¿Qué define a Cambiemos como tal, qué lo distingue de otros espacios?, preguntó este cronista a uno de los analistas políticos más escuchados en la Casa Rosada. “La transparencia, la diferenciación con la corrupción kirchnerista”, fue la respuesta. Ahí, justamente en ese perfil del Gobierno, es donde está pegando el caso del jefe de los espías, Gustavo Arribas. Es algo que la oposición explota con energía. Yque el macrismo niega que tenga impacto de cara a octubre próximo. Pero eso es hoy difícil de afirmar. Sobre todo porque la economía no da las respuestas esperadas.
El Gobierno apostaba a que iría a las elecciones de este año acompañado por un crecimiento ya marcado y reconocible. Las cifras hoy indican otra cosa. Que habrá recuperación no lo niega ningún economista. Pero eso podría empezar a verificarse más en el segundo trimestre, a apenas meses de ir a las urnas. Y sería moderado.
El camino, en tanto, está tapizado de algunos saltos importantes. La suba de la nafta de esta semana, a la que seguirán otras cada tres meses. El ajuste en la luz previsto para febrero y el del gas en abril. El alza del transporte, probablemente también en abril. Por citar sólo algunos ejemplos. “No hay ningún gesto para los votantes”, dice el consultor antes citado.
Desde la política, el cambio que propuso Cambiemos tampoco ha sido un giro de 180 grados. Las negociaciones con “la vieja política”, como la define el mismo partido gobernante, son una constante. O con la CGT.
¿Dónde queda entonces el cambio prometido? “Cambiemos se hizo por virtudes propias, pero sobre todo por la diferenciación de los otros, y hoy no puede permitirse el lujo de parecerse”, dice el mismo consultor. Por eso cree que a la Casa Rosada le faltó respuesta en el caso Arribas.
“No es así, lo que pasa es que no hay una acusación contra Arribas”, es el argumento de los hombres del máximo nivel del Gobierno. Dicen que no pueden responder a lo que no fue una acusación, sino sólo una “vinculación arbitraria”. Cuando se les dice que su propia aliada, Elisa Carrió, presentó una denuncia en la justicia, retrucan: “No fue una denuncia, fue un pedido de investigación”. ¿Por qué no se lo separó del cargo, como a Juan José Gómez Centurión, en la Aduana, como reclama parte de la oposición? “Porque acá no hay una denuncia”, insisten. Recordemos que lo de Gómez Centurión, en su momento, eran supuestas grabaciones filtradas a los medios, no una denuncia en sí.
Esta semana sacudió al círculo rojo una encuesta de Management & Fit que dejaba a una supuesta fórmula de Cambiemos (Jorge Macri-Graciela Ocaña) terceros en la Provincia detrás de Cristina Kirchner-Daniel Scioli (FpV) y Roberto Lavagna-Margarita Stolbizer (Frente Renovador). Mariel Fornoni, directora de la consultora, dice que el trabajo le fue encargado con esos nombres, que ellos nunca lo difundieron. De hecho, la dirección de mail desde donde se distribuyó el trabajo es trucha. Pero más allá de ese resultado, Fornoni dice que “para la opinión pública lo de Gómez Centurión fue claro, lo separaron del cargo. Eso fue un valor. Hubo una denuncia y el Gobierno reaccionó. Acá no sucede lo mismo. Pero de todas maneras el problema central es que si la economía no arranca, aunque no hubiera ningún acto de corrupción, tampoco sirve. La gente quiere un gobierno que le solucione los problemas. El hecho de ser transparente no alcanza”.
¿Y que pasa si ambos valores (economía y transparencia)están en discusión? “Es por eso que no se pueden dar el lujo de no responder más claramente”, dice el analista del principio, que insiste en hablar en off the record por su relación con el Gobierno.
Desde la oposición lo entendieron bien. Cristina Kirchner explotó el tema a fondo. Habla una y otra vez de “la ruta del dinero M”, tratando de equiparar casos como el de Arribas con las acusaciones que pesan sobre ella, su principal cepo político. Margarita Stolbizer, golpea sobre la misma herida: a su aliado Sergio Massa le sirve esa ecuación que insinúa similitud entre Macri y Critina Kirchner, rompiendo la polarización que más teme.
