Nuestro amigo (aunque él lo ignore aún) Alcadio Oña nos habla de la inflación y de sus efectos en la recaudación impositiva. Concluye que el gobierno hace un negocio estupendo gracias a la inflación, ya que es ese el motor del incremento de la recaudación.
Nos desviamos un poquito, y enseguida volvemos: el mes pasado colgué esto. Este mes se confirma la tendencia. El porcentaje de aumento de la recaudación empieza a converger con el porcentaje de aumento del gasto. No es fiscal el desfasaje que sufre el «modelo». Perdón por la soberbia, pero se los digo de onda a los opositores: me parece que le están errando de nuevo.
Seguimos: Alcadio hace un hincapié bárbaro en el aumento de la recaudación impositiva en determinadas vías de ingreso fiscal en las que supone que más influye la suba de precios: IVA DGI (aumentó 24,3%), impuesto al cheque (24,4%) y las naftas (41,8%).
El último sí registra un aumento muy importante, pero los otros dos (IVA DGI y cheque) aumentaron por debajo del promedio que fue un poco más de 30%. Son los dos impuestos cuya recaudación menos se incrementó proporcionlamente hablando.
Comparamos rapidito: Impuesto a las Ganacias, 36,2% (el de Personas Físicas, 27,1%), IVA Aduana (por exportaciones, después se devuelve pero con desfasaje de un par de años) 40,6%, Bienes Personales, 66,3%, y uno muy importante porque mide la masa salarial, Seguridad Social, 33,4%.
O sea, respetando los términos iniciales planteados por Alcadio, la inflación ni siquiera llega a ser el principal motivo para explicar el crecimiento de la recaudación.
Este comportamiento fiscal, como tendencia, es política antiinflacionaria ortodoxa. Por eso, no sería solo el tipo de cambio quieto el ancla antiinflacionaria, si la tendencia se termina concretando como yo la veo (por supuesto, si erro pediré las disculpas del caso).
Esto da tela para cortar. Si se puede, la sigo más adelante.