Puntos de vista en sintonía con la ortodoxia que tiene la reducción del gasto fiscal como meta
Alan Cibils*
Especial para BAE Negocios
Las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA ya no son lo que eran. Los eventos con economistas heterodoxos de gran renombre internacional, a los que nos acostumbraron Mercedes Marcó del Pont y Alejandro Vanoli, han dado lugar a paneles donde se expresa la otrora ortodoxia monetarista, según pudimos ver en las jornadas del BCRA el 19 y 20 de septiembre.
Como corresponde, las jornadas fueron inauguradas por el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, quien sorprendió diciendo que existen dos tipos de economistas: aquellos que utilizan el equilibrio general y aquellos que utilizan el equilibrio parcial. Con esta peculiar clasificación dejó afuera a millares de economistas heterodoxos que no utilizamos el equilibrio (general o parcial) por sus profundas falencias teóricas y empíricas. Pero eso no es todo, Sturzenegger pasó a cantar loas a Gerard Debreu, economista que formalizó matemáticamente el equilibrio general, pero que sorprendentemente no incluyó al dinero en su modelo económico. O sea, es un modelo de trueque, sin dinero alguno. Resulta profundamente preocupante que el presidente de la entidad monetaria argentina reivindique una teoría económica que no contempla la existencia de dinero.
No sorprende esta reivindicación de Sturzenegger, ya que es la concepción teórica que subyace la política monetaria de “metas de inflación” que promueve y está implementando, política que, por otra parte, impone el FMI a sus víctimas, es una concepción monetaria primitiva y sin arraigo en la realidad. Según esta concepción, el dinero es una mercancía y el Estado debe recaudar antes de gastar (igual que un hogar, dicen). Ignora que, en el caso del dinero fiduciario realmente existente (dinero estatal), el gasto antecede a la recaudación. La función de esta última es regular la liquidez de la economía y no de proveer al Estado de fondos para gastar. O sea, la concepción ortodoxa es justamente al revés de como el dinero funciona en el mundo real.
Las jornadas contaron con la presencia de banqueros centrales (actuales y pasados) de Israel, Chile y Brasil, para contar sus experiencias con la implementación de la política monetaria que está implementando el BCRA. Vale la pena resaltar algunos de los puntos centrales, ya que tienen relevancia directa para la Argentina.
Las jornadas contaron con presencias
estelares de Chile, Brasil e Israel
La concepción ortodoxa de la causa de la inflación, explícitamente expuesta por los banqueros centrales, es que es “siempre fiscal” (gasto público financiado con emisión monetaria). Esta visión es, en el mejor de los casos, incompleta: el gasto fiscal sólo puede causar inflación en una economía que funciona con plena utilización de la capacidad instalada. Normalmente, hay otras causas de inflación, como movimientos del tipo de cambio, puja distributiva, sectores concentrados que deciden aumentar sus rentabilidades, etc., y muchas veces hay más de una operación simultáneamente. Naturalmente, las políticas que se derivan de esta concepción simplista ortodoxa de la inflación, como las metas de inflación, no son las adecuadas para el mundo en que vivimos.
La clave del éxito de la política monetaria de metas de inflación es la “credibilidad” que genere la autoridad monetaria. A su vez, la credibilidad depende de dos factores clave. La primera es que la autoridad monetaria obligue al cumplimiento de las restricciones al gasto público, sobre todo los salarios públicos. En este sentido, la pauta de aumento salarial de 17% establecida en el proyecto de presupuesto para 2017 se vuelve una “señal” a los mercados y la credibilidad de la política monetaria dependerá de que se cumpla a rajatabla. El segundo factor que hace a la credibilidad es la independencia del Banco Central, o sea, que el poder político no pueda torcer el rumbo de la política monetaria aun cuando ésta resulte en recesión, desempleo y pobreza.
Cabe resaltar que nada se habló de los cuantiosos costos en materia económica, social y humana que resultan de la implementación de las metas de inflación, costos que han sido documentados en un sinfín de estudios empíricos. Se habló eufemísticamente de “sacrificio” o del “precio” de implementación, pero ninguno de los expositores habló del desempleo que resulta de estas políticas. Tampoco se habló de desarrollo económico, distribución del ingreso o crecimiento económico. El objetivo excluyente de la política macroeconómica es ahora la meta de inflación.
El orador estrella del evento fue el doctor Guillermo Calvo, economista argentino ortodoxo de gran trayectoria y renombre internacional. Calvo cerró su presentación con una frase sorprendente: “Vivimos en un mundo extraño donde los precios lideran y no la cantidad de dinero”. Sería conveniente explicarle al doctor Calvo que esto es justamente lo que vienen diciendo economistas heterodoxos desde hace más de un siglo. Más interesante aún, torna inservible la política monetaria de metas de inflación basada en la convicción de que la cantidad de dinero “excesiva” es la principal causa de la inflación tan defendida por Sturzenegger y sus invitados, y en la que la Argentina está embarcada mientras Macri sea presidente.
