La ex presidenta combina el descanso con reuniones políticas; se decidirá cerca del cierre de listas, previsto para junio
Los peronistas que no la quieren repiten que no debería ser candidata. Incluso algunos de los que la quieren pronostican que no competirá. Pero los más cercanos a Cristina Kirchner aclaran que aún no tomó ninguna decisión. Develará el misterio al filo del cierre de listas, previsto este año para el 24 de junio.
Al igual que su situación judicial, el futuro político de la ex presidenta volvió al centro de la escena esta semana. Aníbal Fernández cruzó fuerte a Julián Domínguez, quien había sugerido que Cristina no debía presentarse. Algo parecido había sostenido Miguel Pichetto, abanderado del peronismo que quiere enterrar el liderazgo de la ex presidenta. Pero lo llamativo es que el propio Aníbal y Diana Conti, soldados cristinistas, se atrevieron a opinar que al final ella optaría por no competir.
«Son meros análisis personales. No hay nada definido», insisten en el círculo más cercano de la ex presidenta. La indefinición, que ella se encarga de alimentar, sembró de incertidumbre a todo el peronismo de la provincia de Buenos Aires, cruzado por esa frontera a veces porosa entre seguidores y detractores de Cristina. Hasta que no se sepa si será candidata, poco se conocerá del resto. Su decisión podría afectar también a otras fuerzas y a otros distritos, como el porteño.
«Nadie define una candidatura ocho meses antes de una elección, porque no se sabe cuál va a ser el escenario», explicó a LA NACION un dirigente de La Cámpora. «Para equivocarse lo menos posible lo mejor es decidir lo más cerca de la fecha del cierre de listas», agregó. Más lejos de la ex presidenta evalúan que todo dependerá de sus posibilidades de triunfo. «No va a ir a perder; si la economía arranca, no va a ser candidata», analiza un intendente de la primera sección electoral.
Informada y activa
Sin agenda definida, ella pasa el verano entre El Calafate y Río Gallegos, cerca de su hijo Máximo y de sus nietos. Se mantiene informada y activa, como en el último tramo del año pasado. No abandonó sus intervenciones vía Twitter, con críticas duras al Gobierno. El descanso se combina con reuniones políticas.
El 5 de enero recibió al presidente del PJ porteño, el sindicalista Víctor Santa María, quien viajó a la capital de Santa Cruz para colocar una placa en homenaje a Néstor Kirchner.
«Encontré a Cristina con muchas ganas de dialogar, hablar y escuchar a todos los compañeros y no sólo a los de la provincia de Buenos Aires. Está pasando de su rol de liderazgo a uno más activo relacionado con la conducción», contó Santa María, a su regreso a Buenos Aires. Estuvo con Cristina y con Máximo durante casi seis horas. El dirigente no se llevó pistas de que la ex presidenta vaya a dar la pelea, pero volvió con margen para pedir en público por su candidatura. «El peronismo tiene la necesidad de que Cristina sea candidata, más allá de lo que ella esté pensando», dijo a LA NACION.
También Martín Sabbatella, jefe de Nuevo Encuentro, hace fuerza porque se presente. «No sé si va a ser candidata; lo que sí sé es que si es, gana. Además, más allá de si se postula o no, es y va a ser la gran protagonista en la escena política de esta etapa», dijo a este diario. Los que plantean que la ex presidenta debe ser candidata no tardan en mencionar la intención de voto que conserva en la provincia de Buenos Aires, de unos 30 puntos, dicen. Esa cifra, tomada por cierta en casi todas las tribus del peronismo bonaerense, contribuyó a suavizar los enfrentamientos al interior de lo que era el Frente para la Victoria (FPV).
Priorizar la unidad
Hasta el grupo Esmeralda, el sector de intendentes más alejados de Cristina y el primero en impulsar una candidatura de Florencio Randazzo, levanta hoy una bandera blanca. «Si Cristina es candidata, vamos todos atrás de ella», dicen por lo bajo, también cansados de la indefinición del ex ministro del Interior. Esas necesidades mutuas fueron determinante en el último congreso del PJ bonaerense, donde se acordó mantener la unidad, al menos hasta que se aclare el escenario.
De la decisión de Randazzo depende el futuro del sector hoy más alejado de la conducción de Cristina, como el Movimiento Evita. Sergio Massa aparece como la última opción. El ex ministro tampoco da pistas firmes. ¿Se atreverá a dar la batalla interna, incluso frente a Cristina? «El mejor escenario para Randazzo es un buen acuerdo con Cristina», dicen de uno y otro lado de la frontera. ¿Ella, candidata a senadora; él, a diputado? ¿Él como el candidato a senador de Cristina? Lo que no queda claro es si ese entendimiento es posible. «Ni Máximo ni Cristina hablan mal de Randazzo», dicen cerca de la ex presidenta, para mostrar espíritu de apertura.
Otro planteo compartido por casi todos los sectores es que si Cristina no es candidata, no tendrá el poder para elegir el primer nombre de la lista. «Se terminó el esquema de poder delegado», dice un dirigente que la reconoce como su jefa, y descarta que ella pueda designar en su reemplazo a Daniel Scioli. Puestos a elegir entre el ex gobernador bonaerense y Randazzo, el dedo de la ex presidenta perdería peso entre los dirigentes. Todos esos factores y, sobre todo, la marcha del gobierno serán decisivos a la hora de las definiciones.
