A la CEO-cracia le cuesta hacer pie en el Estado. A punto de cumplir dos años en la Rosada, el macrismo ya suma más de diez ex gerentes y directores de empresas que renunciaron o fueron echados. El caso más reciente fue el de Ricardo Darré, quien abandonó la conducción de YPF. Ex director de la petrolera Total, es uno de los ejecutivos que se fue a raíz de una serie de cuestionamientos. La lista de motivos para el éxodo suele incluir el conflicto de intereses, la poca tolerancia a las internas y los problemas de adaptación. El “bajo” sueldo estatal es otro de los temas tabú que facilita algunos regresos al mundo de los negocios.
Si bien el arribo de Mauricio Macri a la Presidencia funcionó como un canto de sirenas para muchos empresarios, no todos lograron incorporarse con éxito al ritmo estatal. Por debajo de los dos CEO’s que sí lo consiguieron, los vicejefes de gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, se acumulan experiencias truncas.
“Yo tenía una forma muy diferente a la de mi jefe [Guillermo Dietrich, ministro de Transporte]”, reconoció la ex presidente de Aerolíneas, Isela Costantini. Cotizada ex jefa de General Motors, su salto a la política fue presentado como un modelo a imitar. Casi dos años después, ya trabaja para un grupo financiero.
En mayo pasado, renunció el encargado de la oficina antilavado del Ministerio de Justicia, Juan Félix Marteau. La Oficina Anticorrupción le había abierto un expediente por conflicto de intereses: su estudio ofrecía asesoramientos jurídicos para ingresar al blanqueo. Ahora volvió oficialmente a su bufete.
Ex gerente de negocios y finanzas de la productora Pol-ka, y también de Patagonik Film Group, Alejandro Cacetta abandonó el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) en medio de un escándalo mediático y judicial.
No fue el único que terminó en la Justicia: el ex gerente de MacAir Jet (empresa que era de la familia Macri), y luego director de Logística de la Secretaría General de Presidencia, Carlos Martín Cobas fue imputado por un supuesto conflicto de intereses. El economista Luis María Blaquier, histórico director ejecutivo de Goldman Sachs, renunció en diciembre a su cargo al frente del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. Poco tiempo después un fiscal lo denunciaría por el delito de negociaciones incompatibles con la función pública.
Por diferencias que iban desde lo personal a político, José Luis Sureda, virtual viceministro de Juan José Aranguren (y antes vicepresidente de Panamerican Energy), pegó un portazo en abril.
En el Banco Nación, a Juan Horacio Sarquis, antiguo gerente del Galicia, lo corrieron junto a Carlos Melconian. Encargada de recursos humanos en Chrysler hasta antes de su paso a lo público, Gabriela Rovere también abandonó su puesto en el ferrocarril estatal. Muy resistido por los los gremios docentes, el ex CEO de la tabacalera Philips Morris Ezequiel Newbery también debió alejarse de la subsecretaría de Gestión Educativa.
Ante cada alejamiento en el “mejor equipo de los últimos 50 años”, una parte del ala política oficial ensaya una sonrisa. “Es lógico que les cueste. Marcos (Peña) quiere todos dirigentes nuevos, pero no es tan fácil. Por suerte Mauricio tiene una mirada más matizada”, opina un diputado del bando político.
Si bien el arribo de Mauricio Macri a la Presidencia funcionó como un canto de sirenas para muchos empresarios, no todos lograron incorporarse con éxito al ritmo estatal. Por debajo de los dos CEO’s que sí lo consiguieron, los vicejefes de gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, se acumulan experiencias truncas.
“Yo tenía una forma muy diferente a la de mi jefe [Guillermo Dietrich, ministro de Transporte]”, reconoció la ex presidente de Aerolíneas, Isela Costantini. Cotizada ex jefa de General Motors, su salto a la política fue presentado como un modelo a imitar. Casi dos años después, ya trabaja para un grupo financiero.
En mayo pasado, renunció el encargado de la oficina antilavado del Ministerio de Justicia, Juan Félix Marteau. La Oficina Anticorrupción le había abierto un expediente por conflicto de intereses: su estudio ofrecía asesoramientos jurídicos para ingresar al blanqueo. Ahora volvió oficialmente a su bufete.
Ex gerente de negocios y finanzas de la productora Pol-ka, y también de Patagonik Film Group, Alejandro Cacetta abandonó el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) en medio de un escándalo mediático y judicial.
No fue el único que terminó en la Justicia: el ex gerente de MacAir Jet (empresa que era de la familia Macri), y luego director de Logística de la Secretaría General de Presidencia, Carlos Martín Cobas fue imputado por un supuesto conflicto de intereses. El economista Luis María Blaquier, histórico director ejecutivo de Goldman Sachs, renunció en diciembre a su cargo al frente del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. Poco tiempo después un fiscal lo denunciaría por el delito de negociaciones incompatibles con la función pública.
Por diferencias que iban desde lo personal a político, José Luis Sureda, virtual viceministro de Juan José Aranguren (y antes vicepresidente de Panamerican Energy), pegó un portazo en abril.
En el Banco Nación, a Juan Horacio Sarquis, antiguo gerente del Galicia, lo corrieron junto a Carlos Melconian. Encargada de recursos humanos en Chrysler hasta antes de su paso a lo público, Gabriela Rovere también abandonó su puesto en el ferrocarril estatal. Muy resistido por los los gremios docentes, el ex CEO de la tabacalera Philips Morris Ezequiel Newbery también debió alejarse de la subsecretaría de Gestión Educativa.
Ante cada alejamiento en el “mejor equipo de los últimos 50 años”, una parte del ala política oficial ensaya una sonrisa. “Es lógico que les cueste. Marcos (Peña) quiere todos dirigentes nuevos, pero no es tan fácil. Por suerte Mauricio tiene una mirada más matizada”, opina un diputado del bando político.