LA REPUBBLICA – Especial para Clarín
“La austeridad ha contribuido a desacelerar el crecimiento europeo”. Barack Obama lo remarca en esta entrevista exclusiva de La Repubblica antes de un encuentro con el premier italiano Matteo Renzi. Denuncia el fenómeno de Donald Trump y de los populismos de izquierda o derecha, y sugiere como respuesta una política económica que “reduzca las desigualdades, aumente los salarios, invierta en la educación”.
Advierte sobre el drama de los refugiados que “un pequeño número de países no puede sostener la carga solo”. Y convoca a una mayor colaboración entre los servicios secretos occidentales.
-Señor Presidente, a principios de su primer mandato la economía estadounidense y la europea estaban en una recesión profunda. Desde entonces EE.UU. ha crecido siete años mientras que Europa tiene bajo crecimiento y desocupación.
-Creo que la experiencia de EE.UU. en el transcurso de los últimos ocho años demuestra lo sabio de nuestro enfoque. Poco después de asumir mi cargo, sancionamos el Recovery Act (inversiones públicas) para estimular la economía. Nos movimos con rapidez para salvar nuestra industria automovilística, estabilizar nuestros bancos, invertir en infraestructura, aumentar los préstamos a las pequeñas empresas y ayudar a las familias para que no perdieran sus casas. Los resultados son claros. Las empresas de EE.UU.
han creado 15 millones de nuevos puestos de trabajo. El índice de desocupación ha decrecido. Hemos reducido el déficit. Los trabajadores están viendo finalmente un aumento en sus retribuciones. Las utilidades han aumentado, y los índices de pobreza han caído. Todavía tenemos mucho por hacer para ayudar a que los trabajadores y las familias estén mejor, pero nos estamos moviendo en la dirección correcta.
-¿Han fallado las políticas de austeridad?
-Otros países han adoptado un enfoque distinto. Creo que las medidas de austeridad han contribuido a la desaceleración del crecimiento en Europa. En ciertos países hemos visto años de estancamiento, que ha alimentado las frustraciones económicas y las angustias que vemos en todo el continente, sobre todo entre los jóvenes que tienen más probabilidades de ser desocupados. Es por eso que pienso que la visión y las reformas ambiciosas que persigue el primer ministro Renzi son tan importantes. Pero mientras algunos países avanzan de acuerdo con reformas que harán sostenibles a largo plazo sus economías, él comprende que necesitan espacio para llevar a cabo las inversiones necesarias para sostener el crecimiento y la ocupación y ampliar las oportunidades.
-El “fenómeno Trump” en Estados Unidos fue precedido por movimientos populistas y nacionalistas en Europa. ¿Cuál es su sugerencia sobre cómo enfrentar el escenario post- Brexit (la ruptura británica con Bruselas)?
-En nuestros países, las mismas fuerzas de la globalización que han aportado tanto progreso económico y humano a lo largo de décadas, plantean también desafíos políticos, económicos y culturales. Muchas personas consideran haberse perjudicado por el comercio y la inmigración. Lo hemos visto con el voto en el Reino Unido para abandonar la Unión Europea. Lo vemos en el crecimiento de los movimientos populistas, tanto de izquierda como de derecha. En todo el continente vemos cuestionar el concepto mismo de integración europea, e insinuar que los países estarían mejor fuera de la Unión. En momentos como éstos, incluso reconociendo los verdaderos desafíos con que nos encontramos, es importante recordar cuántos beneficios obtienen nuestros países y nuestra vida cotidiana de las fuerzas de integración. Nuestra economía global integrada, incluido el comercio, ha contribuido a hacer mejor la vida para millones de personas en todo el mundo. La pobreza extrema se redujo drásticamente. Gracias a las colaboraciones internacionales en el campo de la ciencia, la salud y la tecnología, la gente vive más tiempo y tienen más oportunidades con respecto al pasado. La Unión Europea sigue siendo uno de los más grandes éxitos políticos y económicos de los tiempos modernos. Ningún país de la Unión se ha levantado en armas contra alguno de los otros. Familias de África y Medio Oriente arriesgan la vida para dar a sus hijos la calidad de vida y los privilegios de los que gozan los europeos, y que jamás deberían subestimarse.