Los peronistas que no la quieren repiten que no debería ser candidata. Incluso algunos de los que la quieren pronostican que no competirá. Pero los más cercanos a Cristina Kirchner aclaran que aún no tomó ninguna decisión. Develará el misterio al filo del cierre de listas, previsto este año para el 24 de junio.
Al igual que su situación judicial, el futuro político de la ex presidenta volvió al centro de la escena esta semana. Aníbal Fernández cruzó fuerte a Julián Domínguez, quien había sugerido que Cristina no debía presentarse. Algo parecido había sostenido Miguel Pichetto, abanderado del peronismo que quiere enterrar el liderazgo de la ex presidenta. Pero lo llamativo es que el propio Aníbal y Diana Conti, soldados cristinistas, se atrevieron a opinar que al final ella optaría por no competir.
«Son meros análisis personales. No hay nada definido», insisten en el círculo más cercano de la ex presidenta. La indefinición, que ella se encarga de alimentar, sembró de incertidumbre a todo el peronismo de la provincia de Buenos Aires, cruzado por esa frontera a veces porosa entre seguidores y detractores de Cristina. Hasta que no se sepa si será candidata, poco se conocerá del resto. Su decisión podría afectar también a otras fuerzas y a otros distritos, como el porteño.
«Nadie define una candidatura ocho meses antes de una elección, porque no se sabe cuál va a ser el escenario», explicó a LA NACION un dirigente de La Cámpora. «Para equivocarse lo menos posible lo mejor es decidir lo más cerca de la fecha del cierre de listas», agregó. Más lejos de la ex presidenta evalúan que todo dependerá de sus posibilidades de triunfo. «No va a ir a perder; si la economía arranca, no va a ser candidata», analiza un intendente de la primera sección electoral.
Informada y activa
Sin agenda definida, ella pasa el verano entre El Calafate y Río Gallegos, cerca de su hijo Máximo y de sus nietos. Se mantiene informada y activa, como en el último tramo del año pasado. No abandonó sus intervenciones vía Twitter, con críticas duras al Gobierno. El descanso se combina con reuniones políticas.
El 5 de enero recibió al presidente del PJ porteño, el sindicalista Víctor Santa María, quien viajó a la capital de Santa Cruz para colocar una placa en homenaje a Néstor Kirchner.
«Encontré a Cristina con muchas ganas de dialogar, hablar y escuchar a todos los compañeros y no sólo a los de la provincia de Buenos Aires. Está pasando de su rol de liderazgo a uno más activo relacionado con la conducción», contó Santa María, a su regreso a Buenos Aires. Estuvo con Cristina y con Máximo durante casi seis horas. El dirigente no se llevó pistas de que la ex presidenta vaya a dar la pelea, pero volvió con margen para pedir en público por su candidatura. «El peronismo tiene la necesidad de que Cristina sea candidata, más allá de lo que ella esté pensando», dijo a LA NACION.
También Martín Sabbatella, jefe de Nuevo Encuentro, hace fuerza porque se presente. «No sé si va a ser candidata; lo que sí sé es que si es, gana. Además, más allá de si se postula o no, es y va a ser la gran protagonista en la escena política de esta etapa», dijo a este diario. Los que plantean que la ex presidenta debe ser candidata no tardan en mencionar la intención de voto que conserva en la provincia de Buenos Aires, de unos 30 puntos, dicen. Esa cifra, tomada por cierta en casi todas las tribus del peronismo bonaerense, contribuyó a suavizar los enfrentamientos al interior de lo que era el Frente para la Victoria (FPV).
Priorizar la unidad
Hasta el grupo Esmeralda, el sector de intendentes más alejados de Cristina y el primero en impulsar una candidatura de Florencio Randazzo, levanta hoy una bandera blanca. «Si Cristina es candidata, vamos todos atrás de ella», dicen por lo bajo, también cansados de la indefinición del ex ministro del Interior. Esas necesidades mutuas fueron determinante en el último congreso del PJ bonaerense, donde se acordó mantener la unidad, al menos hasta que se aclare el escenario.
De la decisión de Randazzo depende el futuro del sector hoy más alejado de la conducción de Cristina, como el Movimiento Evita. Sergio Massa aparece como la última opción. El ex ministro tampoco da pistas firmes. ¿Se atreverá a dar la batalla interna, incluso frente a Cristina? «El mejor escenario para Randazzo es un buen acuerdo con Cristina», dicen de uno y otro lado de la frontera. ¿Ella, candidata a senadora; él, a diputado? ¿Él como el candidato a senador de Cristina? Lo que no queda claro es si ese entendimiento es posible. «Ni Máximo ni Cristina hablan mal de Randazzo», dicen cerca de la ex presidenta, para mostrar espíritu de apertura.
Otro planteo compartido por casi todos los sectores es que si Cristina no es candidata, no tendrá el poder para elegir el primer nombre de la lista. «Se terminó el esquema de poder delegado», dice un dirigente que la reconoce como su jefa, y descarta que ella pueda designar en su reemplazo a Daniel Scioli. Puestos a elegir entre el ex gobernador bonaerense y Randazzo, el dedo de la ex presidenta perdería peso entre los dirigentes. Todos esos factores y, sobre todo, la marcha del gobierno serán decisivos a la hora de las definiciones.