El año 2019 parece un horizonte lejano. El sacudón político que generó la aprobación de la reforma previsional –que también impactó en Córdoba– no impidió que el presidente Mauricio Macri y el gobernador Juan Schiaretti perdieran de vista el año electoral que se avecina. Por motivos diferentes, y por separado, llegaron a una misma conclusión: la necesidad de refundar los sellos de las alianzas que los llevaron al poder.
En política nunca hay que dar por concretada una decisión con tanto tiempo de anticipación, pero la cuestión es tema de análisis, tanto en la Casa Rosada como en el Centro Cívico.
No se trata de una decisión consensuada entre los dos mandatarios. De hecho, ambos tienen aspiraciones y escenarios diferentes.
El consultor estrella del macrismo, Jaime Durán Barba, ya le comunicó al presidente Macri que el sello Cambiemos cumplió su ciclo. “En 2019 seremos oficialismo y pregonar el cambio sería hacerle campaña a la oposición”, concluyó el polémico asesor ecuatoriano, a fines de diciembre pasado, en el último encuentro del año con el Presidente y las principales espadas del PRO: la gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
La idea no es romper el acuerdo electoral con el radicalismo y la Coalición Cívica, los aliados del PRO en Cambiemos, pero en la cúpula macrista analizan si no es momento de abandonar el sello que les sirvió para desalojar al kirchnerismo del poder: la tan proclamada palabra “Cambiemos”.
Hay dudas. Algunos macristas sostienen que, a nivel nacional, el pregonado cambio aún es una materia pendiente.
Además, argumentan que el eslogan que fundó Durán Barba sigue vigente en las provincias donde no gobierna el oficialismo nacional. Córdoba es una de ellas. Aquí, el cambio puede ser el ícono de la campaña para la pulseada con el PJ cordobés, dueño del poder desde hace dos décadas.
En el escenario provincial, Schiaretti ya tiene resuelto que buscará su segundo mandato consecutivo. Algo que no pudo concretar en 2011, porque se lo impidió la Constitución provincial por haber sido vicegobernador de José Manuel de la Sota en el período anterior.
El 12 de julio del año próximo, Unión por Córdoba cumplirá 20 años de gestiones ininterrumpidas. En el Centro Cívico presumen que el “caballito de batalla” de la oposición será –precisamente– instalar la idea de un cambio.
Sus asesores le aconsejan al gobernador que la renovación no concluya en la refundación del sello de la alianza.
Según la lectura política que sobrevuela en el Centro Cívico, para seguir gobernando la provincia por un sexto mandato consecutivo, el PJ debe mostrar caras y propuestas nuevas.
Un dato genera inquietud en el oficialismo provincial. Lo acercó un consultor de Capital Federal: cuando la sociedad decide un cambio, no pesa tanto la buena imagen del gobierno de turno que busca permanecer en el poder.
Un “mazazo” a los schiarettistas optimistas, que están convencidos de que, con casi el 60 por ciento de aprobación que –según los sondeos oficialistas– tiene la gestión provincial, la reelección está asegurada.
A veces, la realidad política les suele hacer una gambeta a los fríos números de las encuestas. Y los que tienen dudas sobre esta conclusión que le pregunten al kirchnerista Aníbal Fernández: perdió en 2015 con María Eugenia Vidal, cuando casi ningún encuestador pronosticaba la debacle electoral del PJ en la estratégica provincia de Buenos Aires.
El sábado pasado, cuando regresó de sus vacaciones en el Caribe, y antes de partir tres días después hacia Madrid, en su luminoso y amplio despacho del Centro Cívico, el gobernador se encontró con dos nuevas encuestas encargadas a consultoras nacionales.
Según fuentes schiarettistas, los resultados fueron alentadores. Schiaretti derrotaría hoy a cualquiera de los cuatro posibles candidatos de Cambiemos medidos: los radicales Ramón Mestre, Mario Negri y Oscar Aguad, y el macrista Héctor Baldassi.
Los informantes oficialistas no entraron en detalles sobre esos sondeos. Quién es el opositor mejor posicionado es un secreto de Estado en el PJ.
Pero, la elección para gobernador será el año próximo, en la fecha que decida Schiaretti. Será el día más alejado de los comicios presidenciales (tercer domingo de octubre) que permita la ley provincial. Algunos peronistas bien informados ya marcaron en el calendario el domingo 9 de junio.
Cambiar el sello Unión por Córdoba es lo más fácil de resolver. La decisión de renovar caras y las propuestas es más de fondo y puede agitar la interna del PJ local.
Schiaretti ha hecho algunos gestos dándoles más aire a los intendentes peronistas jóvenes que gobiernan las principales ciudades del interior. Aunque hay un inconveniente en el oficialismo: salvo el intendente de Alta Gracia, Facundo Torres (ya fue viceintendente y no puede volver a postularse), los demás jefes comunales transitan su primer mandato y prefieren buscar la reelección antes que pegar el salto para integrar un eventual gabinete provincial.
En este contexto, en Córdoba, radicales y macristas seguramente se resistirán a enterrar el sello Cambiemos, que inquieta al peronismo.