-¿Cómo responder a los movimientos que quieren aislar Europa, construir muros, reducir la inmigración, limitar nuestra exposición al comercio internacional?
-Nuestro desafío es hacer que los beneficios de la integración sean compartidos más ampliamente y que los eventuales problemas económicos, políticos o culturales se encaren correctamente. Eso requiere políticas económicas inclusivas, que inviertan fuertemente en nuestros ciudadanos proporcionándoles soluciones, competencias y la formación necesaria para aumentar los ingresos y reducir las desigualdades. Requiere un sistema de intercambios comerciales que proteja a los trabajadores y al medio ambiente. Requiere mantener en alto nuestros valores y tradiciones como ciudad pluralista y diversa; y rechazar una política de “nosotros” contra “ellos” que busca hacer de inmigrantes y minorías un chivo expiatorio.
-A ambos lados del Atlántico las negociones por el TTIP (tratado trasatlántico) está bloqueado.
El proteccionismo está en aumento en el mundo. Usted conoce bien la obsesión estadounidense por el libre cambio, pero la perspectiva europea es ligeramente distinta: muchos de nuestros ciudadanos, incluso en países como Alemania, que han disfrutado de enormes superávits comerciales, consideran que un tratado con EE.UU. disminuiría la protección de nuestros consumidores, nuestros trabajadores, nuestra salud. Para muchos europeos, su país se ha convertido en símbolo de un capitalismo sin frenos en el que las multinacionales dictan las reglas.
-Sí, en nuestros países es complicada la política en materia de comercio. Pero la historia demuestra que el libre mercado y el capitalismo son quizá la fuerza más grande para la creación de oportunidades, estimulan la innovación y elevan el nivel de vida. Lo hemos visto en Europa Occidental durante las décadas siguientes al fin de la Guerra Fría. Y lo hemos visto en todo el mundo, desde las Américas al África y al Asia. Al mismo tiempo, también hemos visto cómo la globalización puede debilitar la posición de los trabajadores, dificultando la posibilidad de ganar un salario decente y dando lugar a una transferencia de puestos de trabajo en la industria manufacturera en países con costos de mano de obra más bajos. Y me he puesto en guardia contra un capitalismo sin alma que favorece sólo a los pocos que están arriba y contribuye a la desigualdad y a una gran brecha entre ricos y pobres. En nuestra economía global, en la cual gran parte de nuestro bienestar depende de intercambios entre nuestros países, no es posible echarse atrás y alzar el puente levadizo. El proteccionismo hace más débiles nuestras economías, perjudicando todo, en particular a nuestros trabajadores. En lugar de eso debemos aprender del pasado y desarrollar el comercio para que la economía global esté en condiciones de brindar ventajas a toda la población y no sólo a los pocos de arriba. Los emprendedores necesitan apoyo que los ayude a transformar sus ideas en un negocio. Necesitamos redes de seguridad fuertes para proteger a la gente en tiempos de dificultades. Y debemos seguir trabajando para frenar los excesos del capitalismo adoptando estándares más severos para el sector bancario en materia fiscal, y una mayor transparencia.
-¿Cuál es su respuesta a estas preocupaciones europeas?
-Necesitamos acuerdos de alta calidad como el Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership. Aun cuando el intercambio entre EE.UU. y la Unión Europea sostiene cerca de 13 millones de puestos de trabajo en nuestros países, hay una serie de tarifas y reglamentos distintos, reglas y estándares que impiden aumentar los intercambios, las inversiones y los puestos de trabajo. Eliminando las tarifas y las diferencias en las normativas, haremos más fácil el comercio, sobre todo para las pymes. El TTIP no bajará los estándares. Al contrario, los elevará en materia de protección de trabajadores y consumidores, la tutela del medio ambiente y garantizará una red de Internet abierta y gratuita, esencial para nuestras economías digitales. Por estas razones, EE.UU. está empeñado en llevar a una conclusión las negociaciones sobre el TTIP, y eso exigirá la voluntad política de todos nuestros países.
