Crédito: Arturo Chomyszyn
Así lo sostuvo la presidenta de la Fundación Vía Libre, Beatriz Busaniche. Efectivamente son pocos los países que utilizan alguna forma de voto electrónico en sus elecciones nacionales. En algunas naciones, como Alemania, se implementó y luego se descartó.
La reforma electoral que presentó el Poder Ejecutivo “desconoce el estado del arte global en relación a la incorporación de tecnologías de votación y equivoca el rumbo para la solución de los problemas”, sostuvo la presidenta de la Fundación Via Libre, Beatriz Busaniche, en una columna de opinión publicada en el diario Clarín. Al respecto, ejemplificó: “Entre los 20 países que lideran el ranking de desarrollo humano de la ONU, sólo Estados Unidos utiliza parcialmente alguna forma de voto electrónico”.
El Índice de Desarrollo Humano mide la calidad de vida de las personas de un país a través de factores como la educación, los ingresos y la salud, a partir de lo que se elabora un ranking descendente. El informe de 2015 ubica en los primeros 20 lugares a los siguientes países: Noruega, Australia, Suiza, Dinamarca, Holanda, Alemania, Irlanda, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Singapur, Hong Kong (China), Liechtenstein, Suecia, Reino Unido, Islandia, Corea del Sur, Israel, Luxemburgo y Japón.
Del listado, en ninguno de los casos se utiliza el voto electrónico para las elecciones nacionales, a excepción de ciertos distritos dentro de los Estados Unidos, en línea con la frase de Busaniche. En algunos estados de ese país, como Carolina del Norte, se utiliza un sistema por el que se vota directamente en una computadora (llamado DRE, por sus siglas en inglés), mientras que en un tercio de los distritos electorales usan lectores ópticos para boletas en papel, como señala el Instituto Smithsoniano, un centro de investigación estadounidense.
Fuera del caso parcial de Estados Unidos, solo implementaron el voto electrónico en alguna de sus formas y grados de implementación para elecciones nacionales Bélgica, Brasil, Estonia, Filipinas, India y Venezuela, de acuerdo con un relevamiento del Gobierno Vasco. “No sólo se trata de un fenómeno acotado a nivel mundial, sino también muy reciente. Por ejemplo, Brasil fue el primero de todos estos países en completar una elección a nivel nacional con voto electrónico en 2002”, señaló a Chequeado la investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Conicet, María Inés Tula.
La situación difiere en el resto de los países de la lista. En lugares como Canadá se utilizan formas de voto electrónico a nivel municipal y en Suiza algunos cantones (entes políticos) habilitan a quienes viven en el exterior a sufragar online. En cambio, en Alemania, Holanda, Irlanda y el Reino Unido directamente se prohibió o descartó esta modalidad luego de experiencias fallidas.
En Alemania, “el Tribunal Constitucional dictaminó que la tecnología utilizada en la votación de 2005 no se adecuaba a los requisitos establecidos por la ley electoral y la Constitución porque no permitían la fiscalización por parte de los ciudadanos”, explicó a este medio María Page, coordinadora del programa de Instituciones Políticas del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
“En Europa y América Latina vienen practicando pruebas piloto desde hace muchos años en diferentes niveles y ámbitos”, repasó Tula, quien agregó que entre los motivos por los que no se terminó de implantar en muchos lugares se puede mencionar “el conocimiento sobre fallas en la seguridad y la imposibilidad de compatibilizarlo con la exigencia de una mayor transparencia”, además de la cuestión económica.
Las distintas especialistas consultadas coincidieron en que la tendencia en el mundo es utilizar una boleta única en papel, un formato que entre otras cosas garantiza la presencia de todos los candidatos y así soluciona el problema del robo de boletas. “Esa es incluso la solución propuesta en Estados Unidos frente a la preocupación sobre la posibilidad de hackeo de los sistemas de votación en la próxima elección”, respondió a este sitio Delia Ferreira Rubio, doctora en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en temas de transparencia.
En la Argentina, las provincias que implementaron distintas modalidades de boleta única en papel son Córdoba y Santa Fe.
Desde el sector de Prensa de la Secretaría de Asuntos Políticos e Institucionales de la Nación, oficina liderada por Adrián Pérez y que impulsa la reforma política, sostuvieron a Chequeado que “no se discute un voto electrónico” sino que es un “híbrido”, ya que si bien se vota en una pantalla, ese sufragio queda impreso en un papel.
Según Ferreira Rubio, “no tiene sentido en aras de una supuesta modernidad adoptar un sistema si es vulnerable, si es posible hackearlo, si se puede manipular el software de emisión, conteo o totalización de los votos, si no se puede garantizar el secreto del voto que hace a la libertad del elector”.
“Cambiar la forma de votar, como cualquier otro elemento del sistema electoral, es una decisión política en la que cada sistema político sopesa ventajas y desventajas”, sostiene en un documento sobre el voto electrónico Julia Pomares, doctora en Ciencia Política por la London School of Economics y directora ejecutiva de Cippec, quien concluye que cada dirigencia decide la forma de votar más adecuada porque “no hay nada inexorable o natural”.
