El ingreso promedio de los trabajadores registrados ascendió en abril a 17.325 pesos (Shutterstock)
El salario medio registrado se ubicó en el cuarto mes del año en $17.325 en términos brutos, antes de las deducciones de 17% y retención de Ganancias (en ese caso para los superiores a $25.000 los solteros y $30.000 los que declaran cargas de familia) para el promedio de 6,18 millones de trabajadores que aportan parte de sus ingresos al Sistema Integrado Provisional Argentino, para la caja de jubilaciones y obra social, principalmente, los cuales se ocupaban en 6,45 millones de puestos en relación de dependencia.
Según esa serie oficial que hizo pública el Ministerio de Trabajo, el ingreso medio de esa población se elevó en los últimos doce meses 32,3%, cuatro puntos porcentuales más que en la variación de marzo.
Pero esa mejora nominal quedó muy corta en comparación con la suba del 42% que en ese período acusó el índice general de precios al consumidor, vulgarmente conocido como el «costo de vida», donde los aumentos de tarifas de los servicios públicos, principalmente de energía, gas y agua, pero también del transporte, arrastraron al resto de los valores de los bienes y servicios.
Semejante brecha de unos 10 puntos porcentuales se originó en el primer cuatrimestre de 2016, por el efecto arrastre de la unificación del mercado de cambios desde que asumió el Gobierno de Cambiemos, más la eliminación de gran parte de las retenciones a las exportaciones, el señalado acomodamiento de los precios que estaban mayormente congelados de los servicios públicos, en algunos casos por más de 15 años, y en otros tuvieron alzas muy inferiores al 1.400% que tuvo la inflación desde la salida de la convertibilidad a fines de 2001, o del 700% en los últimos nueve años.
Según la Inflación Congreso, porque en el primer cuatrimestre con el «apagón estadístico del Indec» no se difundieron índices oficiales, el incremento del promedio de precios al consumidor fue de 19,6%, casi tres veces más que el 4,8% que experimentaron las remuneraciones.
De ahí surgió un deterioro del poder de compra de los salarios de 12,4%, que lo llevó al peor nivel en siete años. Y en comparación con el pico que había alcanzado en 2012, significó un deterioro de 14,4 por ciento.
La segunda presidencia de Cristina Elisabet Kirchner, en diciembre de 2011, se inició con una economía que había permitido que el poder de compra de los salarios se aproximara al máximo de la década, con un nivel de poco más de 10% por arriba del que tenía dos años antes, y avanzó a 13% de alza respecto de 2009, pero a partir de ahí se inicia un proceso descendente.
El índice de salario real pasó de un pico de 113 puntos en 2012 a 108,3 unidades dos años después y ahora a 96,7 puntos
Antes del año electoral de 2015 la relación entre la variación de los precios y salarios se deterioró en cinco puntos porcentuales, como consecuencia del impacto negativo que sobre la actividad económica provocó el cepo cambiario, porque no sólo se limitó a contener las ventas para turismo, sin éxito, y las importaciones de bienes de consumo prescindible, sino también de insumos y máquinas esenciales para la producción de bienes con incorporación de trabajo argentino, parte de los cuales estaba previsto destinar a la exportación.
Cristina Elisabet Kirchner no escuchó las advertencias de los empresarios del alto costo social que generó el cepo cambiario (Télam)
En 2015, por el clásico gasto de campaña, se revirtió la caída del salario real, y aumentó poco menos 2%, pero careció de bases sólidas.
Por un lado, la tasa de inflación empezó a desacelerarse apreciablemente, y por el otro los salarios empezaron a incrementarse, al generalizarse los acuerdos en negociaciones paritarias para el resto del año y algo más, con puntos de partida de alza de 10 a 20% en mayo y junio, según los casos, y algunos otros aún están en discusión, como el de los prestadores de servicios en la industria del petróleo.
Así, tras haber alcanzado la suba de precios un pico cercano a 7% en abril, en mayo se atenuó en la medición del Indec a 4,2% y para junio el consenso de los estudios privados estimaron una variación entre 2% y 2,5%, y algunos ya arriesgan una tasa del orden de 1,5% en el corriente mes, excluida el alza estacional de los servicios de turismo vinculados con las vacaciones de invierno.
