Nunca existió la revolución. Pero de cara al futuro, el sueño de la «pobreza cero» es aún una utopía muy lejana. El descenso en la cantidad de pobres se estancó en los últimos seis años del gobierno de Cristina Kirchner, en 2015 -su último período- creció levemente pese al atraso cambiario, y en los primeros cien días de la presidencia de Mauricio Macri se disparó como consecuencia de la inflación que conllevó la «normalización» de la economía: en el primer trimestre del año 1,4 millones de personas cayeron bajo la línea de pobreza.
Ésas son las principales conclusiones del último documento de la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) presentada ayer, que proyectó que a este mes que comienza hay en el país 13.000.000 de pobres, casi 1,4 millones más de los que había a fines del año pasado. Según el ejercicio a esa misma fecha, hay 2.350.000 de indigentes, unos 350.000 más que a fines de 2015, tras el cambio de mando.
La pobreza terminó 2015 con una leve suba de tres décimas, en un 29%; llegó a marzo -tras la devaluación- a un 34,5%, y tocará en abril -luego de las mejoras en las asignaciones familiares y por hijo, jubilaciones y pensiones- el 32,6 por ciento. Esta cifra no incluyó los últimos incrementos en las tarifas de los servicios públicos. Por otro lado, la indigencia terminó el año pasado alcanzando a 5,3% de la población urbana, llegó al 7% en marzo y este mes estaría en un 6,3 por ciento.
«Hubo un cambio político muy importante y una situación económica que convocan la preocupación de la ciudadanía y también de los que investigamos en ciencias sociales», explicó Agustín Salvia, coordinador e investigador jefe del programa del Observatorio de la Deuda Social para explicar por qué, por primera vez, la universidad cercana al papa Francisco presentaba «simulaciones» hasta el presente, más allá de los estudios de campo sobre los últimos seis años (2010-2015).
«Son preocupaciones académicas y no políticas», se atajó el sociólogo. «Hay una situación económica complicada vinculada al proceso inflacionario y a otros situaciones que hace a la coyuntura», agregó.
«Estos ejercicios -justificó el especialista de la UCA- tienen un alto nivel de riesgo en términos de error pero constituyen un piso de la situación social actual. Hubo importantes aumentos en los niveles de vida y en los bienes alimentarios, y correspondía buscar alguna actualización.»
Según el centro de investigación, la canasta básica alimentaria (CBA) para un adulto llegó a $ 1089 en 2015 y trepó luego a $ 1220 en abril (un alza de 12% en sólo tres meses). Para una familia tipo, pasó de $ 3365 a $ 3769 en el mismo período. La canasta básica total (CBT), en tanto, pasó de $ 2276 a fines del año pasado a $ 2549 a comienzos de este mes (+11,9%). Para una familia tipo pasó de $ 7033 a $ 7877, según la UCA.
«A la luz de la última información estamos subestimando los eventuales aumentos», indicó aludiendo directamente a las subas de las tarifas del transporte, el gas y el agua, y también a los despidos en el Estado.
«Si al menos en el corto plazo no se logra controlar los aumentos de precios en productos y servicios básicos, y reactivarse la demanda del empleo se estará cada vez más lejos de una mejora genuina en la distribución del ingreso y difícilmente podrá revertirse la tendencia ascendente que están registrando las tasas de indigencia y de pobreza urbana», subrayó el documento de la UCA.
A fines de 2015, la pobreza era de 29%, según el estudio. Son tres décimas más que el cierre de 2014 (28,7%). Pero más interesante aún es que se trató de un nivel más alto que el que se registraba en 2010, cuando la cantidad de pobres alcanzaba a un 28,2% de la población urbana.
«No hubo mejoras en términos del bienestar económico de las familias», caracterizó Salvia el período 2010-2015. «El proceso fue distinto dependiendo el ciclo: entre 2010 y 2011 mejoraron sustantivamente los ingresos a pesar de la inflación. Desde ese momento empieza un estancamiento con un aumento inflacionario y los hogares empiezan a perder ingresos, lo que se agravó con la devaluación de 2013», explicó.
«En 2014 se dio una caída importante en el bienestar de los hogares y en 2015 no hay cambios significativos. La mejora de la desigualdad fue raquítica. No hubo mejoras relevantes, sobre todo en el mercado laboral», describió Salvia.
No obstante, el observatorio sí vislumbró un progreso en los niveles de indigencia de los últimos seis años del kirchnerismo. Esto se debió a la intensificación de las transferencias de ingresos. «No hubo cambios sustantivos en el mercado de trabajo. Sí se ampliaron mucho los planes sociales», afirmó el especialista.
En tanto, según el dato multidimensional de pobreza de la UCA, a fines de 2015 un 47,7% de los hogares argentinos tenía una carencia.
