El presidente Mauricio Macri. Foto: Télam
En medio de las tensiones sociales por los aumentos de tarifas y la inflación, el presidente Mauricio Macri ordenó a los ministros que tienen a cargo obras públicas que apuren la ejecución de esos proyectos, para revertir los efectos del estancamiento económico y poder exhibir la gestión en las elecciones legislativas de 2017.
El Presidente recibió la semana última a esos ministros en las reuniones llamadas de «seguimiento de gestión». La orden de acelerar el ritmo fue clara y enfática.
«Mauricio está preocupado porque en los primeros meses del Gobierno hubo que revisar muchos expedientes de obras y ello generó mucha lentitud», confiaron a LA NACION en la Casa Rosada.
Desde que asumió Macri el poder, en diciembre último, los proyectos de obras de infraestructura se dividieron entre los ministros del Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio; de Transportes, Guillermo Dietrich, y de Energía, Juan José Aranguren.
Si bien el Gobierno confía en la llegada de inversiones productivas para crear empleo, en Balcarce 50 admiten que sólo se podrán capitalizar en 2017 por las naturales demoras administrativas de meses hasta incorporar empleos.
Por ello, las grandes apuestas de Macri para recuperar la iniciativa y obtener réditos económicos y electorales pasaron a ser: apurar las obras públicas, bajar la inflación, tener éxito en el blanqueo de capitales y sumar crédito de los organismos internacionales.
El propósito fundamental es crear empleo, frenar la caída de la actividad en septiembre próximo y recuperar el crecimiento luego de octubre. En 2017, apuesta a crecer entre 3% y 4% en el PBI. El martes último Macri se reunió con Frigerio y su equipo de infraestructura. «Pidió que se ejecute el presupuesto en su totalidad y se hagan las obras en tiempo y forma», reveló a LA NACION una fuente del Ministerio del Interior.
Se elaborará una agenda de visitas de Macri para mostrar públicamente el avance de las obras.
El éxito del plan es clave para las elecciones legislativas de octubre de 2017. La Casa Rosada comenzó a desandar un programa de campaña que ayer comenzó con timbreos por los barrios del jefe del Gabinete, Marcos Peña, y varios de sus ministros (ver página 24).
«El nivel de ejecución de los primeros tres meses -diciembre, enero y febrero- fue casi cero», se sinceraron en Interior (ver página 27). Frigerio debió pagar una deuda de $ 9300 millones de 2015, una herencia del ex secretario de Obras Públicas José López, detenido en Ezeiza y acusado de corrupción.
El presupuesto de 2016 para obras de vivienda prevé $ 22.000 millones y en siete meses se ejecutó sólo el 22%, unos $ 4850 millones. Para el resto de obras públicas (cloacas, agua potable, plantas de efluentes, desagües), hay $ 12.500 millones y se ejecutó el 31%, unos $ 3875 millones.
En tiempos normales, a esta altura del año se debería haber ejecutado más del 50 por ciento. «Vamos a llegar a ejecutar todo, e incluso pedir más fondos, porque ahora vamos rápido», aseguran. Por otra parte, Aysa (cloacas y agua potable en el conurbano) ejecutó el 50% de los $ 8000 millones presupuestados. Frigerio quiere elevar en 2017 los fondos para vivienda a $ 25.000 millones y $ 20.000 millones para obras públicas.
Cerca de Macri aseguraron a LA NACION que hubo que reordenar certificados y auditorías de obras, muchas judicializadas. Además, existe una lentitud propia de intendentes recién asumidos con funcionarios inexpertos que se cuidan de firmar los expedientes por temor a juicios futuros.
También Macri le pidió a Aranguren acelerar obras energéticas. El ministro de Energía tiene el mayor atraso por aquellas revisiones de contratos y está aún recalculando los presupuestos. «El mandato de Macri es que hagan las obras pero con todo claro», dijo un allegado a Aranguren. Por ejemplo, el Plan Más Cerca Eléctrico -obras en los barrios- fue cuestionado en más del 90% por una auditoría de la UTN que detectó sobreprecios.
De todos modos, puso en marcha licitaciones de obras de generación eléctrica por 3000 megavatios por $ 45.000 millones. Este verano sumará 600 megas. Y se licitaron obras por $ 27.000 millones para energía eólica, solar y biomasa, que aportarían 1000 megas en un año. Pero el equipo de Aranguren debe revisar y recalcular dos centrales nucleares que recibió sin proyecto ejecutivo; las famosas represas hidroeléctricas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz que estaban flojas de papeles, y dos centrales eléctricas de Enarsa, Barragán y Brigadier López, que están paralizadas al 50 por ciento.
Por otra parte, el jueves último Macri se reunió con Dietrich y su equipo de Transportes, que comenzó a aplicar el presupuesto a un ambicioso plan de obras viales. Se repasaron objetivos, plazos, fondos y una agenda de visitas con avances de obras. Pese a que Macri apura el ritmo, cerca de Dietrich aseguran que «ya hay fuertes avances», aunque todavía no hay datos de ejecución de las nuevas rutas. La promesa son 2800 kilómetros de autopistas para 2019.
