Los periodistas “mafiosos” que fastidian al Presidente. La guerra de nervios con críticos y con militantes blandos. El verdadero Círculo Rojo. Hablan Zunino, Blanck, Kohan, O’Donnell y Becerra.
Se hablaría de amenaza a la libertad de prensa, de mordaza, de mensaje intimidatorio. Se escribirían editoriales, se repetirían largos monólogos mirando a cámara, se indignarían las empresas periodísticas y los grandes formadores de opinión. Todo eso sucedería probablemente si un presidente que no fuera Mauricio Macri hubiera incluido al periodismo entre los grupos con “comportamientos mafiosos”. Macri lo hizo el miércoles último en un acto en la residencia de Olivos y pasó. Como tantas cosas en tiempos de Cambiemos.
Al Presidente no le alcanza que la administración Macri vaya camino a cumplir 22 meses con la casi totalidad de la constelación de medios a su favor. Con los votos de las PASO y octubre en el horizonte, denuncia a las mafias del periodismo y no queda claro si alude a empresas que extorsionan al poder político o de periodistas opositores.
Los deseos no son pruebas, por más masivos que sean… pic.twitter.com/5BJ0rUUV0B
El investigador del Conicet y profesor de la Universidad de Quilmes Martín Becerra coincide y agrega que la consigna “nosotros o la mafia” es una frase clave de la factoría discursiva oficial. “Todo aquel que no sea el Gobierno y su entorno es acusado de mafioso o de funcional a las mafias. La cercanía al Gobierno funciona como antídoto (pasa con muchos sindicalistas oficialistas, cuyo comportamiento no dista tanto del de los que son acusados de mafiosos). Los pocos espacios periodísticos no oficialistas son los destinatarios de esa frase, a mi modo de ver: si no estás con el Gobierno, podés tener problemas”, dice Becerra.
Entre las pocas críticas de formadores de opinión que recibió la advertencia del Presidente estuvo la de Marcelo Longobardi, que en el programa más escuchado de la radio consideró que “se le fue la mano”.
Longobardi dejó regulando a Dujovne: “Nadie cree que la economía esté mejorando” https://t.co/fxfQWseGJk pic.twitter.com/FLrusdQJFO
— LETRA P (@Letra_P) June 27, 2017
“Una vez más me preocupa: van a ser mafiosos los que no sean macristas, como fueron destituyentes los que no fueron K”, agrega Zunino, que además es autor del libro “Patria o Medios”. Ante la consulta de Letra P, Julio Blanck , columnista de Clarín, respondió: “El que se sienta incluido, que cambie el comportamiento. No hay más que decir, me parece. De quién habla Macri habría que preguntárselo a él. Quién supone que puede haber extorsionado, coaccionado, intimidado o lavado dinero, delitos típicos -pero no excluyentes- del comportamiento mafioso”.
EL KIRCHNERISMO. Cuando Macri se refiere a las mafias, parece ir, en primer lugar, en contra de los periodistas que le molestan con su discurso, sus posiciones políticas o su información. O de los empresarios de medios que les dan espacio. Así puede leerse el caso de Roberto Navarro, expulsado de C5N antes de lo que aparece como su inminente venta a la familia Terranova. Ese grupo mendocino no sólo está identificado con el Gobierno, sino que, además, es el histórico enemigo del ex secretario de Medios del kirchnerismo Enrique Albistur en la batalla por el mobiliario urbano de la ciudad.
Para María O’ Donnell, lo que queda del periodismo opositor se está extinguiendo. “Ya no va a haber más cuando termine la venta de C5N. Tampoco está muy bueno el panorama de los medios que emerge. Lo último que voy a hacer es defender las prácticas periodísticas de Navarro. Lo que pasa es que, en un panorama de polarización, funcionan por opuestos dos tipos de periodismo que no me gustan. En la medida en que se pierde el otro polo, queda todo desequilibrado. Yo aspiro a otro tipo de periodismo”, dice a Letra P.
Los medios y los fines (Asís se solidarizó con Navarro “una nota de Verbitsky motivó una ofensiva sobre Santa María) https://t.co/h1zVPGC9A4
— Horacio Verbitsky (@VerbitskyH) September 24, 2017
Quienes estuvieron con él la última semana confirman que Macri está obsesionado con Página 12 y, sobre todo, con Horacio Verbitsky por su doble rol de columnista principal y titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Al Presidente no sólo le molestó la nota que reveló cómo su hermano Gianfranco y otros empresarios ligados al Gobierno blanquearon millones de dólares, también lo desquicia la actividad del organismo de derechos humanos fundado por Emilio Mignone durante la última dictadura militar. Algunos interpretaron que, cuando habló de comportamientos mafiosos, Macri pensaba en Víctor Santa María, el sindicalista del Suterh que compró Página 12 en 2015 y conspira en su contra en busca de la quimera de arrebatarle Boca Juniors al macrismo. Las causas judiciales que afronta no le impiden actuar en la ciudad como un aliado clave de Horacio Rodríguez Larreta, algo que tampoco el ingeniero logra digerir.
