El desfile militar como conmemoración o celebración en un Estado tiene sus comienzos en la antigüedad clásica. No sólo sucedía en Grecia, sino también en los imperios de Asia, como el persa y el chino. En el Romano, el desfile de las legiones, tanto tras campañas victoriosas como en actos conmemorativos, tuvo un papel relevante en la construcción de la cultura estatal.
Esta costumbre cultural, que también puede ser denominada rito estatal, se mantuvo en la era cristiana y se transformó en un símbolo en los Estados naciones, siendo por lo general la fiesta nacional la oportunidad para realizar el desfile militar.
En la Francia del siglo XXI, el desfile militar a través de los Campos Elíseos el 14 de julio es un rito estatal permanente, que se mantiene con las mismas características y que no modificó en ninguno de sus detalles ninguno de los gobiernos, ni los socialistas ni los conservadores. En el Reino Unido sucede otro tanto con la «parada militar» que se realiza el primer sábado de junio para celebrar el cumpleaños de la reina. En España ocurre algo similar con el desfile militar del día nacional, que es el 12 de octubre, fecha del descubrimiento de América.
Se trata de un rito vinculado a los valores patrióticos que se realiza también fuera de Occidente. Son los casos de Rusia, China e India, donde se desarrollan desfiles militares de decenas de miles de hombres en sus receptivas fechas nacionales, más allá de sus regímenes políticos y diferentes ideologías.
En América latina es un rito conmemorativo de la independencia desde el siglo XIX. Se destacan las celebraciones que tienen lugar todos los años en Santiago de Chile, Brasilia y México. Ninguno de los cambios políticos que tuvieron lugar en las últimas décadas alteraron en estos países los desfiles, de los que participan más de 10.000 hombres.
La Argentina fue una excepción. Con el restablecimiento de la democracia, en 1983, el desfile militar dejó de ser un rito conmemorativo de la fiesta patria, como lo había sido hasta entonces, más allá de los cambios políticos.
El desfile fue una excepción y se realizaron sólo tres en más de tres décadas. En 1990, en los comienzos del primer gobierno de Carlos Menem, con motivo del 9 de Julio, y tuvo lugar, como era tradicional, en la Avenida del Libertador.
En la presidencia de Fernando de la Rúa, en 2000, se realizó un desfile al conmemorarse el sesquicentenario de la muerte del general San Martín y tuvo lugar en la avenida Santa Fe.
Durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner hubo otro, en 2010, al conmemorarse el Bicentenario de la Revolución de Mayo y se desarrolló en la avenida Nueve de Julio.
Han tenido lugar otros desfiles, aunque de menor magnitud. Algunos de ellos en Tucumán, pero sin el brillo y la simbología de los tres mencionados.
Ahora, frente a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, se hace conveniente y quizás necesario retomar esta tradición. Aun en momentos de dificultades económicas, como ocurrió al conmemorarse el Centenario de la Independencia, en 1916, al interrumpirse el comercio exterior por la Primera Guerra Mundial, se realizó un desfile militar importante en la ciudad de Buenos Aires, presidido por el presidente Victorino de la Plaza.
Que Tucumán sea sede central de la conmemoración del Bicentenario no debe impedir que en la ciudad de Buenos Aires se realice un desfile militar, como también en otras capitales de provincia. Además, retomar la tradición universal de ese tipo de ceremonias resulta coherente con un gobierno que, en poco tiempo, ha dado señales de procurar dar a las Fuerzas Armadas un rol como instituciones centrales del Estado, más allá de las controversias políticas, siendo la unidad nacional uno de los tres objetivos fijados por el presidente Mauricio Macri como prioridades de su gestión.
Esta costumbre cultural, que también puede ser denominada rito estatal, se mantuvo en la era cristiana y se transformó en un símbolo en los Estados naciones, siendo por lo general la fiesta nacional la oportunidad para realizar el desfile militar.
En la Francia del siglo XXI, el desfile militar a través de los Campos Elíseos el 14 de julio es un rito estatal permanente, que se mantiene con las mismas características y que no modificó en ninguno de sus detalles ninguno de los gobiernos, ni los socialistas ni los conservadores. En el Reino Unido sucede otro tanto con la «parada militar» que se realiza el primer sábado de junio para celebrar el cumpleaños de la reina. En España ocurre algo similar con el desfile militar del día nacional, que es el 12 de octubre, fecha del descubrimiento de América.
Se trata de un rito vinculado a los valores patrióticos que se realiza también fuera de Occidente. Son los casos de Rusia, China e India, donde se desarrollan desfiles militares de decenas de miles de hombres en sus receptivas fechas nacionales, más allá de sus regímenes políticos y diferentes ideologías.
En América latina es un rito conmemorativo de la independencia desde el siglo XIX. Se destacan las celebraciones que tienen lugar todos los años en Santiago de Chile, Brasilia y México. Ninguno de los cambios políticos que tuvieron lugar en las últimas décadas alteraron en estos países los desfiles, de los que participan más de 10.000 hombres.
La Argentina fue una excepción. Con el restablecimiento de la democracia, en 1983, el desfile militar dejó de ser un rito conmemorativo de la fiesta patria, como lo había sido hasta entonces, más allá de los cambios políticos.
El desfile fue una excepción y se realizaron sólo tres en más de tres décadas. En 1990, en los comienzos del primer gobierno de Carlos Menem, con motivo del 9 de Julio, y tuvo lugar, como era tradicional, en la Avenida del Libertador.
En la presidencia de Fernando de la Rúa, en 2000, se realizó un desfile al conmemorarse el sesquicentenario de la muerte del general San Martín y tuvo lugar en la avenida Santa Fe.
Durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner hubo otro, en 2010, al conmemorarse el Bicentenario de la Revolución de Mayo y se desarrolló en la avenida Nueve de Julio.
Han tenido lugar otros desfiles, aunque de menor magnitud. Algunos de ellos en Tucumán, pero sin el brillo y la simbología de los tres mencionados.
Ahora, frente a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, se hace conveniente y quizás necesario retomar esta tradición. Aun en momentos de dificultades económicas, como ocurrió al conmemorarse el Centenario de la Independencia, en 1916, al interrumpirse el comercio exterior por la Primera Guerra Mundial, se realizó un desfile militar importante en la ciudad de Buenos Aires, presidido por el presidente Victorino de la Plaza.
Que Tucumán sea sede central de la conmemoración del Bicentenario no debe impedir que en la ciudad de Buenos Aires se realice un desfile militar, como también en otras capitales de provincia. Además, retomar la tradición universal de ese tipo de ceremonias resulta coherente con un gobierno que, en poco tiempo, ha dado señales de procurar dar a las Fuerzas Armadas un rol como instituciones centrales del Estado, más allá de las controversias políticas, siendo la unidad nacional uno de los tres objetivos fijados por el presidente Mauricio Macri como prioridades de su gestión.