Falacias y mentiras. Etiquetas de aquel conflicto que fuera la Vedette del 2008.-

Cuando Eduardo Buzzi, Presidente de Federación Agraria, manifestó en una reunión de dicha entidad que el objetivo del movimiento campestre por esos momentos trasuntaba en “desgastar al gobierno”, se produjo el sinceramiento verbal de lo que muchos de quienes buscábamos el verdadero sentido del movimiento que sacudió durante cuatros meses las estructuras políticas y sociales todas del país, significaba en realidad. Veamos, ahora que el 2008 nos dice adiós, un repaso desde donde se preanunciaban estos abruptos comentarios de los distintos patrones agropecuarios, repasando además acertados comentarios hechos durante el conflicto por aquellos que no se subieron al carro de lo que finalmente fue el Cletazo.

 

En alguna columna escrita en aquellos días por ese gran analista que es Eduardo Aliverti, se decía que aquel era un hecho que no dejaba lugar a medias tintas, del cual se estaba a favor o en contra. También por aquellos días, el mismo periodista expresaba que lo que se veía claramente del conflicto, de indudable raigambre política, era que uno de los actores sinceraba brutalmente su posicionamiento respecto del conflicto mientras que el otro escondía sus verdaderas intenciones. Esos aportes de Aliverti sirven para estructurar lo primero que entronca con aquello que luego sería el sinceramiento de Buzzi. No es que sea criticable que un sector de la economía argentina, máxime de la indiscutible importancia del agrario, tenga la legítima intención de generar un movimiento alternativo dentro del escenario de la política para plantear su modelo de gestión, cualquiera este sea. Pero dado que pugna por un espacio desde el cual se decide la suerte de lo público en general y no ya sectorial, la primera condición a que se debe aspirar es la sinceridad ante esa masa pública. En ese aspecto, “el campo” dejó por demás que desear por varias razones.

La primera razón salta a la vista desde el “cómo” se planteó el escenario de conflicto. La solicitud, de parte del “campo”, de la morigeración de una medida técnica-fiscal que juzgaban incorrecta y mortal para la vida de sus actividades, sin que hubiese detrás de ello ninguna segunda intención política subyacente. Pues bien, aquí hay una falacia enorme y es que una medida fiscal, cómo lo eran las retenciones, no es nunca una política vacía de contenido ideológico. Es la traducción técnica de una decisión filosófica / ideológica determinada de un gobierno, con la cual, se promociona, despromociona, equilibra o re equilibra sectores determinados de determinados de la actividad económica de un país. Esto hace absurdo el argumento de que no hay segundas intenciones detrás de un reclamo cómo el que se planteó después de las medidas implementadas el ya célebre 11M.

 

Tras el anuncio hecho por quien fuera el primer Ministro de Economía de la gestión CFK, Martín Lousteau, las entidades respondieron de modo abrupto, desmedido y dirigiendo el embate contra quien nada tenía que ver con la medida adoptada, esto es, todo el resto de la población. El lock-out que dispusieron atacó no al gobierno directamente, sino a quienes dependen de la libre movilidad de rutas que los campestres atacaron para la circulación de alimentos, en lo más, y para miles de otras actividades productivas luego. Actividades que vieran frenadas las increíbles potencialidades del sostenido crecimiento que hasta allí venía evidenciando la economía argentina. Pagó lo popular, vía hambre e inflación, lo que fue su desmedido y reaccionario capricho.

Y de nuevo, surge la gran mentira. Esta vez desde el lenguaje, aquello que se sostiene desde los medios con carácter de “verdad”, pues la lógica mediática así lo ha dispuesto. Los medios vieron en el conflicto desatado supuestamente tras el discurso de la presidenta del 25 de Marzo y el cacerolazo “espontáneo”, desde obtuvieron el impacto necesario para hacer como han hecho con todos los gobiernos, imponer condiciones desde el poder que otorga estructura la realidad diaria. Con mentiras, prejuicio y discriminación a  flor de piel, los medios distorsionaron el conflicto jugando, ellos supuestamente neutrales, bien a favor del “campo”, para poner contra las cuerdas al recién nacido gobierno de Cristina. Entonces, a aquello que al principio del párrafo calificábamos cómo medidas de las patronales agropecuarias contra la población toda, lo calificarían cómo “Campo – Gobierno”. Tan simplistas como siempre, tan errados cómo nunca. Era lógico de todas formas, son socios de los negocios agrícolas y de las suculentas porciones publicitarias que las exportadoras les aportan religiosamente. Difícil así, practicar periodismo independiente.