El salario medio registrado se ubicó en el cuarto mes del año en $17.325 en términos brutos, antes de las deducciones de 17% y retención de Ganancias (en ese caso para los superiores a $25.000 los solteros y $30.000 los que declaran cargas de familia) para el promedio de 6,18 millones de trabajadores que aportan parte de sus ingresos al Sistema Integrado Provisional Argentino, para la caja de jubilaciones y obra social, principalmente, los cuales se ocupaban en 6,45 millones de puestos en relación de dependencia.
Según esa serie oficial que hizo pública el Ministerio de Trabajo, el ingreso medio de esa población se elevó en los últimos doce meses 32,3%, cuatro puntos porcentuales más que en la variación de marzo.
Pero esa mejora nominal quedó muy corta en comparación con la suba del 42% que en ese período acusó el índice general de precios al consumidor, vulgarmente conocido como el «costo de vida», donde los aumentos de tarifas de los servicios públicos, principalmente de energía, gas y agua, pero también del transporte, arrastraron al resto de los valores de los bienes y servicios.
Semejante brecha de unos 10 puntos porcentuales se originó en el primer cuatrimestre de 2016, por el efecto arrastre de la unificación del mercado de cambios desde que asumió el Gobierno de Cambiemos, más la eliminación de gran parte de las retenciones a las exportaciones, el señalado acomodamiento de los precios que estaban mayormente congelados de los servicios públicos, en algunos casos por más de 15 años, y en otros tuvieron alzas muy inferiores al 1.400% que tuvo la inflación desde la salida de la convertibilidad a fines de 2001, o del 700% en los últimos nueve años.
Según la Inflación Congreso, porque en el primer cuatrimestre con el «apagón estadístico del Indec» no se difundieron índices oficiales, el incremento del promedio de precios al consumidor fue de 19,6%, casi tres veces más que el 4,8% que experimentaron las remuneraciones.
De ahí surgió un deterioro del poder de compra de los salarios de 12,4%, que lo llevó al peor nivel en siete años. Y en comparación con el pico que había alcanzado en 2012, significó un deterioro de 14,4 por ciento.
La segunda presidencia de Cristina Elisabet Kirchner, en diciembre de 2011, se inició con una economía que había permitido que el poder de compra de los salarios se aproximara al máximo de la década, con un nivel de poco más de 10% por arriba del que tenía dos años antes, y avanzó a 13% de alza respecto de 2009, pero a partir de ahí se inicia un proceso descendente.
El índice de salario real pasó de un pico de 113 puntos en 2012 a 108,3 unidades dos años después y ahora a 96,7 puntos
Antes del año electoral de 2015 la relación entre la variación de los precios y salarios se deterioró en cinco puntos porcentuales, como consecuencia del impacto negativo que sobre la actividad económica provocó el cepo cambiario, porque no sólo se limitó a contener las ventas para turismo, sin éxito, y las importaciones de bienes de consumo prescindible, sino también de insumos y máquinas esenciales para la producción de bienes con incorporación de trabajo argentino, parte de los cuales estaba previsto destinar a la exportación.
Cristina Elisabet Kirchner no escuchó las advertencias de los empresarios del alto costo social que generó el cepo cambiario (Télam)
En 2015, por el clásico gasto de campaña, se revirtió la caída del salario real, y aumentó poco menos 2%, pero careció de bases sólidas.
Por un lado, la tasa de inflación empezó a desacelerarse apreciablemente, y por el otro los salarios empezaron a incrementarse, al generalizarse los acuerdos en negociaciones paritarias para el resto del año y algo más, con puntos de partida de alza de 10 a 20% en mayo y junio, según los casos, y algunos otros aún están en discusión, como el de los prestadores de servicios en la industria del petróleo.
Así, tras haber alcanzado la suba de precios un pico cercano a 7% en abril, en mayo se atenuó en la medición del Indec a 4,2% y para junio el consenso de los estudios privados estimaron una variación entre 2% y 2,5%, y algunos ya arriesgan una tasa del orden de 1,5% en el corriente mes, excluida el alza estacional de los servicios de turismo vinculados con las vacaciones de invierno.