Miles de personas se concentraron desde las primeras horas de este domingo en decenas de ciudades de Brasil para participar en una jornada nacional de protesta, en las que será exigida la renuncia o destitución de la presidenta, Dilma Rousseff. Las primeras movilizaciones se han registrado en algunas ciudades del norte y noreste, las regiones más pobres del país, en las que miles de manifestantes han pedido el «fin» del Gobierno de Rousseff y han expresado su apoyo a las investigaciones sobre las corruptelas en la estatal Petrobras, que salpican a medio centenar de políticos.
En Belén, capital del amazónico estado de Pará, uno de los grupos ha desfilado por céntricas avenidas con una suerte de «carroza-cárcel» en la que estaba encerrados muñecos que representaban a Rousseff y a su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, quien está investigado por supuesta corrupción. Las protestas han sido convocadas por grupos de la sociedad civil vinculados a los partidos de oposición, que también han manifestado su respaldo a las movilizaciones.
Según el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), las manifestaciones de este domingo serán el «mayor acto contra el Gobierno de los últimos tiempos» y pueden ser «definitivas» para impulsar el juicio político que la oposición promueve contra Rousseff en el Congreso. Desde primera hora de la mañana también han comenzado a concentrarse miles de personas en Río de Janeiro y Brasilia, aunque la mayor de las protestas se prevé que será por la tarde en Sao Paulo, donde se espera que cientos de miles de manifestantes ocupen la céntrica avenida Paulista.
Rousseff enfrenta una severa crisis política y económica, en un escenario de crecientes inflación y desempleo que han agudizado el malestar social y derrumbado su popularidad, que recientes encuestas han situado en torno al 10%. El descontento ha repercutido en el terreno político, al punto de que este sábado el influyente Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el vicepresidente Michel Temer, dio un primer paso hacia una posible ruptura con el Gobierno.
El PMDB, considerado como el principal partido del país, decidió en una convención nacional que sus afiliados no podrán ocupar nuevos cargos en el Gobierno por un plazo de 30 días, en el que decidirá si permanece en el Ejecutivo o pasa a engrosar las filas opositoras. Rousseff, quien tiene previsto pasar el día en su residencia oficial en Brasilia, reiteró este sábado que el Gobierno garantiza el derecho a las manifestaciones, siempre y cuando sean pacíficas. «Sólo pido que no haya violencia, pero todas las personas tienen derecho a ir a la calle» para manifestarse a favor o en contra del Gobierno, ha declarado.
En Belén, capital del amazónico estado de Pará, uno de los grupos ha desfilado por céntricas avenidas con una suerte de «carroza-cárcel» en la que estaba encerrados muñecos que representaban a Rousseff y a su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, quien está investigado por supuesta corrupción. Las protestas han sido convocadas por grupos de la sociedad civil vinculados a los partidos de oposición, que también han manifestado su respaldo a las movilizaciones.
Según el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), las manifestaciones de este domingo serán el «mayor acto contra el Gobierno de los últimos tiempos» y pueden ser «definitivas» para impulsar el juicio político que la oposición promueve contra Rousseff en el Congreso. Desde primera hora de la mañana también han comenzado a concentrarse miles de personas en Río de Janeiro y Brasilia, aunque la mayor de las protestas se prevé que será por la tarde en Sao Paulo, donde se espera que cientos de miles de manifestantes ocupen la céntrica avenida Paulista.
Rousseff enfrenta una severa crisis política y económica, en un escenario de crecientes inflación y desempleo que han agudizado el malestar social y derrumbado su popularidad, que recientes encuestas han situado en torno al 10%. El descontento ha repercutido en el terreno político, al punto de que este sábado el influyente Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el vicepresidente Michel Temer, dio un primer paso hacia una posible ruptura con el Gobierno.
El PMDB, considerado como el principal partido del país, decidió en una convención nacional que sus afiliados no podrán ocupar nuevos cargos en el Gobierno por un plazo de 30 días, en el que decidirá si permanece en el Ejecutivo o pasa a engrosar las filas opositoras. Rousseff, quien tiene previsto pasar el día en su residencia oficial en Brasilia, reiteró este sábado que el Gobierno garantiza el derecho a las manifestaciones, siempre y cuando sean pacíficas. «Sólo pido que no haya violencia, pero todas las personas tienen derecho a ir a la calle» para manifestarse a favor o en contra del Gobierno, ha declarado.