El último dato publicado por el Indec fue del segundo semestre de 2013 e indicaba que la pobreza era del 4,7 por ciento. La nueva dirección del organismo lanzará un nuevo índice entre agosto y septiembre de este año.
Un problema que se agrava
Ésas son las principales conclusiones del último documento de la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) presentada ayer, que proyectó que a este mes que comienza hay en el país 13.000.000 de pobres, casi 1,4 millones más de los que había a fines del año pasado. Según el ejercicio a esa misma fecha, hay 2.350.000 de indigentes, unos 350.000 más que a fines de 2015, tras el cambio de mando.
La pobreza terminó 2015 con una leve suba de tres décimas, en un 29%; llegó a marzo -tras la devaluación- a un 34,5%, y tocará en abril -luego de las mejoras en las asignaciones familiares y por hijo, jubilaciones y pensiones- el 32,6 por ciento. Esta cifra no incluyó los últimos incrementos en las tarifas de los servicios públicos. Por otro lado, la indigencia terminó el año pasado alcanzando a 5,3% de la población urbana, llegó al 7% en marzo y este mes estaría en un 6,3 por ciento.
«Hubo un cambio político muy importante y una situación económica que convocan la preocupación de la ciudadanía y también de los que investigamos en ciencias sociales», explicó Agustín Salvia, coordinador e investigador jefe del programa del Observatorio de la Deuda Social para explicar por qué, por primera vez, la universidad cercana al papa Francisco presentaba «simulaciones» hasta el presente, más allá de los estudios de campo sobre los últimos seis años (2010-2015).
«Son preocupaciones académicas y no políticas», se atajó el sociólogo. «Hay una situación económica complicada vinculada al proceso inflacionario y a otros situaciones que hace a la coyuntura», agregó.
«Estos ejercicios -justificó el especialista de la UCA- tienen un alto nivel de riesgo en términos de error pero constituyen un piso de la situación social actual. Hubo importantes aumentos en los niveles de vida y en los bienes alimentarios, y correspondía buscar alguna actualización.»
Según el centro de investigación, la canasta básica alimentaria (CBA) para un adulto llegó a $ 1089 en 2015 y trepó luego a $ 1220 en abril (un alza de 12% en sólo tres meses). Para una familia tipo, pasó de $ 3365 a $ 3769 en el mismo período. La canasta básica total (CBT), en tanto, pasó de $ 2276 a fines del año pasado a $ 2549 a comienzos de este mes (+11,9%). Para una familia tipo pasó de $ 7033 a $ 7877, según la UCA.
«A la luz de la última información estamos subestimando los eventuales aumentos», indicó aludiendo directamente a las subas de las tarifas del transporte, el gas y el agua, y también a los despidos en el Estado.
«Si al menos en el corto plazo no se logra controlar los aumentos de precios en productos y servicios básicos, y reactivarse la demanda del empleo se estará cada vez más lejos de una mejora genuina en la distribución del ingreso y difícilmente podrá revertirse la tendencia ascendente que están registrando las tasas de indigencia y de pobreza urbana», subrayó el documento de la UCA.
A fines de 2015, la pobreza era de 29%, según el estudio. Son tres décimas más que el cierre de 2014 (28,7%). Pero más interesante aún es que se trató de un nivel más alto que el que se registraba en 2010, cuando la cantidad de pobres alcanzaba a un 28,2% de la población urbana.
«No hubo mejoras en términos del bienestar económico de las familias», caracterizó Salvia el período 2010-2015. «El proceso fue distinto dependiendo el ciclo: entre 2010 y 2011 mejoraron sustantivamente los ingresos a pesar de la inflación. Desde ese momento empieza un estancamiento con un aumento inflacionario y los hogares empiezan a perder ingresos, lo que se agravó con la devaluación de 2013», explicó.
«En 2014 se dio una caída importante en el bienestar de los hogares y en 2015 no hay cambios significativos. La mejora de la desigualdad fue raquítica. No hubo mejoras relevantes, sobre todo en el mercado laboral», describió Salvia.
No obstante, el observatorio sí vislumbró un progreso en los niveles de indigencia de los últimos seis años del kirchnerismo. Esto se debió a la intensificación de las transferencias de ingresos. «No hubo cambios sustantivos en el mercado de trabajo. Sí se ampliaron mucho los planes sociales», afirmó el especialista.
En tanto, según el dato multidimensional de pobreza de la UCA, a fines de 2015 un 47,7% de los hogares argentinos tenía una carencia.
El último dato publicado por el Indec fue del segundo semestre de 2013 e indicaba que la pobreza era del 4,7 por ciento. La nueva dirección del organismo lanzará un nuevo índice entre agosto y septiembre de este año.
Un problema que se agrava