El clima inestable tampoco ayuda a captar visitantes: ayer, en Mar del Plata, el sol salió a última hora. Foto: Mauro V. Rizzi
MAR DEL PLATA.- El vendedor de bijouterie senegalés Moussa recorría ayer las despejadas playas de Punta Mogotes, apenas tibias por un sol de la tarde que al final venció a las nubes y a los fuertes vientos. «¿Qué pasa que no hay gente?», se preguntaba. El desconcierto y la inquietud se repiten en los operadores turísticos, que ven que el verano avanza con lentitud en el mercado.
Sin feriados largos por Navidad y Año Nuevo, que en otros años fueron el lanzamiento de la temporada, 2016 cierra en la costa atlántica con la hotelería a medio ocupar y hasta 40% de plazas libres en los balnearios.
El fin de semana extra largo de inicio de este mes permitió el aporte más significativo para un sector que dio algunas señales para ganar competitividad, pero que sigue sin encontrar los mejores resultados. Las subas de precios, que en general promedian el 25% con respecto al último verano, siempre parecen mucho ante las tentadoras ofertas y planes de financiación que desde hace tiempo se promocionan para viajes a países vecinos, en particular Brasil y el creciente Chile.
Con 35 años en el mercado inmobiliario de Pinamar, Eugenio Hoffmann afirma que nunca había vivido una previa de temporada como la que transcurre por estos días. «El dólar muy bajo es nuestro principal obstáculo para competir con destinos del exterior», asegura a LA NACION. Admite que el teléfono casi no suena y que la mayoría de las consultas por alquiler de propiedades se quedan en una única llamado. «No llaman para contraofertas, aun cuando tenemos casas y departamentos con valores idénticos al año pasado», destaca.
El relevamiento en el sector da cuenta de reservas que a la fecha pisan el 60%, con muchos inmuebles que ni siquiera se han podido mostrar. Allí, por quincena y bien situados, hay departamentos de dos ambientes por $ 15.000 y de tres ambientes y dos baños por $ 25.000. Un chalet en la zona del golf, con tres dormitorios y a pasos del mar, se consigue por $ 38.000. Valores que, en función de cómo está el mercado, se pueden mejorar.
El panorama es bastante similar al que acusan sus pares de Mar del Plata e incluso Cariló, donde se pronostica un verano con buena concurrencia sólo porque gran porcentaje de sus chalets estarán ocupados por sus propios dueños.
«Va a ser una temporada muy difícil, como también nos había resultado la anterior», reconoce Mauro Moyano, administrador de los complejos Avutarda, Bosque de Ciruelos y Piedras Blancas. Por la tendencia creciente a las estadías cortas, en los últimos años el sector hotelero le sacó ventaja al inmobiliario. En el rubro anticipan ocupación del 85% para enero y por encima del 90% para febrero. «Estamos bien, pero porque salimos a competir con más servicios, descuentos y más medios de pago», dijo a LA NACION. Un apart de dos ambientes, con capacidad para cuatro personas, servicio de mucama, desayuno y piscina, ronda los $ 25.000 por semana.
Con sus particularidades, Mar del Plata y Pinamar se acostumbran a una demanda tardía y casi espontánea de alojamiento, siempre con pedidos por períodos de 5 a 10 días. Por eso, esta semana final del año se perfila como una buena medida de lo que pueden resultar los próximos dos meses. «La situación vino mejorando y, en los últimos días, hubo más movimiento en la ciudad», asegura Avedis Sahakian, presidente de la Asociación Hotelera Gastronómica de Mar del Plata. Aquí un departamento de dos ambientes por quincena ronda los $ 15.000 y la habitación cuádruple en un hotel de tres estrellas, $ 2200 diarios
Se entusiasma con algunos datos de balnearios, en particular Playa Grande, donde dice que le confirmaron porcentajes muy altos en reservas de espacios de sombra. Según zona y por día, se pagará entre $ 600 y $ 1000 por una carpa. «Lo fundamental es actuar con mucha prudencia para mantener un buen servicio y dar respuestas al turista», explica el empresario. La otra variable en juego es el tiempo: la inestabilidad fue una constante. Si ayudan el sol y las temperaturas, todo puede mejorar.
En los distintos rubros vinculados con el turismo local, además de la inquietud natural por el ritmo de reservas, preocupa una dura campaña mediática que en pleno inicio de temporada apunta duro contra la costa y en particular, contra Mar del Plata. Ya ni siquiera con informe de precios tergiversados. Con eje en niveles de desempleo, niveles de pobreza y delito, un canal de cable capitalino le dedica horas de pantalla para promocionarla como «La ciudad infeliz». Desde aquí, desde distintas cámaras empresarias, denuncian «mala fe e intencionalidad política».
El Este, en Punta
PUNTA DEL ESTE.- Con reservas que crecen para generar expectativas de una temporada récord, Punta del Este vivió otro fin de semana lleno de turistas, lo que no es usual para esta fecha. Este diciembre convocó más turistas que otros años. Las inmobiliarias se habían acostumbrado a que, por la enorme oferta de departamentos y buena cantidad de casas, los inquilinos esperaran hasta último momento. Pero este año aceleraron sus reservas para no perder los lugares.