Desacreditando lo que era una magnífica oportunidad, tal vez única en mucho tiempo, de que un gobierno popular democráticamente electo interviniera en forma legal en la llamada puja distributiva. A quien era mediador entre dos sectores sociales, lo convirtieron en parte, cargándolo con toda la responsabilidad de acabar el conflicto, apelando a la fórmula que les da éxito desde 1976, des ideólogizar, des politizar, des movilizar, pretender que el pasado no existe para generar una “mesa de diálogo y construcción de consensos”, con sectores vírgenes de ser propio, despojados de ideologías así cómo de su pasado. Con lo cual, en un modelo gris de democracia (cual brillantemente una compañera del blog, Alejandra Varela, puntualizara de Beatriz Sarló, eficaz ideóloga de una estructura de pensamiento bien noventista) en realidad se pusiera de rodillas a las autoridades electas, claudicando de sus principios y de su programa distributivo, a favor de un sector de la economía, de cuya importancia no se duda, pero que bien cierto es que es el mismo que viene triunfando en contiendas similares desde tiempos cuasi prehistóricos en Argentina.

El gobierno, ideólogizado hasta la médula como viene desde 2003 (bien dijo alguna vez Mario Wainfeld, es raro en los K, encontrar alguna aparición ajena de definiciones sobre la política), actuó cómo siempre, a modo de épica revolucionaria, exagerando tal vez, pero poniendo política en lo que es política.

No esta mal que haya quien cómo Sarló, abogue por un modelo de “consensos” (que en realidad no es más que mantener a lo popular ajeno de la política, para beneficiar a determinadas elites). Lo que es inaceptable, es que casi se quiera imponer a un gobierno democrático que opere bajo dicha lógica. Una lógica que no es la suya, que no es la que prometió ni ejerció nunca y que, bien vale la pena repetirlo, fue revalidada en 2007, con otra intérprete, por el voto popular.

Si ese modelo de gestión es el que triunfo, mal podía exigírsele al gobierno que solucionase de otra forma el conflicto con los empresarios de las pampas húmedas.

Todo eso para los medios, sin mencionar el puntazo que se anotaron antes de empezar para con la “gente”, en lo que se vendrá: la discusión por la nueva distribución de los espacios de difusión comunicacional, hoy salvajemente concentrados, lo cual recortaría a grandes emporios multimediáticos suculentas ganancias, además de buena parte de todo el poder del que hoy disponen, “valores” todos que no están dispuestos a resignar.

 

Lo que era una verdadera disputa de clases y por el modelo, y pretendía mostrarse cómo un simple contrapunto por una cuestión técnica, pasó, finalmente, a considerarse cómo una reacción de chacareros “hartos de que les metan las manos en el bolsillo y ver que nada de eso regresa a sus pueblos”.

Finalmente se desnudaba aquello que desde el gobierno se repetía hasta el cansancio: el conflicto era una discusión por el modelo. Porque este gobierno, que no es revolucionario ni mucho menos, intentó cierta diferenciación de esfuerzos a fin de diversificar la matriz productiva distribuyendo mejor las capacidades. Resultó que aquellos que conforman las clases dominantes de siempre, cómo bien señalara Eduardo Gruner, nunca van a aceptar ningún otro modelo que no sea el suyo.