“La austeridad ha contribuido a desacelerar el crecimiento europeo”. Barack Obama lo remarca en esta entrevista exclusiva de La Repubblica antes de un encuentro con el premier italiano Matteo Renzi. Denuncia el fenómeno de Donald Trump y de los populismos de izquierda o derecha, y sugiere como respuesta una política económica que “reduzca las desigualdades, aumente los salarios, invierta en la educación”.
Advierte sobre el drama de los refugiados que “un pequeño número de países no puede sostener la carga solo”. Y convoca a una mayor colaboración entre los servicios secretos occidentales.
-Señor Presidente, a principios de su primer mandato la economía estadounidense y la europea estaban en una recesión profunda. Desde entonces EE.UU. ha crecido siete años mientras que Europa tiene bajo crecimiento y desocupación.
-Creo que la experiencia de EE.UU. en el transcurso de los últimos ocho años demuestra lo sabio de nuestro enfoque. Poco después de asumir mi cargo, sancionamos el Recovery Act (inversiones públicas) para estimular la economía. Nos movimos con rapidez para salvar nuestra industria automovilística, estabilizar nuestros bancos, invertir en infraestructura, aumentar los préstamos a las pequeñas empresas y ayudar a las familias para que no perdieran sus casas. Los resultados son claros. Las empresas de EE.UU.
han creado 15 millones de nuevos puestos de trabajo. El índice de desocupación ha decrecido. Hemos reducido el déficit. Los trabajadores están viendo finalmente un aumento en sus retribuciones. Las utilidades han aumentado, y los índices de pobreza han caído. Todavía tenemos mucho por hacer para ayudar a que los trabajadores y las familias estén mejor, pero nos estamos moviendo en la dirección correcta.
-¿Han fallado las políticas de austeridad?
-Otros países han adoptado un enfoque distinto. Creo que las medidas de austeridad han contribuido a la desaceleración del crecimiento en Europa. En ciertos países hemos visto años de estancamiento, que ha alimentado las frustraciones económicas y las angustias que vemos en todo el continente, sobre todo entre los jóvenes que tienen más probabilidades de ser desocupados. Es por eso que pienso que la visión y las reformas ambiciosas que persigue el primer ministro Renzi son tan importantes. Pero mientras algunos países avanzan de acuerdo con reformas que harán sostenibles a largo plazo sus economías, él comprende que necesitan espacio para llevar a cabo las inversiones necesarias para sostener el crecimiento y la ocupación y ampliar las oportunidades.
-El “fenómeno Trump” en Estados Unidos fue precedido por movimientos populistas y nacionalistas en Europa. ¿Cuál es su sugerencia sobre cómo enfrentar el escenario post- Brexit (la ruptura británica con Bruselas)?
-En nuestros países, las mismas fuerzas de la globalización que han aportado tanto progreso económico y humano a lo largo de décadas, plantean también desafíos políticos, económicos y culturales. Muchas personas consideran haberse perjudicado por el comercio y la inmigración. Lo hemos visto con el voto en el Reino Unido para abandonar la Unión Europea. Lo vemos en el crecimiento de los movimientos populistas, tanto de izquierda como de derecha. En todo el continente vemos cuestionar el concepto mismo de integración europea, e insinuar que los países estarían mejor fuera de la Unión. En momentos como éstos, incluso reconociendo los verdaderos desafíos con que nos encontramos, es importante recordar cuántos beneficios obtienen nuestros países y nuestra vida cotidiana de las fuerzas de integración. Nuestra economía global integrada, incluido el comercio, ha contribuido a hacer mejor la vida para millones de personas en todo el mundo. La pobreza extrema se redujo drásticamente. Gracias a las colaboraciones internacionales en el campo de la ciencia, la salud y la tecnología, la gente vive más tiempo y tienen más oportunidades con respecto al pasado. La Unión Europea sigue siendo uno de los más grandes éxitos políticos y económicos de los tiempos modernos. Ningún país de la Unión se ha levantado en armas contra alguno de los otros. Familias de África y Medio Oriente arriesgan la vida para dar a sus hijos la calidad de vida y los privilegios de los que gozan los europeos, y que jamás deberían subestimarse.
