El estudio se terminó hace pocos días y sus resultados se manejaron con absoluta reserva. El objetivo fue claro: identificar las oportunidades de negocios que tiene la Argentina. Trabajaron distintos ministerios y fue la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional la que terminó de ponerle un número: US$ 270.000 millones de oportunidades por venir en inversiones del sector público y privado en transporte e infraestructura, obras públicas, negocios inmobiliarios, bienes industriales, turismo y telecomunicaciones. El plazo excede la actual gestión: se habla de los próximos diez años.
Sin embargo, de ese número se desprende lo que puertas adentro del Gobierno denominan las «tres nuevas pampas húmedas». Se refieren así a sectores de alto potencial para la inversión privada, cuyo crecimiento podría generar un impacto macroeconómico de fondo.
Allí juegan energía (petróleo, gas, electricidad y renovables) con desembolsos potenciales por unos US$ 60.000 millones, minería por US$ 30.000 millones y agroindustria por unos US$ 22.000 millones.
En energía la apuesta es clara. A partir de la aprobación de la ley de energías renovables en 2015, se estableció que para 2018, el 8% del total del consumo de energía deberá ser producido a partir de fuentes renovables, y en 2025 ese número tiene que ascender al 20 por ciento.
«Hoy el país tiene sólo el 1,8%, con lo cual hay un potencial enorme de crecimiento y oportunidades claras. Cuando alguien dice que en la Argentina las inversiones no están llegando es falso», disparó el ministro de Energía y Minería de la Nación, Juan José Aranguren.
En la oferta de ciclo combinado se recibieron seis veces más propuestas de las buscadas. En el segmento de renovables también se multiplican los proyectos de inversión, y en la primera licitación del Plan RenovAR para producir 1000 megavatios de energía renovable se recibieron propuestas por seis veces más de lo que se buscaba. Ya se adjudicaron 59 proyectos en los que se producirá energía en 17 provincias por una inversión privada aproximada de US$ 4000 millones. «Así vamos a generar decenas de miles de puestos de trabajo en los próximos dos años», se entusiasma Juan Procaccini, titular de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional.
La minería aparece también como otro de los sectores que el plan estratégico mira con buenos ojos: sobre todo porque implica inversión en todas las provincias cordilleranas y demandará servicios locales en cada una. «Sin embargo, acá será fundamental construir un relato que sea amigable con el medio ambiente. Los constantes errores de Barrick y la mala prensa del rubro hacen difícil capitalizar esta oportunidad», admite un integrante de la mesa chica de Balcarce 50. En esta misma línea fue el propio Aranguren quien anticipó: «Si Barrick no cambia, la provincia de San Juan le quitará la concesión».
Si bien la Argentina comparte la cordillera con Chile, mientras el país vecino exportó aproximadamente unos US$ 35.000 millones en minerales y metales en 2015, la Argentina lo hizo por apenas el 10%, unos US$ 3500 millones. El recurso minero del país se destaca en oro, plata, cobre y litio.
El caso del litio, por ejemplo, es otro en el que aparece un potencial claro: las reservas de Chile, Bolivia y la Argentina forman «el triángulo del litio» que concentra 80% del recurso en el mundo. Mientras que en los países vecinos se frenó el desarrollo de la minería de litio, en el país se lo promueve activamente. Casi el 100% del área minable en el país de este segmento está concesionado y aproximadamente siete proyectos (de US$ 300 a 500 millones de inversión cada uno) están desarrollando la planta piloto.
Por su parte, el resto del país tiene apenas entre el 25-30% del área minable concesionado. En esta área existen más de 400 proyectos, de los cuales aproximadamente 40 se encuentran en instancias avanzadas, que implicarán US$ 35.000 millones de inversión en los próximos diez años. Las empresas interesadas provienen principalmente de Canadá, China, la India, Corea y Francia. También desde Australia, donde la embajada está organizando un viaje para descubrir el potencial de intercambio bilateral entre ambos países y entrevistas mano a mano con los referentes del sector.
El rubro agroindustrial es el tercero de las nuevas pampas detectadas por el Gobierno nacional. Con una producción de 103 millones de toneladas y exportaciones por US$ 40.464 millones en 2016, representa más del 50% del total del volumen exportado y emplea a más de 500.000 personas. Además es un socio estratégico en el suministro de alimentos al mundo. «La meta del campo tiene un número: hoy se producen alimentos para 440 millones de personas, diez veces el tamaño del país, y el objetivo es llevar ese número a 650 millones en los próximos cuatro años. Es decir, aumentar un 50% la producción de alimentos», asegura Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
Para esto, en el Ministerio de Agroindustria manejan un plan de riego público-privado con el que buscarán expandir la frontera agrícola en 4 millones de hectáreas. La semana próxima, de hecho, se presentará un plan completo de competitividad en el que se muestran los indicadores y el diagnóstico. La investigación demandó más de un año de trabajo y será la base para trabajar en mejoras dentro del sector estrella del primer año «M».
