El estilo de conducción de Mauricio Macri se encuentra en la fase terminal. Continuidad infatigable de los errores que derivan en desastres prematuros.
En menos de 15 meses la epopeya del Tercer Gobierno Radical comienza a desmoronarse. Cae como un piano.
En la frontera del agotamiento, Cambiemos debe “cambiar”, desde la más alta jerarquía.
Resulta irrelevante sostenerse con el “efecto comparativo”. Recurso gastado, incluso, hasta como atributo.
La conformación del “equipo homogéneo” es el cuento que sirve para consolidar el fanatismo de los convencidos (que hoy se aterran).
Macanas tras macanas
Tampoco importa que se celebren las diferenciadoras reuniones del gabinete multiplicado.
Ninguno de los 23 gerentes departamentales, que responden al apelativo de ministros, se encuentra en condiciones morales de advertirle, al Presidente, que marchan disciplinados hacia el abismo.
Ningún gerente se atrevió a sugerir, por ejemplo el último martes por la mañana, en la Residencia de Olivos, que se “hacen macanas tras macanas”.
Pero Macri, que es un estadista de suerte, aún puede recomponerse. Prescindir de los slogans enlatados. De las frases hechas que apelan, como los timbreos artificiales, a la emoción vulgar.
Debe recurrir, si los tiene, a los hombres de reserva que sepan. De política, en principio.
Aunque deba abrirse el “tercer anillo de poder”. Lo componen los tres instrumentadores que lo cierran. Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, Marcos Peña, El Pibe de Oro, y la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Téngase en cuenta que el tercer anillo del poder supo ser rectangular. Hasta que fue expulsado, según nuestras fuentes, Emilio Monzó, El Diseñador, y se convirtió en triángulo.
Sin embargo antes de tomar la forma geométrica, fue separada de aquel paraíso clausurado la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde. Vicepresidente de la nación (gracias a Nicky Caputo, del segundo anillo de poder).
Probablemente Michetti debería estar preparada para la máxima contingencia imprevisible. Ahora, al tomar consciencia que se encuentra afuera de los anillos del poder, La Novicia se lanza a reclamar aperturas. Como si continuara el cuestionado ejemplo de Monzó. La gestación del ensanchamiento político, que le permitiría a Macri, incluso, un colchón, pero no para recostarse. Un colchón que le sirva como base superior de legitimidad. Algo más de sustancia, de fibra, para fortalecer a quien debe conducir durante la eternidad de otros 27 meses.
Pero no les basta, ni a Monzó ni a Michetti, con señalar la vulnerabilidad más perceptible. La falta de ideas y de soluciones de un clan de morondanga encerrado en sí mismo. La carencia de adelantados que identifiquen los litigios debajo del agua, y resulten útiles para evitar los retrocesos cíclicos que derivan en papelones.
Aunque también debe cargarse la falta de economía, hoy reducida al verso más alejado de la poesía. Un compendio de pretextos inútiles para poner de una vez por todas en movimiento el camión de Los Wawancó que no arranca.
Por decisión personal, Macri está rodeado de colaboradores que se conforman con el silencio plácido del que siempre cede la razón. Para permanecer.
La existencia del “equipo homogéneo” deriva en otra fantasía imaginaria. Reposa entre las ejemplares justificaciones que demoran la acción. En un contexto tan vacilante, esperar las inversiones mantiene el efecto del antiguo placer solitario. Indigna manera de perder el tiempo. Pese a la cotización institucional de los que se preparan nada más que para conseguir las dichosas inversiones. No olvidar que intentaron, hasta aquí, hasta un Mini Davos, o un ambicioso Neo-Davocito, con cientos de invitados que se volvieron fascinados con el Ojo de Bife. Con la gestación de estructuras como la Agencia de Inversiones, colosal jactancia que responde al gerente Cabrera, que se choca -como corresponde con los autitos chocadores- con la competencia de la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales, que diseñara El Pomo Real y hoy responde a la gerente Malcorra. Ampliaremos.
La manteca en el asfalto
A nadie le conviene que el Tercer Gobierno Radical de Macri se debilite tan pronto. Que se derrita como la manteca en el asfalto. Que se caiga como un piano. Sin contar, siquiera, con los conspiradores innecesarios. Que se diluya entre los pliegues de la ineptitud, ante el impacto de la sociedad de decepción fácil. De desencanto rápido. Aunque los adeptos admirablemente pugnen, con ansiosa desesperación, para que el carromato estancado del gobierno arranque de una buena vez. Sin extender los cordones propios para enredarse y caerse. Con frecuencia. Solos.
“Parece que abren los pies para que les hagan mejor el caño”, confirma la Garganta.