-¿Cómo responder a los movimientos que quieren aislar Europa, construir muros, reducir la inmigración, limitar nuestra exposición al comercio internacional?
-Nuestro desafío es hacer que los beneficios de la integración sean compartidos más ampliamente y que los eventuales problemas económicos, políticos o culturales se encaren correctamente. Eso requiere políticas económicas inclusivas, que inviertan fuertemente en nuestros ciudadanos proporcionándoles soluciones, competencias y la formación necesaria para aumentar los ingresos y reducir las desigualdades. Requiere un sistema de intercambios comerciales que proteja a los trabajadores y al medio ambiente. Requiere mantener en alto nuestros valores y tradiciones como ciudad pluralista y diversa; y rechazar una política de “nosotros” contra “ellos” que busca hacer de inmigrantes y minorías un chivo expiatorio.
-A ambos lados del Atlántico las negociones por el TTIP (tratado trasatlántico) está bloqueado.
El proteccionismo está en aumento en el mundo. Usted conoce bien la obsesión estadounidense por el libre cambio, pero la perspectiva europea es ligeramente distinta: muchos de nuestros ciudadanos, incluso en países como Alemania, que han disfrutado de enormes superávits comerciales, consideran que un tratado con EE.UU. disminuiría la protección de nuestros consumidores, nuestros trabajadores, nuestra salud. Para muchos europeos, su país se ha convertido en símbolo de un capitalismo sin frenos en el que las multinacionales dictan las reglas.
-Sí, en nuestros países es complicada la política en materia de comercio. Pero la historia demuestra que el libre mercado y el capitalismo son quizá la fuerza más grande para la creación de oportunidades, estimulan la innovación y elevan el nivel de vida. Lo hemos visto en Europa Occidental durante las décadas siguientes al fin de la Guerra Fría. Y lo hemos visto en todo el mundo, desde las Américas al África y al Asia. Al mismo tiempo, también hemos visto cómo la globalización puede debilitar la posición de los trabajadores, dificultando la posibilidad de ganar un salario decente y dando lugar a una transferencia de puestos de trabajo en la industria manufacturera en países con costos de mano de obra más bajos. Y me he puesto en guardia contra un capitalismo sin alma que favorece sólo a los pocos que están arriba y contribuye a la desigualdad y a una gran brecha entre ricos y pobres. En nuestra economía global, en la cual gran parte de nuestro bienestar depende de intercambios entre nuestros países, no es posible echarse atrás y alzar el puente levadizo. El proteccionismo hace más débiles nuestras economías, perjudicando todo, en particular a nuestros trabajadores. En lugar de eso debemos aprender del pasado y desarrollar el comercio para que la economía global esté en condiciones de brindar ventajas a toda la población y no sólo a los pocos de arriba. Los emprendedores necesitan apoyo que los ayude a transformar sus ideas en un negocio. Necesitamos redes de seguridad fuertes para proteger a la gente en tiempos de dificultades. Y debemos seguir trabajando para frenar los excesos del capitalismo adoptando estándares más severos para el sector bancario en materia fiscal, y una mayor transparencia.
-¿Cuál es su respuesta a estas preocupaciones europeas?
-Necesitamos acuerdos de alta calidad como el Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership. Aun cuando el intercambio entre EE.UU. y la Unión Europea sostiene cerca de 13 millones de puestos de trabajo en nuestros países, hay una serie de tarifas y reglamentos distintos, reglas y estándares que impiden aumentar los intercambios, las inversiones y los puestos de trabajo. Eliminando las tarifas y las diferencias en las normativas, haremos más fácil el comercio, sobre todo para las pymes. El TTIP no bajará los estándares. Al contrario, los elevará en materia de protección de trabajadores y consumidores, la tutela del medio ambiente y garantizará una red de Internet abierta y gratuita, esencial para nuestras economías digitales. Por estas razones, EE.UU. está empeñado en llevar a una conclusión las negociaciones sobre el TTIP, y eso exigirá la voluntad política de todos nuestros países.