Viendo los sucesos ocurridos en estos últimos días de 2010, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:
¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes y narcos, viven en las villas miserias, son sucios, negros, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos verduleros y albañiles bolivianos, peruanos y paraguayos, esos negros africanos que venden biyutería barata en la calle, esos morochos que coparon el Once con sus puestos!
Viendo los sucesos ocurridos en los años ’40 y ‘50, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:
¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes nazis o fascistas, viven en hoteluchos y pensiones de mala muerte, son judíos sucios sobrevivientes de los campos de concentración o eslavos que escaparon de la guerra mundial, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros, que se queden en los escombros de su país y lo arreglen porque la guerra la empezaron ellos, que se hagan cargo de las consecuencias y no vengan acá a disfrutar de nuestro país que no tuvo nada que ver. ¡Que se vayan estos italianos fascistas, estos alemanes nazis, estos croatas, polacos y japoneses, que los mantengan los de las Naciones Unidas!
Viendo los sucesos ocurridos en los años ’20 y ‘30, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:
¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes y anarquistas, viven en conventillos de mala muerte, son sucios, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos tanos patasucias verduleros y albañiles, gallegos brutos y republicanos, comunistas o anarquistas, polacos y rusos judíos sucios que huyen del Zar y que coparon el Once con sus puestos, esos turcos nómades que venden por la calle y esos gitanos sucios que duermen en el suelo y roban anillos en la calle y secuestran chicos.
Viendo los sucesos ocurridos en las últimas décadas del siglo XIX, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:
¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos turcos vendedores trashumantes que estafan a nuestros gauchos, estos gallegos brutos, estos galeses que coparon la patagonia fundando sus propios pueblos, con sus propias banderas y que no hablan castellano, estos ingleses comerciantes y terratenientes que se quedaron con nuestros campos y nuestros ferrocarriles y tranvías.
Viendo los sucesos ocurridos en los últimos cuatro siglos, un nativo americano se podría preguntar:
¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria. Nos roban nuestras tierras, nuestras riquezas, exterminan o esclavizan nuestra gente, no hablan nuestras lenguas y pretenden que adoptemos la suya, prohiben nuestros dioses y pretenden que adoptemos el suyo, son delincuentes, asesinos, torturadores, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros y nuestros antepasados hemos nacido acá y habitamos estas tierras desde hace milenios, y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos europeos aventureros, conquistadores de tierras lejanas y apropiadores de lo ajeno!
Y, finalmente, un observador sagaz y mal pensado se podría preguntar ¿qué pasará en un par de años con la nueva inmigración que se atisba hoy en día por estos pagos. Esos 1200 inmigrantes provenientes de España que según un diario español llegan cada mes huyendo de la crisis española (la mayoría de ellos, argentinos que vuelven); o esos quién sabe cuántos jóvenes latinoamericanos, europeos o estadounidenses que huyen de la crisis económica mundial y que se ven pulular en el norte de la ciudad, que vienen a estudiar en nuestras facultades o probar suerte con empleos transitorios en Argentina, si deciden quedarse a vivir para siempre? ¿Y esos chinos o coreanos que nos atienden en los supermercaditos de barrio? ¿Estaremos tomando nota de sus defectos para recriminárselos y pedirles entonces que se vayan de este país que está cansado de recibir tantos inmigrantes, quienes vienen a aprovecharse de nuestras ventajas a cambio e nada…? ¿O será momento de darnos cuenta que, a excepción de la invasión y conquista europea de hace cinco siglos, a corto y largo plazo, el saldo siempre es positivo?
Para quienes les interese el tema de inmigración y discriminación, vea en mi blog:
Buen punto de vista.
¿O será momento de darnos cuenta que, a excepción de la invasión y conquista europea de hace cinco siglos, a corto y largo plazo, el saldo siempre es positivo?
¿Esto es joda? ¿Te parece que el saldo del descubrimiento y conquista de America fue no positivo? Te pido que respondas la pregunta desde la perspectiva de un argentino del siglo XXI y no, por supuesto, desde el punto de vista de Capupolican.