En el plano interno, los conmovedores desaciertos demuelen el prestigio de Mauricio, el buen producto que paulatinamente se desperdicia.
Los sucesivos retrocesos signan en el escenario el peor reflejo condicionado. Tan nocivo como tóxico. Con el formato de la sospecha que se extiende. Induce a creer que el país está gobernado por torpes “que se hacen los goles en contra”. Se les pierde entonces el respeto, lo peor, se los toma en broma.
Hasta los periodistas fichados como incondicionales ya se atreven, por conducta defensiva, a descalificarlos. Pero siempre con la invariable iluminación de la alternativa más grave. El Mal.
Mientras tanto, la prensa ingeniosamente opositora exhibe su algarabía, y celebra con un jocundo hallazgo verbal. “Errorismo de Estado”.
Para recomponerse estratégicamente, corresponde que Mauricio deje de tragarse los bigotes falsos de Freddie Mercury. Copias ejemplares del bigote trucho que supo tragarse en la fiesta de casamiento en Tandil. No siempre se cuenta con un salvador, como el doctor Lemus, que logre evitar el ahogo y extenderle la vida.
Rápido para arrugar
La providencial detención del General Milani cayó como otro piano. Derivó en un manto piadoso para rescatarlo a Macri de la negatividad del primer plano.
En intensidad informativa, el apresamiento de Milani superó la paciente elaboración del llamado de Donald Trump.
Dos poderosos consoladores, Trump y Milani. Relativamente útiles para aportar oxígeno y rescatar a Mauricio, el estadista de arrugue precoz. Rápido para arrugar. Para volver a la utopía “de la foja cero”.
De todos modos la mitad de la sociedad se aferra a la suerte de Mauricio. Desconoce la manera de surtirlo de efectivo Avivol, a los efectos de alejarse de la representación del Mal. La Doctora. Bastante influyente en la otra mitad. Con un 30% en el bolso, y con un 20 para reconquistar.
Mientras Mauricio cae como un piano persisten los apoyos hacia La Doctora. Tal vez cometa el error explicable de sentirse prematuramente reivindicada, aunque se encuentre en las proximidades de la máxima equivocación impulsada, a través de la justicia, por Clarín. La cárcel.
Desertificación de ideas
Argentina se encuentra en emergencia intelectual.
La desertificación de ideas incluye, en el vacío, hasta las ideas malas. Que también faltan.
Las alternativas son tan previsibles como tristes. Dos patologías complementarias se retroalimentan y se reparten el juego. “El objetivo es que ningún otro aparezca”.
Hoy la revolución imaginaria del kirchnerismo amenaza con repotenciarse merced a la insustancialidad alarmante que emana del macrismo.
Juego de causas y efectos. La sensible negritud de Obama deriva en la blancura intolerante de Trump.
El ciclo tumultuoso del peronismo, en su versión kirchnerista, desemboca en la fragilidad de la Argentina como SOCMA. Con una sociedad cada vez más rencorosa, dividida y exhausta.
Para colmo, “la ancha avenida del medio”, que inspira la Franja de Massa, hasta aquí no existe.
Aspira a ser fundada entre las dos descomposiciones que impiden la proyección de nada que sea verdaderamente nuevo. La “avenida ancha” debe ser construida entre las contradicciones que ni Massa ni la señora Stolbizer logran resolver. Menos superar.
En vez de conducirla Massa a Stolbizer hacia el calor de la mayoría, Stolbizer lo arrastra a Massa hacia la dignidad de la minoría.
Dos bifecitos de lomo en la jaula de los leones.
Final con la argentinada perdonable
Aparte de la caída transitoria del General Milani, y del sigilosamente construido llamado telefónico de Donald Trump, se le presenta ahora a Macri el tercer rescate que debiera aprovechar.
La visita de Estado que realiza a España. Debe destacarse la buena voluntad de Telefónica de estampar la denuncia en el CIADI una vez que Macri deje Madrid. Consecuencias del Decreto Ayudín, para salvar a Clarín.
Está firme la estrategia de consolidar afuera al buen producto de exportación -Mauricio Macri- para que se lo empiece a retomar, adentro, más o menos en serio.
Corresponde colgarse de la desgracia de Venezuela, que se cae como otro piano con su sistema indefendible.
Colgarse con la destreza del vampiro que se fortalece con la sangre ajena.
Con la condena al obviamente condenable, Macri marca diferencias. Se instala para deslizarse en la búsqueda del elogio precipitado.
La construcción de Macri como el “nuevo líder de América”.
Como si ser líder fuera apenas una decisión personal, y no consecuencia del deseo de los liderados. Una argentinada -después de todo- perdonable.
Escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital
En menos de 15 meses la epopeya del Tercer Gobierno Radical comienza a desmoronarse. Cae como un piano.
En la frontera del agotamiento, Cambiemos debe “cambiar”, desde la más alta jerarquía.
Resulta irrelevante sostenerse con el “efecto comparativo”. Recurso gastado, incluso, hasta como atributo.
La conformación del “equipo homogéneo” es el cuento que sirve para consolidar el fanatismo de los convencidos (que hoy se aterran).
Macanas tras macanas
Tampoco importa que se celebren las diferenciadoras reuniones del gabinete multiplicado.
Ninguno de los 23 gerentes departamentales, que responden al apelativo de ministros, se encuentra en condiciones morales de advertirle, al Presidente, que marchan disciplinados hacia el abismo.
Ningún gerente se atrevió a sugerir, por ejemplo el último martes por la mañana, en la Residencia de Olivos, que se “hacen macanas tras macanas”.
Pero Macri, que es un estadista de suerte, aún puede recomponerse. Prescindir de los slogans enlatados. De las frases hechas que apelan, como los timbreos artificiales, a la emoción vulgar.
Debe recurrir, si los tiene, a los hombres de reserva que sepan. De política, en principio.
Aunque deba abrirse el “tercer anillo de poder”. Lo componen los tres instrumentadores que lo cierran. Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, Marcos Peña, El Pibe de Oro, y la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Téngase en cuenta que el tercer anillo del poder supo ser rectangular. Hasta que fue expulsado, según nuestras fuentes, Emilio Monzó, El Diseñador, y se convirtió en triángulo.
Sin embargo antes de tomar la forma geométrica, fue separada de aquel paraíso clausurado la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde. Vicepresidente de la nación (gracias a Nicky Caputo, del segundo anillo de poder).
Probablemente Michetti debería estar preparada para la máxima contingencia imprevisible. Ahora, al tomar consciencia que se encuentra afuera de los anillos del poder, La Novicia se lanza a reclamar aperturas. Como si continuara el cuestionado ejemplo de Monzó. La gestación del ensanchamiento político, que le permitiría a Macri, incluso, un colchón, pero no para recostarse. Un colchón que le sirva como base superior de legitimidad. Algo más de sustancia, de fibra, para fortalecer a quien debe conducir durante la eternidad de otros 27 meses.
Pero no les basta, ni a Monzó ni a Michetti, con señalar la vulnerabilidad más perceptible. La falta de ideas y de soluciones de un clan de morondanga encerrado en sí mismo. La carencia de adelantados que identifiquen los litigios debajo del agua, y resulten útiles para evitar los retrocesos cíclicos que derivan en papelones.
Aunque también debe cargarse la falta de economía, hoy reducida al verso más alejado de la poesía. Un compendio de pretextos inútiles para poner de una vez por todas en movimiento el camión de Los Wawancó que no arranca.
Por decisión personal, Macri está rodeado de colaboradores que se conforman con el silencio plácido del que siempre cede la razón. Para permanecer.
La existencia del “equipo homogéneo” deriva en otra fantasía imaginaria. Reposa entre las ejemplares justificaciones que demoran la acción. En un contexto tan vacilante, esperar las inversiones mantiene el efecto del antiguo placer solitario. Indigna manera de perder el tiempo. Pese a la cotización institucional de los que se preparan nada más que para conseguir las dichosas inversiones. No olvidar que intentaron, hasta aquí, hasta un Mini Davos, o un ambicioso Neo-Davocito, con cientos de invitados que se volvieron fascinados con el Ojo de Bife. Con la gestación de estructuras como la Agencia de Inversiones, colosal jactancia que responde al gerente Cabrera, que se choca -como corresponde con los autitos chocadores- con la competencia de la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales, que diseñara El Pomo Real y hoy responde a la gerente Malcorra. Ampliaremos.
La manteca en el asfalto
A nadie le conviene que el Tercer Gobierno Radical de Macri se debilite tan pronto. Que se derrita como la manteca en el asfalto. Que se caiga como un piano. Sin contar, siquiera, con los conspiradores innecesarios. Que se diluya entre los pliegues de la ineptitud, ante el impacto de la sociedad de decepción fácil. De desencanto rápido. Aunque los adeptos admirablemente pugnen, con ansiosa desesperación, para que el carromato estancado del gobierno arranque de una buena vez. Sin extender los cordones propios para enredarse y caerse. Con frecuencia. Solos.
“Parece que abren los pies para que les hagan mejor el caño”, confirma la Garganta.
