La irrupción de actores extra-políticos combinados incidiendo en el proceso electoral como los medios de comunicación, el Poder Judicial, y los servicios de inteligencia están dando indicios de que la campaña asumirá un carácter negativo como no se ha visto nunca en los años de democracia argentina. El reacomodamiento de algunos medios como puntales de apoyo gubernamental, aunque notable en estos días, no es estrictamente una novedad pues ya ha pasado en otras ocasiones de la historia reciente, como se recuerdan los días de cercanía de Néstor Kirchner con Clarín al punto de posibilitar la madre de todas las fusiones: Cablevisión con Multicanal. Pero la actuación de la justicia sí introduce un elemento nuevo, porque la posibilidad que se impute o se procese a buena parte de una lista opositora, es un fenómeno difícil de comparar con otras experiencias. No se evalúa aquí si las decisiones judiciales son ajustadas a derecho o no, pero la oportunidad y la selectividad da señales de una serie de decisiones con efectos políticos. También la selectividad en las acusaciones ha dado pistas de la existencia de algunos guiños hacia quienes han sido excluidos del radar de las imputaciones. Estos procedimientos sientan un precedente peligroso, porque todos están bajo la misma curva de aprendizaje, y el peronismo va a adaptarse a los mismos mecanismos ni bien los tenga a disposición.
A despolarizar. Para redondear unos días complejos en términos de la salud de la maltrecha República, se presentaron en el prime time televisivo una nueva serie de conversaciones de la ex presidenta con Oscar Parrilli, en esta ocasión hablando sobre Sergio Massa. No pareciera existir ningún impedimento legal, ético o de otra naturaleza para difundir información que alguien grabó en su momento y cuyo único interés actual es influir en la elección. También debe señalarse que dicha transmisión ayuda a la despolarización de la elección en la provincia. La desatinada expresión de CFK –“hay que embocar a Massa”- fue bien aprovechada por éste para recuperar presencia televisiva. La polarización que se viene planteando desde el año pasado está mostrando un efecto inesperado, Cristina podría romper el techo de cristal que divide a los que la quieren de los que la odian, con un aumento de unos puntos en poco tiempo, cuando parecía que su cota superior era del orden del 30%. En otro plano también se hicieron públicas fotos y videos de candidatos desnudos en sus casas, y este tipo de intervenciones reprochables seguirán escalando de no mediar una intervención directa de las primeras líneas políticas de los tres poderes del Estado.
Lógica del voto estratégico. Pero si algo tiene esta elección es la dificultad de acertar sus resultados finales más allá de lo que puedan capturar los sondeos de opinión. Se sabe que todo cambio en el sistema electoral trae consecuencias inesperadas. En este sentido la experiencia de las PASO se ha ido reconfigurado en cada elección desde su primera aplicación en 2011, para arribar a este 2017 donde prácticamente se van a reiterar dos elecciones similares en agosto y en octubre. Esta extraña situación habilita la posibilidad de que muchos votantes cambien su sufragio en la segunda elección dependiendo los resultados de la primera, incluso cortando boleta. Este voto “estratégico” puede resultar crítico en la provincia de Buenos Aires, y en otros lugares –como Córdoba o Santa Fe- y pondrá en juego los niveles de adherencia que las distintas candidaturas generan entre sus votantes. Un escenario posible dentro de lo que indican los estudios de opinión de estos días es que CFK pueda estar cerca del 34%, Esteban Bullrich superando levemente el 30%, Sergio Massa arañando los 20%, y Florencio Randazzo y la izquierda dentro del 5%. ¿Qué harán los votantes de las tercera y cuarta fuerzas frente a estos resultados? ¿Primará la lealtad al voto original, querrán seguir al ganador o por el contario evitar su triunfo? Es una cuestión vital que además de poder cambiar los resultados en una elección peleada muestra que el apego partidario es casi inexistente en un contexto donde las agrupaciones surgen con alianzas, denominaciones y estéticas coyunturales. En este plano Cambiemos lleva la ventaja de haber consolidado su “marca” desde mediados de 2015, y esto se constata en las encuestas donde la denominación tiene más votantes potenciales que sus candidatos.
Factor PepsiCo. El conflicto originado por el cierre de la planta de PepsiCo en Vicente López, la posterior toma por parte de los trabajadores y el final desalojo con una fuerte represión policial, es clave para entender la etapa actual de la economía real. A partir de la salida de la Convertibilidad en 2002 y la instalación de un modelo proteccionista, muchas empresas se vieron compelidas a producir en el país o a retirarse. En este sentido, buscaron evitar grandes conflictos laborales bajo la idea de que el Estado iba a laudar siempre hacia la conservación de los puestos de trabajo. Esta situación se agudizó con la restricción de divisas y la “administración del comercio” con lo cual se produjo una acotada “sustitución de importaciones” de bienes solamente destinados al consumo interno, y que generó en parte el proceso inflacionario, en la lucha por capturar el ingreso disponible de los consumidores.
A partir del cambio de políticas macroeconómicas de la nueva gestión, la estructura económica del país entra en reorganización, donde las pymes evalúan sus posibilidades para sobrevivir (o no), las empresas nacionales buscan influir en las políticas públicas, pero las multinacionales vuelven a atender a su juego global, instalando las plantas productoras en lugares con menores salarios o en su defecto desarrollando plantas más pequeñas con mayor tecnología e importando una parte de su línea de productos. PepsiCo tiene la particularidad de ser una productora de alimentos, uno de los pocos sectores económicos donde Argentina podría tener competitividad en el mundo, y pivote del “supermercado del mundo” como ha planteado reiteradamente el Presidente como su proyecto favorito de país. Este y otros conflictos agregarán información para los ciudadanos, ya bastantes desorientados, y muchos decidirán su voto camino al cuarto oscuro.
*Sociólogo (@cfdeangelis).
A despolarizar. Para redondear unos días complejos en términos de la salud de la maltrecha República, se presentaron en el prime time televisivo una nueva serie de conversaciones de la ex presidenta con Oscar Parrilli, en esta ocasión hablando sobre Sergio Massa. No pareciera existir ningún impedimento legal, ético o de otra naturaleza para difundir información que alguien grabó en su momento y cuyo único interés actual es influir en la elección. También debe señalarse que dicha transmisión ayuda a la despolarización de la elección en la provincia. La desatinada expresión de CFK –“hay que embocar a Massa”- fue bien aprovechada por éste para recuperar presencia televisiva. La polarización que se viene planteando desde el año pasado está mostrando un efecto inesperado, Cristina podría romper el techo de cristal que divide a los que la quieren de los que la odian, con un aumento de unos puntos en poco tiempo, cuando parecía que su cota superior era del orden del 30%. En otro plano también se hicieron públicas fotos y videos de candidatos desnudos en sus casas, y este tipo de intervenciones reprochables seguirán escalando de no mediar una intervención directa de las primeras líneas políticas de los tres poderes del Estado.
Lógica del voto estratégico. Pero si algo tiene esta elección es la dificultad de acertar sus resultados finales más allá de lo que puedan capturar los sondeos de opinión. Se sabe que todo cambio en el sistema electoral trae consecuencias inesperadas. En este sentido la experiencia de las PASO se ha ido reconfigurado en cada elección desde su primera aplicación en 2011, para arribar a este 2017 donde prácticamente se van a reiterar dos elecciones similares en agosto y en octubre. Esta extraña situación habilita la posibilidad de que muchos votantes cambien su sufragio en la segunda elección dependiendo los resultados de la primera, incluso cortando boleta. Este voto “estratégico” puede resultar crítico en la provincia de Buenos Aires, y en otros lugares –como Córdoba o Santa Fe- y pondrá en juego los niveles de adherencia que las distintas candidaturas generan entre sus votantes. Un escenario posible dentro de lo que indican los estudios de opinión de estos días es que CFK pueda estar cerca del 34%, Esteban Bullrich superando levemente el 30%, Sergio Massa arañando los 20%, y Florencio Randazzo y la izquierda dentro del 5%. ¿Qué harán los votantes de las tercera y cuarta fuerzas frente a estos resultados? ¿Primará la lealtad al voto original, querrán seguir al ganador o por el contario evitar su triunfo? Es una cuestión vital que además de poder cambiar los resultados en una elección peleada muestra que el apego partidario es casi inexistente en un contexto donde las agrupaciones surgen con alianzas, denominaciones y estéticas coyunturales. En este plano Cambiemos lleva la ventaja de haber consolidado su “marca” desde mediados de 2015, y esto se constata en las encuestas donde la denominación tiene más votantes potenciales que sus candidatos.
Factor PepsiCo. El conflicto originado por el cierre de la planta de PepsiCo en Vicente López, la posterior toma por parte de los trabajadores y el final desalojo con una fuerte represión policial, es clave para entender la etapa actual de la economía real. A partir de la salida de la Convertibilidad en 2002 y la instalación de un modelo proteccionista, muchas empresas se vieron compelidas a producir en el país o a retirarse. En este sentido, buscaron evitar grandes conflictos laborales bajo la idea de que el Estado iba a laudar siempre hacia la conservación de los puestos de trabajo. Esta situación se agudizó con la restricción de divisas y la “administración del comercio” con lo cual se produjo una acotada “sustitución de importaciones” de bienes solamente destinados al consumo interno, y que generó en parte el proceso inflacionario, en la lucha por capturar el ingreso disponible de los consumidores.
A partir del cambio de políticas macroeconómicas de la nueva gestión, la estructura económica del país entra en reorganización, donde las pymes evalúan sus posibilidades para sobrevivir (o no), las empresas nacionales buscan influir en las políticas públicas, pero las multinacionales vuelven a atender a su juego global, instalando las plantas productoras en lugares con menores salarios o en su defecto desarrollando plantas más pequeñas con mayor tecnología e importando una parte de su línea de productos. PepsiCo tiene la particularidad de ser una productora de alimentos, uno de los pocos sectores económicos donde Argentina podría tener competitividad en el mundo, y pivote del “supermercado del mundo” como ha planteado reiteradamente el Presidente como su proyecto favorito de país. Este y otros conflictos agregarán información para los ciudadanos, ya bastantes desorientados, y muchos decidirán su voto camino al cuarto oscuro.
*Sociólogo (@cfdeangelis).