Millones de mujeres alrededor del mundo se levantan y unen reivindicando la lucha de aquellas otras prendidas fuego un 8 de marzo de 1908, oponiéndose al mandato social y conformando uno de los movimientos antisistemáticos más grandes y consolidaos de la historia de la humanidad: el feminismo.
Silvia Federici tiene razón, Marx se equivocó. El sistema comienza a encontrar sus límites y los protagonistas no son justamente aquellos obreros industriales. Este jueves, mujeres de más de 60 países se proclaman en contra de las desigualdades sociales y económicas generadas por la propia lógica del capital. Mujeres que no sólo dan pelea por hacer valer su vida y derechos, si no que pretenden visibilizar la lucha de todas aquellas personas oprimidas, aquellas personas marginadas y vulnerabilizadas, incluyendo a los hombres.
Desde chicos, y a través de diferentes aparatos -como mencionó Louis Althusser-, fuimos educados para responder a las demandas de este modo de producción. Se nos impuso un sistema de ideas y significados, una manera de pensar, una ideología, una garantía a la reproducción de las relaciones capitalistas. A partir de esta, todas las esferas de la vida cotidiana se ven modificadas. Nuestros gustos y apariencias se delinean y moldean, quedando afectada hasta la propia construcción del género, castigando así a todo aquel que se salga o escape de la norma: Hembras dóciles, pasivas y reproductivas, generadoras de nuevas fuerzas de trabajo. Machos trabajadores, productores de riqueza y obedientes a la masculinidad capitalista y heteropatriarcal.
Esta norma reguladora empezó a romperse. Diferentes movimientos contra-hegemónicos están disputando una porción de estos aparatos utilizados para la opresión. Luchan por un sistema más justo e igualitario, un sistema sin tanta pobreza, sin tanta violencia, sin tanta exclusión. Lo hacen para poder desnaturalizar lo que nos naturalizaron al nacer. Y es el movimiento feminista quien lleva los estandartes a la hora de deconstruir las ideas impuestas sobre lo que debe ser una mujer y un hombre, qué rol deben cumplir y cómo deben actuar en sociedad.
Por esto, el paro de mañana es histórico. Y es que no sólo se va a sentir la ausencia y la importancia de las mujeres en sus puestos laborales, en sus tareas en el hogar, en sus lugares de estudio. Travestis, transexuales, transgéneros, intersexuales y queers, representados por el movimiento, se sumarán a la huelga reclamando sus derechos y sumando sus voces para que el grito sea más fuerte. Un grito que no discrimina, un grito que no olvida a aquellas trabajadoras textiles, encerradas e incendiadas mientras reclamaban por la igualdad de sus salarios.
El feminismo le metió un dedo en el culo al capitalismo. La organización colectiva es un hecho, sus protagonistas son mujeres y el sistema comienza a temblar.