En el plano interno, los conmovedores desaciertos demuelen el prestigio de Mauricio, el buen producto que paulatinamente se desperdicia.
Los sucesivos retrocesos signan en el escenario el peor reflejo condicionado. Tan nocivo como tóxico. Con el formato de la sospecha que se extiende. Induce a creer que el país está gobernado por torpes “que se hacen los goles en contra”. Se les pierde entonces el respeto, lo peor, se los toma en broma.
Hasta los periodistas fichados como incondicionales ya se atreven, por conducta defensiva, a descalificarlos. Pero siempre con la invariable iluminación de la alternativa más grave. El Mal.
Mientras tanto, la prensa ingeniosamente opositora exhibe su algarabía, y celebra con un jocundo hallazgo verbal. “Errorismo de Estado”.
Para recomponerse estratégicamente, corresponde que Mauricio deje de tragarse los bigotes falsos de Freddie Mercury. Copias ejemplares del bigote trucho que supo tragarse en la fiesta de casamiento en Tandil. No siempre se cuenta con un salvador, como el doctor Lemus, que logre evitar el ahogo y extenderle la vida.
Rápido para arrugar
La providencial detención del General Milani cayó como otro piano. Derivó en un manto piadoso para rescatarlo a Macri de la negatividad del primer plano.
En intensidad informativa, el apresamiento de Milani superó la paciente elaboración del llamado de Donald Trump.
Dos poderosos consoladores, Trump y Milani. Relativamente útiles para aportar oxígeno y rescatar a Mauricio, el estadista de arrugue precoz. Rápido para arrugar. Para volver a la utopía “de la foja cero”.
De todos modos la mitad de la sociedad se aferra a la suerte de Mauricio. Desconoce la manera de surtirlo de efectivo Avivol, a los efectos de alejarse de la representación del Mal. La Doctora. Bastante influyente en la otra mitad. Con un 30% en el bolso, y con un 20 para reconquistar.
Mientras Mauricio cae como un piano persisten los apoyos hacia La Doctora. Tal vez cometa el error explicable de sentirse prematuramente reivindicada, aunque se encuentre en las proximidades de la máxima equivocación impulsada, a través de la justicia, por Clarín. La cárcel.
Desertificación de ideas
Argentina se encuentra en emergencia intelectual.
La desertificación de ideas incluye, en el vacío, hasta las ideas malas. Que también faltan.
Las alternativas son tan previsibles como tristes. Dos patologías complementarias se retroalimentan y se reparten el juego. “El objetivo es que ningún otro aparezca”.
Hoy la revolución imaginaria del kirchnerismo amenaza con repotenciarse merced a la insustancialidad alarmante que emana del macrismo.
Juego de causas y efectos. La sensible negritud de Obama deriva en la blancura intolerante de Trump.
El ciclo tumultuoso del peronismo, en su versión kirchnerista, desemboca en la fragilidad de la Argentina como SOCMA. Con una sociedad cada vez más rencorosa, dividida y exhausta.
Para colmo, “la ancha avenida del medio”, que inspira la Franja de Massa, hasta aquí no existe.
Aspira a ser fundada entre las dos descomposiciones que impiden la proyección de nada que sea verdaderamente nuevo. La “avenida ancha” debe ser construida entre las contradicciones que ni Massa ni la señora Stolbizer logran resolver. Menos superar.
En vez de conducirla Massa a Stolbizer hacia el calor de la mayoría, Stolbizer lo arrastra a Massa hacia la dignidad de la minoría.
Dos bifecitos de lomo en la jaula de los leones.
Final con la argentinada perdonable
Aparte de la caída transitoria del General Milani, y del sigilosamente construido llamado telefónico de Donald Trump, se le presenta ahora a Macri el tercer rescate que debiera aprovechar.
La visita de Estado que realiza a España. Debe destacarse la buena voluntad de Telefónica de estampar la denuncia en el CIADI una vez que Macri deje Madrid. Consecuencias del Decreto Ayudín, para salvar a Clarín.
Está firme la estrategia de consolidar afuera al buen producto de exportación -Mauricio Macri- para que se lo empiece a retomar, adentro, más o menos en serio.
Corresponde colgarse de la desgracia de Venezuela, que se cae como otro piano con su sistema indefendible.
Colgarse con la destreza del vampiro que se fortalece con la sangre ajena.
Con la condena al obviamente condenable, Macri marca diferencias. Se instala para deslizarse en la búsqueda del elogio precipitado.
La construcción de Macri como el “nuevo líder de América”.
Como si ser líder fuera apenas una decisión personal, y no consecuencia del deseo de los liderados. Una argentinada -después de todo- perdonable.
Escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital