Con su poder adquisitivo muy deteriorado por la inflación, las familias argentinas recortaron gastos, y no sólo «gustitos» superfluos. Para que la plata alcance, millones de hogares debieron resignar incluso las compras de lácteos, alimentos esenciales de una dieta saludable. Y los limitaron con una intensidad que sólo encuentra antecedentes cercanos en la megacrisis de 2002 y 2003.
Estadísticas recientes del Ministerio de Agroindustria muestran que en 2016 el consumo de los principales lácteos sufrió un desplome récord, comenzando por el de leche líquida. Según los datos oficiales, cada argentino tomó cuatro litros menos de leche que un año antes, con una caída del 9,2%. La ingesta por persona se redujo así a 40,1 litros anuales -unos 101 mililitros diarios, menos de media taza-, el nivel más bajo desde 2003.
Mientras que en leche en polvo, la demanda se derrumbó un 45,2% interanual. Pasó a sólo 1,6 kilos por habitante, la marca más baja de todo el siglo. Hace 10 años, por ejemplo, se habían adquirido 4,43 kilos, casi el triple.
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También en yogures hubo récords: con una caída anual del 9,4%, se compraron en 2016 menos de 10 kilos por persona, algo que no pasaba desde 2004. El consumo general de quesos, en tanto, bajó al mínimo de los últimos cinco años (11,92 kilos anuales per cápita), con una caída del 10% en los blandos, los más populares. Y en dulce de leche se perforó el piso de 3 kilos por habitante, algo que no se veía desde 2006.
Aunque los datos oficiales llegan hasta 2016, otras fuentes coinciden en que este año la tendencia continuó. Números provisorios del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina marcan que de enero a marzo las ventas de lácteos cayeron otro 10,9% interanual, con bajas fuertes en leche líquida (10,4%) y yogures (14,9%).
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En la misma línea, la consultora Kantar Worldpanel informó que las compras de lácteos se redujeron un 9% interanual en el primer trimestre. Y según un estudio de Scanntech y Focus Market los lácteos fueron los alimentos con mayor contracción del consumo en lo que va del año, mientras que otros, como los secos del desayuno, se recuperaron.
El fenómeno ocurrió en paralelo -y en reacción- a una fuerte suba de los precios en las góndolas. El organismo estadístico porteño informó que los lácteos cuestan en promedio 39% más que hace 12 meses, contra un 26,7% de inflación de todos los alimentos. Quedaron, así, como los comestibles con mayor aumento, sólo detrás de los aceites. Según detallan, la leche entera común se encareció un 36,5% en el último año, el queso port salut, 47,1%, el cuartirolo, 50,7% y la manteca, 58,9%.
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Clarín relevó, por ejemplo, que un sachet de leche de marca líder, a $ 15,45 hace un año, sale ahora más de $ 21. Y el de segunda marca tiene un precio acordado de $ 15,64, aunque no siempre se consigue. En un año, el queso cremoso de marca líder pasó de $ 159 a $ 220 el kilo.
«La principal razón de la caída del consumo está en que los precios aumentaron mucho, en parte porque cayó fuertemente la producción de leche. Y eso justo en un año recesivo donde el salario real se deterioró», explicó David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina.
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El retroceso de los lácteos en la mesa preocupa a los expertos en Nutrición. Ya en 2015, el Centro de Estudios sobre Política y Economía de la Alimentación (CEPEA) había calculado que el argentino promedio consumía un 43% menos de leche y derivados que lo ideal para cubrir su necesidad de calcio y otros nutrientes clave. Esa brecha, ahora, se habría ampliado.
«La inflación en alimentos y el deterioro de la situación social profundizaron una tendencia que ya no venía bien», sostuvo Sergio Britos, director del CEPEA, quien se refiere al calcio como «el nutriente de mayor deficiencia en la dieta». «Sacando a los menores de 4 años -detalló-, el 60% de la población no consume suficiente calcio. La falta de lácteos afecta la salud nutricional de chicos en edad escolar, mujeres y personas mayores, en ese orden.»
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«Ya antes de esta caída estábamos cortos en lácteos», coincidió Silvio Schraier, director de la carrera de Médicos Especialistas en Nutrición de la UBA en el Hospital Italiano. Y advirtió que el déficit genera problemas de desarrollo en niños, como raquitismo, baja estatura, desviaciones de columna y hasta problemas respiratorios. Mientras que en adultos es el gran causante de osteoporosis. «A los chicos, la falta de leche o yogur en el desayuno los expone a un pobre rendimiento escolar», agregó Britos.
Otro aspecto que preocupa a los expertos es que los lácteos, generadores de saciedad, suelen cambiarse en la mesa por más bebidas con azúcar, harinas y otros hidratos de carbono, alimentos que en general ya se consumen muy en exceso. Y que colaboran en el incremento de la obesidad.
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La leche paga IVA y casi un cuarto del precio del sachet es para el Estado
El Estado podría hacer su aporte para lograr que el precio de la leche baje en las góndolas, y su consumo pueda finalmente recuperarse. Porque casi un cuarto de lo que se paga por el producto corresponde a impuestos.
Un estudio de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina, que entre primeras y segundas marcas relevó en febrero un precio de $ 17,41 para el sachet de leche entera, calculó que el 23,6% de ese valor se lo queda el Estado con distintos impuestos que recauda en las distintas fases de la cadena de venta y comercialización. Son $ 4,10 por cada litro.
El informe detalla, además, que la mayor parte de esa presión impositiva (unos $ 3,02) corresponde al Impuesto al Valor Agregado (IVA), que es del 21% para el producto. «La ley de IVA exceptuó a la leche, por lo que debería tener una alícuota de 0%. Pero el tipo de leche que exceptúa -la común, sin aditivos- ya no está disponible en el mercado», explican. Por eso, consideran que la norma «debería actualizarse».
Si el IVA fuera del 0%, indicaron, el sachet de leche debería estar costando en promedio sólo $ 14,39. Y para el queso cremoso, el precio por kilo bajaría de $ 135,88 a $ 112,30.
Estadísticas recientes del Ministerio de Agroindustria muestran que en 2016 el consumo de los principales lácteos sufrió un desplome récord, comenzando por el de leche líquida. Según los datos oficiales, cada argentino tomó cuatro litros menos de leche que un año antes, con una caída del 9,2%. La ingesta por persona se redujo así a 40,1 litros anuales -unos 101 mililitros diarios, menos de media taza-, el nivel más bajo desde 2003.
Mientras que en leche en polvo, la demanda se derrumbó un 45,2% interanual. Pasó a sólo 1,6 kilos por habitante, la marca más baja de todo el siglo. Hace 10 años, por ejemplo, se habían adquirido 4,43 kilos, casi el triple.
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Aunque los datos oficiales llegan hasta 2016, otras fuentes coinciden en que este año la tendencia continuó. Números provisorios del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina marcan que de enero a marzo las ventas de lácteos cayeron otro 10,9% interanual, con bajas fuertes en leche líquida (10,4%) y yogures (14,9%).
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El fenómeno ocurrió en paralelo -y en reacción- a una fuerte suba de los precios en las góndolas. El organismo estadístico porteño informó que los lácteos cuestan en promedio 39% más que hace 12 meses, contra un 26,7% de inflación de todos los alimentos. Quedaron, así, como los comestibles con mayor aumento, sólo detrás de los aceites. Según detallan, la leche entera común se encareció un 36,5% en el último año, el queso port salut, 47,1%, el cuartirolo, 50,7% y la manteca, 58,9%.
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«La principal razón de la caída del consumo está en que los precios aumentaron mucho, en parte porque cayó fuertemente la producción de leche. Y eso justo en un año recesivo donde el salario real se deterioró», explicó David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina.
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«La inflación en alimentos y el deterioro de la situación social profundizaron una tendencia que ya no venía bien», sostuvo Sergio Britos, director del CEPEA, quien se refiere al calcio como «el nutriente de mayor deficiencia en la dieta». «Sacando a los menores de 4 años -detalló-, el 60% de la población no consume suficiente calcio. La falta de lácteos afecta la salud nutricional de chicos en edad escolar, mujeres y personas mayores, en ese orden.»
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«Ya antes de esta caída estábamos cortos en lácteos», coincidió Silvio Schraier, director de la carrera de Médicos Especialistas en Nutrición de la UBA en el Hospital Italiano. Y advirtió que el déficit genera problemas de desarrollo en niños, como raquitismo, baja estatura, desviaciones de columna y hasta problemas respiratorios. Mientras que en adultos es el gran causante de osteoporosis. «A los chicos, la falta de leche o yogur en el desayuno los expone a un pobre rendimiento escolar», agregó Britos.
Otro aspecto que preocupa a los expertos es que los lácteos, generadores de saciedad, suelen cambiarse en la mesa por más bebidas con azúcar, harinas y otros hidratos de carbono, alimentos que en general ya se consumen muy en exceso. Y que colaboran en el incremento de la obesidad.
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El informe detalla, además, que la mayor parte de esa presión impositiva (unos $ 3,02) corresponde al Impuesto al Valor Agregado (IVA), que es del 21% para el producto. «La ley de IVA exceptuó a la leche, por lo que debería tener una alícuota de 0%. Pero el tipo de leche que exceptúa -la común, sin aditivos- ya no está disponible en el mercado», explican. Por eso, consideran que la norma «debería actualizarse».
Si el IVA fuera del 0%, indicaron, el sachet de leche debería estar costando en promedio sólo $ 14,39. Y para el queso cremoso, el precio por kilo bajaría de $ 135,88 a $ 112,30.