Un grupo de intelectuales pide «máximo cuidado»
De Beatriz Sarlo a Luis Gusmán, veintiséis intelectuales firmaron e hicieron circular una carta por mail para expresar su preocupación por la situación actual de la Biblioteca Nacional (BN). El llamado de atención «a la comunidad y a las autoridades del Poder Ejecutivo Nacional» surge cuando diferentes actividades de la institución están prácticamente paradas a la espera de la asunción de su nuevo director, Alberto Manguel, en julio, y «en el contexto del despliegue de una política de despidos masivos en el área de Cultura del Estado», según se lee en el comunicado difundido ayer.
Entre los que sumaron su adhesión figuran Rogelio García Lupo, Eduardo Stupía, Maristella Svampa, Noé Jitrik, Christian Ferrer, Roberto Jacoby, Pablo Alabarces, Marcelo Cohen, Roberto Gargarella, Guillermo Roux, Oscar Steimberg y Rafael Filipelli. Además de explicar el valor y la importancia del trabajo realizado por la biblioteca a lo largo de su historia, piden al Gobierno «máximo cuidado y precaución en el tratamiento de una institución que, en los últimos años, no sólo se orientó a preservar, acrecentar, registrar y difundir la memoria impresa de la Nación sino que a la vez fue un espacio de pluralismo y libertad de pensamiento».
Varios de los que firman la carta contaron a LA NACION que la iniciativa surgió a partir de los fuertes rumores de una ola de despidos del personal de la BN que ya habría sido anunciada por las autoridades actuales. Preocupados por la posible pérdida de sus empleos (y ante la suspensión de talleres y otras actividades), buscaron el apoyo de intelectuales de diferentes campos y preferencias políticas.
«En el personal de la Biblioteca Nacional se conjugan habilidades, conocimientos, experiencia y potenciales creativos que no se hallan distribuidos en base a coordenadas de antigüedad en el ingreso o nivel escalafonario, sino que obedecen a los servicios que presta la institución. Desvincular trabajadores a partir de esquemas y cantidades preconcebidas implica una pérdida y un retroceso, que privaría a la Biblioteca de aquellas capacidades. La noción de «exceso de personal» no puede ser formulada al margen de las funciones efectivamente desarrolladas por una organización», dice el correo electrónico que, al pie, suma el aval también de Luisa Valenzuela, Andrea Giunta, Graciela Speranza, Eduardo Grüner, Tununa Mercado y Sylvia Saítta, entre otros.
De Beatriz Sarlo a Luis Gusmán, veintiséis intelectuales firmaron e hicieron circular una carta por mail para expresar su preocupación por la situación actual de la Biblioteca Nacional (BN). El llamado de atención «a la comunidad y a las autoridades del Poder Ejecutivo Nacional» surge cuando diferentes actividades de la institución están prácticamente paradas a la espera de la asunción de su nuevo director, Alberto Manguel, en julio, y «en el contexto del despliegue de una política de despidos masivos en el área de Cultura del Estado», según se lee en el comunicado difundido ayer.
Entre los que sumaron su adhesión figuran Rogelio García Lupo, Eduardo Stupía, Maristella Svampa, Noé Jitrik, Christian Ferrer, Roberto Jacoby, Pablo Alabarces, Marcelo Cohen, Roberto Gargarella, Guillermo Roux, Oscar Steimberg y Rafael Filipelli. Además de explicar el valor y la importancia del trabajo realizado por la biblioteca a lo largo de su historia, piden al Gobierno «máximo cuidado y precaución en el tratamiento de una institución que, en los últimos años, no sólo se orientó a preservar, acrecentar, registrar y difundir la memoria impresa de la Nación sino que a la vez fue un espacio de pluralismo y libertad de pensamiento».
Varios de los que firman la carta contaron a LA NACION que la iniciativa surgió a partir de los fuertes rumores de una ola de despidos del personal de la BN que ya habría sido anunciada por las autoridades actuales. Preocupados por la posible pérdida de sus empleos (y ante la suspensión de talleres y otras actividades), buscaron el apoyo de intelectuales de diferentes campos y preferencias políticas.
«En el personal de la Biblioteca Nacional se conjugan habilidades, conocimientos, experiencia y potenciales creativos que no se hallan distribuidos en base a coordenadas de antigüedad en el ingreso o nivel escalafonario, sino que obedecen a los servicios que presta la institución. Desvincular trabajadores a partir de esquemas y cantidades preconcebidas implica una pérdida y un retroceso, que privaría a la Biblioteca de aquellas capacidades. La noción de «exceso de personal» no puede ser formulada al margen de las funciones efectivamente desarrolladas por una organización», dice el correo electrónico que, al pie, suma el aval también de Luisa Valenzuela, Andrea Giunta, Graciela Speranza, Eduardo Grüner, Tununa Mercado y Sylvia Saítta, entre otros.