* Investigador docente, Área de Economía
Política, Instituto de Industria, UNGS.
Alan Cibils*
Especial para BAE Negocios
Las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA ya no son lo que eran. Los eventos con economistas heterodoxos de gran renombre internacional, a los que nos acostumbraron Mercedes Marcó del Pont y Alejandro Vanoli, han dado lugar a paneles donde se expresa la otrora ortodoxia monetarista, según pudimos ver en las jornadas del BCRA el 19 y 20 de septiembre.
Como corresponde, las jornadas fueron inauguradas por el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, quien sorprendió diciendo que existen dos tipos de economistas: aquellos que utilizan el equilibrio general y aquellos que utilizan el equilibrio parcial. Con esta peculiar clasificación dejó afuera a millares de economistas heterodoxos que no utilizamos el equilibrio (general o parcial) por sus profundas falencias teóricas y empíricas. Pero eso no es todo, Sturzenegger pasó a cantar loas a Gerard Debreu, economista que formalizó matemáticamente el equilibrio general, pero que sorprendentemente no incluyó al dinero en su modelo económico. O sea, es un modelo de trueque, sin dinero alguno. Resulta profundamente preocupante que el presidente de la entidad monetaria argentina reivindique una teoría económica que no contempla la existencia de dinero.
No sorprende esta reivindicación de Sturzenegger, ya que es la concepción teórica que subyace la política monetaria de “metas de inflación” que promueve y está implementando, política que, por otra parte, impone el FMI a sus víctimas, es una concepción monetaria primitiva y sin arraigo en la realidad. Según esta concepción, el dinero es una mercancía y el Estado debe recaudar antes de gastar (igual que un hogar, dicen). Ignora que, en el caso del dinero fiduciario realmente existente (dinero estatal), el gasto antecede a la recaudación. La función de esta última es regular la liquidez de la economía y no de proveer al Estado de fondos para gastar. O sea, la concepción ortodoxa es justamente al revés de como el dinero funciona en el mundo real.
Las jornadas contaron con la presencia de banqueros centrales (actuales y pasados) de Israel, Chile y Brasil, para contar sus experiencias con la implementación de la política monetaria que está implementando el BCRA. Vale la pena resaltar algunos de los puntos centrales, ya que tienen relevancia directa para la Argentina.
Las jornadas contaron con presencias
estelares de Chile, Brasil e Israel
La concepción ortodoxa de la causa de la inflación, explícitamente expuesta por los banqueros centrales, es que es “siempre fiscal” (gasto público financiado con emisión monetaria). Esta visión es, en el mejor de los casos, incompleta: el gasto fiscal sólo puede causar inflación en una economía que funciona con plena utilización de la capacidad instalada. Normalmente, hay otras causas de inflación, como movimientos del tipo de cambio, puja distributiva, sectores concentrados que deciden aumentar sus rentabilidades, etc., y muchas veces hay más de una operación simultáneamente. Naturalmente, las políticas que se derivan de esta concepción simplista ortodoxa de la inflación, como las metas de inflación, no son las adecuadas para el mundo en que vivimos.
La clave del éxito de la política monetaria de metas de inflación es la “credibilidad” que genere la autoridad monetaria. A su vez, la credibilidad depende de dos factores clave. La primera es que la autoridad monetaria obligue al cumplimiento de las restricciones al gasto público, sobre todo los salarios públicos. En este sentido, la pauta de aumento salarial de 17% establecida en el proyecto de presupuesto para 2017 se vuelve una “señal” a los mercados y la credibilidad de la política monetaria dependerá de que se cumpla a rajatabla. El segundo factor que hace a la credibilidad es la independencia del Banco Central, o sea, que el poder político no pueda torcer el rumbo de la política monetaria aun cuando ésta resulte en recesión, desempleo y pobreza.
Cabe resaltar que nada se habló de los cuantiosos costos en materia económica, social y humana que resultan de la implementación de las metas de inflación, costos que han sido documentados en un sinfín de estudios empíricos. Se habló eufemísticamente de “sacrificio” o del “precio” de implementación, pero ninguno de los expositores habló del desempleo que resulta de estas políticas. Tampoco se habló de desarrollo económico, distribución del ingreso o crecimiento económico. El objetivo excluyente de la política macroeconómica es ahora la meta de inflación.
El orador estrella del evento fue el doctor Guillermo Calvo, economista argentino ortodoxo de gran trayectoria y renombre internacional. Calvo cerró su presentación con una frase sorprendente: “Vivimos en un mundo extraño donde los precios lideran y no la cantidad de dinero”. Sería conveniente explicarle al doctor Calvo que esto es justamente lo que vienen diciendo economistas heterodoxos desde hace más de un siglo. Más interesante aún, torna inservible la política monetaria de metas de inflación basada en la convicción de que la cantidad de dinero “excesiva” es la principal causa de la inflación tan defendida por Sturzenegger y sus invitados, y en la que la Argentina está embarcada mientras Macri sea presidente.
* Investigador docente, Área de Economía
Política, Instituto de Industria, UNGS.