Así lo sostuvo la presidenta de la Fundación Vía Libre, Beatriz Busaniche. Efectivamente son pocos los países que utilizan alguna forma de voto electrónico en sus elecciones nacionales. En algunas naciones, como Alemania, se implementó y luego se descartó.
La reforma electoral que presentó el Poder Ejecutivo “desconoce el estado del arte global en relación a la incorporación de tecnologías de votación y equivoca el rumbo para la solución de los problemas”, sostuvo la presidenta de la Fundación Via Libre, Beatriz Busaniche, en una columna de opinión publicada en el diario Clarín. Al respecto, ejemplificó: “Entre los 20 países que lideran el ranking de desarrollo humano de la ONU, sólo Estados Unidos utiliza parcialmente alguna forma de voto electrónico”.
El Índice de Desarrollo Humano mide la calidad de vida de las personas de un país a través de factores como la educación, los ingresos y la salud, a partir de lo que se elabora un ranking descendente. El informe de 2015 ubica en los primeros 20 lugares a los siguientes países: Noruega, Australia, Suiza, Dinamarca, Holanda, Alemania, Irlanda, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Singapur, Hong Kong (China), Liechtenstein, Suecia, Reino Unido, Islandia, Corea del Sur, Israel, Luxemburgo y Japón.
Del listado, en ninguno de los casos se utiliza el voto electrónico para las elecciones nacionales, a excepción de ciertos distritos dentro de los Estados Unidos, en línea con la frase de Busaniche. En algunos estados de ese país, como Carolina del Norte, se utiliza un sistema por el que se vota directamente en una computadora (llamado DRE, por sus siglas en inglés), mientras que en un tercio de los distritos electorales usan lectores ópticos para boletas en papel, como señala el Instituto Smithsoniano, un centro de investigación estadounidense.
Fuera del caso parcial de Estados Unidos, solo implementaron el voto electrónico en alguna de sus formas y grados de implementación para elecciones nacionales Bélgica, Brasil, Estonia, Filipinas, India y Venezuela, de acuerdo con un relevamiento del Gobierno Vasco. “No sólo se trata de un fenómeno acotado a nivel mundial, sino también muy reciente. Por ejemplo, Brasil fue el primero de todos estos países en completar una elección a nivel nacional con voto electrónico en 2002”, señaló a Chequeado la investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Conicet, María Inés Tula.
La situación difiere en el resto de los países de la lista. En lugares como Canadá se utilizan formas de voto electrónico a nivel municipal y en Suiza algunos cantones (entes políticos) habilitan a quienes viven en el exterior a sufragar online. En cambio, en Alemania, Holanda, Irlanda y el Reino Unido directamente se prohibió o descartó esta modalidad luego de experiencias fallidas.
En Alemania, “el Tribunal Constitucional dictaminó que la tecnología utilizada en la votación de 2005 no se adecuaba a los requisitos establecidos por la ley electoral y la Constitución porque no permitían la fiscalización por parte de los ciudadanos”, explicó a este medio María Page, coordinadora del programa de Instituciones Políticas del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
“En Europa y América Latina vienen practicando pruebas piloto desde hace muchos años en diferentes niveles y ámbitos”, repasó Tula, quien agregó que entre los motivos por los que no se terminó de implantar en muchos lugares se puede mencionar “el conocimiento sobre fallas en la seguridad y la imposibilidad de compatibilizarlo con la exigencia de una mayor transparencia”, además de la cuestión económica.
Las distintas especialistas consultadas coincidieron en que la tendencia en el mundo es utilizar una boleta única en papel, un formato que entre otras cosas garantiza la presencia de todos los candidatos y así soluciona el problema del robo de boletas. “Esa es incluso la solución propuesta en Estados Unidos frente a la preocupación sobre la posibilidad de hackeo de los sistemas de votación en la próxima elección”, respondió a este sitio Delia Ferreira Rubio, doctora en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en temas de transparencia.
En la Argentina, las provincias que implementaron distintas modalidades de boleta única en papel son Córdoba y Santa Fe.
Desde el sector de Prensa de la Secretaría de Asuntos Políticos e Institucionales de la Nación, oficina liderada por Adrián Pérez y que impulsa la reforma política, sostuvieron a Chequeado que “no se discute un voto electrónico” sino que es un “híbrido”, ya que si bien se vota en una pantalla, ese sufragio queda impreso en un papel.
Según Ferreira Rubio, “no tiene sentido en aras de una supuesta modernidad adoptar un sistema si es vulnerable, si es posible hackearlo, si se puede manipular el software de emisión, conteo o totalización de los votos, si no se puede garantizar el secreto del voto que hace a la libertad del elector”.
“Cambiar la forma de votar, como cualquier otro elemento del sistema electoral, es una decisión política en la que cada sistema político sopesa ventajas y desventajas”, sostiene en un documento sobre el voto electrónico Julia Pomares, doctora en Ciencia Política por la London School of Economics y directora ejecutiva de Cippec, quien concluye que cada dirigencia decide la forma de votar más adecuada porque “no hay nada inexorable o natural”.