a partir de 1994. Los intereses de terceros países estuvieron siempre y, a pesar de ello se construyó Atucha I y Embalse. Las decisiones de frenar el desarrollo nuclear fueron internas. Ayudaron varios factores, hubo una pavorosa crisis económica, pero también un cambio de la matriz energética. Loma de la Lata nos hizo creer que éramos la nueva Arabia Saudita del gas. También estuvo el contexto de la época. Se decía que el programa nuclear no servía, que era dispendioso y hasta nos mandaron a lavar los platos.
–Las capacidades tecnológicas presuponen la construcción de know how, un camino desandado en esa década. ¿Cómo se afrontó este problema?
–El punto clave, el pivote, fue terminar Atucha II sin el diseñador original. El sector nuclear argentino no hubiese sido creíble si se declaraba incapaz de terminar una central nuclear. Recordemos que a partir de los 2000 Siemmens desaparece del sector y le vende su área de uranio enriquecido a los franceses. Para eso convocamos a todos los técnicos del país, incluidos aquellos que habían abandonado el sector y nos pusimos a trabajar en un ambicioso plan de recuperación. Podríamos haber llamado a un gran operador internacional y conseguido financiamiento externo, pero decidimos hacer todo nosotros. Un parte del plan fue la recuperación de las capacidades nacionales, sobre todo con el sector tecnológico. Durante la ejecución de la obra hicimos una experiencia interesante. Buscamos jóvenes profesionales, recién graduados o con pocos años de profesión, y los mezclamos con los veteranos. Una transferencia de know how en la que, con una pizca de humor, decíamos que era una extensión de vida para los viejos, y una aceleración del envejecimiento para los jóvenes. Ello nos permitió dos cosas. Entre 2006 y el 3 de junio de 2014, cuando se puso en marcha, terminamos Atucha II sin el diseñador original, un caso único, y conseguimos una transferencia intergeneracional de conocimiento y una recuperación de las capacidades nacionales.
–¿En qué estado se encuentra el proyecto del reactor Carem?
–Hoy NASA está construyendo para la CNEA la parte civil de la parte nuclear. Se trata del primer reactor de diseño íntegramente nacional. Es de uranio enriquecido y agua liviana y es un reactor modular muy interesante para quienes necesitan potencias medianas. Es un producto ideal para su exportación. Y además es estratégico, porque recuerde que la tecnología nuclear vincula a comprador y proveedor por un período muy largo de tiempo.
–¿Cómo imagina la continuidad nuclear con quien gobierne a partir del 11 de diciembre?
–Se hizo algo muy ordenado. En 2006 se propuso un plan de recuperación que se cumplió. Ya en 2009 el segundo plan se presentó en el Congreso y fue votado por abrumadora mayoría. Creo que estamos frente a una política de Estado que cuenta con el apoyo de todos los sectores, imagino que debería continuar.
–¿Qué plan queda para el futuro?
–Ahora ya está casi cerrada toda la financiación para la cuarta central, un proceso que demandó no menos de dos años. Vamos a seguir con la tecnología canadiense y que ya es nuestra. La misma que usamos en Embalse al que ahora le vamos a extender la vida útil por treinta años con menos de la mitad de lo que cuesta una central y donde todas la partes que reemplazamos son nacionales. Tenemos la quinta central que se le comprará a China y se está conversando por una sexta con Rusia.
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