 

Lo patético del caso, es que nadie de la masa advierta una nueva falacia. Aquella que se forma contraponiendo lo que es esta realidad contra lo que se decía: que lo del mito de la oligarquía, que el conflicto no era político, que no se buscaba desestabilizar. Un sector hiper concentrado de la economía, resulta que no es oligarquía. ¿Tan distinto es en el fondo el proyecto del 55 al de hoy de la sociedad Rural? Porque los modos en que lo discuten no son fondo, son forma. ¿No es desestabilizar poner condiciones de lógica operativa a un gobierno democrático? ¿No resigna poder ese gobierno si accede incondicional a los reclamos? Todo parte de una insostenible nueva mentira. El conflicto era político y netamente desestabilizador.

Político, desestabilizador, tanto cómo racista. En esto también jugarían los medios, desoyendo manifestaciones cómo las del en aquel momento vice de la Rural, Hugo Biolcatti “paro de blancos”, pero sí cargando las miras contra el igualmente reprobable “odio a los blancos” de Luis D´Elía. Ríos de tinta escritos en contra de las barbaridades de uno y no del otro, pero con un agravante, la puesta cómo límite de debate de la persona de D´Elía, desoyendo muchas otras sí ciertas cosas que decía: despotricando contra la concentración de medios y lo visiblemente armado de las “espontáneas manifestaciones cívicas” contrarias al gobierno. Esos cacerolazos orquestados desde la posibilidad de los SMS`S y cadenas de mails. Esa organización para politizar con discurso despolitizante, vaya paradoja, nuevamente, asquea por el cinismo de la pretensión de escondimiento. Por avergonzar todo lo que en cuanto a organización atañe, deslegitimando a un gobierno pionero en los menesteres de armado político. Las  barbaridades que se oían en esas marchas “que se vaya  que no robe más esta puta de mierda”, respetuosos sobre todo; “no queremos el castrismo en Argentina”, siempre por civismo nunca por ideología, claro. Está todo en un famoso portal de videos por Internet, no podrán escapar del archivo. “Habla de oligarquía y esos son 3 o 4. Que se deje de pisar a la gente que le va bien”, pero ¿Son  “3 o 4”, o “gente que le va bien a la que no hay que tocar”? “Que se vaya que no robe más”, “No queremos al castrismo en Argentina, váyanse a Cuba”, pero el cacerolazo no era destituyente. Increíble.

Igual que los medios, que los alimentan y les forman opinión, esa gente, “normal y que nadie los trae” traía broncas anteriores contra un gobierno con el que prosperaron, pero a quien no piensan ayudar para que otros corran igual suerte. Odio por la revisión al pasado, odio por lo popular, odio por lo peroncho, odio y mas odio guiaban esos golpes de cacerolas y lo dicho en este párrafo lo confirma. Más falacias, más mentiras, y van…

Curioso tambien que la persona de D´Elía resultase por su cierta brutalidad, un límite, y no así el piquetero rural Alfredo “el quiera lomo que lo pague $ 80 el kg.” De Angelis. Capaz de determinar por sí mismo la suerte de los que transitaban por las rutas, igual de brutal que D´Elía y libre de decir las barbaridades que se le ocurran, gozando del beneplácito de la simpatía que se creó a su alrededor. Fiel exponente también del doble discurso, el hombre que vive de los paros (Botnia y ahora este), capaz de despotricar contra la pastera uruguaya pero de pulverizar nuestras tierras con la soja transgénica.

 

Un conflicto que, orquestado entre falacias y mentiras sostenidas desde lo mediático, deja cómo saldo el penosísimo legado de deslegitimar al estado de actuar como árbitro de intereses sociales. La lógica del Consenso de Washington, impera, está viva. Desde que en este conflicto se discutió que alguien deje de ganar algo para que otros puedan subsistir, se debía advertir que eso traería rispideces. Es entendible. Lo inentendible es la trama social y mediática que se puso del lado de un entramado elitista que los usó y pronto los tirara, cómo han hecho con los tan mencionados pequeños productores. Los supuestos perjudicados de la 125 que sirvieron cómo base de poder de movilización callejera, -y a los que Buzzi calmó con la frase disparador de este post cuando hervían por sentirse los condones de la derecha-, de la que siempre careció la derecha. Si era a ellos a quienes molestaba la resolución, porque ir a por su derogación y no a por las correcciones vía compensaciones que se habían conseguido en diputados al inicio de la discusión parlamentaria, cuando el Cletazo era aún inimaginable. Todo simplemente porque se discutía el destino de una renta extraordinaria, cuya apropiación ya nunca más pertenecerá al estado (¿recuerdan aquello de suspensión por 90 días?, acertó, suspensión para embolsar la renta y después que dios pague). Reclamo de claudicación gubernamental sólo para que todo se calmara.

