Desde Chapadmalal
Los promotores de un cambio en la estrategia del Gobierno terminaron en penitencia en un rincón del “retiro espiritual” de Chapadmalal. Ahí los mandó Mauricio Macri, al no habilitar la discusión interna ni apoyar la posibilidad de explorar una alianza con algunos dirigentes sueltos del peronismo, tal como había sugerido el jefe de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. El Presidente a su vez descartó reemplazos en su elenco de funcionarios. Así, la excursión costera de Macri y su gabinete ampliado se limitó a una especie de introspección optimista: (intentar) reducir fricciones y reafirmar el rumbo.
La reunión de la primera plana (31 varones y sólo cuatro mujeres) no dejó grandes anuncios. El clima previo de pataleos a través de los medios (con los planteos de Monzó a la cabeza), sumado a cierto enojo de Macri ante algunas impericias en la gestión, hacía prever un desenlace más rupturista. El Presidente le demandó a su tropa tener “más compromiso y convicción”, tal como blanqueó él mismo en la conferencia de prensa con la que ayer cerró el retiro. “Yo estoy detrás de ellos para acompañarlos”, agregó. Minutos antes había dedicado, en privado, un discurso similar a sus 34 funcionarios. Los reproches no pasaron de esa arenga.
Macri es un líder poco adepto a los volantazos, tanto ideológicos, como los referidos a su plan político y a la composición de su gabinete. Así, en el quincho de la residencia presidencial de Chapdmalal, donde los macristas se entregaron durante 48 horas a un ejercicio de balances y proyecciones, se impuso el stato quo. Lo que no significa que Macri haya eludido la toma de partido: “No comparto sus críticas. Esa es la visión de él, en este espacio diverso y plural, pero no la comparto. Estoy contento con el equipo, como está funcionando. Cualquier incorporación, además, tiene que compartir nuestros valores. Esto no se trata de amontonar. Hay que tener coherencia, compromiso en objetivos, ética y capacidades” afirmó Macri ayer en la conferencia de prensa con la que cerró el retiro. Desairó así a Emilio Monzó, quien había propuesto hacer cambios de gabinete, incluida la incorporación de dirigentes peronistas. Los candidateados por Monzó fueron Florencio Randazzo, Julián Domínguez o Gabriel Katopodis. A la izquierda de Macri, con chomba veraniega, estaba sentado el funcionario más poderoso de Cambiemos: el jefe de Gabinete Marcos Peña.
El viernes a la mañana, durante su exposición en el quincho de Chapadmalal, Monzó pronosticó un 2017 con poco movimiento en Diputados. El calendario electoral potenciará la fragmentación peronista y la inacción parlamentaria.
Con miras a las legislativas de 2017, Macri subrayó el contraste con el kirchnerismo. “Hemos logrado cosas importantes este año, como volver a relacionarnos entre argentinos mediante el diálogo y la verdad”, destacó. A un año de haber asumido, y a pocos meses para entrar en clima de campaña, Macri optó nuevamente por jugar a la polarización.
Los promotores de un cambio en la estrategia del Gobierno terminaron en penitencia en un rincón del “retiro espiritual” de Chapadmalal. Ahí los mandó Mauricio Macri, al no habilitar la discusión interna ni apoyar la posibilidad de explorar una alianza con algunos dirigentes sueltos del peronismo, tal como había sugerido el jefe de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. El Presidente a su vez descartó reemplazos en su elenco de funcionarios. Así, la excursión costera de Macri y su gabinete ampliado se limitó a una especie de introspección optimista: (intentar) reducir fricciones y reafirmar el rumbo.
La reunión de la primera plana (31 varones y sólo cuatro mujeres) no dejó grandes anuncios. El clima previo de pataleos a través de los medios (con los planteos de Monzó a la cabeza), sumado a cierto enojo de Macri ante algunas impericias en la gestión, hacía prever un desenlace más rupturista. El Presidente le demandó a su tropa tener “más compromiso y convicción”, tal como blanqueó él mismo en la conferencia de prensa con la que ayer cerró el retiro. “Yo estoy detrás de ellos para acompañarlos”, agregó. Minutos antes había dedicado, en privado, un discurso similar a sus 34 funcionarios. Los reproches no pasaron de esa arenga.
Macri es un líder poco adepto a los volantazos, tanto ideológicos, como los referidos a su plan político y a la composición de su gabinete. Así, en el quincho de la residencia presidencial de Chapdmalal, donde los macristas se entregaron durante 48 horas a un ejercicio de balances y proyecciones, se impuso el stato quo. Lo que no significa que Macri haya eludido la toma de partido: “No comparto sus críticas. Esa es la visión de él, en este espacio diverso y plural, pero no la comparto. Estoy contento con el equipo, como está funcionando. Cualquier incorporación, además, tiene que compartir nuestros valores. Esto no se trata de amontonar. Hay que tener coherencia, compromiso en objetivos, ética y capacidades” afirmó Macri ayer en la conferencia de prensa con la que cerró el retiro. Desairó así a Emilio Monzó, quien había propuesto hacer cambios de gabinete, incluida la incorporación de dirigentes peronistas. Los candidateados por Monzó fueron Florencio Randazzo, Julián Domínguez o Gabriel Katopodis. A la izquierda de Macri, con chomba veraniega, estaba sentado el funcionario más poderoso de Cambiemos: el jefe de Gabinete Marcos Peña.
El viernes a la mañana, durante su exposición en el quincho de Chapadmalal, Monzó pronosticó un 2017 con poco movimiento en Diputados. El calendario electoral potenciará la fragmentación peronista y la inacción parlamentaria.
Con miras a las legislativas de 2017, Macri subrayó el contraste con el kirchnerismo. “Hemos logrado cosas importantes este año, como volver a relacionarnos entre argentinos mediante el diálogo y la verdad”, destacó. A un año de haber asumido, y a pocos meses para entrar en clima de campaña, Macri optó nuevamente por jugar a la polarización.