EL CÍRCULO ROJO. Los problemas del Presidente con la prensa no se agotan en sus adversarios. Además, tiene un problema con otro sector del periodismo, al que considera parte del Círculo Rojo y que -aunque lo apoye- no replica todas las líneas del pensamiento del Gobierno. Cuando Jaime Durán Barba, Marcos Peña y Macri se inclinaron por no hacer ninguna alianza con el peronismo en 2015, desafiaron la presión del núcleo de poder que recomendaba ir a una confluencia con Sergio Massa para derrotar al Frente para la Victoria.
Los cortocircuitos se repitieron con Cambiemos en el poder. Pese a que recibió siempre una cobertura favorable o indulgente, desde que asumió, a Macri le preocuparon en especial algunos temas que crecieron más de lo que hubiera deseado: Panamá Papers, el Correo Argentino y la desaparición de Santiago Maldonado. Hace diez días, ante periodistas de Clarín y La Nación, el ex alcalde porteño se quejó de que el Círculo Rojo había “comprado la historia de la desaparición forzada” del artesano que lleva dos meses desaparecido.
“Él quedó muy fastidiado con el caso Maldonado. Evidentemente, está mucho más enojado con algún periodista que con Patricia Bullrich. El decidió que lo que perdió en el caso no se debe a la gestión de la ministra”, afirma O’ Donnell.
https://t.co/2oK0PN8tPH / Todo lo que viene en materia económica. Desde el fin de la emergencia a la guerra a los ingresos brutos
— José del Rio (@josedel_rio) September 27, 2017
Esta semana, hubo dos ejes del contrapunto entre la Casa Rosada y el principal programa informativo de la mañana, “Cada Mañana”, de Longobardi, dueño de una audiencia récord que en agosto llegó al 48,6% del encendido en la primera mañana. El primero fue la mención del jefe de Estado a dos empresarios que controlan el comercio exterior. “El escrache no parece ser lo más apropiado para un presidente”, dijo el conductor y solo le faltó comparar a Macri con Cristina Kirchner. El segundo –quizá menor – fue consecuencia del off the record que Macri tuvo el lunes pasado, a las cuatro y media de la tarde, en el despacho presidencial con tres periodistas de Economía de medios importantes, entre los que estaba Willy Kohan, el columnista de Longobardi. La charla de una hora y diez minutos redundó el miércoles en títulos de tapa de La Nación y Clarín. Kohan reveló ese día que había estado en la Casa Rosada y recibió después el reproche del vocero presidencial, Iván Pavlovsky. No queda claro si fue parte de la tarea habitual de Pavlovsky o del malestar del Presidente.
Consultado para esta nota, Kohan dijo que vio a Macri mejor que nunca: de buen humor, el mejor semblante, hasta afectuoso. Y se refirió a la costumbre del Presidente de incluir al periodismo en las filas del Círculo Rojo. “Es una sobreactuación para vestirse de lo que no es. Macri es el presidente del Círculo Rojo, él es el Círculo Rojo. Para el Presidente, el Círculo Rojo es el sector de la Argentina que está informado, la dirigencia empresaria, sindical, política, periodística, lo que antes se llamaba el establishment. Él desprecia primero a los dirigentes sindicales, segundo a los políticos -sobre todo a los radicales- y tercero a los periodistas. No por autoritario, pero le molesta la actividad de los periodistas, le parece gente que pierde el tiempo. Ellos ven un reclamo corporativo de gente que se cree con más derechos que los demás; él ve sindicalismo prebendario, empresariado prebendario y periodismo prebendario”, afirmó.
#Economia @willykohan «Triaca sepultó cualquier tipo de esperanza de que haya una reforma laboral profunda» https://t.co/IeWNRhUlCm
— Marcelo Longobardi (@LongobardiM) September 22, 2017
La charla con los periodistas de Economía incluyó una mención de Macri a la cobertura que el “periodismo independiente” le dio a Panamá Papers y al caso Maldonado. “La Nación te lo pone en tapa. Investigan al Presidente y después no hay nada”, dijo.
El malestar de Macri con las distintas variantes del periodismo se advierte claro cuando en la Casa Rosada todo es optimismo y ya se hacen planes hacia 2023. El Presidente no disimula su fastidio y pone al periodismo del lado de la mafia. Pero, pese a que Macri se siente víctima, disfruta de un privilegio que otros no tuvieron. Por lo menos, hasta ahora.
