Mala noticia para Macri: en TV brillan los estatistas y lo acusan de agravar la crisis

El perspicaz economista José Luis Espert se preguntaba en las últimas horas por qué tantas figuras estelares del régimen K son convocadas cada vez más a los talk-shows de la televisión, mientras recordaba el ostracismo de años y años al que fueron condenados durante buena parte de la era K los economistas y dirigentes políticos que defendían las ideas del libre mercado y la menor intervención del Estado en la Economía.
Efectivamente, aquellos profesionales y dirigentes también muchos periodistas fueron en términos generales marginados de los medios masivos desde el estallido de la convertibilidad a fin de 2001 hasta por lo menos la crisis con el campo en 2008. Aunque el verdadero fin del cepo ideológico en la mayoría de los medios llegó curiosamente con otro cepo, el cambiario a fin de 2011. Recién entonces reaparecieron por las radios y la TV todos aquellos que venían siendo demonizados bajos el extraño rótulo de noventistas y tildados despectivamente como neoliberales.
Todo esto se explica en parte porque en la Argentina, como en todo el mundo, los periodistas suelen en su mayoría adherir a ideas de centro izquierda. También a la tendencia a colocarse en posiciones neutras, políticamente correctas, cuando se está frente a una cámara o a un micrófono. Y sin duda también al estatismo de medios durante la era K, donde el Gobierno extorsionaba con la pauta publicitaria oficial a los dueños de las radios y los canales para controlar los contenidos y elencos periodísticos.
En los últimos años, los estudios se llenaron así de periodistas, panelistas y conductores que competían por ver quién hablaba peor de las empresas, quién demonizaba más al mercado o al sector agropecuario, o quién ensalzaba más al Estado interventor y controlador.
Ahora, a tres meses del nuevo Gobierno de Macri, referentes importantes de la era K y ex funcionarios de primer nivel son convocados cada vez más por radios y canales, donde fustigan con la mejor cara de póker al nuevo Gobierno por la inflación, los despidos y la pobreza. Y, por supuesto, defienden a Cristina, el gasto público, el déficit fiscal, el control de cambios y de precios, y la intervención del Estado en la Economía. El relato es el de siempre: que se trata de intervenir para repartir mejor y que haya menos pobres. Ni siquiera lo han modificado ante el fracaso visible y en las urnas del modelo inflacionario y estatista de estos años, con la consecuente multiplicación de la pobreza que se advierte con solo circular por las calles.
Si bien se equivoca totalmente el brillante economista Espert al plantear que las radios y la TV no deberían darle espacio a los ex funcionarios K (sería reclamar una censura, como comerse a los caníbales), su descripción objetiva sobre lo que está pasando en la televisión con el debate político y económico resulta más que interesante. En particular para el futuro económico, a la hora de medir el margen de maniobra que realmente tiene a disposición el gobierno de Mauricio Macri para lidiar exitosamente con la crisis socioeconómica que heredó, y que probablemente se agravó en los últimos meses por el salto inflacionario.
Todavía no está tan claro que el ajuste económico haya terminado ni que haya resultado exitoso para frenar la inflación. Tanto que se postergan aumentos de tarifas y retiros de subsidios en gas y transporte. El acuerdo con los holdouts es un alivio sustantivo, pero apenas un punto de partida. Los dólares que necesita Argentina para empezar a hablar este año suman algo más que 25.000 millones: 15.000 para pagar cash a los holdouts y 10.000 para cancelar servicios de la deuda en dólares vigente, emitida en la era K y performing. Así las cosas, no habrá tanto para financiar el déficit sin emitir generando inflación.
Sin reducción del gasto, el déficit fiscal tiende a agrandarse. Las obligaciones del Gobierno, salarios, jubilaciones y transferencias a provincias están indexadas al 30%. Y ahora también se suma el déficit cuasi fiscal, de los 500 mil millones de pesos indexados al 35% contra el Banco Central vía Letras. Los gastos suben a un ritmo mayor que la recaudación. La devaluación también agravó el déficit por los costos de importación de energía.
Los aliados de Mauricio Macri, sindicatos, gobernadores y Sergio Massa resultan cada vez más caros medidos en exigencias para que aumenten los gastos y bajen los impuestos. No se logró acotar las paritarias.
Por lo visto, además, entrevistadores, entrevistados y cierta parte importante del público siguen fascinados en la TV y en las radios con las opciones facilistas y populistas para enfrentar la crisis. Sigue muy vigente el relato de que la solución siempre viene por mayor o menor intervención del Estado. La reflexión positiva de Ernesto Sanz sobre las supuestas bondades del método Moreno para amedrentar empresarios por los precios revela también por qué estos ex funcionarios tienen tanto éxito ante las cámaras. Y advierte sobre las famosas restricciones políticas que enfrenta Macri para reducir el déficit y resolver de verdad el problema.
Desde luego que no existe una sola razón que explique el fenómeno interesante que describe Espert. Aunque la realidad demuestra que tiene razón. Hombres como Guillermo Moreno, Aníbal Fernández o Axel Kicillof, que mucho tuvieron que ver con la derrota del oficialismo el año pasado y el consecuente triunfo de Macri, descollan ahora en entrevistas televisivas y radiales. (La mayoría se realiza por lo general en los mismos programas, en las mismas radios y en los mismos canales de TV). Pero también se verifica un ingrediente adicional y muy relevante para el análisis: miden muy bien los ex funcionarios K en rating y audiencia. Por eso también los llaman.
Si a partir del segundo trimestre, con los dólares del campo y de capitales financieros por el acuerdo externo, no comienza a detenerse la inflación y a insinuarse algo de reactivación, toda esa fascinación de la TV por los íconos de la era K seguirá en aumento. Se sumarán, como insinúan cada tanto, los peronistas, massistas y dirigentes sindicales a las protestas. Cada vez tendrá menos margen el Presidente para ajustar la economía.
Es cierto que hoy, merced el efecto Espert, a Macri le va mejor en la calle que en la tele. Pero falta mucho. Tiene que llegar con buenas noticias a la elección crucial de 2017 para consolidar su liderazgo. Lo peor que le podría ocurrir es que comience a instalarse en la calle lo que tanto se dice en los medios: que las cosas se agravaron con su gestión y que finalmente, con los estatistas estábamos mejor.

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