El Gobierno, su estructura de poder y el surgimiento de un discurso que le imprimió mística fueron esenciales para su recuperación. Ante el peor momento de todo su ciclo tras la caída del año pasado, la discusión se daba en torno de la forma en la cual se iba a terminar el mandato, si es que se terminaba. Hoy podemos decir, un poco por sensación y otro poco porque así lo marcan las encuestas, que el kirchnerismo tiene vida para rato. Aunque la experiencia nos marca dejar de lado la futurología, sobre todo cuando falta tanto y el escenario es tan cambiante, comienza a quedar bien en claro que aventajan al resto en todos los aspectos: votos, acompañamiento, apoyo popular, ideas, inteligencia, capacidad, dispositivo político.
Y todo eso, casi que asegura una victoria. Y claro, esta derecha. La nunca bien ponderada derecha argentina, que hoy nos hace reir tanto. De tan mala, mediocre e inútil que es, obliga a salir de las sombras al coordinador del poder hegemónico de Argentina, que alrededor de la mesa de su cómodo living, tiene que sentar a los que suelen denominarse líderes de la oposición para explicarles por donde ir. Tan a contramano de la supuesta eficiencia y eficacia que, según ellos dicen, vienen a imprimirle a los gobiernos.
Esto no es lo que conocimos a lo largo de nuestra historia, cuando cada gobierno popular y no tanto se tenía que enfrentar con ideólogos memorables y con un poder económico concentrado que marcaba la agenda y la dirección de los gobiernos. Dirigentes nunca le sobraron, es cierto, por eso acudieron de forma permanente a los militares.
Ante este escenario, donde tenemos al máximo dirigente político de la oposición hasta el cuello con causas judiciales y con derrumbes; donde aparece el representante oligárquico con un discurso vetusto que produce rechazo social; donde el coordinador del poder hegemónico tuvo que salir de las sombras y podría tener varios inconvenientes judiciales por hacer negocios con la dictadura; donde el ex líder y aún inexplicablemente Vicepresidente es delatado por su propia cara de nabo. Ante este escenario, cabe preguntarse: ¿
Qué te pasa derecha? Y se me ocurren algunas respuestas: o le pasa que no cuenta con dirigentes de talla. O le pasa que se encontró con un Gobierno que avanzó y que la debilitó, quebrando algunos mitos sobre los límites de cualquier gobierno frente al poder real. O le pasa que hace agua en sistemas democráticos, porque nunca necesitó formarse en sus reglas y ahora no le queda otra que respetarlas y adaptarse.
O la pasa una, o un poco todas. Pero de lo que estoy seguro, es de que este momento me pone muy contento.
lo que pasa tambien es que hacerse el zurdo es muy dificil…para uno que es pura derecha..
«O le pasa que hace agua en sistemas democráticos, porque nunca necesitó formarse en sus reglas y ahora no le queda otra que respetarlas y adaptarse.»
para mi es esa
tal vez el resultado de todo esto sea que una vez que la inconfesa derecha se forme y adapte a las reglas democraticas … va a terminar de asumirse como tal sin verguenzas.
y creo que va a ser mejor para todos.
Ya es hora que en Argentina no sea vergonzante decir que uno es de derecha. Nos sacariamos mucha izquierda o progresismo abstracto de encima
Habría que definir qué es derecha. Una vez escuché una que me pareció apropiada. Alguien de derechas es alguien que sistemáticamente, ante cada oportunidad que se presenta, favorece a los más pudientes sobre los más pobres. Mas o menos.
Luego, contrastando esto con amigos más o menos de derecha (que los tengo, es como el antisemita que tiene algunos amigos judíos ;)) me acordé que hay dos derechas: La liberal y la conservadora. Para los de izquierdas, liberal suena a capitalista y conservador huele a hostias y bosta de vaca, o mejor dicho, soja.
Tampoco esto los termina de definir (limitar) a todos. Si forzamos un poco más la categoría, el liberal (que son los que conozco) se parece casi a un progresista por momentos, solamente lo divide de éste su rechazo hacia el peronismo y al comunismo, socialismo, bolchevismo por igual. Es posible que haya estado a favor del matrimonio igualitario, lo que lo divide irremediablemente con el que sigue:
El conservador, creo yo, será el más fácil de definir. Es el que cree que los valores morales se definieron en la antiguedad, a la que venera, porque cuanto más atrás en la historia vamos, más cerca de la palabra de Dios estamos, más cerca de lo bueno y santo. Todo lo que viene del futuro, aparte de un iPhone, es malo: Libertades sexuales, cuestionamientos morales, ateísmo, politicas sociales en lugar de beneficencia.
Yo aspiro a que ahora, el Yabrán de los medios, deba salir a atender personalmente el boliche y pretenda convertirse en el Berlusca. Ya juntó a sus punteros en una cena para conformar la PPP (Pata Peronista Patronal), visto que con la Yúdichi y Toma no llega ni hasta Adrogué. Si no le ganamos a éste, al vocero de la patronal, me pego un tiro allá abajo.
Mañeto, grabátela: «No te tenemosh miedo»