Preocupado por enviar señales positivas a los inversores para lograr la reactivación, el gobierno de Mauricio Macri prepara medidas de fuerte restricción de caja para terminar 2016. Pondrá un gran énfasis en explicar la política fiscal de reducción del gasto para cumplir en 2019 con la meta de déficit de 1,5% del PBI.
El equipo del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, trabaja en esas dos líneas. Debe calmar las críticas de los sectores más ortodoxos dentro y fuera del Gobierno, que desaconsejan el gradualismo y exigen más celeridad en el equilibrio fiscal.
El programa fiscal de Macri prevé una meta de déficit de 4,8% para 2016; de 4,2% en 2017; de 3% en 2018 y de 1,5% en 2019. El gran interrogante es si lo podrá cumplir al ritmo actual de gasto. Para alcanzar el rojo de 4,8% este año, se analiza alguna medida inmediata de recorte de partidas vigentes en algunas áreas y, en algunos casos, una reasignación a otras, como obras públicas, que tengan efecto reactivador.
«Todos los anuncios recientes para asegurar la paz social implicaron fuertes gastos y nos obligan a una restricción de caja muy fuerte en el último mes», confiaron a LA NACION altas fuentes del ala política y económica.
Con miras a 2019, Macri y Prat-Gay pondrán énfasis en cuatro pilares para equilibrar las cuentas: rebaja de subsidios a la energía vía aumento de tarifas; saneamiento de la administración y de las licitaciones; rebaja del personal del Estado, y mejora de la recaudación fiscal por el efecto de la reactivación.
La preocupación de Macri por las cuentas públicas quedo al descubierto en los últimos días. Reclamó fuertes recortes a sus ministros en el «retiro espiritual» de Chapadmalal (ver aparte). Y tanto él como el jefe del Gabinete, Marcos Peña, señalaron que «el déficit fiscal no es sostenible en el mediano plazo».
Según pudo saber LA NACION, el Gobierno percibió preocupación de sectores empresarios que demoran sus inversiones porque el rojo fiscal siembra dudas sobre la lucha contra la inflación y, por ende, en la rentabilidad de sus negocios.
Por otro lado, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, reclama mayor celeridad para achicar la brecha fiscal para apurar la baja de la inflación y la salida de la recesión, según su punto de vista.
Prat Gay replica que Sturzenegger debería acelerar la baja de las tasas que fija el BCRA -hoy en 24,75%- para reactivar la economía. Para el titular de la autoridad monetaria, las tasas aún altas son la única ancla antiinflacionaria.
Macri y Prat-Gay defienden la suba del gasto de principios de año: reactivó, dicen, algunos sectores como el campo y la minería, y alivió en $ 50.000 millones el pago de Ganancias a los trabajadores, entre otras cosas. Sirvió para desactivar una crisis, junto a la salida del cepo y el pago a los holdouts.
Más recientemente, la suba en $ 10.000 millones para aumentar planes sociales, bonos de fin de año, reparación histórica de jubilados, la exención de ganancias al medio aguinaldo y los $ 30.000 millones en tres años para la emergencia social para piqueteros buscaron «garantizar la paz social». El gradualismo atendió necesidades políticas, aunque a veces sin contraprestaciones positivas, algo que se debate hoy en Balcarce 50.
Por eso, Prat-Gay acelerará su estrategia. Recortará subsidios a la energía (luz, gas y petróleo) en casi 1% del PBI por año en 2017, en 2018 y en 2019, vía aumento de tarifas. Apuesta a más transparencia y menos corrupción, lo cual disminuiría un 20% el costo de contratos y licitaciones del Estado por sobreprecios. El tercero es reducir el sector público nacional en un 3% anual. Por último, el crecimiento económico, estima Prat-Gay, depararía una mejor recaudación fiscal y achicaría el rojo.
El equipo del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, trabaja en esas dos líneas. Debe calmar las críticas de los sectores más ortodoxos dentro y fuera del Gobierno, que desaconsejan el gradualismo y exigen más celeridad en el equilibrio fiscal.
El programa fiscal de Macri prevé una meta de déficit de 4,8% para 2016; de 4,2% en 2017; de 3% en 2018 y de 1,5% en 2019. El gran interrogante es si lo podrá cumplir al ritmo actual de gasto. Para alcanzar el rojo de 4,8% este año, se analiza alguna medida inmediata de recorte de partidas vigentes en algunas áreas y, en algunos casos, una reasignación a otras, como obras públicas, que tengan efecto reactivador.
«Todos los anuncios recientes para asegurar la paz social implicaron fuertes gastos y nos obligan a una restricción de caja muy fuerte en el último mes», confiaron a LA NACION altas fuentes del ala política y económica.
Con miras a 2019, Macri y Prat-Gay pondrán énfasis en cuatro pilares para equilibrar las cuentas: rebaja de subsidios a la energía vía aumento de tarifas; saneamiento de la administración y de las licitaciones; rebaja del personal del Estado, y mejora de la recaudación fiscal por el efecto de la reactivación.
La preocupación de Macri por las cuentas públicas quedo al descubierto en los últimos días. Reclamó fuertes recortes a sus ministros en el «retiro espiritual» de Chapadmalal (ver aparte). Y tanto él como el jefe del Gabinete, Marcos Peña, señalaron que «el déficit fiscal no es sostenible en el mediano plazo».
Según pudo saber LA NACION, el Gobierno percibió preocupación de sectores empresarios que demoran sus inversiones porque el rojo fiscal siembra dudas sobre la lucha contra la inflación y, por ende, en la rentabilidad de sus negocios.
Por otro lado, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, reclama mayor celeridad para achicar la brecha fiscal para apurar la baja de la inflación y la salida de la recesión, según su punto de vista.
Prat Gay replica que Sturzenegger debería acelerar la baja de las tasas que fija el BCRA -hoy en 24,75%- para reactivar la economía. Para el titular de la autoridad monetaria, las tasas aún altas son la única ancla antiinflacionaria.
Macri y Prat-Gay defienden la suba del gasto de principios de año: reactivó, dicen, algunos sectores como el campo y la minería, y alivió en $ 50.000 millones el pago de Ganancias a los trabajadores, entre otras cosas. Sirvió para desactivar una crisis, junto a la salida del cepo y el pago a los holdouts.
Más recientemente, la suba en $ 10.000 millones para aumentar planes sociales, bonos de fin de año, reparación histórica de jubilados, la exención de ganancias al medio aguinaldo y los $ 30.000 millones en tres años para la emergencia social para piqueteros buscaron «garantizar la paz social». El gradualismo atendió necesidades políticas, aunque a veces sin contraprestaciones positivas, algo que se debate hoy en Balcarce 50.
Por eso, Prat-Gay acelerará su estrategia. Recortará subsidios a la energía (luz, gas y petróleo) en casi 1% del PBI por año en 2017, en 2018 y en 2019, vía aumento de tarifas. Apuesta a más transparencia y menos corrupción, lo cual disminuiría un 20% el costo de contratos y licitaciones del Estado por sobreprecios. El tercero es reducir el sector público nacional en un 3% anual. Por último, el crecimiento económico, estima Prat-Gay, depararía una mejor recaudación fiscal y achicaría el rojo.