En la otra vereda, Schiaretti no tiene dudas: está conjugando el verbo refundar, pensando en Unión por Córdoba.
En política nunca hay que dar por concretada una decisión con tanto tiempo de anticipación, pero la cuestión es tema de análisis, tanto en la Casa Rosada como en el Centro Cívico.
No se trata de una decisión consensuada entre los dos mandatarios. De hecho, ambos tienen aspiraciones y escenarios diferentes.
El consultor estrella del macrismo, Jaime Durán Barba, ya le comunicó al presidente Macri que el sello Cambiemos cumplió su ciclo. “En 2019 seremos oficialismo y pregonar el cambio sería hacerle campaña a la oposición”, concluyó el polémico asesor ecuatoriano, a fines de diciembre pasado, en el último encuentro del año con el Presidente y las principales espadas del PRO: la gobernadora María Eugenia Vidal y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
La idea no es romper el acuerdo electoral con el radicalismo y la Coalición Cívica, los aliados del PRO en Cambiemos, pero en la cúpula macrista analizan si no es momento de abandonar el sello que les sirvió para desalojar al kirchnerismo del poder: la tan proclamada palabra “Cambiemos”.
Hay dudas. Algunos macristas sostienen que, a nivel nacional, el pregonado cambio aún es una materia pendiente.
Además, argumentan que el eslogan que fundó Durán Barba sigue vigente en las provincias donde no gobierna el oficialismo nacional. Córdoba es una de ellas. Aquí, el cambio puede ser el ícono de la campaña para la pulseada con el PJ cordobés, dueño del poder desde hace dos décadas.
En el escenario provincial, Schiaretti ya tiene resuelto que buscará su segundo mandato consecutivo. Algo que no pudo concretar en 2011, porque se lo impidió la Constitución provincial por haber sido vicegobernador de José Manuel de la Sota en el período anterior.
El 12 de julio del año próximo, Unión por Córdoba cumplirá 20 años de gestiones ininterrumpidas. En el Centro Cívico presumen que el “caballito de batalla” de la oposición será –precisamente– instalar la idea de un cambio.
Sus asesores le aconsejan al gobernador que la renovación no concluya en la refundación del sello de la alianza.
Según la lectura política que sobrevuela en el Centro Cívico, para seguir gobernando la provincia por un sexto mandato consecutivo, el PJ debe mostrar caras y propuestas nuevas.
Un dato genera inquietud en el oficialismo provincial. Lo acercó un consultor de Capital Federal: cuando la sociedad decide un cambio, no pesa tanto la buena imagen del gobierno de turno que busca permanecer en el poder.
Un “mazazo” a los schiarettistas optimistas, que están convencidos de que, con casi el 60 por ciento de aprobación que –según los sondeos oficialistas– tiene la gestión provincial, la reelección está asegurada.
A veces, la realidad política les suele hacer una gambeta a los fríos números de las encuestas. Y los que tienen dudas sobre esta conclusión que le pregunten al kirchnerista Aníbal Fernández: perdió en 2015 con María Eugenia Vidal, cuando casi ningún encuestador pronosticaba la debacle electoral del PJ en la estratégica provincia de Buenos Aires.
El sábado pasado, cuando regresó de sus vacaciones en el Caribe, y antes de partir tres días después hacia Madrid, en su luminoso y amplio despacho del Centro Cívico, el gobernador se encontró con dos nuevas encuestas encargadas a consultoras nacionales.
Según fuentes schiarettistas, los resultados fueron alentadores. Schiaretti derrotaría hoy a cualquiera de los cuatro posibles candidatos de Cambiemos medidos: los radicales Ramón Mestre, Mario Negri y Oscar Aguad, y el macrista Héctor Baldassi.
Los informantes oficialistas no entraron en detalles sobre esos sondeos. Quién es el opositor mejor posicionado es un secreto de Estado en el PJ.
Pero, la elección para gobernador será el año próximo, en la fecha que decida Schiaretti. Será el día más alejado de los comicios presidenciales (tercer domingo de octubre) que permita la ley provincial. Algunos peronistas bien informados ya marcaron en el calendario el domingo 9 de junio.
Cambiar el sello Unión por Córdoba es lo más fácil de resolver. La decisión de renovar caras y las propuestas es más de fondo y puede agitar la interna del PJ local.
Schiaretti ha hecho algunos gestos dándoles más aire a los intendentes peronistas jóvenes que gobiernan las principales ciudades del interior. Aunque hay un inconveniente en el oficialismo: salvo el intendente de Alta Gracia, Facundo Torres (ya fue viceintendente y no puede volver a postularse), los demás jefes comunales transitan su primer mandato y prefieren buscar la reelección antes que pegar el salto para integrar un eventual gabinete provincial.
En este contexto, en Córdoba, radicales y macristas seguramente se resistirán a enterrar el sello Cambiemos, que inquieta al peronismo.
En la otra vereda, Schiaretti no tiene dudas: está conjugando el verbo refundar, pensando en Unión por Córdoba.