“Igual esto no terminó”, terminan reconociendo en la Casa Rosada. “Todavía falta que alguien le pida los papeles a Arribas, y los va a mostrar -dicen-. Va a demostrar que era plata declarada, que no hay nada malo en todo esto. Hay que esperar”.
Así es, falta un tiempo para ver cómo decanta el impacto del caso. Si las aclaraciones disipan las dudas. O quedan secuelas.
El Gobierno apostaba a que iría a las elecciones de este año acompañado por un crecimiento ya marcado y reconocible. Las cifras hoy indican otra cosa. Que habrá recuperación no lo niega ningún economista. Pero eso podría empezar a verificarse más en el segundo trimestre, a apenas meses de ir a las urnas. Y sería moderado.
El camino, en tanto, está tapizado de algunos saltos importantes. La suba de la nafta de esta semana, a la que seguirán otras cada tres meses. El ajuste en la luz previsto para febrero y el del gas en abril. El alza del transporte, probablemente también en abril. Por citar sólo algunos ejemplos. “No hay ningún gesto para los votantes”, dice el consultor antes citado.
Desde la política, el cambio que propuso Cambiemos tampoco ha sido un giro de 180 grados. Las negociaciones con “la vieja política”, como la define el mismo partido gobernante, son una constante. O con la CGT.
¿Dónde queda entonces el cambio prometido? “Cambiemos se hizo por virtudes propias, pero sobre todo por la diferenciación de los otros, y hoy no puede permitirse el lujo de parecerse”, dice el mismo consultor. Por eso cree que a la Casa Rosada le faltó respuesta en el caso Arribas.
“No es así, lo que pasa es que no hay una acusación contra Arribas”, es el argumento de los hombres del máximo nivel del Gobierno. Dicen que no pueden responder a lo que no fue una acusación, sino sólo una “vinculación arbitraria”. Cuando se les dice que su propia aliada, Elisa Carrió, presentó una denuncia en la justicia, retrucan: “No fue una denuncia, fue un pedido de investigación”. ¿Por qué no se lo separó del cargo, como a Juan José Gómez Centurión, en la Aduana, como reclama parte de la oposición? “Porque acá no hay una denuncia”, insisten. Recordemos que lo de Gómez Centurión, en su momento, eran supuestas grabaciones filtradas a los medios, no una denuncia en sí.
Esta semana sacudió al círculo rojo una encuesta de Management & Fit que dejaba a una supuesta fórmula de Cambiemos (Jorge Macri-Graciela Ocaña) terceros en la Provincia detrás de Cristina Kirchner-Daniel Scioli (FpV) y Roberto Lavagna-Margarita Stolbizer (Frente Renovador). Mariel Fornoni, directora de la consultora, dice que el trabajo le fue encargado con esos nombres, que ellos nunca lo difundieron. De hecho, la dirección de mail desde donde se distribuyó el trabajo es trucha. Pero más allá de ese resultado, Fornoni dice que “para la opinión pública lo de Gómez Centurión fue claro, lo separaron del cargo. Eso fue un valor. Hubo una denuncia y el Gobierno reaccionó. Acá no sucede lo mismo. Pero de todas maneras el problema central es que si la economía no arranca, aunque no hubiera ningún acto de corrupción, tampoco sirve. La gente quiere un gobierno que le solucione los problemas. El hecho de ser transparente no alcanza”.
¿Y que pasa si ambos valores (economía y transparencia)están en discusión? “Es por eso que no se pueden dar el lujo de no responder más claramente”, dice el analista del principio, que insiste en hablar en off the record por su relación con el Gobierno.
Desde la oposición lo entendieron bien. Cristina Kirchner explotó el tema a fondo. Habla una y otra vez de “la ruta del dinero M”, tratando de equiparar casos como el de Arribas con las acusaciones que pesan sobre ella, su principal cepo político. Margarita Stolbizer, golpea sobre la misma herida: a su aliado Sergio Massa le sirve esa ecuación que insinúa similitud entre Macri y Critina Kirchner, rompiendo la polarización que más teme.
“Igual esto no terminó”, terminan reconociendo en la Casa Rosada. “Todavía falta que alguien le pida los papeles a Arribas, y los va a mostrar -dicen-. Va a demostrar que era plata declarada, que no hay nada malo en todo esto. Hay que esperar”.
Así es, falta un tiempo para ver cómo decanta el impacto del caso. Si las aclaraciones disipan las dudas. O quedan secuelas.