En medio de las tensiones sociales por los aumentos de tarifas y la inflación, el presidente Mauricio Macri ordenó a los ministros que tienen a cargo obras públicas que apuren la ejecución de esos proyectos, para revertir los efectos del estancamiento económico y poder exhibir la gestión en las elecciones legislativas de 2017.
El Presidente recibió la semana última a esos ministros en las reuniones llamadas de «seguimiento de gestión». La orden de acelerar el ritmo fue clara y enfática.
«Mauricio está preocupado porque en los primeros meses del Gobierno hubo que revisar muchos expedientes de obras y ello generó mucha lentitud», confiaron a LA NACION en la Casa Rosada.
Desde que asumió Macri el poder, en diciembre último, los proyectos de obras de infraestructura se dividieron entre los ministros del Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio; de Transportes, Guillermo Dietrich, y de Energía, Juan José Aranguren.
Si bien el Gobierno confía en la llegada de inversiones productivas para crear empleo, en Balcarce 50 admiten que sólo se podrán capitalizar en 2017 por las naturales demoras administrativas de meses hasta incorporar empleos.
Por ello, las grandes apuestas de Macri para recuperar la iniciativa y obtener réditos económicos y electorales pasaron a ser: apurar las obras públicas, bajar la inflación, tener éxito en el blanqueo de capitales y sumar crédito de los organismos internacionales.
El propósito fundamental es crear empleo, frenar la caída de la actividad en septiembre próximo y recuperar el crecimiento luego de octubre. En 2017, apuesta a crecer entre 3% y 4% en el PBI. El martes último Macri se reunió con Frigerio y su equipo de infraestructura. «Pidió que se ejecute el presupuesto en su totalidad y se hagan las obras en tiempo y forma», reveló a LA NACION una fuente del Ministerio del Interior.
Se elaborará una agenda de visitas de Macri para mostrar públicamente el avance de las obras.
El éxito del plan es clave para las elecciones legislativas de octubre de 2017. La Casa Rosada comenzó a desandar un programa de campaña que ayer comenzó con timbreos por los barrios del jefe del Gabinete, Marcos Peña, y varios de sus ministros (ver página 24).
«El nivel de ejecución de los primeros tres meses -diciembre, enero y febrero- fue casi cero», se sinceraron en Interior (ver página 27). Frigerio debió pagar una deuda de $ 9300 millones de 2015, una herencia del ex secretario de Obras Públicas José López, detenido en Ezeiza y acusado de corrupción.
El presupuesto de 2016 para obras de vivienda prevé $ 22.000 millones y en siete meses se ejecutó sólo el 22%, unos $ 4850 millones. Para el resto de obras públicas (cloacas, agua potable, plantas de efluentes, desagües), hay $ 12.500 millones y se ejecutó el 31%, unos $ 3875 millones.
En tiempos normales, a esta altura del año se debería haber ejecutado más del 50 por ciento. «Vamos a llegar a ejecutar todo, e incluso pedir más fondos, porque ahora vamos rápido», aseguran. Por otra parte, Aysa (cloacas y agua potable en el conurbano) ejecutó el 50% de los $ 8000 millones presupuestados. Frigerio quiere elevar en 2017 los fondos para vivienda a $ 25.000 millones y $ 20.000 millones para obras públicas.
Cerca de Macri aseguraron a LA NACION que hubo que reordenar certificados y auditorías de obras, muchas judicializadas. Además, existe una lentitud propia de intendentes recién asumidos con funcionarios inexpertos que se cuidan de firmar los expedientes por temor a juicios futuros.
También Macri le pidió a Aranguren acelerar obras energéticas. El ministro de Energía tiene el mayor atraso por aquellas revisiones de contratos y está aún recalculando los presupuestos. «El mandato de Macri es que hagan las obras pero con todo claro», dijo un allegado a Aranguren. Por ejemplo, el Plan Más Cerca Eléctrico -obras en los barrios- fue cuestionado en más del 90% por una auditoría de la UTN que detectó sobreprecios.
De todos modos, puso en marcha licitaciones de obras de generación eléctrica por 3000 megavatios por $ 45.000 millones. Este verano sumará 600 megas. Y se licitaron obras por $ 27.000 millones para energía eólica, solar y biomasa, que aportarían 1000 megas en un año. Pero el equipo de Aranguren debe revisar y recalcular dos centrales nucleares que recibió sin proyecto ejecutivo; las famosas represas hidroeléctricas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz que estaban flojas de papeles, y dos centrales eléctricas de Enarsa, Barragán y Brigadier López, que están paralizadas al 50 por ciento.
Por otra parte, el jueves último Macri se reunió con Dietrich y su equipo de Transportes, que comenzó a aplicar el presupuesto a un ambicioso plan de obras viales. Se repasaron objetivos, plazos, fondos y una agenda de visitas con avances de obras. Pese a que Macri apura el ritmo, cerca de Dietrich aseguran que «ya hay fuertes avances», aunque todavía no hay datos de ejecución de las nuevas rutas. La promesa son 2800 kilómetros de autopistas para 2019.