Para la SRA, en el período 2014/15 las exportaciones de los principales granos (soja, maíz, trigo y girasol) y productos derivados aportaron al fisco US$ 7277 millones en concepto de retenciones impuestas por la gestión de Cristina Kirchner. En el actual ciclo, el aporte tributario, que incluye menos derechos de exportación, pero más pagos del impuesto a las ganancias, alcanzará US$ 7093 millones.
«Queremos agregar valor e industrializar nuestra materia prima agrícola para pasar de ser «el granero del mundo» a ser «el supermercado del mundo»», se entusiasma Procaccini. En 2016, la venta de tractores aumentó un 25%, la de cosechadoras un 54% y la de sembradoras un 80%. «La cosecha de trigo fue la más alta de la historia, y este año esperamos una cosecha total récord de 130 millones de toneladas. Esto significa más exportación, más comercio, más transporte y más empleo en todo el país», sostiene Ricardo Buryaile, ministro de Agroindustria en diálogo con LA NACION.
Potencial y realidad
«El Gobierno pensó que apenas asumía cambiaba los precios relativos y eso, junto con el cambio de carácter de un gobierno muy enemistado con el mercado a otro promercado, iba a gatillar una lluvia de inversiones», sostiene Marina Dal Poggetto, socia del estudio Bein & Asociados. Sin embargo, la analista sostiene que por el momento el cambio en los precios relativos exacerbó la puja distributiva y desplomó el nivel de actividad y el consumo. «Por ahora llovieron dólares por todos lados, pero no se volcaron a la economía real, y la verdad es que estás en un mundo donde sobra capacidad instalada y falta consumo.»
Marcelo Elizondo, titular de la Consultora DNI, está convencido de que hay «un vínculo entre el comercio internacional y la recepción de la inversión extranjera. Si uno mira los 20 principales receptores extranjeros de inversión extranjera directa (IED) en el mundo, de los cuales tres son países latinoamericanos (México, Brasil y Chile), 19 de esos 20 países son los principales importadores o exportadores del mundo, o bien tienen una altísima participación del comercio internacional en su PBI. La Argentina no es ninguna de esas dos cosas». La capacidad de recibir insumos o bienes de capital, o de trabajar para mercados externos, es un aspecto que los inversores extranjeros completan. No es el único, pero es uno relevante y en eso la Argentina debe trabajar, según el especialista.
De hecho todavía quedan varios puntos relevantes en el momento de captar los desembolsos. «Creo que hay varias incertidumbres todavía. En medio de un proceso de recomposición de tarifas, con el dólar cayendo, y mientras intentás manejar las paritarias?, eso genera dudas sobre cómo proyectar y cuál es el nivel de actividad hacia adelante», resume Dal Poggetto.
El costo de capital es, sin duda, una de las mejoras en la que la mayoría de los analistas coinciden. Bajó la tasa de interés de la deuda que paga la Argentina, con lo cual todos los proyectos que se financian afuera obtuvieron una ventaja; ahora, todos aquellos que se financian localmente, con el esquema de bajar la inflación con una política monetaria muy dura, viven el efecto contrario. «En el fondo hay una contradicción real a resolver, porque esa tasa en pesos muy positiva, y ahora en dólares también, favorece que no haya fuga de capitales o dolarización de carteras, pero desde el punto de vista productivo te pone una cota muy alta», agrega Mariano De Miguel, economista jefe de la CGT.
En el exterior hay dos visiones de la Argentina que están compitiendo. «El Gobierno tiene un discurso de los más fuertes a favor de la inversión; hay que ver lo que decía el presidente Macri cuando estuvo en Holanda o cuando estuvo en España. Y hay otra Argentina a la que le cuesta tomar decisiones políticas que motiven las decisiones de empresarios», cierra Elizondo. La inversión extranjera directa estuvo el año pasado, en el país, por debajo de los US$ 6000 millones y en toda la región cayó cerca de un 20%. Pero claro está, no todos tienen la misma oportunidad. Sólo la Argentina cuenta con tres nuevas pampas por descubrir.
Millones son amores
Las inversiones potenciales por sector
US$ 30.000 M en minería
Firmas de Canadá, Australia, la India, Corea, Francia y China comprometieron inversiones en oro, plata y litio.