 

En conclusión, del conflicto me queda una especie de lección. Buena parte de la derrota debe atribuirse a lo que fue la estrategia comunicacional llevada a cabo por el gobierno. Desde ahí, claramente se vio derrotado por el “campo”. Lo cual me lleva a dos puntos a corregir urgentemente para que el proyecto no acabe por sucumbir: La primera, la urgente necesidad de llevar adelante la reforma de la ley de radiodifusión, para acabar con la alineación entre capital y discurso por mera conveniencia mercantil. La segunda, la conveniencia de pasar a estructurar orgánicamente, en forma de movilización, toda la masa de defensores progresistas del proyecto nacional y popular, porque visto está, que los actuales portavoces están cayendo maniatados. No sea cosa que, cómo a la izquierda de lo que hoy tenemos, está la pared, volvamos a caer en un nuevo “fin de las ideologías”, dada la gran masa de derecha real que si existe. De todos nosotros depende, hay que tomarlo en nuestras manos.

 

Pablo Daniel Papini.-

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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10 comentarios en «Falacias y mentiras. Etiquetas de aquel conflicto que fuera la Vedette del 2008.-»

  1. Acá arrancás mal por un problema cronológico.
    El paro agrario durante el conflicto por la 125 no era para desgastar al gobierno, sino para tratar de conseguir una rectificación consensuada. Un sector de la economía compuesto por una amplia gama de actividades y tamaños de empresa, desde pymes unipersonales hasta grandes conglomerados, desde productores puros hasta prestadores de servicios o comerciantes, sintió la 125 como una agresión, como un acto hostil, y protestó como le dieran sus fuerzas.
    La respuesta del gobierno fue un contraatque discursivo pseudoideológico, tratando de darle a la medida un sesgo que no tenía. Las rectificaciones parciales fueron fruto de la medida de fuerza, y unilaterales. Se termina en el parlamento, después de 15 días de paro, un mes de tregua y 45 días más de conflicto intermitenete, un acto masivo en Rosario y una alta pérdida económica para todos los involucrados. Por supuesto que ante el foco del conflicto se sumaron como bichos a la luz toda clase de sectores con cuentas pendientes con el gobierno, desde la oposición derrotada en 2007 hasta grupos urbanos que pedían cualquier cosa, incluso la destitución del gobierno, pero el hecho de que hubiera manifestaciones convocadas por cadenas de SMS no le quita espontaneidad al asunto, porque los mismos SMS no tenían respuesta en muchas circunstancias, y tenían respuesta importante en otras, de acuerdo a la situación y a la actuación del gobierno.
    Se llega, obligado por las defecciones de diputados oficialistas, a un proyecto de ley mucho mejor que la resolución original y sus modificaciones, pero con algunos defectos, uno de ellos insalvable que era la caducidad de las compensaciones al 30 de Octubre de 2008. El proyecto es rechazado por el voto no positivo, a pesar de que el mismo Cleto pidió un cuarto intermedio para modificar el proyecto de tal manera que tuviera más consenso(votos).
    Y llegamos al rechazo, después del cual se su pndió todo diálogo, y se profundizaron las medidas de represalia y venganza desde la OCCA y la Secretaría de comercio interior.
    Ante este panorama, queda claro que las posibilidades de lograr rectificaciones, incluso la normalización del sector, son utópicas, más utópicas cuanto más fuerte se sienta el gobierno.
    Y es en este contexto en que se inscriben las declaraciones de Buzzi, que comparto 100%, no hay solución sin desgastar al gobierno, sin debilitar
    la gestión oficiall y las posibilidades de revanchismo de Nestor Kirchner.
    Pero no es un desgaste destituyente, sino un desgaste 100% dirigido a las elecciones parlamentarias de 2009. O sea un desgaste democrático. Cada punto de menos del 47% obtenido en 2007 es fruto de ese desgaste.