MAR DEL PLATA.- El vendedor de bijouterie senegalés Moussa recorría ayer las despejadas playas de Punta Mogotes, apenas tibias por un sol de la tarde que al final venció a las nubes y a los fuertes vientos. «¿Qué pasa que no hay gente?», se preguntaba. El desconcierto y la inquietud se repiten en los operadores turísticos, que ven que el verano avanza con lentitud en el mercado.
Sin feriados largos por Navidad y Año Nuevo, que en otros años fueron el lanzamiento de la temporada, 2016 cierra en la costa atlántica con la hotelería a medio ocupar y hasta 40% de plazas libres en los balnearios.
El fin de semana extra largo de inicio de este mes permitió el aporte más significativo para un sector que dio algunas señales para ganar competitividad, pero que sigue sin encontrar los mejores resultados. Las subas de precios, que en general promedian el 25% con respecto al último verano, siempre parecen mucho ante las tentadoras ofertas y planes de financiación que desde hace tiempo se promocionan para viajes a países vecinos, en particular Brasil y el creciente Chile.
Con 35 años en el mercado inmobiliario de Pinamar, Eugenio Hoffmann afirma que nunca había vivido una previa de temporada como la que transcurre por estos días. «El dólar muy bajo es nuestro principal obstáculo para competir con destinos del exterior», asegura a LA NACION. Admite que el teléfono casi no suena y que la mayoría de las consultas por alquiler de propiedades se quedan en una única llamado. «No llaman para contraofertas, aun cuando tenemos casas y departamentos con valores idénticos al año pasado», destaca.
El relevamiento en el sector da cuenta de reservas que a la fecha pisan el 60%, con muchos inmuebles que ni siquiera se han podido mostrar. Allí, por quincena y bien situados, hay departamentos de dos ambientes por $ 15.000 y de tres ambientes y dos baños por $ 25.000. Un chalet en la zona del golf, con tres dormitorios y a pasos del mar, se consigue por $ 38.000. Valores que, en función de cómo está el mercado, se pueden mejorar.
El panorama es bastante similar al que acusan sus pares de Mar del Plata e incluso Cariló, donde se pronostica un verano con buena concurrencia sólo porque gran porcentaje de sus chalets estarán ocupados por sus propios dueños.
«Va a ser una temporada muy difícil, como también nos había resultado la anterior», reconoce Mauro Moyano, administrador de los complejos Avutarda, Bosque de Ciruelos y Piedras Blancas. Por la tendencia creciente a las estadías cortas, en los últimos años el sector hotelero le sacó ventaja al inmobiliario. En el rubro anticipan ocupación del 85% para enero y por encima del 90% para febrero. «Estamos bien, pero porque salimos a competir con más servicios, descuentos y más medios de pago», dijo a LA NACION. Un apart de dos ambientes, con capacidad para cuatro personas, servicio de mucama, desayuno y piscina, ronda los $ 25.000 por semana.
Con sus particularidades, Mar del Plata y Pinamar se acostumbran a una demanda tardía y casi espontánea de alojamiento, siempre con pedidos por períodos de 5 a 10 días. Por eso, esta semana final del año se perfila como una buena medida de lo que pueden resultar los próximos dos meses. «La situación vino mejorando y, en los últimos días, hubo más movimiento en la ciudad», asegura Avedis Sahakian, presidente de la Asociación Hotelera Gastronómica de Mar del Plata. Aquí un departamento de dos ambientes por quincena ronda los $ 15.000 y la habitación cuádruple en un hotel de tres estrellas, $ 2200 diarios
Se entusiasma con algunos datos de balnearios, en particular Playa Grande, donde dice que le confirmaron porcentajes muy altos en reservas de espacios de sombra. Según zona y por día, se pagará entre $ 600 y $ 1000 por una carpa. «Lo fundamental es actuar con mucha prudencia para mantener un buen servicio y dar respuestas al turista», explica el empresario. La otra variable en juego es el tiempo: la inestabilidad fue una constante. Si ayudan el sol y las temperaturas, todo puede mejorar.
En los distintos rubros vinculados con el turismo local, además de la inquietud natural por el ritmo de reservas, preocupa una dura campaña mediática que en pleno inicio de temporada apunta duro contra la costa y en particular, contra Mar del Plata. Ya ni siquiera con informe de precios tergiversados. Con eje en niveles de desempleo, niveles de pobreza y delito, un canal de cable capitalino le dedica horas de pantalla para promocionarla como «La ciudad infeliz». Desde aquí, desde distintas cámaras empresarias, denuncian «mala fe e intencionalidad política».
El Este, en Punta
PUNTA DEL ESTE.- Con reservas que crecen para generar expectativas de una temporada récord, Punta del Este vivió otro fin de semana lleno de turistas, lo que no es usual para esta fecha. Este diciembre convocó más turistas que otros años. Las inmobiliarias se habían acostumbrado a que, por la enorme oferta de departamentos y buena cantidad de casas, los inquilinos esperaran hasta último momento. Pero este año aceleraron sus reservas para no perder los lugares.