Se hablaría de amenaza a la libertad de prensa, de mordaza, de mensaje intimidatorio. Se escribirían editoriales, se repetirían largos monólogos mirando a cámara, se indignarían las empresas periodísticas y los grandes formadores de opinión. Todo eso sucedería probablemente si un presidente que no fuera Mauricio Macri hubiera incluido al periodismo entre los grupos con “comportamientos mafiosos”. Macri lo hizo el miércoles último en un acto en la residencia de Olivos y pasó. Como tantas cosas en tiempos de Cambiemos.
Al Presidente no le alcanza que la administración Macri vaya camino a cumplir 22 meses con la casi totalidad de la constelación de medios a su favor. Con los votos de las PASO y octubre en el horizonte, denuncia a las mafias del periodismo y no queda claro si alude a empresas que extorsionan al poder político o de periodistas opositores.
Los deseos no son pruebas, por más masivos que sean… pic.twitter.com/5BJ0rUUV0B
El investigador del Conicet y profesor de la Universidad de Quilmes Martín Becerra coincide y agrega que la consigna “nosotros o la mafia” es una frase clave de la factoría discursiva oficial. “Todo aquel que no sea el Gobierno y su entorno es acusado de mafioso o de funcional a las mafias. La cercanía al Gobierno funciona como antídoto (pasa con muchos sindicalistas oficialistas, cuyo comportamiento no dista tanto del de los que son acusados de mafiosos). Los pocos espacios periodísticos no oficialistas son los destinatarios de esa frase, a mi modo de ver: si no estás con el Gobierno, podés tener problemas”, dice Becerra.
Entre las pocas críticas de formadores de opinión que recibió la advertencia del Presidente estuvo la de Marcelo Longobardi, que en el programa más escuchado de la radio consideró que “se le fue la mano”.
Longobardi dejó regulando a Dujovne: “Nadie cree que la economía esté mejorando” https://t.co/fxfQWseGJk pic.twitter.com/FLrusdQJFO
— LETRA P (@Letra_P) June 27, 2017
“Una vez más me preocupa: van a ser mafiosos los que no sean macristas, como fueron destituyentes los que no fueron K”, agrega Zunino, que además es autor del libro “Patria o Medios”. Ante la consulta de Letra P, Julio Blanck , columnista de Clarín, respondió: “El que se sienta incluido, que cambie el comportamiento. No hay más que decir, me parece. De quién habla Macri habría que preguntárselo a él. Quién supone que puede haber extorsionado, coaccionado, intimidado o lavado dinero, delitos típicos -pero no excluyentes- del comportamiento mafioso”.
EL KIRCHNERISMO. Cuando Macri se refiere a las mafias, parece ir, en primer lugar, en contra de los periodistas que le molestan con su discurso, sus posiciones políticas o su información. O de los empresarios de medios que les dan espacio. Así puede leerse el caso de Roberto Navarro, expulsado de C5N antes de lo que aparece como su inminente venta a la familia Terranova. Ese grupo mendocino no sólo está identificado con el Gobierno, sino que, además, es el histórico enemigo del ex secretario de Medios del kirchnerismo Enrique Albistur en la batalla por el mobiliario urbano de la ciudad.
Para María O’ Donnell, lo que queda del periodismo opositor se está extinguiendo. “Ya no va a haber más cuando termine la venta de C5N. Tampoco está muy bueno el panorama de los medios que emerge. Lo último que voy a hacer es defender las prácticas periodísticas de Navarro. Lo que pasa es que, en un panorama de polarización, funcionan por opuestos dos tipos de periodismo que no me gustan. En la medida en que se pierde el otro polo, queda todo desequilibrado. Yo aspiro a otro tipo de periodismo”, dice a Letra P.
Los medios y los fines (Asís se solidarizó con Navarro “una nota de Verbitsky motivó una ofensiva sobre Santa María) https://t.co/h1zVPGC9A4
— Horacio Verbitsky (@VerbitskyH) September 24, 2017
Quienes estuvieron con él la última semana confirman que Macri está obsesionado con Página 12 y, sobre todo, con Horacio Verbitsky por su doble rol de columnista principal y titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Al Presidente no sólo le molestó la nota que reveló cómo su hermano Gianfranco y otros empresarios ligados al Gobierno blanquearon millones de dólares, también lo desquicia la actividad del organismo de derechos humanos fundado por Emilio Mignone durante la última dictadura militar. Algunos interpretaron que, cuando habló de comportamientos mafiosos, Macri pensaba en Víctor Santa María, el sindicalista del Suterh que compró Página 12 en 2015 y conspira en su contra en busca de la quimera de arrebatarle Boca Juniors al macrismo. Las causas judiciales que afronta no le impiden actuar en la ciudad como un aliado clave de Horacio Rodríguez Larreta, algo que tampoco el ingeniero logra digerir.
