El ministro de Energía, Juan José Aranguren, se resiste a dar una fecha precisa cada vez que se lo preguntan, pero tampoco intenta disimular la cercanía de los aumentos de gas, que llegarán en las próximas semanas y se sumarán a las subas en la luz que su cartera dispuso en febrero.
Aranguren respondió ayer varias veces la misma pregunta sobre los ajustes en el gas con una respuesta de molde: «En las próximas semanas», resumió. Lo hizo en el contexto del encuentro de empresarios organizado por Amcham, la cámara de comercio americana en el país, con motivo de la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
A mediados de febrero, el Gobierno manejaba dos fechas del calendario para aplicar los ajustes en el gas: el 1° de marzo o el 1° de abril. No sólo en los despachos públicos, sino que también les había pedido a las empresas del sector, como Metrogas, Gas Natural Fenosa y Camuzzi, que aceleraran los preparativos para comenzar a facturar con los nuevos valores, aunque no les confirmó cuáles serían.
Aranguren no confirmó ayer los aumentos a partir del primer día del mes próximo, pero sí su cercanía. «Esto ya lo hemos hecho con la electricidad. En las próximas semanas va a ocurrir con el gas natural», adelantó el funcionario.
Los aumentos de luz superaron el 500% para el 80% de los clientes. Su impacto se notará en las facturas de éste y el próximo mes. Según Aranguren, en el caso del gas, el impacto de los aumentos, en términos comparativos, debería ser menor debido a que el gobierno de Cristina Kirchner aplicó aumentos en marzo de 2014.
Al igual que en el caso de la electricidad, el Gobierno aplicará una tarifa social para un grupo específico de usuarios. Según el Ministerio de Energía, hasta el momento reciben ese beneficio 2,76 millones de clientes, es decir, más de 11 millones de personas (si se toma en consideración una familia promedio de cuatro integrantes).
Las nuevas facturas serán bimestrales, con un talón de pago mensual. Esa pequeña modificación, que tiene como principal objetivo disminuir el impacto relativo de los aumentos en las erogaciones que harán los usuarios, obligó a las empresas que prestan el servicio a implementar múltiples cambios en su forma de trabajo.
Aunque no se descartan modificaciones de último momento, desde hace tiempo están definidos los grandes números del aumento. Los consumidores residenciales pagarán en promedio unos $ 70 por millón de BTU (la unidad de medida) por el gas mayorista (que en el lenguaje petrolero se denomina «boca de pozo»), 120% por encima del precio actual. En dólares, pasará de poco más de US$ 2 a US$ 4,70.
El impacto de ese aumento en la factura puede variar notablemente según el consumo del usuario. Los números finos recién se verán cuando el Enargas publique los nuevos cuadros tarifarios, una condición necesaria para poner en marcha los aumentos.
En el país hay alrededor de 1300 tarifas distintas de gas para usuarios residenciales, que registrarán un ajuste distinto. Una de las principales variables que se impactarán en los números finales es el hecho de si reciben o no subsidios.
En algunos casos los aumentos superarán el 300%, pero en otros rondarán el 40%. Algunos especulan incluso con que las boletas más altas podrían bajar. También habrá premios para quienes ahorren, como ocurrió en el caso eléctrico.
Junto con las subas a hogares y comercios, habrá ajustes para industrias, estaciones de GNC y las generadoras de electricidad. Según una planilla que tienen las empresas, las bocas de expendio pagarán poco más de $ 50, que representa un incremento cercano al 40%, mientras que el valor para usinas casi se duplicará, hasta cerca de los $ 78.
Aranguren también informó que la semana próxima se publicará la regulación de la ley 27.791, de fomento a las energías renovables. «Es más eficiente que andar quemando hidrocarburos en máquinas obsoletas de baja eficiencia», sostuvo el funcionario. Una parte del financiamiento para esos proyectos provendría de un cargo en la factura de luz, por lo que la energía «verde» también encarecería la boleta.
Aranguren respondió ayer varias veces la misma pregunta sobre los ajustes en el gas con una respuesta de molde: «En las próximas semanas», resumió. Lo hizo en el contexto del encuentro de empresarios organizado por Amcham, la cámara de comercio americana en el país, con motivo de la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
A mediados de febrero, el Gobierno manejaba dos fechas del calendario para aplicar los ajustes en el gas: el 1° de marzo o el 1° de abril. No sólo en los despachos públicos, sino que también les había pedido a las empresas del sector, como Metrogas, Gas Natural Fenosa y Camuzzi, que aceleraran los preparativos para comenzar a facturar con los nuevos valores, aunque no les confirmó cuáles serían.
Aranguren no confirmó ayer los aumentos a partir del primer día del mes próximo, pero sí su cercanía. «Esto ya lo hemos hecho con la electricidad. En las próximas semanas va a ocurrir con el gas natural», adelantó el funcionario.
Los aumentos de luz superaron el 500% para el 80% de los clientes. Su impacto se notará en las facturas de éste y el próximo mes. Según Aranguren, en el caso del gas, el impacto de los aumentos, en términos comparativos, debería ser menor debido a que el gobierno de Cristina Kirchner aplicó aumentos en marzo de 2014.
Al igual que en el caso de la electricidad, el Gobierno aplicará una tarifa social para un grupo específico de usuarios. Según el Ministerio de Energía, hasta el momento reciben ese beneficio 2,76 millones de clientes, es decir, más de 11 millones de personas (si se toma en consideración una familia promedio de cuatro integrantes).
Las nuevas facturas serán bimestrales, con un talón de pago mensual. Esa pequeña modificación, que tiene como principal objetivo disminuir el impacto relativo de los aumentos en las erogaciones que harán los usuarios, obligó a las empresas que prestan el servicio a implementar múltiples cambios en su forma de trabajo.
Aunque no se descartan modificaciones de último momento, desde hace tiempo están definidos los grandes números del aumento. Los consumidores residenciales pagarán en promedio unos $ 70 por millón de BTU (la unidad de medida) por el gas mayorista (que en el lenguaje petrolero se denomina «boca de pozo»), 120% por encima del precio actual. En dólares, pasará de poco más de US$ 2 a US$ 4,70.
El impacto de ese aumento en la factura puede variar notablemente según el consumo del usuario. Los números finos recién se verán cuando el Enargas publique los nuevos cuadros tarifarios, una condición necesaria para poner en marcha los aumentos.
En el país hay alrededor de 1300 tarifas distintas de gas para usuarios residenciales, que registrarán un ajuste distinto. Una de las principales variables que se impactarán en los números finales es el hecho de si reciben o no subsidios.
En algunos casos los aumentos superarán el 300%, pero en otros rondarán el 40%. Algunos especulan incluso con que las boletas más altas podrían bajar. También habrá premios para quienes ahorren, como ocurrió en el caso eléctrico.
Junto con las subas a hogares y comercios, habrá ajustes para industrias, estaciones de GNC y las generadoras de electricidad. Según una planilla que tienen las empresas, las bocas de expendio pagarán poco más de $ 50, que representa un incremento cercano al 40%, mientras que el valor para usinas casi se duplicará, hasta cerca de los $ 78.
Aranguren también informó que la semana próxima se publicará la regulación de la ley 27.791, de fomento a las energías renovables. «Es más eficiente que andar quemando hidrocarburos en máquinas obsoletas de baja eficiencia», sostuvo el funcionario. Una parte del financiamiento para esos proyectos provendría de un cargo en la factura de luz, por lo que la energía «verde» también encarecería la boleta.