Para Beto Casella, la imitación que hacen en ShowMatch del presidente Mauricio Macri es «peor que cuatro editoriales juntos». Muchos en las redes sociales piensan igual y le hacen bullying a Marcelo Tinelli con hashs muy poco amistosos (#TinelliMercenarioK y otros aún más difamantes), algunos de los cuales hasta llegaron a ser trend topic.
Los ultras del macrismo en la Web -espontáneos y coordinados, aunque no desde el Gobierno, si hay que creerle al jefe de Gabinete Marcos Peña que lo llamó para desmentirle esa versión- temen que la caricatura de Macri en el programa horade su gobernabilidad.
Es que les viene un feo déjà vu de la imitación que hizo Freddy Villarreal de Fernando de la Rúa cuando era presidente y que muchos piensan que contribuyó a hacerlo caer en diciembre de 2001. Ahora, Villarreal compone a un Macri con bufanda, al que no se le entiende bien cuando habla, que puede aparecer en remera, y hasta con los pantalones bajos, para decir que no se puede andar así y al que le cae encima una nevada, todas cargadas en torno de la cruzada que el Presidente de verdad ha emprendido para convencer a los argentinos de ahorrar gas. Al menos, Macri y su ministro de Cultura, Pablo Avelluto, han tomado con humor esa caracterización. Pero, por de pronto, el clon de Juliana Awada seguirá stand by por ahora, no sea cosa que los fans ultra M se enojen todavía más.
A Tinelli también le asestaron un doloroso «game over» en otro tema que le interesaba mucho y en el que no pudo avanzar: el fútbol. Venía con varios goles a favor de su amado San Lorenzo, pero en cuanto aspiró a más -primero a presidir la AFA; luego a ser cabeza de la ahora freezada Superliga-, la cancha se le puso brava: recibió unas cuantas patadas y hasta algunos escupitajos desde las tribunas.
Los conspiradores profesionales ven un trasfondo político. Pero también se sumó algo más futbolero: resultó como un partido sin reglas en el barro de un potrero entre bosteros (Angelici como habilidoso que se abre paso a puro foul y el mismísimo Macri como discreto DT) contra un seleccionado de cuervos (Tinelli) y diablillos (Moyano). La «mitad más uno» terminó disciplinando a sus díscolos adversarios y ahora, tanto el líder cegetista como el animador televisivo, quedaron humillados y fuera de juego. Tinelli no sólo tiró la toalla en su pelea mayor, sino que hasta no sería raro que a fin de año resigne seguir perteneciendo a la alta dirigencia futbolística del club de sus amores y se conforme con replegarse al menos disputado básquet.
Todo forma parte de una misma tenue pero persistente lluvia ácida que comenzó a caer sobre su cabeza. Hasta Clarín registra esa mala racha con cierta malicia. Paralelamente, el rating de su programa se volvió taquicárdico ante el fuerte embate que le oponen desde Telefé la telenovela brasileña Moisés y los 10 mandamientos, y la tira local Educando a Nina, más el piso magro que a veces recibe de Los ricos no piden permiso. ¿Influyen también las ásperas campañas de desprestigio en su contra? Difícil de medir ese factor.
Tinelli preferiría en 2017 salir al aire sólo con dos galas semanales en un big show reforzado. También explora con intensidad otras plataformas porque es consciente de que ser el músico principal de la orquesta del Titanic no lo salva del iceberg con el que hace rato se estrelló la TV convencional y ya piensa en otros novedosos medios emergentes para saltar a tiempo antes del hundimiento final.
Sobre llovido, mojado: el lunes, Eduardo Feinmann disparó desde Animales sueltos que Tinelli sería citado a indagatoria por las cargas sociales que adeuda Ideas del Sur. El conductor de ShowMatch, que vendió hace tres meses el 19% que le quedaba de su productora a Cristóbal López y ahora es sólo su gerente artístico, no recibió ninguna citación judicial. Ideas, de todos modos, se habría acogido al plan de pagos de deudas impositivas para la industria audiovisual, dispuesto por el gobierno anterior y sostenido por éste.
Se le endilga a Tinelli haber sido funcional al kirchnerismo: en 2003 ganó la licencia de Radio del Plata, Néstor Kirchner recibió en la Casa Rosada a Villarreal disfrazado de De la Rúa, y a cambio de un polideportivo y la rei- nauguración de un cine para su Bolívar natal, se sacó fotos y confraternizó con los capitostes del régimen anterior. Hasta accedió a que Daniel Scioli cerrara su campaña presidencial en ShowMatch, lo que irritó a Macri. Igual, el Presidente no descarta volver en algún momento por el programa. Sus tajantes declaraciones a Joaquín Morales Solá, en esta misma edición, no permiten suponer que será pronto.
En realidad, la relación de Tinelli con el kirchnerismo fue más bien ambivalente y cautelosa, con intermitencias y mutuas desconfianzas. Con Néstor Kirchner tuvo buena relación aunque al ex presidente no le gustó que le jugara de igual a igual la pulseada por tenerlo en su programa en plena campaña electoral de 2009 y menos le perdonó que catapultara al conocimiento popular a Francisco de Narváez con una imitación que fue sensación.