US$ 60.000 M en energía
Ya se adjudicaron 59 proyectos en los que se producirá energía renovable en 17 provincias.
US$ 22.000 M en agroindustria
Es uno de los rubros que más crece con inversiones y fuertes subas en la demanda de tractores y cosechadoras.
Sin embargo, de ese número se desprende lo que puertas adentro del Gobierno denominan las «tres nuevas pampas húmedas». Se refieren así a sectores de alto potencial para la inversión privada, cuyo crecimiento podría generar un impacto macroeconómico de fondo.
Allí juegan energía (petróleo, gas, electricidad y renovables) con desembolsos potenciales por unos US$ 60.000 millones, minería por US$ 30.000 millones y agroindustria por unos US$ 22.000 millones.
En energía la apuesta es clara. A partir de la aprobación de la ley de energías renovables en 2015, se estableció que para 2018, el 8% del total del consumo de energía deberá ser producido a partir de fuentes renovables, y en 2025 ese número tiene que ascender al 20 por ciento.
«Hoy el país tiene sólo el 1,8%, con lo cual hay un potencial enorme de crecimiento y oportunidades claras. Cuando alguien dice que en la Argentina las inversiones no están llegando es falso», disparó el ministro de Energía y Minería de la Nación, Juan José Aranguren.
En la oferta de ciclo combinado se recibieron seis veces más propuestas de las buscadas. En el segmento de renovables también se multiplican los proyectos de inversión, y en la primera licitación del Plan RenovAR para producir 1000 megavatios de energía renovable se recibieron propuestas por seis veces más de lo que se buscaba. Ya se adjudicaron 59 proyectos en los que se producirá energía en 17 provincias por una inversión privada aproximada de US$ 4000 millones. «Así vamos a generar decenas de miles de puestos de trabajo en los próximos dos años», se entusiasma Juan Procaccini, titular de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional.
La minería aparece también como otro de los sectores que el plan estratégico mira con buenos ojos: sobre todo porque implica inversión en todas las provincias cordilleranas y demandará servicios locales en cada una. «Sin embargo, acá será fundamental construir un relato que sea amigable con el medio ambiente. Los constantes errores de Barrick y la mala prensa del rubro hacen difícil capitalizar esta oportunidad», admite un integrante de la mesa chica de Balcarce 50. En esta misma línea fue el propio Aranguren quien anticipó: «Si Barrick no cambia, la provincia de San Juan le quitará la concesión».
Si bien la Argentina comparte la cordillera con Chile, mientras el país vecino exportó aproximadamente unos US$ 35.000 millones en minerales y metales en 2015, la Argentina lo hizo por apenas el 10%, unos US$ 3500 millones. El recurso minero del país se destaca en oro, plata, cobre y litio.
El caso del litio, por ejemplo, es otro en el que aparece un potencial claro: las reservas de Chile, Bolivia y la Argentina forman «el triángulo del litio» que concentra 80% del recurso en el mundo. Mientras que en los países vecinos se frenó el desarrollo de la minería de litio, en el país se lo promueve activamente. Casi el 100% del área minable en el país de este segmento está concesionado y aproximadamente siete proyectos (de US$ 300 a 500 millones de inversión cada uno) están desarrollando la planta piloto.
Por su parte, el resto del país tiene apenas entre el 25-30% del área minable concesionado. En esta área existen más de 400 proyectos, de los cuales aproximadamente 40 se encuentran en instancias avanzadas, que implicarán US$ 35.000 millones de inversión en los próximos diez años. Las empresas interesadas provienen principalmente de Canadá, China, la India, Corea y Francia. También desde Australia, donde la embajada está organizando un viaje para descubrir el potencial de intercambio bilateral entre ambos países y entrevistas mano a mano con los referentes del sector.
El rubro agroindustrial es el tercero de las nuevas pampas detectadas por el Gobierno nacional. Con una producción de 103 millones de toneladas y exportaciones por US$ 40.464 millones en 2016, representa más del 50% del total del volumen exportado y emplea a más de 500.000 personas. Además es un socio estratégico en el suministro de alimentos al mundo. «La meta del campo tiene un número: hoy se producen alimentos para 440 millones de personas, diez veces el tamaño del país, y el objetivo es llevar ese número a 650 millones en los próximos cuatro años. Es decir, aumentar un 50% la producción de alimentos», asegura Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
Para esto, en el Ministerio de Agroindustria manejan un plan de riego público-privado con el que buscarán expandir la frontera agrícola en 4 millones de hectáreas. La semana próxima, de hecho, se presentará un plan completo de competitividad en el que se muestran los indicadores y el diagnóstico. La investigación demandó más de un año de trabajo y será la base para trabajar en mejoras dentro del sector estrella del primer año «M».