EL CÍRCULO ROJO. Los problemas del Presidente con la prensa no se agotan en sus adversarios. Además, tiene un problema con otro sector del periodismo, al que considera parte del Círculo Rojo y que -aunque lo apoye- no replica todas las líneas del pensamiento del Gobierno. Cuando Jaime Durán Barba, Marcos Peña y Macri se inclinaron por no hacer ninguna alianza con el peronismo en 2015, desafiaron la presión del núcleo de poder que recomendaba ir a una confluencia con Sergio Massa para derrotar al Frente para la Victoria.
Los cortocircuitos se repitieron con Cambiemos en el poder. Pese a que recibió siempre una cobertura favorable o indulgente, desde que asumió, a Macri le preocuparon en especial algunos temas que crecieron más de lo que hubiera deseado: Panamá Papers, el Correo Argentino y la desaparición de Santiago Maldonado. Hace diez días, ante periodistas de Clarín y La Nación, el ex alcalde porteño se quejó de que el Círculo Rojo había “comprado la historia de la desaparición forzada” del artesano que lleva dos meses desaparecido.
“Él quedó muy fastidiado con el caso Maldonado. Evidentemente, está mucho más enojado con algún periodista que con Patricia Bullrich. El decidió que lo que perdió en el caso no se debe a la gestión de la ministra”, afirma O’ Donnell.
https://t.co/2oK0PN8tPH / Todo lo que viene en materia económica. Desde el fin de la emergencia a la guerra a los ingresos brutos
— José del Rio (@josedel_rio) September 27, 2017
Esta semana, hubo dos ejes del contrapunto entre la Casa Rosada y el principal programa informativo de la mañana, “Cada Mañana”, de Longobardi, dueño de una audiencia récord que en agosto llegó al 48,6% del encendido en la primera mañana. El primero fue la mención del jefe de Estado a dos empresarios que controlan el comercio exterior. “El escrache no parece ser lo más apropiado para un presidente”, dijo el conductor y solo le faltó comparar a Macri con Cristina Kirchner. El segundo –quizá menor – fue consecuencia del off the record que Macri tuvo el lunes pasado, a las cuatro y media de la tarde, en el despacho presidencial con tres periodistas de Economía de medios importantes, entre los que estaba Willy Kohan, el columnista de Longobardi. La charla de una hora y diez minutos redundó el miércoles en títulos de tapa de La Nación y Clarín. Kohan reveló ese día que había estado en la Casa Rosada y recibió después el reproche del vocero presidencial, Iván Pavlovsky. No queda claro si fue parte de la tarea habitual de Pavlovsky o del malestar del Presidente.
Consultado para esta nota, Kohan dijo que vio a Macri mejor que nunca: de buen humor, el mejor semblante, hasta afectuoso. Y se refirió a la costumbre del Presidente de incluir al periodismo en las filas del Círculo Rojo. “Es una sobreactuación para vestirse de lo que no es. Macri es el presidente del Círculo Rojo, él es el Círculo Rojo. Para el Presidente, el Círculo Rojo es el sector de la Argentina que está informado, la dirigencia empresaria, sindical, política, periodística, lo que antes se llamaba el establishment. Él desprecia primero a los dirigentes sindicales, segundo a los políticos -sobre todo a los radicales- y tercero a los periodistas. No por autoritario, pero le molesta la actividad de los periodistas, le parece gente que pierde el tiempo. Ellos ven un reclamo corporativo de gente que se cree con más derechos que los demás; él ve sindicalismo prebendario, empresariado prebendario y periodismo prebendario”, afirmó.
#Economia @willykohan «Triaca sepultó cualquier tipo de esperanza de que haya una reforma laboral profunda» https://t.co/IeWNRhUlCm
— Marcelo Longobardi (@LongobardiM) September 22, 2017
La charla con los periodistas de Economía incluyó una mención de Macri a la cobertura que el “periodismo independiente” le dio a Panamá Papers y al caso Maldonado. “La Nación te lo pone en tapa. Investigan al Presidente y después no hay nada”, dijo.
El malestar de Macri con las distintas variantes del periodismo se advierte claro cuando en la Casa Rosada todo es optimismo y ya se hacen planes hacia 2023. El Presidente no disimula su fastidio y pone al periodismo del lado de la mafia. Pero, pese a que Macri se siente víctima, disfruta de un privilegio que otros no tuvieron. Por lo menos, hasta ahora.