  2. No a los rentistas.
    No a los especuladores.
    No a los golpistas.
    No a los gorilas.
    La tierra para los trabajadores.
    REFORMA AGRARIA YA.

  3. Papini, tu balance peca, una vez más, de ausencia de explicaciones estructurales. El gobierno (proyecto redistributivo) actuó bien y comunicó mal. El campo (un sector hiperconcentrado de la economía: la oligarquía, no?) actuó mal y comunicó bien. Los medios inclinaron la balanza. La conclusión no se hace esperar: hay que modificar urgentemente la ley de radiodifusión; hay que organizár orgánicamente y en forma de movilización a toda la masa de defensores progresistas del proyecto nacional y popular.
    El kirschnerismo enunció desde el comienzo un proyecto capitalista con una economía sustentada principalmente en la ampliación del mercado interno. Suscribiendo, sin decirlo, a la teoría del derrame (incentivar la producción de riqueza y distribuir a través del salario). Intentando con medidas macro que el derrame quede contenido dentro de las fronteras nacionales (el derrame, sin esas medidas, termina fatalmente diluyendose en el ancho mar de la globalización). Para ese proyecto eligió como aliado principal a la gran burguesía industrial. Hasta ahí, no hay objeciones.
    El proyecto era compatible con los intereses de los trabajadores y cualquier sector del empresariado vinculado principalmente al mercado interno. El sector de la producción granaria no encajaba bien tal como estaba con ese proyecto: es un sector que tradicionalmente funciona más como un segmento del mercado mundial que como parte de la economía nacional. No por una perversa orientación ideológica genética sino por el hecho objetivo de que la pampa húmeda siempre estuvo en condiciones de producir más excedentes exportables que lo que podía demandar el mercado interno. La ideología agroexportadora es consecuencia de esa situación estructural y no al revés.
    El segundo elemento a tener en cuenta es que desde hace un par de décadas viene desarrollándose en el sector granario un proceso revolucionario: acelerada transformación de las fuerzas productivas en la frontera de la revolución científico-tecnológica y cambios inéditos en las relaciones de producción. Ese proceso se da objetivamente, pero carece de una representación subjetiva: las direcciones gremiales (sellos vacíos hasta 2 días antes del conflicto) fueron incapaces en sus lecturas y representaciones anacrónicas de darle un discurso adecuado a ese proceso transformador, que fuera más allá de la autosatisfacción narcisista; adelanto que solo los sectores más avanzados de ese proceso de transformación estructural (Grobocopatel, por ejemplo) han sido capaces de formular una visión que articula ese proceso con las necesidades de un proyecto nacional. No solo formularlo sinó comenzar a invertir en esa dirección.
    La articulación necesaria y posible no es otra que cambiar el paradigma de “Argentina granero del mundo” por el paradigma “Argentina proveedora de las góndolas del mundo”; para que éste último paradigma no caiga en restriciones que limiten su potencial hay que cambiar el término “góndolas” por uno que indique una demanda mucho más amplia de bienes industriales que utilizan los granos como materia prima. Esta linea está presente en el discurso del gobierno (más en el cristinismo que en el nestorismo). Pero transitar de un paradigma a otro no es cuestión de discursos y consignas. Hay que liderarlo con programas y políticas coherentes y escalonadas (pensando en un par de décadas). Hay que meter capacidades estatales a interactuar con los actores empresariales. Hay que entender muy bien el proceso estructural que hay en marcha en ese sector de la economía, saber que en contra del cambio de paradigma va a estar el segmento más atrasado y conservador (el famoso “pequeño productor”) y que por lo tanto hace falta política y más política. Y en cuanto al discurso no debe contener ambigüedades (no demasiadas).
