El gobierno llevará adelante un fuerte recorte -el año próximo- del Presupuesto: borrará unos 100.000 millones de pesos del rojo de las cuentas públicas.
El ajuste se hará con otra reducción central de los subsidios a las tarifas energéticas y con un aumento en la recaudación por la mezcla de presión tributaria y más actividad económica. Los ingresos subirán 19 %. Además de incrementos de tarifas mayores a la inflación, el plan contempla un recorte en las erogaciones de los ministerios a excepción del gasto social del Estado. El gasto global tiene un tope del 15 %.
Carolina Stanley dispondrá, entonces, de partidas superiores a las del resto de los ministros. Crecerían un 22 %. Pero los aumentos de tarifas promedio serán del 30% anual, el doble de la inflación prevista por el Gobierno para 2018. Clarín confirmó que todo surge de los informes secretos de la Jefatura de Gabinete. El dúo Mario Quintana-Gustavo Lopetegui tiene en su poder las planillas reservadas que confirman los delicados números del Presupuesto.
Según esos documentos, el rojo se volverá a financiar con deuda y eso puede generar un problema futuro: un dólar atrasado que afecta la actividad productiva.
El programa es de todos modos gradual, y sería parte del desbarajuste presupuestario que el Presidente dice que debe tapar antes de que finalice su mandato. Mauricio Macri lo repite una y otra vez ante los empresarios que lo visitan: “Después de las elecciones tengo que tapar un agujero de 500.000 millones de pesos”.
Por eso, la decisión política de recortar el déficit fiscal -algo por lo menos- la tomó el propio Macri. Trabajó con Marcos Peña y también con el cada vez mas escuchado ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Obedece a un reclamo de los inversores: los hombres de negocios insisten en que el rojo de las cuentas públicas es una bomba de tiempo. En la Unión Industrial y en la propia Asociación Empresaria creen que la ausencia de un programa fiscal y monetario integral, genera fuertes desequilibrios macroeconómicos que le pegarán a las futuras -y deseadas- inversiones. Sucede que el desajuste que Macri heredó y no corrigió aún, provoca un elevado endeudamiento. Esa avalancha de dólares retrasa el tipo de cambio.
El BCRA acentúa el panorama aplicando una sobre-tasa de interés que no deja arrancar a fondo la economía. Federico Sturzenegger utiliza ese sobre-costo para absorber pesos, pero encadena problemas. Primero, nadie invierte en serio en producción con bicicletas financieras del 27%. El BCRA no termina de perforar la inflación y creó una monumental deuda cuasi-fiscal. La estrategia ya lleva dos años y puede ser un puente político, para facilitar las correcciones. Pero se sabe que dólar bajo y tasas altas achican el interés por las inversiones en crecimiento.
La medida del recorte fiscal se conocerá hoy, cuando la Casa Rosada eleve el Presupuesto a Diputados y en vísperas del inicio de la campaña electoral para la crucial elección del 22 octubre. Los ministros se preparan para enfrentar fuertes críticas de la oposición y de un conjunto de voceros del establishment que “corren por derecha” a Cambiemos.
Ayer hubo una reunión secreta del equipo económico con el núcleo central de Cambiemos. Nicolás Dujovne explicó las “virtudes” del Presupuesto y afirmó: “No podrán hablar de ajuste porque el gasto social sube 22 %, muy por encima de la inflación” Y arengó a los más dudosos: “La economía va a crecer 3,5 %. Dos años seguidos después de muchos años de estancamiento”. La oposición política ya tiene decidido denunciar un “tremendo ajuste”. Aun así, los recortes serán limitados para los voceros de los sectores más ortodoxos de la economía. En el establishment se maneja una cifra que da escalofrío: el déficit fiscal consolidado de la Argentina equivale a 8 puntos del PBI. En otras palabras, 48.000 millones de dólares, o el equivalente en pesos de 926.000 millones.
Se trata de un desequilibrio que incluye el rojo que genera el Banco Central, las amortizaciones de deudas y el mayúsculo déficit de las provincias.
Frente a estos impresionantes volúmenes de dinero, el esfuerzo de la Casa Rosada parece exiguo. Igual Macri no va a poner el pie en el acelerador para bajar el dispendio público a costa de la economía privada. Irá muy gradualmente y lo hace por consejo de su principal gurú. Jaime Durán Barba -hoy dará cátedra a los candidatos- se opone tenazmente a cualquier maxi-ajuste. Fue el cerebro de la errada estrategia de no hablar de la terrible herencia y quien cuestiona severamente a quienes le proponen un ajuste al Presidente. Fue el primer enemigo de Carlos Melconian.
Ahora Durán Barba lo dice claramente: “Después de la elección no recomiendo ningún ajuste, porque los gobiernos que ajustan terminan mal”. Así está escrito en el Presupuesto. El déficit de 3,2 % se cubrirá con más deuda: entrarán en préstamos unos 19.200 millones de dólares. Eso augura que el tipo de cambio seguirá en retroceso y será una noticia que afectará a la producción fabril, al campo y alas economías regionales.
