En enero de este año, el Banco Central llegó a acumular US$63.906 millones, y Sturzenegger explicaba que desde que inició su gestión el organismo había decidido comprar US$40.000 millones de reservas «en diferentes momentos y a diferentes precios». Los especialistas advierten, sin embargo, sobre algunos claroscuros dado que, dicen, el Banco Central aún no logra atraer dólares «genuinos» por la balanza de pagos, que en 2017 registró un saldo deficitario de US$30.792 millones, según el Indec. El swap con China -el intercambio entre pesos y yuanes heredado de la administración anterior- y los más recientes créditos que se acordaron con bancos privados todavía preocupan a algunos analistas.
Para Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, hasta aquel 9 de diciembre el principal problema de las reservas era que, si se quitaba la suma del intercambio con China, se reducían en un 60%. «Hoy esos yuanes están en una proporción mucho menor», indica. En cambio, el economista Fausto Spotorno opina que, por más que haya habido una reducción en su peso relativo, el swap representa un problema, ya que es una parte que está casi inmovilizada y no forma parte directa del poder de fuego del Banco Central.
Los analistas ponen en tela de juicio otra herramienta que este Gobierno utilizó para robustecer las reservas. Se trata de los créditos repo, aquellos pedidos a bancos privados a través del Tesoro. «No dan sustentabilidad en el largo plazo», dice el analista financiero Christian Buteler. Y añade: «Es una mejora con respecto a la dependencia mayor del swap, pero siguen siendo dólares prestados. Los necesarios son los que deberían ingresar por balanza de pagos, que no llegan».
La segunda pregunta para analizar las reservas es si la cantidad es correcta. En lugar de ver la cifra en solitario, lo importante es relacionarla con el precio de la divisa estadounidense, explica Tiscornia. Asegura que en 2015, con el gobierno anterior, si se imaginaba una paridad peso-dólar, el nivel de reservas podía defender un tipo de cambio de $61, lejanos a los $9 de por aquel entonces. En tanto, la cuenta hoy da aproximadamente $24, sostiene, más cercanos a los $20,80 de la cotización de ayer.
En este punto, el economista hace una salvedad: hablar de cifras de reservas en un esquema de tipo de cambio flotante parece casi una contradicción. Una economía desarrollada no debería requerir una determinada cantidad de tenencias en el Banco Central, ya que se ajustaría por el tipo de cambio. En la Argentina, en cambio, con un dólar más volátil, se recomienda que haya un nivel establecido para poder intervenir cuando la situación esté más caliente.
Según Spotorno, el nivel de las reservas es considerablemente menor que el de otros países de la región, lo que deja a la Argentina en desventaja en oleadas de devaluaciones provocadas por la suba de tasas de la Reserva Federal (Fed). Un ejemplo fue lo que sucedió el pasado martes en Brasil, cuando la cotización cerró a 3,51 reales y alcanzó su máximo desde 2016.
Otra luz roja, entonces, es la evolución de la economía estadounidense. Buteler concluye: «Está dando complicaciones para el corto y el mediano plazo: se va a hacer más caro conseguir divisas, pero además se ven inversores que se están retirando de acá para irse allá, un mercado más seguro y que, ahora, además, paga mejor».
Para Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, hasta aquel 9 de diciembre el principal problema de las reservas era que, si se quitaba la suma del intercambio con China, se reducían en un 60%. «Hoy esos yuanes están en una proporción mucho menor», indica. En cambio, el economista Fausto Spotorno opina que, por más que haya habido una reducción en su peso relativo, el swap representa un problema, ya que es una parte que está casi inmovilizada y no forma parte directa del poder de fuego del Banco Central.
Los analistas ponen en tela de juicio otra herramienta que este Gobierno utilizó para robustecer las reservas. Se trata de los créditos repo, aquellos pedidos a bancos privados a través del Tesoro. «No dan sustentabilidad en el largo plazo», dice el analista financiero Christian Buteler. Y añade: «Es una mejora con respecto a la dependencia mayor del swap, pero siguen siendo dólares prestados. Los necesarios son los que deberían ingresar por balanza de pagos, que no llegan».
La segunda pregunta para analizar las reservas es si la cantidad es correcta. En lugar de ver la cifra en solitario, lo importante es relacionarla con el precio de la divisa estadounidense, explica Tiscornia. Asegura que en 2015, con el gobierno anterior, si se imaginaba una paridad peso-dólar, el nivel de reservas podía defender un tipo de cambio de $61, lejanos a los $9 de por aquel entonces. En tanto, la cuenta hoy da aproximadamente $24, sostiene, más cercanos a los $20,80 de la cotización de ayer.
En este punto, el economista hace una salvedad: hablar de cifras de reservas en un esquema de tipo de cambio flotante parece casi una contradicción. Una economía desarrollada no debería requerir una determinada cantidad de tenencias en el Banco Central, ya que se ajustaría por el tipo de cambio. En la Argentina, en cambio, con un dólar más volátil, se recomienda que haya un nivel establecido para poder intervenir cuando la situación esté más caliente.
Según Spotorno, el nivel de las reservas es considerablemente menor que el de otros países de la región, lo que deja a la Argentina en desventaja en oleadas de devaluaciones provocadas por la suba de tasas de la Reserva Federal (Fed). Un ejemplo fue lo que sucedió el pasado martes en Brasil, cuando la cotización cerró a 3,51 reales y alcanzó su máximo desde 2016.
Otra luz roja, entonces, es la evolución de la economía estadounidense. Buteler concluye: «Está dando complicaciones para el corto y el mediano plazo: se va a hacer más caro conseguir divisas, pero además se ven inversores que se están retirando de acá para irse allá, un mercado más seguro y que, ahora, además, paga mejor».