Por el aumento del valor de la canasta de alimentos por encima de los ingresos de los sectores de menores recursos se desprende que en el tercer trimestre de 2016 hubo un nuevo incremento de la indigencia. Y los que menos ganan pasaron a recibir una porción menor de la “torta” o de los ingresos totales con su consecuencia: mayor desigualdad social.
El último informe del INDEC – correspondiente al segundo trimestre de 2016 – señaló que la pobreza alcanzó al 32,2% de la población urbana, de los cuales el 6,3% era indigente.
Proyectado a todo el país había 13 millones de pobres, de los cuales casi 2,5 millones eran indigentes porque ni siquiera podían comprar los alimentos básicos.
La UCA, cuyo rector es Víctor Fernández, también adviritió sobre el aumento de la indigencia. El director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, estimó que “la indigencia aumentó en el último trimestre del año pasado” al mismo tiempo que consideró que “el fenómeno de la marginalidad que experimenta Argentina no es nuevo” ya que “es una pobreza estructural que tiene como clave la ausencia de mecanismos de empleo”.
El INDEC señala que en promedio los indigentes “se encuentran un 39,7% por debajo de la línea de indigencia”, mientras los ingresos medios de los pobres se ubicaban un 37,4% por debajo de la línea de pobreza. Esto significaba que los hogares necesitaban un adicional de $ 1.955 mensuales para salir de la indigencia y los hogares pobres $ 4.800 más para superar la línea de pobreza.
Las cifras oficiales del tercer trimestre indican que el 10% de los que cuentan con los ingresos más bajos – proyectado a todo el país son 2,5 millones de personas– pasaron de recibir un ingreso medio de $ 1.311 a $ 1.369, con una mejora nominal del 4,4%, mientras el ingreso máximo pasó de hasta $ 2.470 a $ 2.500 ( + 1,2%). En el mismo período el valor de la canasta de indigencia se incrementó un 6%: subió de $ 1.614,32 a $ 1.711,22 por persona adulta y de $ 5.149,41 a $ 5.287,67 para la familia tipo (matrimonio y 2 hijos menores). De aquí se desprende que en términos reales este segmento perdió poder adquisitivo por lo que se infiere que se agrandó el número de indigentes. Además, el 14,9% de la población total, 6 millones de personas, vive en el 10% de los hogares con menores ingresos que participa con apenas el 3% de los ingresos totales. En consecuencia a los hogares de menores recursos les corresponde en promedio apenas $ 1.016 por integrante familiar.
A su vez, el 10% con ingresos más bajos retrocedió de 1,4 a 1,2% en la participación en los ingresos que fue acaparado por el 10% más rico que incrementó su parte de 31,3 a 31,5%. Si se sube un escalón en la pirámide de ingresos surge que el segundo 10% más bajo (segundo decil) también recibió una menor porción.
El último informe del INDEC – correspondiente al segundo trimestre de 2016 – señaló que la pobreza alcanzó al 32,2% de la población urbana, de los cuales el 6,3% era indigente.
Proyectado a todo el país había 13 millones de pobres, de los cuales casi 2,5 millones eran indigentes porque ni siquiera podían comprar los alimentos básicos.
La UCA, cuyo rector es Víctor Fernández, también adviritió sobre el aumento de la indigencia. El director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, estimó que “la indigencia aumentó en el último trimestre del año pasado” al mismo tiempo que consideró que “el fenómeno de la marginalidad que experimenta Argentina no es nuevo” ya que “es una pobreza estructural que tiene como clave la ausencia de mecanismos de empleo”.
El INDEC señala que en promedio los indigentes “se encuentran un 39,7% por debajo de la línea de indigencia”, mientras los ingresos medios de los pobres se ubicaban un 37,4% por debajo de la línea de pobreza. Esto significaba que los hogares necesitaban un adicional de $ 1.955 mensuales para salir de la indigencia y los hogares pobres $ 4.800 más para superar la línea de pobreza.
Las cifras oficiales del tercer trimestre indican que el 10% de los que cuentan con los ingresos más bajos – proyectado a todo el país son 2,5 millones de personas– pasaron de recibir un ingreso medio de $ 1.311 a $ 1.369, con una mejora nominal del 4,4%, mientras el ingreso máximo pasó de hasta $ 2.470 a $ 2.500 ( + 1,2%). En el mismo período el valor de la canasta de indigencia se incrementó un 6%: subió de $ 1.614,32 a $ 1.711,22 por persona adulta y de $ 5.149,41 a $ 5.287,67 para la familia tipo (matrimonio y 2 hijos menores). De aquí se desprende que en términos reales este segmento perdió poder adquisitivo por lo que se infiere que se agrandó el número de indigentes. Además, el 14,9% de la población total, 6 millones de personas, vive en el 10% de los hogares con menores ingresos que participa con apenas el 3% de los ingresos totales. En consecuencia a los hogares de menores recursos les corresponde en promedio apenas $ 1.016 por integrante familiar.
A su vez, el 10% con ingresos más bajos retrocedió de 1,4 a 1,2% en la participación en los ingresos que fue acaparado por el 10% más rico que incrementó su parte de 31,3 a 31,5%. Si se sube un escalón en la pirámide de ingresos surge que el segundo 10% más bajo (segundo decil) también recibió una menor porción.