Para la SRA, en el período 2014/15 las exportaciones de los principales granos (soja, maíz, trigo y girasol) y productos derivados aportaron al fisco US$ 7277 millones en concepto de retenciones impuestas por la gestión de Cristina Kirchner. En el actual ciclo, el aporte tributario, que incluye menos derechos de exportación, pero más pagos del impuesto a las ganancias, alcanzará US$ 7093 millones.
«Queremos agregar valor e industrializar nuestra materia prima agrícola para pasar de ser «el granero del mundo» a ser «el supermercado del mundo»», se entusiasma Procaccini. En 2016, la venta de tractores aumentó un 25%, la de cosechadoras un 54% y la de sembradoras un 80%. «La cosecha de trigo fue la más alta de la historia, y este año esperamos una cosecha total récord de 130 millones de toneladas. Esto significa más exportación, más comercio, más transporte y más empleo en todo el país», sostiene Ricardo Buryaile, ministro de Agroindustria en diálogo con LA NACION.
Potencial y realidad
«El Gobierno pensó que apenas asumía cambiaba los precios relativos y eso, junto con el cambio de carácter de un gobierno muy enemistado con el mercado a otro promercado, iba a gatillar una lluvia de inversiones», sostiene Marina Dal Poggetto, socia del estudio Bein & Asociados. Sin embargo, la analista sostiene que por el momento el cambio en los precios relativos exacerbó la puja distributiva y desplomó el nivel de actividad y el consumo. «Por ahora llovieron dólares por todos lados, pero no se volcaron a la economía real, y la verdad es que estás en un mundo donde sobra capacidad instalada y falta consumo.»
Marcelo Elizondo, titular de la Consultora DNI, está convencido de que hay «un vínculo entre el comercio internacional y la recepción de la inversión extranjera. Si uno mira los 20 principales receptores extranjeros de inversión extranjera directa (IED) en el mundo, de los cuales tres son países latinoamericanos (México, Brasil y Chile), 19 de esos 20 países son los principales importadores o exportadores del mundo, o bien tienen una altísima participación del comercio internacional en su PBI. La Argentina no es ninguna de esas dos cosas». La capacidad de recibir insumos o bienes de capital, o de trabajar para mercados externos, es un aspecto que los inversores extranjeros completan. No es el único, pero es uno relevante y en eso la Argentina debe trabajar, según el especialista.
De hecho todavía quedan varios puntos relevantes en el momento de captar los desembolsos. «Creo que hay varias incertidumbres todavía. En medio de un proceso de recomposición de tarifas, con el dólar cayendo, y mientras intentás manejar las paritarias?, eso genera dudas sobre cómo proyectar y cuál es el nivel de actividad hacia adelante», resume Dal Poggetto.
El costo de capital es, sin duda, una de las mejoras en la que la mayoría de los analistas coinciden. Bajó la tasa de interés de la deuda que paga la Argentina, con lo cual todos los proyectos que se financian afuera obtuvieron una ventaja; ahora, todos aquellos que se financian localmente, con el esquema de bajar la inflación con una política monetaria muy dura, viven el efecto contrario. «En el fondo hay una contradicción real a resolver, porque esa tasa en pesos muy positiva, y ahora en dólares también, favorece que no haya fuga de capitales o dolarización de carteras, pero desde el punto de vista productivo te pone una cota muy alta», agrega Mariano De Miguel, economista jefe de la CGT.
En el exterior hay dos visiones de la Argentina que están compitiendo. «El Gobierno tiene un discurso de los más fuertes a favor de la inversión; hay que ver lo que decía el presidente Macri cuando estuvo en Holanda o cuando estuvo en España. Y hay otra Argentina a la que le cuesta tomar decisiones políticas que motiven las decisiones de empresarios», cierra Elizondo. La inversión extranjera directa estuvo el año pasado, en el país, por debajo de los US$ 6000 millones y en toda la región cayó cerca de un 20%. Pero claro está, no todos tienen la misma oportunidad. Sólo la Argentina cuenta con tres nuevas pampas por descubrir.
Millones son amores
Las inversiones potenciales por sector
US$ 30.000 M en minería
Firmas de Canadá, Australia, la India, Corea, Francia y China comprometieron inversiones en oro, plata y litio.
US$ 60.000 M en energía
Ya se adjudicaron 59 proyectos en los que se producirá energía renovable en 17 provincias.
US$ 22.000 M en agroindustria
Es uno de los rubros que más crece con inversiones y fuertes subas en la demanda de tractores y cosechadoras.