El dólar tendrá una suba de apenas el 10 %, pues la Casa Rosada proyecta un billete promedio de 19,3 pesos.w Copyright Clarín, 2017.
El ajuste se hará con otra reducción central de los subsidios a las tarifas energéticas y con un aumento en la recaudación por la mezcla de presión tributaria y más actividad económica. Los ingresos subirán 19 %. Además de incrementos de tarifas mayores a la inflación, el plan contempla un recorte en las erogaciones de los ministerios a excepción del gasto social del Estado. El gasto global tiene un tope del 15 %.
Carolina Stanley dispondrá, entonces, de partidas superiores a las del resto de los ministros. Crecerían un 22 %. Pero los aumentos de tarifas promedio serán del 30% anual, el doble de la inflación prevista por el Gobierno para 2018. Clarín confirmó que todo surge de los informes secretos de la Jefatura de Gabinete. El dúo Mario Quintana-Gustavo Lopetegui tiene en su poder las planillas reservadas que confirman los delicados números del Presupuesto.
Según esos documentos, el rojo se volverá a financiar con deuda y eso puede generar un problema futuro: un dólar atrasado que afecta la actividad productiva.
El programa es de todos modos gradual, y sería parte del desbarajuste presupuestario que el Presidente dice que debe tapar antes de que finalice su mandato. Mauricio Macri lo repite una y otra vez ante los empresarios que lo visitan: “Después de las elecciones tengo que tapar un agujero de 500.000 millones de pesos”.
Por eso, la decisión política de recortar el déficit fiscal -algo por lo menos- la tomó el propio Macri. Trabajó con Marcos Peña y también con el cada vez mas escuchado ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Obedece a un reclamo de los inversores: los hombres de negocios insisten en que el rojo de las cuentas públicas es una bomba de tiempo. En la Unión Industrial y en la propia Asociación Empresaria creen que la ausencia de un programa fiscal y monetario integral, genera fuertes desequilibrios macroeconómicos que le pegarán a las futuras -y deseadas- inversiones. Sucede que el desajuste que Macri heredó y no corrigió aún, provoca un elevado endeudamiento. Esa avalancha de dólares retrasa el tipo de cambio.
El BCRA acentúa el panorama aplicando una sobre-tasa de interés que no deja arrancar a fondo la economía. Federico Sturzenegger utiliza ese sobre-costo para absorber pesos, pero encadena problemas. Primero, nadie invierte en serio en producción con bicicletas financieras del 27%. El BCRA no termina de perforar la inflación y creó una monumental deuda cuasi-fiscal. La estrategia ya lleva dos años y puede ser un puente político, para facilitar las correcciones. Pero se sabe que dólar bajo y tasas altas achican el interés por las inversiones en crecimiento.
La medida del recorte fiscal se conocerá hoy, cuando la Casa Rosada eleve el Presupuesto a Diputados y en vísperas del inicio de la campaña electoral para la crucial elección del 22 octubre. Los ministros se preparan para enfrentar fuertes críticas de la oposición y de un conjunto de voceros del establishment que “corren por derecha” a Cambiemos.
Ayer hubo una reunión secreta del equipo económico con el núcleo central de Cambiemos. Nicolás Dujovne explicó las “virtudes” del Presupuesto y afirmó: “No podrán hablar de ajuste porque el gasto social sube 22 %, muy por encima de la inflación” Y arengó a los más dudosos: “La economía va a crecer 3,5 %. Dos años seguidos después de muchos años de estancamiento”. La oposición política ya tiene decidido denunciar un “tremendo ajuste”. Aun así, los recortes serán limitados para los voceros de los sectores más ortodoxos de la economía. En el establishment se maneja una cifra que da escalofrío: el déficit fiscal consolidado de la Argentina equivale a 8 puntos del PBI. En otras palabras, 48.000 millones de dólares, o el equivalente en pesos de 926.000 millones.
Se trata de un desequilibrio que incluye el rojo que genera el Banco Central, las amortizaciones de deudas y el mayúsculo déficit de las provincias.
Frente a estos impresionantes volúmenes de dinero, el esfuerzo de la Casa Rosada parece exiguo. Igual Macri no va a poner el pie en el acelerador para bajar el dispendio público a costa de la economía privada. Irá muy gradualmente y lo hace por consejo de su principal gurú. Jaime Durán Barba -hoy dará cátedra a los candidatos- se opone tenazmente a cualquier maxi-ajuste. Fue el cerebro de la errada estrategia de no hablar de la terrible herencia y quien cuestiona severamente a quienes le proponen un ajuste al Presidente. Fue el primer enemigo de Carlos Melconian.
Ahora Durán Barba lo dice claramente: “Después de la elección no recomiendo ningún ajuste, porque los gobiernos que ajustan terminan mal”. Así está escrito en el Presupuesto. El déficit de 3,2 % se cubrirá con más deuda: entrarán en préstamos unos 19.200 millones de dólares. Eso augura que el tipo de cambio seguirá en retroceso y será una noticia que afectará a la producción fabril, al campo y alas economías regionales.
El dólar tendrá una suba de apenas el 10 %, pues la Casa Rosada proyecta un billete promedio de 19,3 pesos.w Copyright Clarín, 2017.