    Lo hecho por el gobierno en 5 años se parece muy poco a lo requerido. Ni conocimiento del objeto a transformar, sino un repertorio de prejuicios ideológicos tan anacrónicos como los que sustentan “las 4 entidades”. Ni utilización de las capacidades estatales para intervenir, sino la utilización de solitarios voceros de segunda y tercera linea sin ninguna autoridad y con la única misión visible de entretener a un grupo de dirigentes tan desprovistos de ideas como los representantes del gobierno. En consecuencia ni programas escalonados y coherentes en la dirección necesaria, sino medidas deshilachadas. Un sector económico tratado durante 5 años como un mero sujeto tributario. Sujeto además de cuantas arbitrariedades se le ocurriera inventar en su laboratorio a Moreno (militante, austero y trabajador como pocos, por otra parte) y que siempre tenían el efecto indeseado de favorecer a los verdaderos nucleos concentrados y nunca a los consumidores. Percibiendo, además, que de éstas “políticas” estaban exentos los demás sectores del capitalismo.
    Un combo bien calificado para que fuera creciendo el desconcierrto, el descontento, la bronca. Y que éstos sentimientos fueran sintetizados por la derecha, por las usinas “serviciales”, por los apólogos del modelo “granero del mundo”, ya que el gobierno les hacía el campo orégano. El proceso de acumulación de esa visión pudo ser seguido durante los últimos 3 años en cualquier foro de discusión agropecuaria. Solo al gobierno le faltó un empleado dedicado a leer e interpretar ese proceso en incubación de la crisis. Todos los demás observadores lo veían. La ausencia de ese hipotético empleado se demuestra por la sorpresa del gobierno ante la reacción agraria a la 125. Todo lo que vino después fue retroceder en chancletas producto de lo dicho más arriba: nunca tuvo el gobierno un auténtico proyecto para encarar la cuestión agraria. Obviamente una vez producido el acontecimiento, lo inesperado de que la vaca de fácil ordeñe saliera a las rutas, las distintas oposiciones, todos los que tenían algo que decir contra el gobierno, se colgaron del potente fenómeno y le empezaron a incorporar sus propioas banderas: institucionalidad, federalismo, distribución del poder, distribución de la riqueza (oh, si), basta de robo, etc. La 125 no es el comienzo de nada. Es el resultado obligado de la ausencia de la política y del Estado en una cuestión que lo requería. Puede volver a pasar respecto a otros sectores sociales. La responsabilidad será siempre de la conducción política.
    Creo Papini que hay que arrancar de acá para retomar y cortarla con la infantil lectura que se ha hecho desde el kirschnerismo (incluyendo a Carta Abierta) que no conduce más que a nuevos y más graves errores. Hay, por suerte, algo que me da esperanzas de que a algun nivel del gobierno se empiece a ver la materialidad del problema: entre las últimas medidas para el agro hay una y solo una que apunta en la dirección correcta, y que es la propuesta de feed lots para los teneros de tambo. Si esa medida es dotada de los instrumentos adecuados puede ser el comienzo de la formulación de una política de estado progresista para la cuestión agraria.