Como verás, los párrafos están escritos todos desde la perspectiva de los pobladores de esta tierra, que hoy llamamos Argentina, en cada época, con las lógicas limitraciones y licencias que se puede tomar una persona que escribe en 2011. En cuanto al párrafo final, tiene esa misma perspectiva, y desde el punto de vista de quienes vivían aquí antes de la llegada de los europeos (aproximadamente 500.000 personas) el saldo fue efectivamente negativo. Un breve repaso histórico nos muestra que los “inmigrantes” (invasores en realidad) no tuvieron que adaptarse a la cultura, la lengua, la sociedad y la ecnonomía del país al que arribaron sino que impusieron por la fuerza su visión del mundo, su cultura y hasta su historia a quienes ya vivían aquí. Es decir, lo opuesto a los inmigrantes posteriores, y por eso hago la salvedad: quienes llegaban aquí en cada tanda de inmigrantes son quienes se adaptaron (e influenciaron, aunque mínimamente en comparación) a la sociedad local. Quienes vivían aquí antes de la conquista europea no sólo fueron conquistados (y muchos sojuzgados y muertos) por quienes arribaron sino que además tuvieron que adaptarse (adoptar a la fuerza) a la sociedad que impusieron sus conquistadores: para ellos el saldo no fue precisamente positivo. Ese “ellos” de la frase anterior es históricamente (con las modificaciones del tiempo, por supuesto) parte del “nosotros” actual. No comprender que lo amerindio subyace en nuestra cultura y nuestra sociedad es negar que somos específicamente americanos y no europeos, asiáticos o africanos. Pensar que la conquista y el sojuzgamiento se justifica porque los europeos trajeron aquí los adelantos occidentales es (además de no conocer la riqueza de las culturas nativas) lo mismo que justificar la dictadura de los setenta porque nos legaron las autopistas de Cacciatore. Debemos convivir con ese saldo como con nuestra historia. Somos, en definitiva el resultado de las distintas capas de inmigrantes que llegaron a estas costas, sólo que la primera tanda de “inmigrantes” no venían a convivir y adaptarse sino a conquistar y sojuzgar, y la historia abunda en datos sobre el saldo negativo del que hablo.
Como verás, los párrafos están escritos todos desde la perspectiva de los pobladores de esta tierra, que hoy llamamos Argentina, en cada época, con las lógicas limitraciones y licencias que se puede tomar una persona que escribe en 2011. En cuanto al párrafo final, tiene esa misma perspectiva, y desde el punto de vista de quienes vivían aquí antes de la llegada de los europeos (aproximadamente 500.000 personas) el saldo fue efectivamente negativo. Un breve repaso histórico nos muestra que los «inmigrantes» (invasores en realidad) no tuvieron que adaptarse a la cultura, la lengua, la sociedad y la ecnonomía del país al que arribaron sino que impusieron por la fuerza su visión del mundo, su cultura y hasta su historia a quienes ya vivían aquí. Es decir, lo opuesto a los inmigrantes posteriores, y por eso hago la salvedad: quienes llegaban aquí en cada tanda de inmigrantes son quienes se adaptaron (e influenciaron, aunque mínimamente en comparación) a la sociedad local. Quienes vivían aquí antes de la conquista europea no sólo fueron conquistados (y muchos sojuzgados y muertos) por quienes arribaron sino que además tuvieron que adaptarse (adoptar a la fuerza) a la sociedad que impusieron sus conquistadores: para ellos el saldo no fue precisamente positivo. Ese «ellos» de la frase anterior es históricamente (con las modificaciones del tiempo, por supuesto) parte del «nosotros» actual. No comprender que lo amerindio subyace en nuestra cultura y nuestra sociedad es negar que somos específicamente americanos y no europeos, asiáticos o africanos. Pensar que la conquista y el sojuzgamiento se justifica porque los europeos trajeron aquí los adelantos occidentales es (además de no conocer la riqueza de las culturas nativas) lo mismo que justificar la dictadura de los setenta porque nos legaron las autopistas de Cacciatore. Debemos convivir con ese saldo como con nuestra historia. Somos, en definitiva el resultado de las distintas capas de inmigrantes que llegaron a estas costas, sólo que la primera tanda de «inmigrantes» no venían a convivir y adaptarse sino a conquistar y sojuzgar, y la historia abunda en datos sobre el saldo negativo del que hablo.