Con Cristina Fernández se prodigaron recíproca indiferencia y tras ser ilusionado por un rato con que iba a gerenciar Fútbol para Todos, fue eyectado sin contemplaciones en el verano de 2014. Pero ahora sintió más fuerte la nueva expulsión y por eso tiende a consider a aquéllos «bebes de pecho» comparados con los actuales dueños de la pelota.
Los ultras del macrismo en la Web -espontáneos y coordinados, aunque no desde el Gobierno, si hay que creerle al jefe de Gabinete Marcos Peña que lo llamó para desmentirle esa versión- temen que la caricatura de Macri en el programa horade su gobernabilidad.
Es que les viene un feo déjà vu de la imitación que hizo Freddy Villarreal de Fernando de la Rúa cuando era presidente y que muchos piensan que contribuyó a hacerlo caer en diciembre de 2001. Ahora, Villarreal compone a un Macri con bufanda, al que no se le entiende bien cuando habla, que puede aparecer en remera, y hasta con los pantalones bajos, para decir que no se puede andar así y al que le cae encima una nevada, todas cargadas en torno de la cruzada que el Presidente de verdad ha emprendido para convencer a los argentinos de ahorrar gas. Al menos, Macri y su ministro de Cultura, Pablo Avelluto, han tomado con humor esa caracterización. Pero, por de pronto, el clon de Juliana Awada seguirá stand by por ahora, no sea cosa que los fans ultra M se enojen todavía más.
A Tinelli también le asestaron un doloroso «game over» en otro tema que le interesaba mucho y en el que no pudo avanzar: el fútbol. Venía con varios goles a favor de su amado San Lorenzo, pero en cuanto aspiró a más -primero a presidir la AFA; luego a ser cabeza de la ahora freezada Superliga-, la cancha se le puso brava: recibió unas cuantas patadas y hasta algunos escupitajos desde las tribunas.
Los conspiradores profesionales ven un trasfondo político. Pero también se sumó algo más futbolero: resultó como un partido sin reglas en el barro de un potrero entre bosteros (Angelici como habilidoso que se abre paso a puro foul y el mismísimo Macri como discreto DT) contra un seleccionado de cuervos (Tinelli) y diablillos (Moyano). La «mitad más uno» terminó disciplinando a sus díscolos adversarios y ahora, tanto el líder cegetista como el animador televisivo, quedaron humillados y fuera de juego. Tinelli no sólo tiró la toalla en su pelea mayor, sino que hasta no sería raro que a fin de año resigne seguir perteneciendo a la alta dirigencia futbolística del club de sus amores y se conforme con replegarse al menos disputado básquet.
Todo forma parte de una misma tenue pero persistente lluvia ácida que comenzó a caer sobre su cabeza. Hasta Clarín registra esa mala racha con cierta malicia. Paralelamente, el rating de su programa se volvió taquicárdico ante el fuerte embate que le oponen desde Telefé la telenovela brasileña Moisés y los 10 mandamientos, y la tira local Educando a Nina, más el piso magro que a veces recibe de Los ricos no piden permiso. ¿Influyen también las ásperas campañas de desprestigio en su contra? Difícil de medir ese factor.
Tinelli preferiría en 2017 salir al aire sólo con dos galas semanales en un big show reforzado. También explora con intensidad otras plataformas porque es consciente de que ser el músico principal de la orquesta del Titanic no lo salva del iceberg con el que hace rato se estrelló la TV convencional y ya piensa en otros novedosos medios emergentes para saltar a tiempo antes del hundimiento final.
Sobre llovido, mojado: el lunes, Eduardo Feinmann disparó desde Animales sueltos que Tinelli sería citado a indagatoria por las cargas sociales que adeuda Ideas del Sur. El conductor de ShowMatch, que vendió hace tres meses el 19% que le quedaba de su productora a Cristóbal López y ahora es sólo su gerente artístico, no recibió ninguna citación judicial. Ideas, de todos modos, se habría acogido al plan de pagos de deudas impositivas para la industria audiovisual, dispuesto por el gobierno anterior y sostenido por éste.
Se le endilga a Tinelli haber sido funcional al kirchnerismo: en 2003 ganó la licencia de Radio del Plata, Néstor Kirchner recibió en la Casa Rosada a Villarreal disfrazado de De la Rúa, y a cambio de un polideportivo y la rei- nauguración de un cine para su Bolívar natal, se sacó fotos y confraternizó con los capitostes del régimen anterior. Hasta accedió a que Daniel Scioli cerrara su campaña presidencial en ShowMatch, lo que irritó a Macri. Igual, el Presidente no descarta volver en algún momento por el programa. Sus tajantes declaraciones a Joaquín Morales Solá, en esta misma edición, no permiten suponer que será pronto.
En realidad, la relación de Tinelli con el kirchnerismo fue más bien ambivalente y cautelosa, con intermitencias y mutuas desconfianzas. Con Néstor Kirchner tuvo buena relación aunque al ex presidente no le gustó que le jugara de igual a igual la pulseada por tenerlo en su programa en plena campaña electoral de 2009 y menos le perdonó que catapultara al conocimiento popular a Francisco de Narváez con una imitación que fue sensación.
Con Cristina Fernández se prodigaron recíproca indiferencia y tras ser ilusionado por un rato con que iba a gerenciar Fútbol para Todos, fue eyectado sin contemplaciones en el verano de 2014. Pero ahora sintió más fuerte la nueva expulsión y por eso tiende a consider a aquéllos «bebes de pecho» comparados con los actuales dueños de la pelota.