    Sombra, en lucha por su identidad.

  4. El primer día es el de los comentarios, y ese día había moderación de los mismos, y papini ausente. Así que esto quedó castrado desde el principo como discusión, Ahora esta abajo y ya es mahiperconvcentrado)rginal.
    Sombra, una de las cosas que me hizo ruido es lo de «sector hiperconvcentrado). Si comparamos al sector agropecuario con cualquier potro sector de la economía argentina, lo que llama la atención es todo lo contrario de tu observación.
    Nadie llega al 1% de la producción. Los «oligarcas2 o grandes productores no son una docena, sino miles. La mayoría del sector esta compuesta por pymes. La concentración esta en los segmentos comerciales (insumos y exportación) pero no en la producción.
    Incluso uno de los problemas de los «Morenos», es que no puede juntar a 10 tipos en una silla y apretarlos para obligarlos a algo. para juntar a una cantidad de productores que signifiquen la mitad de la producción, necesita 4 o 5.000 sillas. Es imposible un acuerdo a la «Moreno» conm esa desconcemtración.

  5. Sombra: Una reflexión sobre el valor agregado.
    A lo largo de décadas de tC diferenciales, retenciones y demás ventajas, no se logró la creación de una industria transformadora digna de nombre. bastaron 15 años con un pequeño diferencial (3%) pero con reglas de juego estables, para que se invirtieran miles de millones de dólares para crear el polo aceitero de Rosario.
    Desde 2002 a la fecha, salvo el remanente de la corriente inversora descripta antes, nadie aprovechó el monstruoso diferencial de retenciones, salvo la industria de biodiesel con inversiones mucho más modestas, y una industria de pollos, con sistemas de «integración» bastante poco modernos, que esconden relaciones laborables bastante poco loables en la tercerización.
    O sea que la inversión necesaria para generar valor agregado no depende de un eterno subsidio del productor, sino de condiciones más generales de desarrollo. La sola presencia y abundancia de materias primas, sin otro subsidio que el que significan los fletes de exportación, debería alcanzar para el desarrollo de una industria transformadora, en la medida que hubiese condiciones y reglas de juego estables para la inversión correspondiente.
    La diatriba a la que se ven expuestos los casos de industrias que ya son maduras como la aceitera, ofician de ferno a este proceso. Y me consta porque estoy asesorando a una consultora que elabora proyectos de esta índole, y se encuentran con el pavor de los inversores ante las cambiantes políticas.

  6. Muchachos: Yo no voy a calificar mal, cómo ustedes a mi, sus comentarios. Cada cosa que escribo la pienso antes por lo cual más que ponerme que escribi sin estructura y no se cuantas cosas más el simple y nunca bien ponderado «no estoy de acuerdo en la idea», era más apropiado. Me parece nomás.

    De lo que me marcaron en cuanto a la idea. A ver, yo siempre escribo en torno a las mimas ideas. La concentración de medios me parece uno de los, sino el más grave problema de la Argentina y que hay que reesructurarlo urgente. En este tema del «campo» en especial, es claro que hay alianzas sociales en juego yo no me chupo el dedo. Aclaro que no tengo un conocimiento profundisimo de lo que es lo agro. Sin embargo si se ver donde se forman alianzas, por que y para que. Y a mi me parece, y creo, que en este caso, se dio una confluencia de fuerzas que quisieron poner de rodillas al gobierno, y no al revés, coincidiendo con lo que alguna vez marcara eduardo Gruner: estos sectores no toleran nada que no sea su propio proyecto. Bueno eso no puede ser. Se marcó en uno de los comentarios de Brasom, que el sector agrario nunca puede sentirse parte de un proyecto nacional y no es por maldad sino por un mero devenir de lo que es su actividad. Bueno eso no se puede aceptar así cómo así. Porque cuando les convino no pagar las deudas al Banco Nación post devaluación 2002 si les vino bien que todo el país fuese solidario con ellos. Pero termina resultando que después de uno de sus mejores períodos de rentabilidad, el de Nestor K, ellos no pueden dejar de ganar algo. Porque era claro que aqui se discutia dejar de ganar y no perder. Eso de que se los trató unicamente cómo sujetos tributarios sin políticas específicas puede deberse a que es indudable de que «anda» mucho mas automáticamente el sector agro que la industria que siempre ha sido mas costoso ponerla en marcha, y si el gobierno decide en ella concentrar sus esfuerzos, es válido.
    Lo que pretendí es demostrar cómo un discurso masticado puede generar falsa conciencia y volcar el resultado para un sector en puja. Fijense cuan ridiculo es esto: se exige al gobierno ser más abierto y aceptar otras posiciones en favor del consenso. Bien, pero: primero, nadie o casi nadie, arrima nada para construir esos cambios. Segundo, cuanto consenso esperan encontrar? Acaso la totalidad de votos de ambas cámaras? Más consenso que en el tema de las AFJP casi imposible, y sin embargo se sigue hablando de la cerrazón del gobierno. Es lógico y normal, es más, debe haber votos en contra de cada proyecto, sino se cae en el pensamiento único. Es decir, los medios terminan pidiendo lo que le critican al gobierno.
    Entonces lo digo desde el problema que el papel de los medios jugó en esto. La distorsión de la realidad. Creo que mayor cantidad de periodistas en contra de este gobierno no ha habido en la historia y eso se puede dar sólo porque este gobierno ha puesto la polñitica en la boca y en las calles de nuevo. Eso no es infantilismo, es realidad y si es infantil en todo caso es el modelo que a mi me gusta. Tener la política en la boca siempre y eso pido en la conclusión, que los que hablamos nos comprometamos, me incluyo, en ofrecer una alternativa de expresión a la gestión política. Nada más. Por eso mencioné, cómo siempre que puedo lo hago, la lógica del Consenso de Washington, porque es característica ideóloga tanto de los medios, que son adoradores de la despolitización, cómo de sectores tíicamente neo liberales cómo los rentistas agrarios: trabajo en negro, trabajo infantil, etc…
    Los modelos grises de acuerdos a la espalda del pueblo no me gustan, la política tiene que significar movilización para mi, pero con propuestas, no con «consensos» que nadie explica y «mesas de diálogo» que luego uno no sabe ni que se dijo ni propuso. Esto, el modelo K, es absolutamente imperfecto, pero lo prefiero mil veces a todo lo otro conocido.
    Sobre lo destituyente, me remito a los diálogos que trascribí de los cacerolazos, cuya no espontaneidad voy a defender a muerte, porque sé que fueron armados y reitero. No está mal armar, por eso me revienta que se niegue la organización. Negarlo es mentira, los «consensos» propuestos cómo diversidad, falacias. A eso apuntaba el texto.

