La Argentina soñada

Todos sabían que los más de 12.000 millones de dólares de endeudamiento irían a parar a las cuentas de los buitres y ni uno sólo a las reservas del Banco Central. Pero eran pocos los que, como él, confiaban en que el acuerdo iba a provocar la gran afluencia de divisas que día a día le informa Federico Sturzenegger. Es la razón, le explican, de que el dólar haya vuelto a cotizar cerca de cuando se levantó el (mal llamado) cepo.
La caída del dólar ha logrado una carambola muy provechosa. Le permitió al Banco Central reducir considerablemente la tasa de interés, que había llegado a niveles incompatibles con una recuperación económica. Y al mismo tiempo aplacó el traslado a precios que se venía dando antes de que se saliera del default. Pensó que debería reconocerle a Alfonso Prat Gay su acierto en anticipar que en esta segunda mitad del año la economía saldría de la recesión y que la inflación se ubicaría en torno al 1 por ciento mensual. Lo que en marzo parecía una quimera es ahora realidad.
Confianza es una de las palabras que más circula por el mundo de los negocios desde el arreglo con los holdouts. Ya no solo la pronuncia él y sus ministros. Una clara muestra de que la recuperada confianza no es solo doméstica fue la exitosísima colocación del flamante Bonar 2030 de la semana pasada: los inversores demandaron el triple de lo que se ofrecía por un título a quince años, y la tasa de corte apenas superó el 6 por ciento. Todavía no se llegó a lo que pagan para contraer deuda México, Perú o Chile. Pero como siempre dice, lo importante es que cada día mejoremos un poquito.
Llegó a darse el lujo de rechazar una clara insinuación que le acercaron desde Washington para que la normalización de las relaciones con el Fondo Monetario Internacional no se agote en los elogios recibidos y en la aceptación para que ese organismo vuelva a revisar los números según prevé al artículo IV; le hicieron saber que hay crédito disponible.
¿Qué van a decir ahora los artistas que armaron aquel video con los carteles No volvamos al Fondo cuando el Congreso debatía la salida del default? ¿Qué dicen ahora los que en marzo asustaban con que vendría una catarata de juicios de bonistas que habían aceptado peores condiciones que las de Paul Singer? Ni una sola demanda.
No sólo llegan dólares prestados. Todas las semanas se conocen anuncios de inversiones productivas. La agroindustria y la minería son las estrellas del momento. Hay también un boom de proyectos en energía eólica y solar, que buscan aprovechar el potencial y la necesidad que tiene el país de aumentar la provisión de fuentes renovables. Sabe que la industria local se queja de que la ley que establece plazos demasiados cortos para que las empresas reemplacen un porcentaje importante de energías fósiles, por el mayor costo que ello implica y porque los tiempos limitan la posibilidad de desarrollar abastecimiento local. Francisco Cabrera le prometió que va resolver el conflicto, tal como viene resolviendo casi todos.
Hay un muy fuerte interés inversor, local y extranjero, en servicios, pero también alcanza a sectores industriales tradicionales. Ni hablar lo que está ocurriendo con la obra pública, que se puso en marcha a una velocidad que ni él hubiera imaginado. El Plan Belgrano Norte ya está en plena ejecución, con decenas de licitaciones abiertas y hasta un par ya definidas. La duda es, ahora, si hay capacidad suficiente para mantener el ritmo.
Lo mismo en la construcción privada. El asombro que causó en marzo la explosión de ventas que hubo el primer día que Eduardo Constantini ofreció un nuevo loteo en el Nordelta de Escobar, hoy ya no sorprende. La estabilidad del dólar, la caída en el rendimiento de los depósitos, y las líneas de créditos hipotecarios lanzadas por bancos oficiales y privados, reactivaron la inversión en ladrillos y los emprendimientos inmobiliarios. Hace rato que Gerardo Martínez y José Chediak dejaron de protestar.
Aunque todo iría aún mejor si Brasil no estuviera hundido en una seria crisis política y económica, no hay mal que por bien no venga. Le cuentan que parte de los fondos que huyeron de allá vinieron para acá, y que incluso hay un par de compañías que están evaluando mudar sus plantas. Un asesor suyo bromeó con que se trata de un fly to quality.
Se le aparece la imagen de una tapa de The Economist como la que en 2009 ilustró el milagro brasileño con un Cristo Redentor disparado al cielo, pero esta vez con la imagen del Obelisco. Nada descabellado. The Wall Street Journal, Financial Times, y la mayoría de los grandes medios internacionales se ocupan de la resurrección argentina.
Con sus lógicas idas y vueltas, la mayoría de la oposición sigue aportando a la gobernabilidad. Ayudaron en la nueva ley de Ganancias, en la que elimina el IVA a consumos básicos de sectores populares, y en la reforma judicial que creó la figura del arrepentido. Es conciente de que no se trata de patriotismo sino de la táctica política elemental de estar cerca de un gobierno que mantiene una alta aprobación social. Se notó en el festejo del Bicentenario, comparable a lo que sucedió en el 2010. La revolución de la alegría.
También ayuda el kirchnerismo, que sigue a la deriva sin dar pie con bola, y que para mejor, pasea por los canales de televisión a sus peores figuras. Una realidad soñada. Lástima que Antonia entró al cuarto y lo despertó.

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