Fácil y sin competencia. Así es como Enrique Ochoa Reza se ha convertido este martes en el nuevo presidente del PRI. A estas alturas de la semana pasada, el funcionario aún explicaba como presidente de la paraestatal Comisión Federal de Electricidad por qué aumentaban las tarifas a pesar de que el Gobierno de Enrique Peña Nieto había prometido anular las subidas. Pocos días después se encuentra dirigiendo el destino de una organización con más de cinco millones de militantes que gobierna 19 de los 32 Estados del país. El ascenso de meteoro de Ochoa no es producto del azar. Su candidatura tuvo el respaldo del presidente y su mano derecha, Luis Videgaray.
Ochoa, de 43 años, tomó protesta en el histórico auditorio Plutarco Elías Calles, en las oficinas centrales del partido en la Ciudad de México. Cobijado por simpatizantes, recibió la constancia que lo acredita como ganador de una contienda en la que fue el candidato único. Solo Hugo Díaz Thome, un exdiputado federal de modesto perfil, osó contravenir los designios de Peña Nieto para buscar la gloria partidista. El presunto caballo negro de la disputa fue rápidamente desechado porque no entregó muestras de respaldos ni copias de su acta de nacimiento.
Ochoa marcó el sello de su mandato, vigente hasta 2019, en su primera alocución como presidente del PRI. Dos palabras fueron repetidas una y otra vez en su media hora de discurso: “crítica y autocrítica”. El ahora dirigente ha prometido visitar los 32 Estados en sus primeros 100 días para escuchar las observaciones de los militantes y hacer un “análisis riguroso para encontrar los errores que llevaron a perder elecciones”. De esta forma, Ochoa hizo referencia a la debacle electoral del cinco de junio, donde la derecha les arrebató siete Estados y obligó a dimitir al entonces presidente Manlio Fabio Beltrones, que manchó su trayectoria de experimentado veterano con la derrota.
Los resultados de la jornada electoral han dado a la derecha bríos en la carrera rumbo a las presidenciales de 2018. Ochoa lo sabe y se ha fijado inmediatamente al PAN como objeto de sus críticas. Por este motivo el presidente del PRI dedicó buena parte de su discurso a defender los logros del actual Gobierno y criticar los resultados de los dos presidentes panistas anteriores. “En los primeros 42 meses de Peña se han creado más de dos millones de empleos, cuatro veces más que en el mismo periodo de los sexenios anteriores juntos”. Habló del crecimiento de la economía, del turismo y del aumento de la inversión extranjera directa. Y también de seguridad. “En el sexenio de Calderón fue todo un desastre. Los delitos que más lastiman aumentaron dolorosamente. Los homicidios crecieron un 84%, los secuestros 94% y las extorsiones 130%”, dijo Ochoa.
El presidente del PRI dejó para el final la corrupción, el espinoso tema que ha dañado la reputación del partido. “Debemos reaccionar y denunciar la corrupción de los Gobiernos emanados de nuestras filas, exigir su fiscalización e incluso su destitución”, dijo Ochoa ante los aplausos de la grada. Las frases podrían tener como destinatarios a los mandatarios de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua. El PRI perdió los tres Estados el 5 de junio y los últimos días de gobierno de Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte transcurren entre revelaciones periodísticas de millonarios desvíos de recursos y acusaciones de corrupción. “Ante la corrupción lo peor es el silencio y la omisión”, dijo Ochoa, quien ha propuesto públicamente impedir que militantes que tengan sospechas de corrupción sean nombrados candidatos en los procesos del futuro.
Ochoa, de 43 años, tomó protesta en el histórico auditorio Plutarco Elías Calles, en las oficinas centrales del partido en la Ciudad de México. Cobijado por simpatizantes, recibió la constancia que lo acredita como ganador de una contienda en la que fue el candidato único. Solo Hugo Díaz Thome, un exdiputado federal de modesto perfil, osó contravenir los designios de Peña Nieto para buscar la gloria partidista. El presunto caballo negro de la disputa fue rápidamente desechado porque no entregó muestras de respaldos ni copias de su acta de nacimiento.
Ochoa marcó el sello de su mandato, vigente hasta 2019, en su primera alocución como presidente del PRI. Dos palabras fueron repetidas una y otra vez en su media hora de discurso: “crítica y autocrítica”. El ahora dirigente ha prometido visitar los 32 Estados en sus primeros 100 días para escuchar las observaciones de los militantes y hacer un “análisis riguroso para encontrar los errores que llevaron a perder elecciones”. De esta forma, Ochoa hizo referencia a la debacle electoral del cinco de junio, donde la derecha les arrebató siete Estados y obligó a dimitir al entonces presidente Manlio Fabio Beltrones, que manchó su trayectoria de experimentado veterano con la derrota.
Los resultados de la jornada electoral han dado a la derecha bríos en la carrera rumbo a las presidenciales de 2018. Ochoa lo sabe y se ha fijado inmediatamente al PAN como objeto de sus críticas. Por este motivo el presidente del PRI dedicó buena parte de su discurso a defender los logros del actual Gobierno y criticar los resultados de los dos presidentes panistas anteriores. “En los primeros 42 meses de Peña se han creado más de dos millones de empleos, cuatro veces más que en el mismo periodo de los sexenios anteriores juntos”. Habló del crecimiento de la economía, del turismo y del aumento de la inversión extranjera directa. Y también de seguridad. “En el sexenio de Calderón fue todo un desastre. Los delitos que más lastiman aumentaron dolorosamente. Los homicidios crecieron un 84%, los secuestros 94% y las extorsiones 130%”, dijo Ochoa.
El presidente del PRI dejó para el final la corrupción, el espinoso tema que ha dañado la reputación del partido. “Debemos reaccionar y denunciar la corrupción de los Gobiernos emanados de nuestras filas, exigir su fiscalización e incluso su destitución”, dijo Ochoa ante los aplausos de la grada. Las frases podrían tener como destinatarios a los mandatarios de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua. El PRI perdió los tres Estados el 5 de junio y los últimos días de gobierno de Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte transcurren entre revelaciones periodísticas de millonarios desvíos de recursos y acusaciones de corrupción. “Ante la corrupción lo peor es el silencio y la omisión”, dijo Ochoa, quien ha propuesto públicamente impedir que militantes que tengan sospechas de corrupción sean nombrados candidatos en los procesos del futuro.