    Gracias igual por las críticas en lo que a mi idea hizo y por la información específica del sector.

  7. Mariano: el TC diferencial es una herramienta que a veces puede ser necesaria y otras veces no. A veces el estímulo a una actividad puede pasar por financiamiento preferencial, por una ley que destraba una linea de desarrollo, por aporte de recursos científico-tecnológicos, o por, como ocurrió en EEUU en los 70 con la industria de la informática, con contratos de compra del Estado. Para mi el TC es un tema secundario, por eso no lo puse en mi comentario. Sí me parece central llegar a definir cual es la forma de llegar a un proyecto del sector que sea articulable con el resto de la economía nacional. Cuando antes se defina, antes vamos a salir de una situación en la que parece que cada parte cree que la única solución es la desaparición de la otra parte.

    Papini: dije que a tu balance del conflicto le faltaba una explicación de lo estructural del mismo. No que a tu texto le faltara estructura. El resto de mi comentario trata de dar mi propia explicación estructural que está en la base del conflicto; y me tomo ese trabajo porque yo también apoyé desde el primer momento éste modelo y lo que hago es señalar sus debilidades con la esperanza de que se corrijan. Las lineas finales de mi comentario en cuanto a cortarla con el infantilismo apunta a todas las posiciones que se arman a partir de que Buzzi dijo tal cosa y De Angelis tal otra. No me perdonaría a mi mismo hacer un análisis del desempeño del gobierno a partir de lo que dijo D’Elía en un momento de calentura.

  8. El TC diferencial no es otra cosa que un subsidio de los productores a los transformadores de materiaprima. Y es el único mecanismo que se les ocurrió a los goibiernos, porque no solo les sale gratis, sino que recaudan guita.
    Estoy en desacuerdo con tu argumento de que el agro uy la agroindustria estan separados del resto de la economía nacional.
    Tiene una diferencia con el sector mercadointernista, que comparte con los sectores industriales más eficientes, que es la necesidad de mantener competitividad con el mercado internacional.
    Esto es fruto, como vos dijiste, del excedente de tierras. Si falláramos en esa competitividad, el 70% de la tierra debería ser abandonada.
    El mercado internacional te tira buenas y malas, como no tenemos como amortiguarlas, nos adaptamos a las malas. Es inaceptable que las buenas se las quiera quedar el Estado.
    Hay sectores industriales que también son competitivos inrternacionalmente, pero por suerte para ellos no sufren el mismo castigo, ni nadie los critica diciendo que son un apéndice de la economía internacional, o algo así.
    La inserción del sector agropecuario en el resto de la economía se va a ver este años de vacas flacas. Y lo tenemos que explotar políticamente por todos los medios para bien de todos.

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